Agosto, 2022
Algunos los llaman procesos antiguos. Otros los llaman procesos históricos. Unos más, como la fotógrafa e investigadora mexicana Patricia García Banda, prefieren llamarlos procesos alternativos. Hablamos, desde luego, de técnicas de impresión fotográfica del siglo XIX y principios del XX que van desde el daguerrotipo hasta el ambrotipo, el ferrotipo, el platino-paladio, el cianotipo, el papel salado, la goma bicromatada, el heliograbado o el fotograbado, entre otros. Juan José Flores Nava ha conversado con ella, con Paty Banda, ya que hace unas semanas inauguró Dos tiempos sobre un espejo, exposición individual que aún está en exhibición en la Alianza Francesa de Polanco (Sócrates 156). Se trata de una veintena de daguerrotipos mercuriales —por cierto, es la primera vez que exhibe esta nueva serie—, con los respectivos videos de la toma. “El daguerrotipo es mi manera de presentar lo que significan, para mí, el tiempo, la fotografía y la Ciudad de México”, dice aquí la fotógrafa mexicana…
Miro y escucho a la fotógrafa e investigadora Paty Banda desde mi computadora portátil. Ella está en la Ciudad de México y yo en Querétaro. Nos hemos reunido para conversar virtualmente sobre su exposición de la serie Dos tiempos sobre un espejo, que se exhibe desde hace unos días y hasta el 21 de agosto en la Alianza Francesa de Polanco (Sócrates 156). Hoy, Paty (Patricia García Banda) trae el cabello azul. Hace unos meses, cuando platiqué con ella en vivo y a todo color en la Gran Urbe, tenía el cabello rosa. Nada mal le va el nuevo tono a una mujer que, como ella, por momentos parece vivir en el siglo XIX: una época teñida de añil gracias a la herencia literaria de Novalis, el poeta de la flor azul.
Lo que sucede es que a Paty Banda le va bien lo decimonónico porque se dedica a trabajar con procesos fotográficos alternativos. En especial con el daguerrotipo: un método fotográfico reconocido por la Academia de Ciencias y Artes francesa en el año de 1839, el cual fue presentado por el pintor y escenógrafo Louise Jaques Mandé Daguerre. Curiosamente, ella, para trabajar, prefiere hacer uso de los descubrimientos de Alexandre-Edmond Becquerel (1820-1891), uno de los primeros experimentadores de procesos fotográficos. He aquí sus razones:
—En el siglo XIX Daguerre crea el daguerrotipo. El método más famoso para hacer un daguerrotipo es usando plata con mercurio. Pero Edmond Becquerel, con apenas 18 años, inventó un tipo de daguerrotipo que se regula por la luz del sol y el uso de filtros ámbar [hay que decir que Becquerel fue hijo del científico francés Antoine César Becquerel y padre del descubridor de la radiactividad y ganador del Premio Nobel de Física en 1903 Henri Becquerel]. Actualmente este método —continúa Paty— se emplea mucho para enseñarlo a las personas que empiezan a hacer daguerrotipo. Es un proceso menos tóxico y se requieren menos elementos. Ya después se pasa al daguerrotipo mercurial. Yo empecé haciendo Becquerel.
