Enero, 2024
“Led Zeppelin te hace sentir algo diferente en cada canción”, comentó en cierta ocasión el músico y cantante Prince en una entrevista con la revista Rolling Stone. Y tenía razón. La fusión de blues con rock progresivo y folclore británico —pasando por la música árabe o de la India, y desde luego la celta— marcó el camino para algunos de los estilos que vinieron después. De hecho, el heavy metal, por no decir el rock and roll, no sería lo que es hoy sin la presencia transformadora de Led Zeppelin. Iniciamos 2024 celebrando a esta gran banda, una de las más influyentes e importantes en la historia de la música popular. Y más que celebrar a la banda en sí, queremos festejar las ocho décadas de vida de su fundador principal, el virtuoso guitarrista Jimmy Page —nació en enero de 1944—, así como los 75 años de edad de su vocalista, Robert Plant —onomástico que cumplió hace apenas un par de meses. Como señala Víctor Roura en el siguiente texto: 55 años después de su debut discográfico, el poder de su sonido sigue intacto.
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Led Zeppelin fue creado en el año de 1968 en Inglaterra, de donde son originarios sus cuatro miembros fundadores, en principio por el virtuoso guitarrista Jimmy Page quien, ahora, el próximo 9 de enero cumple 80 años de edad, dos más que su compañero el bajista John Paul Jones, quien celebrara sus 78 años el pasado 3 de enero y cinco más que el cantante Robert Plant quien, en 2023, festejara sus tres cuartos de siglo el 20 de agosto, los tres gloriosos integrantes de esta banda que hiciera historia en el rock por haber sido, con sólo nueve discos (incluyendo la Coda póstuma de 1982), la fina base para la implantación posterior del heavy metal o cualquier reconcomio gutural para agitar con pesadez las notas roqueras.
Después de la muerte del baterista John Bonham, a los 32 años de edad el 25 de septiembre de 1980 a causa de una ingesta inacabable de alcohol —festín que había perdurado doce horas continuas—, Page decidió guardar respeto a su querido amigo, que había fallecido además en su mansión después de la soberbia borrachera, disgregando a la banda y haciéndola callar definitivamente con excepción de escasas ocasiones en que el grupo ha retornado con el hijo de Bonham, Jason, supliéndolo en la batería, de otro modo ninguno de los músicos de esta magnífica banda hubiera aceptado reencontrarse en el escenario.
Pero la historia ya estaba escrita: los álbumes de Led Zeppelin, todos, jamás envejecen debido a la imaginativa sonoridad que en ellos se halla refugiada.
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El año de 1968 es siempre un punto de partida: en julio, por ejemplo, en Europa se desintegraba el grupo de los Yardbirds, del cual el guitarrista Jimmy Page integraría meses después al cuarteto británico Led Zeppelin, creador de un sonido innovador dentro del rock internacional.
Aún el periodo underground motivaba a varios conjuntos (la oscuridad, los nuevos sonidos, la contracultura, el descubrimiento de estimulantes mentales distribuidos de manera ilegal, la resistencia contra el modelo de la vieja autoridad…), las guitarras de San Francisco y el olor a incienso y menta o el respaldo sureño de unos Quicksilver Messenger Service o la búsqueda técnica en los instrumentos eléctricos eran, fueron, factores sintomáticos en la década de los sesenta. Hendrix o The Cream posiblemente sean los antecedentes directos de Led Zeppelin, pero de ningún modo representan su influencia.
