La energía inacabable de Salif Keita (I)
Mayo, 2023
Nació en Malí en agosto de 1949, y lo conocen como la «Voz de Oro» africana. Este maliense, descendiente de reyes de la cultura mandinga, es, junto a Fela Kuti, uno de los más grandes cantantes del continente africano. Ya sea en solitario o junto a la superbanda Les Ambassadeurs Internationaux, Salif Keita es un artista que no pasa desapercibido en ningún escenario. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene en este veterano cantante, instrumentista y compositor, cuya receta de alegre afropop con sonoridades latinas y funkies invita siempre al baile.
Héroe verdadero
Vamos a ponerlo así: para Salif Keita puede que no represente nada su aristocracia de nacimiento; empero, ahí, en el continente africano, fue donde forjó con pasión y humildad su verdadera aristocracia, a partir del timbre extraordinario de su voz.
En la actualidad, Keita es un cantante que no pasa ya desapercibido en ningún escenario. Sus actuaciones suelen ser adornadas por momentos de intensidad y pasión, que hacen gritar y llorar de felicidad a sus seguidores más devotos. Keita, qué duda cabe, es un personaje relevante, un verdadero héroe, para las tribus oprimidas de África.
Por ello, rememorar sus condiciones históricas y su desarrollo con un texto inusualmente largo, dividido en dos partes, es apenas un fragmento que no corresponde a su elevado registro artístico. Al menos, esta es la disposición honesta que revela el libro: La música es el arma del futuro (Fifty years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).
Los desencuentros de un genio albino
Desde su nacimiento en 1949 en Malí, Salif Keita se ha quedado al margen de los demás: es albino. Según su etnia bambara, los albinos traen buena suerte cuando son sacrificados. Los antiguos reyes guardaban a los albinos para matarlos cuando las circunstancias lo requerían, ya que se creía que algunos fetiches no funcionaban sin una rociada de su sangre.
Todavía hoy los albinos inspiran miedo y repulsión. De hecho, Keita ha dicho que jamás se ha encontrado con ningún albino anciano.
Cuando el padre de Salif Keita vio a su blanco bebé, lo rechazó y se lo echó a su madre. A pesar de la posterior reconciliación, Keita siempre ha mantenido unas relaciones tempestuosas con su progenitor, quien mira la carrera musical de su hijo con total desacuerdo.
Salif incluso destacó en su nacimiento por su linaje; aunque sus padres eran pobres y vivían en una choza indistinta en Dioliba, a cincuenta kilómetros de Bamako, ambos eran descendientes de Sundiata Keita, el fundador del imperio mandingo. Así, en su infancia Salif escuchó los mandamientos históricos: “Un Keita no debe mentir. Un Keita no debe robar. Un Keita no debe tocar música”. Sin embargo, su nobleza le dio la ocasión de saturarse de música tradicional, puesto que “cuando era joven”, ha explicado Keita, “los griots venían a mi casa sólo para cantar y elogiarme”.
Keita recurrió a esa música cuando no se le permitió presentarse al último examen de formación pedagógica, a causa de su pésima vista. Amargado por este rechazo, en contrapartida rechazó a la sociedad con un gesto digno de un personaje de Jean Genet: se fue a dormir al Mercado de Bamako, ganándose la vida cantando en la calle y en bares de ínfima calidad. Tras dos años de llevar ese estilo de vida y experimentar la libertad de no tener nada, Keita aceptó la oferta del griot Tidiane Koné de integrarse en su nuevo grupo: la Super Rail Band du Buffet Hotel de La Gare de Bamako.
La vida desde la ventana de un buffet hotel
La Rail Band se formó en 1970, bajo el patrocinio del Ministerio de Transportes. Sus componentes uniformados cobraban sueldos de funcionarios y animaban, seis noches por semana, un patio del hotel en la estación del tren, desde las nueve de la noche hasta la salida de su último cliente. Su repertorio satisfizo los requisitos de una juventud que exigía una expresión moderna de sus tradiciones, aunque según Keita, la Rail Band “a menudo tocaba jazz cuando era tarde, para que la gente se marchase a casa”.
