Diciembre, 2025
Armando Nava, el líder indiscutible de los Dug Dug’s, llega a las ocho décadas de vida. Lejos de colgar la guitarra y darse un descanso o una pausa, el músico y compositor mexicano, precursor y leyenda del rock psicodélico en el país junto a su banda de toda la vida, sigue tocando y dando conciertos, aprovechando el revival, el resurgimiento, el gran interés que en los últimos años genera el pasado reciente —hablando musicalmente. Así, este miércoles 17 de diciembre, los Dug Dug’s se presentan en Querétaro en el Museo de la Ciudad (Calle Vicente Guerrero Nte. 27, Centro), a las 19:00 horas. Y un par de días después, el sábado 20 de este mismo mes, harán lo propio en el Foro Indie Rocks! de la Ciudad de México (Zacatecas 39, Roma Norte), también a partir de las 19:00 horas. Nacido en diciembre de 1945, Armando Nava fue uno de los primeros en apostar por escribir sus propias líricas. Con los Dug Dug’s, además, participó en el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, en 1971. En estas páginas culturales quisimos sumarnos al festejo: el cronista musical Víctor Roura ha redactado estas líneas.
1
La importancia radicaba en el empecinamiento. Los Dug Dug’s era uno de los tantos grupos que llegaron a la capital mexicana a fines de la década de los sesenta del siglo XX, provenientes del norte de la República (si bien sus elementos originarios son de Durango, de ahí los Dug Dug’s, se hicieron en la práctica en Tijuana), justo en el tiempo que ha dado por llamarse Generación Avándaro. O sea, hasta la fecha la única maniobra musical que dio la batalla por transformar nuestra debilitada imagen moderna: seria, pero sin fundamentos sólidos.
Los Dug Dug’s, en un principio, se hacían conocer con piezas de los Beatles. Fueron aceptados precisamente por eso: por ser los intérpretes oficiales del cuarteto de Liverpool en México. Eran los tiempos del pistahielo y de los cafés cantantes.
Veamos un poco de historia.
El amanecer rocanrolero: los Locos del Ritmo, Rebeldes del Rock, Hooligans, Apson Boys, Crazy Boys, Teen Tops, Sinners, Blue Caps, Spitfires, Loud Jets, Boppers, Hermanos Carrión, Camisas Negras o Rockin Devils conformaban el primer bloque de rock mexicano. Los Yaki, los Belmonts o los Hitters representaban algo así como la contraparte: ya no era tanto la sumisión sino empezaban a vislumbrarse destellos de autenticidad. Paralelamente a estos últimos, sólo que aún no integrados en su totalidad a ese ambiente (sonrisas en la televisión, declinaciones amistosas por la radio y otras notas graciosas), se movían Javier Bátiz, Fito de la Parra, Olaf, Carlos Santana, los Dug Dug’s. Esto es, los miembros de las agrupaciones que residían principalmente en el norte de la República.
Cercano el 68 se empieza a formar el segundo bloque del rock mexicano: Las Ventanas, los H, el Klan, la Máquina del Sonido, las Moskas, los Locos, la Tropa Loca, Factory, Finks, Tequila, Johnny Jets, Shippy’s, Three Souls in My Mind, Feelin’ Band, Hangar Ambulante, Soul Masters, Tarro de Mostaza, Pop Music Team, Nuevo Testamento, Globo de Cantoya, Pared de Piedra, Pulpos, Last Soul Division, Sociedad Anónima, Manzana Eléctrica, Antorcha o la Sucursal de la Matriz. Todos vinculados de una u otra forma a la actividad rocanrolera. Entre las ganas de destacar y las de crear. Sobre todo, destacar. Predomina la influencia inglesa y estadounidense. Se compone con bases ajenas. Y 1971: Revolución de Emiliano Zapata, División del Norte, Locos, Bandido, Ritual, Peace and Love, Enigma, Iguana, Love Army, otra vez Dug Dug’s. Era el año de la producción. Y fue, también, el año de la declinación. Se celebró en septiembre el Festival de Avándaro. Lentamente, los conjuntos fueron desapareciendo después de la reunión en Valle de Bravo debido a una orden presidencial, impulsada por Luis Echeverría, basada en la censura de todo lo que proviniera del rock, incluso los medios de comunicación fueron amenazados con retirarles la publicidad oficial si difundían asuntos roqueros, por eso del Festival de Avándaro no se halla nada hemerográficamente.