Y eso es notorio al escuchar los dos primeros álbumes de Led Zeppelin, aparecidos ambos en 1969 —es decir, hace 55 años. En dichos álbumes, renuentes a una definición entonces típica de la eclosión roquera, se escuchan notas de una rotunda innovación, distanciadas por completo de todo proyecto tradicional. Son el inicio del género hard rock, desconocido en ese momento. Y fundamentales delinea dores de este género fueron Jimmy Page, Robert Plant, John Paul Jones y John Bonham, baterista, éste, eficaz en sus baquetas que encuentran, siempre, el tiempo percutido preciso, sin redundar en los redobles innecesarios, figura señera la de Bonham acaso sólo comparable con la de Keith Moon, baterista de la agrupación británica The Who que se había iniciado en el escenario del rock cuatro años antes que Led Zeppelin y fallecido, el autodestructivo Moon, de igual forma a los 32 años de edad también en el mismo mes de septiembre cuatro años atrás, el 7 de septiembre de 1978, asimismo por asuntos alcohólicos, ambos bateristas, Bonham y Moon, innovadores en su instrumento.
Lo que Ringo Starr (ahora de 83 años de edad) o Charlie Watts (de los Rolling Stones, fallecido a los 80 años el 24 de agosto de 2021), los dos también británicos, son para el rock en su sentido laxo, Bonham y Moon lo son para el rock duro: piezas clave para el desarrollo de las percusiones en el género heavy. Starr y Watts son dos bateristas sin la necesidad de arriesgarse musicalmente porque su fin último es el ensamblaje colectivo. En cambio Bonham y Moon son personajes cuyos objetivos era hallar el golpe que los distinguiera a ellos, no a la banda en general, de ahí su abultada, y distintiva, personalidad sonora.
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En el álbum The Principle of Moments, de 1983, Robert Plant volvió a su antiguo modelo musical y esto, en él, no significaba en ningún momento una inmovilización artística sino, por el contrario, una afirmación de sus criterios roqueros. El que fuera cantante de Led Zeppelin, junto con otros poderosos británicos de fines de los sesenta, implantó sin saberlo la etiqueta de lo que muy pronto sería el heavy metal. Y uno de los mayores aportes de este género se centraba en el desarrollo vocal. Porque a la voz se le dejó de considerar, desde la aparición de Plant con Led Zeppelin, como un acompañamiento de la música para pasar a ser un instrumento más del conjunto. Si bien ya otras agrupaciones habían demostrado que las voces debían integrarse a la conformación de la pieza (y no que la música fuera sólo un respaldo de la voz, como en los casos de los cincuenta con gente como Paul Anka o Neil Sedaka o, aún más, con personalidades como las de Frank Sinatra), esta idea fue rebasada con la penetración de las bandas de rock pesado. Los propios Beatles podrían ser el ejemplo notable de la igualdad entre voces y música. Pero es con cantantes de la talla de un Ian Gillan, ahora con 78 años de edad —cantante de Deep Purple, asociación también británica que comenzara el mismo año en que empezara Led Zeppelin: 1968—, o del mismísimo Robert Plant o de un Burke Shelley —fallecido a los 71 años de edad el 10 de enero de 2022, vocalista de la banda inglesa Budgie fundada en 1967— cuando las voces se suman como un complemento más de toda la estructura musical.
Lo que hace ahora Plant en plan solista, incluido el irreprochable álbum Raising Sand, de 2007, con Alison Krauss, es sólo reafirmar una y otra vez sus principios musicales que implantara con el Zeppelin. Porque los esquemas melódicos que ha utilizado en su etapa solista —ya que cada miembro de Zeppelin, fallecido Bonham, hizo carrera aparte entregándonos, por separado, prodigiosas grabaciones como la de John Paul Jones intitulada The Sporting Life, de 1994, con la vocalista estadounidense Diamanda Galás, ahora con 68 años de edad— son, básicamente, los mismos que usara con sus amigos del Zep.
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La trayectoria de Jimmy Page es vasta y productiva introduciéndose incluso en la sonoridad cinematográfica. Con más de una treintena de grabaciones, contando desde su debut con los Yardbirds en 1967, Page es un guitarrista que no sólo ha causado conmoción musical —su intervención en la pieza “Escalera al cielo” de diciembre de 1970 es siempre un célebre recordatorio de su innegable talento compositivo— sino ha ratificado asombrosamente su infinita capacidad de inventarse sonidos con el, su, instrumento de las seis cuerdas. 
