Abril, 2022
La ganadora del Premio Cervantes, considerado el Nobel de las Letras en lengua castellana, fue anunciada en noviembre pasado, otorgado en esta edición a la escritora Cristina Peri Rossi. El jurado presidido por José Manuel Sánchez Ron, designado por la Real Academia Española, otorgó este premio a la poeta uruguaya por “reconocer en ella la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros. La literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad. Asimismo, su obra, puente entre Iberoamérica y España, ha de quedar como recordatorio perpetuo del exilio y las tragedias políticas del siglo XX”. Peri Rossi, sexta mujer en ganar el Cervantes, ha escrito casi una veintena de libros de poesía, una quincena de relatos y varias novelas, que le han valido numerosos galardones. Por ejemplo, cultivó la novela con obras como La nave de los locos, El amor es una droga dura, Todo lo que no te pude decir, o la novela autobiográfica La insumisa; el cuento, con libros como Habitaciones privadas o Los amores equivocados; el ensayo con títulos como Acerca de la escritura o Cuando fumar era un placer; así como poesía, con títulos como Descripción de un naufragio, Babel bárbara, Playstation o Las replicantes. Nacida en Montevideo en 1941, Peri Rossi tuvo que abandonar su país en 1972 por motivos políticos y se trasladó a Barcelona, de donde tuvo que huir de nuevo, en este caso a París, por un par de años, perseguida por la dictadura de Francisco Franco (1939-1975). En Uruguay, “como castigo mis libros y hasta la mención de mi nombre fueron prohibidos. Salvé la vida milagrosamente”, escribió en su discurso de aceptación del Cervantes. La reconocida escritora argentina María Teresa Andruetto ha dicho sobre ella: “Enganchada a una lengua/ como a una madre, es tremenda Peri Rossi, feroz como una loba a la que han dejado sola (aunque podríamos encontrarle una hermana en Thénon). Sarcástica, impiadosa, descarnada, trató a la poesía como la hembra de otra hembra y escribió con desparpajo el desgarro del exilio y el deseo lésbico. Lo suyo no es la ternura ni el lamento, lo suyo es el aullido”. Elena Anníbali, también destacada escritora y poeta argentina, ha añadido: “Desde la lírica amatoria, en la que el registro de la lengua oscila entre el erotismo y la exaltación refinada, hasta los poemas de denuncia, de exilio, la nostalgia, el sida, el supermercado, la escritura, las revelaciones, Cristina Peri Rossi es un cuerpo que se alivia en el desborde, una lengua virando hacia el gemido, el grito que encuentra, en la palabra, un límite probable”. Además de escritora, Peri Rossi ha sido profesora de literatura, traductora y periodista. A continuación reproducimos una breve selección de poemas de la autora uruguaya-española, a manera de homenaje…
Montevideo
Nací en una ciudad triste
de barcos y emigrantes
una ciudad fuera del espacio
suspendida de un malentendido:
un río grande como mar
una llanura desierta como pampa
una pampa gris como cielo.
Nací en una ciudad triste
fuera del mapa
lejana de su continente natural
desplazada del tiempo
como una vieja fotografía
virada al sepia.
Nací en una ciudad triste
de patios con helechos
claraboyas verdes
y el envolvente olor de las glicinas
flores borrachas
flores lilas
Una ciudad
de tangos tristes
viejas prostitutas de dos por cuatro
marineros extraviados
y bares que se llaman City Park.
Y sin embargo
la quise
con un amor desesperado
la ciudad de los imposibles
de los barcos encallados
de las prostitutas que no cobran
de los mendigos que recitan a Baudelaire.
La ciudad que aparece en mis sueños
accesible y lejana al mismo tiempo
la ciudad de los poetas franceses
y los tenderos polacos
los ebanistas gallegos
y los carniceros italianos
Nací en una ciudad triste
suspendida del tiempo
como un sueño inacabado
que se repite siempre.