Y hablando de comienzos, Paty Banda [de quien pronto comenzará a circular el fotolibro Acto reservado] llegó a la fotografía mediante la carrera de Ciencias de la Comunicación, que cursó en su natal Veracruz. Tiempo después, cuando arribó a la Ciudad de México fundó, junto con Arturo Talavera, el Taller Panóptico, un sitio dedicado a la búsqueda, experimentación y divulgación de los procesos fotográficos históricos desde la accesoria número 45 del edificio del Antiguo Colegio de las Vizcaínas, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Luego se dio cuenta de que si bien la práctica y la experimentación son fundamentales en la fotografía, no bastan para conocerla: así que decidió cursar, primero, una maestría en Artes Visuales y, después, un doctorado en Artes y Diseño en la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM. Ahora mismo, Patricia García Banda, Paty Banda, forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
—Fue en la licenciatura —dice— cuando me di cuenta de que quería tomar el camino visual, ya fuera a través del arte o del cine. Entonces un día descubrí los procesos fotográficos alternativos y supe que ahí estaba el camino que seguiría. Me pareció que la manera en que se trabajan y se ven los procesos tiene una fuerte relación con otras disciplinas del arte. Para mí se volvió una necesidad querer saber cómo se trabaja técnicamente una fotografía. Muchos fotógrafos de carrera (algunos de ellos muy famosos) no saben cómo resolver técnicamente una imagen fotográfica. Hace muchos años, me dije: “No quiero que me pase eso. Tengo que entender cómo es la fotografía. Si no entiendo la foto técnicamente, no voy a poder hacer nada”. Porque si opté por estos procesos antiguos y alternativos fue debido a que no quería pintar, pero quería algo que tuviera algunas cualidades de la pintura. Y resulta que en los últimos años estos procesos se han puesto de moda y causan curiosidad a las nuevas generaciones. Hay que notar que mi generación todavía fue intermedia entre una tecnología y la otra; es decir, a mí me tocó conocer y trabajar con la parte química de la fotografía, pero también me tocó la llegada de lo digital. Sin embargo, a las nuevas generaciones ya le toca solamente la parte digital, por eso les da muchísima curiosidad todo lo que se puede hacer con estos procesos.
—La serie Dos tiempos sobre un espejo conjuga, precisamente, estos dos momentos de la imagen.
—Sí, la fotografía antigua y el video. Son 20 daguerrotipos que se exhiben junto con un video digital que recoge el tiempo de exposición que requiere cada daguerrotipo. Esta serie la empecé a trabajar como una especie de declaración visual. Porque el daguerrotipo es mi manera de presentar lo que significan, para mí, el tiempo, la fotografía y la Ciudad de México.
—¿Cómo están relacionados estos tres elementos que menciona?
—Para mí, el tiempo en la fotografía no es ese instante decisivo del que siempre se habló según lo que pensaba Henri Cartier-Bresson. Para mí, la fotografía es una compresión del tiempo. Así que cuando empiezo a conjugar el video con el daguerrotipo es porque me interesa mostrar esa parte: ¿cómo puedo, en una sola imagen, comprimir ese tiempo cuya manera de transcurrir se puede ver con claridad en el video? El video presenta, como decía, el tiempo de exposición que se le da a la toma del daguerrotipo. Quiero mostrar esa compresión del tiempo: un tiempo anterior y el tiempo actual. Con cada fotografía conjugo el tiempo del daguerrotipo, qué es el tiempo del siglo XIX, y el tiempo actual, que es el que estamos viviendo ahora. Me importaba mucho mostrar cómo es ese tiempo actual, esa vida cotidiana que nos arrastra. Los procesos fotográficos alternativos siempre se han asociado con algo viejo. Cuando se oye la palabra “daguerrotipo” casi todo mundo piensa que vamos a ver imágenes antiguas. Pero no: yo busco que este conocimiento y esta estética del daguerrotipo sean parte de nuestro tiempo. Por eso fue que empecé a hacer los videos: para mostrar también la vida cotidiana de la ciudad que hoy estamos viviendo, la vida que yo misma estoy viviendo. Así que Dos tiempos sobre un espejo es mi punto de vista de lo que pasa actualmente.
La doctora Rebeca Monroy Nasr, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, expresa lo siguiente en el texto de sala que acompaña a Dos tiempos sobre un espejo: “Paty va más allá, porque atrapa justamente Dos tiempos sobre un espejo, los segundos o minutos que implican esas imágenes las capta en paralelo en video, eso muestra otro fragmento elástico de la realidad tangible. Imagen móvil e imagen fija se entrelazan en el tiempo, el discurso que traza la fotógrafa con el tiempo y la luz quedan a su vez plasmados en el ejercicio de lo que acontece alrededor. Esas placas recuperan sus sonidos y personajes que caminan mientras se trasmutan, pasan y se van en lugares icónicos del centro de la Ciudad de México: peatones, bicicleteros, mirones, marchistas; o bien, automóviles, semáforos, postes, cables; sonidos urbanos entremezclados con los pájaros o los árboles mecidos por el viento. Todos ellos son personajes inconfundibles que nos permiten comprender cómo pasa el tiempo, como se detiene y se quedan con y en nosotros, a partir de la percepción que nos brinda la experiencia estética que nos brinda Paty García Banda en dos tiempos”.