Keita se convirtió en una estrella musical de Mali, por sus intensas interpretaciones de clásicos como “Sundiata”; su éxito le proporcionó la aceptación social que anhelaba: “Era en la Rail Band donde sentía que la gente podía quererme, por lo menos un poco. La gente se dio cuenta de que era un artista”.
Sin embargo, en 1973 Salif devolvió su uniforme de la Rail Band y provocó una crisis ministerial al pasarse al bando de sus grandes rivales, Les Ambassadeurs Du Motel de Bamako, un grupo patrocinado por el Ministerio del Interior.
El salto de un hotel a un motel
El motel tenía una clientela cosmopolita, que incluía a numerosos técnicos extranjeros, variedad que reflejaba el repertorio del grupo: algo de folklore, pero también rumba, rhythm and blues, jazz, baladas francesas y temas rusos y chinos, para ingenieros nostálgicos.
Keita se entusiasmó por la oportunidad de explorar un nuevo territorio musical y conoció en Les Ambassadeurs a un perfecto compañero de viaje, el guineano, chef d’orchestre, Kanté Manfila (1946-2011).
El jefe de la policía nacional, Bagagoyo Tiékoro, se responsabilizó personalmente de promocionarlos. Kanté solía recordar lo que Tièkoro advertía: “Les Ambassadeurs tocan aquí o allá. Y nadie se atrevía a oponerse. Todo el mundo estaba convencido de que éramos agentes de Tiékoro”. Les Ambassadeurs alcanzaron fama internacional a través de varios discos y una gira por Francia, pero en 1978 perdieron a su benefactor. Tiékoro fue encarcelado (como chivo expiatorio por una brutal represión de una huelga estudiantil) y nunca se volvió a saber de él.
Aunque su sucesor también era un fan de Les Ambassadeurs, Keita y Kanté prefirieron marcharse a Abidjan, donde había mejores técnicos, para formar Les Ambassadeurs Internationaux, que consiguieron su primer gran éxito, curiosamente, con una primitiva grabación de dos pistas del tema “Mandjou”, convirtiéndose en el himno no oficial del pueblo mandingo.
Mandjou es un apodo habitual para un miembro de la familia Touré y el elogio fue dedicado al también albino presidente de Guinea, Sekou Touré. Tradicionalmente, en la música mandinga el canto dirige a los instrumentos, norma que fue respetada en este tema por los sutiles arreglos de Kanté Manfila, cuya delicada guitarra eléctrica proporcionó un fondo melancólico a la escalofriante interpretación emocional de Keita. “No todas las canciones son iguales en el corazón”, explicaría Keita. “Cuando canto ‘Mandjou’, la canto no sólo con determinación, sino con más sentimiento y fuerza. Es como un martillo que golpea los corazones de la gente y reaccionan”.
El preludio de la fama
En 1980, Keita y Kanté pasaron tres meses en Washington para grabar dos elepés, Tounkan y Primpin, acompañados por músicos norteamericanos y el mayor presupuesto para un disco africano jamás otorgado hasta entonces. Quedaron impresionados por el profesionalismo de sus colegas estadounidenses, quienes reconocieron el esfuerzo que les supuso dominar los ritmos y coros mandingos.
De esta experiencia surgió otro tema emblemático, “Primpin”, donde Keita comenta de los peligros del alcohol y la droga: “El alcohol te matará, o ¿crees tener suficiente fuerza para matar al alcohol? ¿La droga te matará, o crees que tienes suficiente fuerza para matar a la droga?”. Sentimientos bastante convencionales, pero Keita sorprende al final con una denuncia a la complicidad de “los aduaneros”, “el coronel” y “la policía” con el tráfico de drogas.
“Primpin” se prohibió en las radios de muchos países, pero no sirvió de nada, ya que sintetizó perfectamente las frustraciones de una juventud harta de la corrupción.
Una energía inacabable
Salif Keita no nació en pañales de seda ni fue un músico privilegiado. Frente a nosotros tenemos la proeza de un representante genuino de la música africana que decidió caminar por el complejo horizonte de los escenarios mundiales con el orgullo de los griots, por eso su energía es inacabable.
¿Cuántas sorpresas nos tiene guardadas para este presente musical alicaído, donde su voz seguramente resplandecerá con la naturaleza de su espíritu humilde?