Viaje
Mi primer viaje
fue el del exilio
quince días de mar
sin parar
la mar constante
la mar antigua
la mar continua
la mar, el mal
Quince días de agua
sin luces de neón
sin calles sin aceras
sin ciudades
solo la luz
de algún barco en fugitiva
Quince días de mar
e incertidumbre
no sabía adónde iba
no conocía el puerto de destino
solo sabía aquello que dejaba
Por equipaje
una maleta llena de papeles
y de angustia
los papeles
para escribir
la angustia
para vivir con ella
compañera amiga
Nadie te despidió en el puerto de partida
nadie te esperaba en el puerto de llegada
Y las hojas de papel en blanco enmoheciendo
volviéndose amarillas en la maleta
maceradas por el agua de los mares
Desde entonces
tengo el trauma del viajero
si me quedo en la ciudad me angustio
si me voy
tengo miedo de no poder volver
Tiemblo antes de hacer una maleta
—cuánto pesa lo imprescindible—
A veces preferiría no ir a ninguna parte
A veces preferiría marcharme
El espacio me angustia como a los gatos
Partir
es siempre partirse en dos.
Los exiliados
Persiguen por las calles
sombras antiguas
retratos de muertos
voces balbuceadas
hasta que alguien les dice
que las sombras
los pasos las voces
son un truco del inconsciente
Entonces dudan
miran con incertidumbre
y de pronto
echan a correr
detrás de un rostro
que les recuerda otro antiguo.
No es diferente
el origen de los fantasmas.
XIV
Ninguna palabra nunca
ningún discurso
—ni Freud, ni Martí—
sirvió para detener la mano
la máquina
del torturador.
Pero cuando una palabra escrita
en el margen de la página en la pared
sirve para aliviar el dolor de un torturado
la literatura tiene sentido.
Las palabras son espectros
Las palabras son espectros
piedras abracadabras
que saltan los sellos
de la memoria antigua
Y los poetas celebran la fiesta
del lenguaje
bajo el peso de la invocación
Los poetas inflaman las hogueras
que iluminan los rostros eternos
de los viejos ídolos
Cuando los sellos saltan
el hombre descubre
la huella de sus antepasados
El futuro es la sombra del pasado
en los rojos rescoldos de un fuego
venido de lejos,
no se sabe de dónde.
Bitácora
No conoce el arte de la navegación
quien no ha bogado en el vientre
de una mujer, remado en ella,
naufragado
y sobrevivido en una de sus playas.
Distancia justa
En el amor, y en el boxeo
todo es cuestión de distancia
Si te acercas demasiado me excito
me asusto
me obnubilo digo tonterías
me echo a temblar
pero si estás lejos
sufro entristezco
me desvelo
y escribo poemas.
Erótica
Tu placer es lento y duro
viene de lejos
retumba en las entrañas
como las sordas
sacudidas de un volcán
dormido hace siglos bajo la tierra
y sonámbulo todavía
Como las lentas evoluciones de una esfera
en perpetuo e imperceptible movimiento
Ruge al despertar
despide espuma
arranca a los animales de sus cuevas
arrastra un lodo antiguo
y sacude las raíces
Tu placer
lentamente asciende
envuelto en el vaho del magma primigenio
y hay plumas de pájaros rotos en tu pelo
y muge la garganta de un terrón
extraído del fondo
como una piedra.
Tu placer, animal escaso.
De aquí a la eternidad
Descubrir a Dios entre las sábanas
—no en el templo fariseo
ni en la altiva mezquita—
sábanas blancas
sudario del amor que te cubría
manto sagrado
iniciar la bienaventurada ascensión
de tu piel a la eternidad
de tu vientre al círculo celestial
sentir a Dios en tus húmedas cavidades
en el grito vertiginoso
de la jauría de tus vísceras
saber
que Dios está escondido entre las sábanas
sudoroso
consagrando tu sangre menstrual
elevando el cáliz de tu vientre
descubrir de pronto que Dios
era una diosa,
última ascesis,
de aquí a la eternidad.
