A favor de la historia
En esta nueva colaboración para Salida de Emergencia, Constanza Ordaz aborda la importancia de los griots como agentes cohesionadores de la comunidad mediante su intervención en cultos y ceremonias. “Señalar la importancia de estos personajes no es ocioso. Su sabiduría ancestral ha trascendido en el tiempo; todavía hoy, algunos músicos de blues se consideran asociados a esta rica tradición”, escribe aquí.
Las tradiciones son necesarias en la música y el canto populares. Esta idea, que quedó asentada en mi columna anterior, resurge al comentar la importancia de los griots como agentes cohesionadores de la comunidad mediante su intervención en cultos y ceremonias.
Señalar la importancia de estos personajes no es ocioso. Su sabiduría ancestral ha trascendido en el tiempo; todavía hoy, algunos músicos de blues se consideran asociados a esta rica tradición.
Por ello, resulta interesante destacar otra vez algunos párrafos del libro La música es el arma del futuro / Fifty years of African Popular Music, de Frank Tenaille (Editorial Lawrence Hill Books, Chicago, 2002), para obtener una imagen más precisa de la función de los griots.
Castas, prohibiciones, ambulantaje, rigidez
“Cuando hace 700 años Sundiata Keita reconcilió los distintos reinos de los mandingos bajo un solo imperio, los griots se encargaron de formular la constitución oral.
“En una época en que nadie se fiaba de la palabra escrita, los griots eran las bibliotecas en cuyos estantes había tomos de historia y derecho, filosofía y ciencia, chistes y fábulas.
“Además de periodistas, los griots eran comentaristas políticos, autorizados para burlarse de cualquier persona a través de proverbios y metáforas.
“Podían, además, amonestar a un rey e incluso llegar a destronarle. Así, pues, no es sorprendente que en África se desarrollase una tradición de extravagante generosidad hacia los músicos: inspiraban miedo, además de cierto desprecio.
“Una rígida estructura social les impedía bodas fuera de su casta; de esta manera, se negaba a los griots el ejercicio del poder político, y sus secretos quedaban protegidos.
“Hacia finales del siglo XVIII algunos griots empezaron a dejar a sus nobles patrones para seguir una vida ambulante o para instalarse en los pueblos.
“Hoy todavía se puede encontrar algún griot practicando su profesión y provocando las mismas reacciones ambiguas de siempre”.
Tacañería y generosidad
El escritor inglés Mark Hudson relató este encuentro con uno de ellos durante un bautizo en Gambia:
“El griot más alto, Sang Yong, el padre del niño, habló largamente en voz baja y pastosa, interrumpiendo su discurso con gestos enfáticos, intercalados a un roth man kingsize.
“Evocó imágenes de la grandeza ancestral del joven mientras esparcía cenizas por sus pantalones. Sang Yong apartó la mirada, como intentando eludir el poder de sus palabras, pero era una lucha desigual y de pronto, malhumorado, se metió la mano en el bolsillo, sacó un billete de cinco dalasis (cien pesetas, aproximadamente) y se lo dio al griot y exclamó: Esta gente no hace más que molestar, desolado por tener que desprenderse de tanto dinero.
“Pero no todos los patrones son tan tacaños. Hace 20 años un maliense ofreció a su mujer una noche a un griot y, desde entonces ningún griot se ha atrevido a volver a su casa.
“Su paisano Baba Sisoho hacía gala de una generosidad tan fabulosa que corrían rumores de ser una fuente mágica de dinero, pues regalaba avionetas, coches y villas a los cantantes principales de Mali, como Kondia Kouyaté o Ami Koita”.
Cantar los cambios sociales
Algunos griots han preferido crear su música independientemente de los caprichos de los millonarios; el guineano Sékou Diabate recuerda así su integración en el grupo Bembeya Jazz en 1960:
“No tocamos para unas pocas familias, tocamos para todo el mundo. Eso me atraía. Una nueva música popular que ha sabido reflejar fielmente los cambios sociales y políticos más recientes, ocurridos en el continente africano”.
Como cuando la Independencia de Ghana, en 1957. Su nuevo presidente Kwame Nkrumah abogó por la reafirmación de la cultura africana. Se iniciaron cursos para enseñar a los músicos las danzas e instrumentos tradicionales del país.
Sabiduría contra acoso monetario
El blues, en su riqueza intrínseca, es arma para el buen vivir en un mundo lleno de adversidades. En su intimidad y ternura se recoge el fuego necesario para darle espacio al amor; de ahí su atractivo, su carácter evocador y su fuerza.
El lenguaje para describir al blues es modesto ante la inmensidad de su energía y posibilidades, cuya naturaleza misteriosa no cabe en la cabeza de los legos.
Su permanencia es segura, proviene de la profundidad de las tradiciones de donde procede.
Su historia, profunda y compleja, es atractiva para quienes han decidido rebasar su interpretación doctrinaria o anecdótica y convertirla en compendio flexible de donde se arranca la sabiduría cotidiana que nos da vida ante el acoso neoliberal.