Artículos

“Vi con mis propios ojos a un hombre traído de vuelta a la vida por el intrincado poder reparador de la música”

El día que Nick Cave grabó con uno de sus ídolos, el gran Johnny Cash.

Marzo, 2023

Desde hace varios años, Nick Cave se comunica con sus fans y responde sus preguntas a través de un blog llamado The Red Hand Files. A la vez púlpito/confesionario/consultorio, desde este espacio virtual el músico australiano —actualmente uno de los más solventes del planeta rock— da salida a reflexiones varias; el ejercicio es loable y atrayente, también es útil, valioso y fructífero, ya que Nick no sólo está dispuesto a dar respuesta a los diversos temas que se le plantean (sobre sus canciones, discos y pasajes de su vida), lo hace, además, con un alto nivel literario —es decir: sus contestaciones son extensas y meditadas. Esta es la respuesta que le dio a Danielle en la última entrega, la número 224, cuando le preguntó si tenía alguna anécdota sobre cómo fue grabar con Johnny Cash. La historia es hermosa. (Traducción: Sergio Raúl López).

The Red Hand Files
Entrega #224/Febrero del 2023

Querida Danielle,

Sí, tengo una historia acerca del señor Cash, algunos lectores quizás la hayan escuchado ya, me disculpo si así sucede.

Era a inicios del 2002 y estaba sentado en mi cuarto de hotel en Los Ángeles cuando sonó el teléfono. Era el productor musical Rick Rubin, quien deseaba saber si me gustaría acudir a su estudio al día siguiente para cantar una canción con Johnny Cash. Johnny había sido uno de mis héroes desde que veía, en Australia, El show de Johnny Cash cuando tenía alrededor de diez años. Como un niño, yo había sido genuinamente paralizado por el “Hombre de Negro”, como le llamaban, fascinado e intimidado por su oscura y grave voz, como un forajido o algo por el estilo. Él llegó a ser una influencia considerable sobre las canciones que escribí en The Birthday Party y en The Bads Seeds y, claro está, en la manera en que yo las cantaba. Así que estaba completamente emocionado de que me preguntaran si querría cantar con él y le contesté a Rick Rubin: “Claro, sabes, por supuesto, sería un honor”. Entonces le pregunté cuál era la canción que Johnny quería cantar conmigo y él respondió que no importaba y que yo podía decidirlo. Y eso fue todo, colgamos, tras de lo cual mi mente descendió al peor de los escenarios posibles y todas las inseguridades que guardaba respecto a mi propia voz, que eran numerosas en aquella época, se precipitaron y comencé a cuestionarme cómo mierdas iba a competir con la voz de Johnny Cash, tan profunda, tan conmovedora y tan bella. ¿Cómo es que no iba a ser totalmente aniquilado por su brillantez?

Comencé a sentir pánico por lo que atravesé el corredor hacia la habitación de Warren (Ellis), quien estaba echado en ropa interior en su cama escuchando a Hank Williams y le dije: “Carajo, güey, ¡Rick Rubin acaba de llamarme y quiere que vaya a su estudio a cantar una canción con Johnny Cash!”. Warren me dice: “Qué loco”. Y yo le respondo: “Sí, lo sé, pero ¿qué tal si desafino?”. Y Warren: “No te preocupes de eso, mi chavo, ¿qué es lo que vas a cantar?”. Le explicó entonces que Rick Rubin me ha dicho que puedo proponer lo que yo desee. Canta esto, me dice Warren, mientras Hank Williams comienza a entonar “I’m so lonesome I could cry”. Le digo: “¡OK, esa es una gran sugerencia, pero qué tal si canto la canción jodidamente plana?”.

Esa noche mi mente entró en una especie de sobremarcha y me encuentro sacudiéndome, volteándome y preocupándome sobre esto y sobre aquello, por estar desafinado o por estar plano y no pude dormir, y para cuando arribé al estudio de Rick Rubin a la mañana siguiente soy prácticamente un desastre. Me siento en el cuarto de la consola con Rick Rubin al tiempo que el guitarrista se pasea por los acordes de la canción de Hank Williams, mientras todos esperamos a Johnny.