Historia de un amor
Para que yo pudiera amarte
los españoles tuvieron que conquistar América
y mis abuelos
huir de Génova en un barco de carga
Para que yo pudiera amarte
Marx tuvo que escribir El Capital
y Neruda la Oda a Leningrado.
Para que yo pudiera amarte
en España hubo una guerra civil
y Lorca murió asesinado
después de haber viajado a Nueva York.
Para que yo pudiera amarte
Virginia Wolf tuvo que escribir Orlando
y Charles Darwin
viajar al Río de la Plata.
Para que yo pudiera amarte
Catulo se enamoró de Lesbia
y Romeo, de Julieta,
Ingrid Bergman filmó Stromboli
y Pasolini, Los cien días de Saló.
Para que yo pudiera amarte,
Lluís Llach tuvo que cantar Els Segadors
Y Milva, los poemas de Bertolt Brecht.
Para que yo pudiera amarte
alguien tuvo que plantar un cerezo
en la tapia de tu casa
y Garibaldi pelear en Montevideo.
Para que yo pudiera amarte
las crisálidas se hicieron mariposas
y los generales tomaron el poder.
Para que yo pudiera amarte
tuve que huir en barco de la ciudad donde nací
y tú combatir a Franco.
Para que nos amáramos, al fin,
ocurrieron todas las cosas de este mundo
y desde que no nos amamos
sólo existe un gran desorden.
Reminiscencia
No podía dejar de amarla porque el olvido no existe
y la memoria es modificación,
de manera que sin querer
amaba las distintas formas
bajo las cuales ella aparecía en sucesivas transformaciones
y tenía nostalgia de todos los lugares
en los cuales jamás habíamos estado,
y la deseaba en los parques
donde nunca la deseé y moría de reminiscencias
por las cosas que ya no conoceríamos
y eran tan violentas e inolvidables
como las pocas cosas que habíamos conocido.
Desde alguna parte
me mira
esa mujer que fuiste
alguna vez lejana
y me pide cosas
me pide memoriales
versos
y perdón por el futuro.
El monótono oficio de amarte
o poesía
extrañas parejas pasean por el parque
signos de una tipografía que ya conozco
por haberla usado desde pequeña.
Y el globo de sol
que un extraño colocara en el jardín
como una O redonda
mayúscula
quizás para recordarme
que he de amarte
medida y rimada
como aquellos poemas antiguos,
un poco viejos,
aprenderte de memoria
como un libro de lectura
del cual surge el caballo blanco en el que viajo
en tus sueños nocturnos
y la nostalgia de mamá
por cuya culpa
sin duda
te amo.
La pasión
Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.
Vivir dos veces
La memoria es una sobrevida.
Mientras me inclino para besarte
para acariciar tus senos
pienso en la sobrevida
que me sobrevendrá
en tu memoria
viviré más allá de mis años
en el escorzo de tu cuello tan blanco
como la luz lunar
una noche, en Calella,
mes de agosto,
año dos mil seis,
viviré más allá de mis años
en tu memoria de mujer nocturna
que mira desde el lecho
la ventana por donde una ciudad como un cuadro
de Richard Estes enciende y apaga sus luces
en medio de los carteles de Bancos y de Cajas
de autos y de oficinas
Viviré más allá de mis años
en tu memoria
de mujer que al amarme se ama en mi amor
y recordarás el edredón de plumas
con el que cubrías tu desnudez
y la botella de agua que se caía en medio de los besos
y la luz del televisor mudo
que iluminaba blancamente nuestros cuerpos
oscureciéndolos a veces
como ojeras en medio de la piel
La memoria es una sobrevida.
Mientras me inclino para besarte
sé que vivo dos veces
la vez de esta noche tibia de otoño
en la que te acaricio con las manos
con los dedos con el pensamiento y con la voz
y la sobrevida de tu memoria
donde nos amamos
más allá del tiempo
en medio de la ciudad iluminada
y silenciosa
que no duerme
porque estamos en vigilia
vigilia del goce
vigilia de amor.