El Capitán de la música nubia
Marzo, 2023
Egipto lo vio nacer en 1929, y también lo vio partir de este mundo en 2001. Cantante, músico y director de orquesta, Ali Hassan Kuban fue, es, uno de los artistas más influyentes e innovadores de la música nubia: creó y dejó como herencia una obra que aún hoy suena original y vibrante. No es gratuito que lo llamaran el “Capitán” o (más tarde) “Padrino” de la música nubia. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene en la figura y obra de Ali Hassan.
Tiempos milenarios
Una región enigmática como Nubia, sólo puede producir músicos talentosos como lo fue Ali Hassan, de otra manera, la precariedad de sus recursos naturales no se vería compensada con la fuerza y el talento intelectual y artístico de los nubios, cuya solidez aportó piezas, ideas y concepciones estelares a los egipcios, en cada una de las fases de su ascenso, grandeza y decadencia.
La intensidad de la obra de Ali Hassan provino de estos registros, de raíz primigenia escondida en tiempos milenarios. Por ello, su música fue reconocida, memorable y bendecida por los melómanos más selectos. Esta reflexión inicial se desprende del libro: La música es el arma del futuro (Fifty years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence Books, Chicago, 2002).
El rigor de los migrantes
Nacido en diciembre de 1929, en Gorta, Egipto, Ali Hassan se trasladó desde su aldea Nubia, Kuban, hasta la capital, donde descubrió tanto la música árabe como la europea. Aprendió a tocar el clarinete con los boy scouts, instrumento que le permitió entrar en la orquesta de la Opera de El Cairo.
Su espíritu emprendedor le hizo traducir los ritmos antiguamente marcados por las palmas en un surtido de tambores, añadiendo órgano y vientos exuberantes en sus interpretaciones.
Las letras de sus canciones trataron habitualmente sobre sentimientos amorosos, pero la superficie convencional esconde a menudo una referencia al desasosiego traumático del pueblo nubio: “Nos han separado/ Si esa mala gente supiera de nuestra tristeza/ Nos dejarían estar juntos”. Sin embargo, el ánimo nacionalista de Ali Hassan nunca disminuyó la alegría de su música festiva, que le erigió en toda una institución para los egipcios, ya sean árabes o nubios.
Tan solicitado estaba Ali Hassan, que se llegó a ver obligado a tener siete grupos a su cargo —sesenta músicos en total—, pues en ocasiones debía tocar simultáneamente cada grupo en una fiesta, mientras su jefe trajinaba de uno a otro en taxi.
De la fiesta a la introspección
En Hassan se encontró enterrado el devoto amor por la historia unida de sus antepasados, magna civilización que logró encontrar el secreto de los instrumentos musicales en producción y ejecución.
Por ello, el preciosismo de sus piezas alcanzó los registros suficientes para elevar la fiesta a su máxima expresión, o bien, para hurgar en la introspección y en la estancia melancólica de un pueblo desmantelado en su terreno, pero constante en su vocación espiritual. Ali Hassan recibió varios calificativos, entre ellos el de John-Lee Hooker egipcio. Así, se puede tener una idea más definida sobre su música, a mitad de camino entre el rhythm and blues, el jazz, el pop y la música tradicional nubia.
Ali Hassan fallecería en junio de 2001, en El Cairo, Egipto, dejando una estela aún hoy imborrable.