Eventualmente alguien anuncia que Johnny ha llegado y nos sentamos unos instantes y entonces la puerta se abre y Johnny Cash aparece al final de una larga escalera que llevan de la calle hasta el cuarto de la consola. Me encuentro confundido de inmediato porque Johnny ya no luce para nada como Johnny, parece increíblemente viejo y su cabello no es negro, es blanco y se le mira muy frágil. Mantiene las manos extendidas al frente de él como un fantasma o un espectro o algo similar mientras desciende de las escaleras, guiado por su esposa, June Carter Cash. Más tarde me entero que padece una afección que lo enceguece temporalmente cuando ingresa a algún interior luego de haber estado expuesto a la luz del sol. Repite insistentemente con una extraña y temblorosa voz: “¿Estás ahí, Nick?”, “¿Estás ahí, Nick?”. Y yo pienso, “¡Oh, dios!”, porque Johnny me parece tremendamente debilitado, ¿y cómo mierdas va a poder cantar una canción en ese estado? “¡Aquí estoy, Johnny!”, le digo, “¡Aquí estoy!”.

Johnny se sienta y yo hablo con él un poco y cada vez que él dice una frase inspiradora, lo que ocurre seguido, June dice, ¡Aleluya!, o ¡Alabado sea Jesús! Johnny pregunta: “¿Qué es lo que quieres cantar?”. Y le contesto: “¿Qué te parece ‘I’m so lonesome I could cry”. Johnny responde: “¡Oh, sí, amo esa canción!”. Y June, a quien le he notado un brillo verdadero, grita: “¡Alabado sea el Señor, dulce Jesús!”.

Así que ocupamos nuestros respectivos asientos en cabinas separadas y el grupo comienza la canción y puedo mirar a Johnny a través del cristal que nos divide. Y en el justo momento en el que comienza la música, atestiguo, con mis propios ojos, una transformación súbita, radical y absoluta. No exagero, Johnny vuelve a la vida. Ha sido poseído, literalmente, por el espíritu, y los años se desmoronan y él comienza a brillar, a aumentar su poder como poseído por alguna clase de ente. Cuando comienza a cantar, su hermosa voz simplemente me atraviesa como una fuerza celestial. Y yo comienzo a cantar y sueno correctamente, y estoy profundamente conmovido, saben, tengo lágrimas en los ojos y June está por ahí balanceándose y sonriendo y gritando loas a Jesús, y Johnny canta con el corazón de fuera en su oscuro y mesurado estilo, y es uno de esos momentos que se te quedan impresos en tu propia alma.

Terminamos la canción y sólo hay silencio, y puedo escuchar mi corazón latiendo descomunalmente así como la sangre corriendo alrededor de mis venas, y estoy limpiando las lágrimas de mis ojos, mientras todos habitamos una suerte de suspensión espiritual sin aliento. Todo permanece en silencio. Entonces aparece la voz de Rick Rubin en los audífonos. “Tenemos que repetirlo todo, señores”, advierte. Y mi corazón se desploma hasta atravesar el maldito piso, y entonces pregunto: “¿Estuve plano, verdad?” Y la voz de Rick Rubin explica: “¡No, Johnny está plano!” Y Johnny sonríe y acepta: “¡Sí, estuve un poco fuera de forma, Nick, lo siento!” Y yo exclamo: “¡Demonios, es cierto, Johnny, le pasa hasta al mejor de nosotros!”, y June grita: ¡Alabado sea Jesús!

Ese día grabamos “I’m so lonesome I could cry”, y algunas otras pocas cosas, de las cuales creo que sólo la canción popular “Cindy”, sobrevivió. Ese sería el último álbum de Johnny; June murió el año siguiente y Johnny apenas unos meses más tarde. Escuché de cuando en cuando críticas a Rick Rubin, por obligar a Johnny a grabar esos últimos discos tan cerca del final de su vida, pero lo que sea que piensen de ello, yo lo vi con mis propios ojos, un hombre traído de vuelta a la vida por el intrincado poder reparador de la música, un testamento de la profunda fuerza curativa de ésta, la más transformadora de las formas artísticas. Danielle, en un nivel personal, en ocasiones ocurren cosas en la vida que guardan una forma especial de resonancia y ese día que pasé con mi héroe y con su extraordinaria esposa, es uno que vivirá conmigo siempre.

Con amor, Nick.

***

Una última cosa, ya que parece conectarse de algún modo con esta historia. Mientras ascendía caminando la colina hacia el estudio de Rick Rubin en aquella mañana, vi a un hombre atractivo, vestido con pantalones negros y una camisa roja con las mangas enrolladas, recargado sobre el toldo de un gran carro americano, fumándose un cigarrillo. El hombre parecía salido de una película. Era Joe Strummer de The Clash. ¡Hola Joe!, le dije. ¡Ey, hombre!, me dijo, ¿qué estas haciendo aquí? Voy a cantar con Johnny Cash, le contesté. Joe asintió y sonrió y chupó su cigarro. Entonces, me dirigió un saludo con la mano en cámara lenta mientras yo entraba.

Related Articles

One Comment

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top button