El suave y sencillo sonido de Lokua Kanza
Octubre, 2023
Cantante, compositor, multiinstrumentista y promotor congoleño —nacido en abril de 1958—, Lokua Kanza es uno de los artistas más sobresalientes de la África actual. Radicado en Francia desde 1984, su música es el símbolo de su rico origen multicultural. Con su sonido suave, melancólico, casi acústico, Lokua ha ido a contracorriente en muchos sentidos de la rumba congoleña. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene en este trovador transcultural.
Ser músico subordinado nubla, con frecuencia exagerada, el talento de los dotados con las perlas de la composición y de quienes tocan su instrumento con evidente maestría. Lokua Kanza, por ejemplo, es convocado con frecuencia por las figuras más reconocidas de la música africana que deambulan por el mundo, pero él, en lo que se refiere a la construcción de su propia obra, se mueve en sintonías muy discretas.
Eso sí, su honestidad musical no lo aparta de su gran vocación ni le diluye su energía creativa. Simplemente, Kanza es de los que esperan pacientemente su momento, como nos lo explica el libro: La música es el arma del futuro (Fifty Years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).
Música evocadora con un mínimo de recursos
Cantante, compositor, multiinstrumentista y productor, Pascal Lokua Kanza nació en la República Democrática del Congo cuando se llamaba Zaire. Más concretamente en Bukavu, en el este del país.
Lokua Kanza empezó a destacar en 1994 con la edición de su primer disco; sin embargo, ya era un componente activo de la comunidad musical en París desde mediados de los ochenta —a veces bajo el nombre de Pascal Lokwa. Ya había trabajado como guitarrista y cantante con Ray Lema, Manu Dibango, Papa Wemba y Youssou N’Dour, que le considera su cantante actual preferido.
“Mi música trata, ante todo, de los sentimientos y emociones humanas, que es algo que nos une a todos… Hay tanta violencia en este mundo. Intento a mi manera, a través de mis canciones, traer algo de ligereza y felicidad a la gente”, le dijo Lokua a Radio Francia Internacional en una ocasión.
En sus composiciones, Lokua intenta captar la tranquilidad de las noches de su infancia rural y su íntima música, algo que realiza por simple placer y sin ánimo de lucro. No obstante la aparente simplicidad de su disco debut homónimo, grabado con medios reducidos, desmiente la sofisticación adquirida de sus ilustres mentores. La sencilla instrumentación —guitarra, percusión y una bandeja de cuscús incluida— cede el candelero a las voces, que, sean un falsete con contrapunto ronco o un coro Mbube sudafricano, pertenecen todas, pasmosamente, al mismo Lokua Kanza. No obstante, por mucho que asombre esta técnica vocal, los rebuscados overdubs y efectos de eco privan a los cortos temas de toda intimidad e insinúan que sin adornos éstos no resistirían un examen cuidadoso.
Y con razón, pues esta colección de trinos en busca de una canción es más bien una tarjeta de visita, un boceto para obras más elaboradas que, sin duda, llegaron después gracias a un contrato discográfico y un presupuesto más generoso, como son Wapi Yo (1995), 3 (1998), Toyebi Te (2002) o Toto Bona Lokua (2004, grabado junto a dos potentes músicos: Richard Bona y Gerald Toto).
Lokua también hizo una crucial contribución como cantante, guitarrista y compositor, en el aclamado álbum de su compatriota Papa Wemba, Emotion.
Un lustro con ímpetu
Registrar a los músicos más talentosos del orbe es tarea gratificante si se cuenta con los elementos históricos que acrediten la trayectoria de los artistas in comento. Como es evidente, la discreción personal de Lokua se corresponde con su poca generación de datos que nos lo muestren con todo y sus potencialidades. Algo que ha cambiado, por cierto, en los años recientes.
Después de evitar los focos por un tiempo, Lokua Kanza ha vuelto a ser centro de atención en el último lustro. Por ejemplo, en 2018 publicó su segunda colaboración con Gerald Toto y Richard Bona, bajo el título de Bondeko. También, tuvieron que pasar diez años para tener un nuevo disco en solitario: tras Nkolo de 2010, en 2021 llegó Moko, que incluía colaboraciones con pesos pesados del ámbito musical africano: la cantante camerunesa Charlotte Dipanda, el saxofonista y compositor Manu Dibango, el ícono del folk y jazz senegalés Wasis Diop y el pianista y guitarrista congoleño Ray Lema.
Lokua viajó en aquel momento a Kinshasa para realizar el videoclip del primer sencillo del álbum: “Es mi contribución a mi país, quiero que este video dé a conocer Kinshasa en todo el mundo, para que los nostálgicos congoleños en el extranjero puedan ver su capital”, le explicó a Radio Okapi (del Congo). Por si fuera poco, también en 2021 la UNICEF lo invitó a sumarse como embajador nacional, en calidad de representante de la infancia. Con su eterna discreción, Lokua fue claro: “Para mí es un gran honor —le dijo al mismo medio, Radio Okapi—. Estoy muy conmovido porque el futuro de nuestros países son los niños”.