—¿Usted, Paty, experimenta esos dos tiempos de los que habla o es una ciudadana con los dos pies bien plantados en el siglo XXI?
—Experimento los dos. Porque al trabajar con estos procesos tengo que entrar también en los tiempos que proponen. Para empezar por el propio tiempo que tarda uno en elaborar las placas: es un trabajo muy lento. Yo elaboro mis propias placas de daguerrotipo. Tradicionalmente se usa una placa de cobre, aunque puede ser de latón. Por eso el nombre del libro de Rosa Casanova y Olivier Debroise: Sobre la superficie bruñida de un espejo, por el acabado de espejo que tienen las placas que usamos. Hay que pulirlas y platearlas, como si hiciéramos joyería. Y eso lleva tiempo. Luego de preparar las placas, el momento de hacer las tomas también requiere su tiempo. No es nada más llegar y hacer clic. Es llegar, montar la cámara, calcular o medir la luz… Es decir, suceden muchas cosas antes de siquiera hacer clic. Pero igualmente suceden muchas cosas antes de poder ver la imagen final. Uso una cámara de gran formato con placas de cuatro por cinco pulgadas. Es una de esas cámaras con fuelle que vemos en las películas del viejo oeste, en las que el fotógrafo se pone una tela sobre la cabeza para poder ver lo que va a retratar. Esto significa que debo cargar con el tripié y los chasís en los que van las placas, pues llevo varias y pesan mucho. Claro que alguien me ayuda para poder cargar todo esto y desplazarme por la ciudad. El video lo hago con mi celular o con una cámara digital, pero ya sea celular o cámara, van igualmente sobre un tripié.
—¿Por qué escogió el Centro Histórico de la Ciudad de México para este proyecto?
—El lugar en el que trabajo para Dos tiempos sobre un espejo es un bloque que va de Balderas hasta el Edificio Tlatelolco de la Secretaría de Relaciones Exteriores, luego hacia la Cámara de Diputados, por San Lázaro, y finalmente por Izazaga hasta Niño Perdido. Esta delimitación se dio al observar un mapa de la Ciudad de México durante la época en que se trabajó el daguerrotipo en nuestro país, por ahí de 1839 hasta mediados del siglo XIX. Busco lugares que me resultan cercanos dentro de estos límites y que me permiten caminar con todo el equipo.
—A esto hay que sumarle lo que hace al llegar al taller, ¿no?
—Sí. Ya en el taller debo revelar cada placa. Luego hay que escoger la mejor. Para esta serie tomé entre tres y cinco fotografías de cada lugar. Ya que escogí la placa que voy a usar, la doro con cloruro de oro para protegerla y darle un mejor acabado. Enseguida duplico la imagen obtenida con una cámara digital, para finalmente encapsularla, pues las placas de daguerrotipo no pueden quedarse sueltas, tienen que estar encapsuladas porque siguen reaccionando con el oxígeno del ambiente. Así se hace el montaje.
—¿Por qué conservar estás técnicas antiguas si es tan sencillo, como decía hace un momento, simplemente hacer clic y tener la imagen al instante?
—Todas estas técnicas antiguas tienen cualidades que no poseen las imágenes digitales ni la fotografía digital. En este punto también podemos hablar de hibridación porque en algunos procesos se puede combinar la parte química con la parte digital. Hablando específicamente del daguerrotipo, para mí no hay imagen más perfecta que ésta. Es como si la foto hubiera caminado hacia atrás. El detalle y la nitidez que ofrece el daguerrotipo son únicos. No hay ninguna otra técnica que ofrezca algo así. Un daguerrotipo es como si fuera un holograma. Por eso muchos investigadores suelen observar daguerrotipos: porque permite observar muchísimos detalles de todo lo que se captó en ellos.
Nota bene: hasta ahora inédita y expuesta por vez primera, la serie Dos tiempos sobre un espejo de la fotógrafa e investigadora Paty Banda aún está vigente en la Alianza Francesa de Polanco (Sócrates 156, Ciudad de México). Concluye el 21 de agosto.