Abril, 2023
Cuando aún no había agujas para enhebrar, en el Paleolítico superior, los auriñacienses confeccionaban su ropa mediante técnicas de perforación con punzón. Esto indica un estudio de arqueólogos franceses, tras el hallazgo de una tabla de hueso en Gavà, Cataluña.
La confección de prendas ceñidas al cuerpo seguramente fue crucial para la supervivencia de las poblaciones paleolíticas que vivían en una era de ambientes muy fríos, hace unos 40.000 años. Sin embargo, aún no se conocían con exactitud las herramientas y técnicas utilizadas por las poblaciones auriñacienses —humanos anatómicamente modernos que convivieron con los neandertales— para fabricar prendas en pieles, miles de años antes de la aparición de las agujas con ojo, como las actuales, pero en hueso, en el territorio europeo.
Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Burdeos junto a colegas de la Universidad de Barcelona, liderados por Luc Doyon, informan del descubrimiento de una tabla de perforar cuero, encontrada en Terrasses de la Riera dels Canyars de Gavà, en Barcelona.
El objeto es un fragmento de pelvis de un gran mamífero, probablemente un caballo o un bisonte, con 28 perforaciones en su parte plana, y con una antigüedad de más de 39.000 años, que explicaría cómo cosían trajes más ajustados en cueros gruesos.
Hasta el presente, según un comunicado del equipo francés, se había asumido que la época de la invención de las agujas para enhebrar podría haber coincidido con la aparición de indumentaria entallada, incluso aunque esta herramienta no parecía lo suficientemente resistente como para perforar repetidamente el cuero.
Por otro lado, las agujas de hueso con ojo constituyen una tecnología relativamente reciente, ya que las primeras aparecieron hace entre 45.000 y 35.000 años, en Siberia y el norte de China, y, apenas unos 26.000 años atrás, en Europa. De ahí la pregunta sobre qué técnicas de costura usaban los pueblos prehistóricos antes de la invención de las agujas.
Luc Doyon, investigador del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de Francia, explica: “Tras el descubrimiento del intrigante objeto en Canyars, llevamos a cabo análisis microscópicos y diseñamos un protocolo experimental destinado a comprender qué útiles pudieron producir esas marcas, así como su origen más probable”.
Con esta prueba, los científicos pudieron constatar que era posible realizar señales idénticas perforando un cuero grueso para hacer “una línea de puntos necesaria para la fabricación de objetos impermeables en cuero”, en palabras del investigador. “Curiosamente, esta técnica coincide con la que hoy emplean los zapateros en las sociedades tradicionales”, agrega.
Comprender la evolución de las técnicas de costura
“Este hallazgo nos ayuda a comprender mejor cómo cosían su ropa los primeros Homo sapiens de Europa, cuando la aguja no formaba parte de su caja de herramientas”, según valora Doyon. En efecto, los trabajos de experimentación señalaron que las perforaciones se realizaron con buriles líticos resistentes.
Su disposición sugiere que el artesano neolítico pretendía trazar una línea, a partir de diez agujeros equidistantes, separados por aproximadamente cinco milímetros entre uno y otro. En la superficie del hueso hallado en Gavà también hay cinco marcas adicionales de perforación, de dos o tres orificios cada una, y se descarta que fuesen meramente decorativas o constituyesen algún código de comunicación.
La explicación plausible, según los investigadores, es que esos huecos extra en la tabla se produjesen durante la fabricación o reparación de diferentes artículos de cuero. De hecho, los restos arqueológicos descubiertos en el yacimiento, atribuidos al periodo auriñaciense y fechados por radiocarbono, muestran que la técnica del punzonado fue utilizada por los humanos que vivían en la costa este de España, hace 39.600 años.
Esto significa que los cazadores recolectores del Paleolítico cosían ropa entallada de abrigo 14.000 años antes de la introducción de las agujas con ojo en Europa.
De tiempos anteriores se habían encontrado punzones de hueso en el sur de África (en sitios de 73.000 años de antigüedad) y en lugares del neandertal tardío en Europa, pero su uso para perforar cuero sigue siendo especulativo.
El equipo destaca que el descubrimiento proporciona información esencial para comprender la evolución de las técnicas relacionadas con la costura en el Paleolítico.