La producción musical prosiguió, pero en forma marginal. Unos cuantos de aquella época continuaron posteriormente.
Dug Dug’s siguió: la importancia radicaba en el empecinamiento.

2
—Nos vamos a Estados Unidos porque ya estamos hasta el gorro de tocar en los hoyos fonquis. Esa es la principal causa. Porque estamos hasta el gorro —me decía hace medio siglo el guitarrista y compositor Armando Nava, líder de los Dug Dug’s, quien ahora, este 18 de diciembre, celebra su aniversario número 80.
La plática la recupero por su validez testimonial: los Dug Dug’s están siendo invitados, ahora, en Estados Unidos, sobre todo en Seattle, por su honrosa trayectoria roquera, festejo realizado en una nación ajena a la de Nava que, por desgracia, lo tiene en el abandono.
—Provecho sí lo hay —decía Armando Nava refiriéndose a la sustancia musical—, lo que no le vemos es ningún futuro. Hay una cosa: tenemos los Dug Dug’s aproximadamente doce años tocando en México [es decir, desde mediados de los sesenta, cuando Nava tenía alrededor de dos décadas de vida]. Antes había lugares propios para conciertos. Como la pistahielo. Cafés, incluso se prestaban. Si no para un concierto, por lo menos para que escucharan tu música bien, sin ningún problema, donde te pudieras sentar, tomar un refresco, un café, cotorrearla suave o patinar en la pistahielo al ritmo de la música. Escucharte, ¿no? Sobre todo en la pistahielo, que era un lugar grandísimo. Cabían cinco mil personas sentadas [Armando Nava se estaba refiriendo a la pista denominada Insurgentes, hoy ya derruida, donde ahora se levanta la Plaza Inn]. Era un lugar para el rock. Buena onda. Pero la cosa fue degenerando y bajando en tal forma que los organizadores empezaron a hacer sus tocadas piratas en donde pudieran rentar. ¿Por qué? Creo que fue porque no quisieron pagar un lugar que les costara mucho. Los organizadores no contaron con los recursos suficientes para ser lo que se llama un señor organizador. Hubo pocas personas dedicadas profesionalmente a esto. Los que hicieron una buena empresa dentro de la onda del rock fueron los Álvarez.
—Con su salón Chicago, en Felipe Villanueva, en la Peralvillo.
—Sí, más o menos ese local sí se prestaba para esas ondas. Aunque era un hoyo de todas maneras, había seriedad en el asunto. Después se trasladaron con el hermano Manuel Álvarez en el cine … ¿cómo se llamaba?
—El de la Avenida Cuitláhuac, el Azteca.
—Ése, sí, el Azteca. Pero de ahí volvimos a la cosa. A lo mismo. A los hoyos, a los hoyos y a los hoyos. Entonces, ¿qué futuro hay para un roquero en un hoyo? —se preguntaba, y con justificada razón, Armando Nava—. Yo digo: si hemos batallado diez años o doce para llegar a tocar en un hoyo y no avanzamos, pues pienso que no hay futuro, que ni siquiera ésta, la de la música, es una carrera.
Acerca de los hoyos fonquis como el de Paco Gruexxo en Tlatelolco [expositor claramente derechista del rock mexicano, cuyo nombre real era Francisco Aguilar Chávez —fallecido el 6 de enero de 2020 a los 74 años de edad—, quien no supo nunca de esta opinión del guitarrista de los Dug Dug’s pues, de haberse enterado, hubiera traído en la mira al músico duranguense, siempre acompañado, Paco Gruexxo, de guaruras de Tlatelolco], Nava decía que esos recintos, como el hoyo fonqui que administraba Gruexxo, eran “horribles”.
—Lo veo horrible, horrible —repetía—. Digo, lástima. Es el único que existe ahorita [estamos a un año de finalizar los setenta, recuérdese], pero está horrible. Que él [Paco Gruexxo] lo hiciera en el Teatro Antonio Caso todos los domingos, de perdida, qué buena onda, qué padre, neta, pero lo está haciendo en el hoyo. No quiere salirse del hoyo y no sé por qué. Quizás se le hace mejor a él. Le gusta ese ambiente al Paco.
Aclaraba Armando Nava que, sin embargo, era el único sitio donde los rocanroleros podían presentarse en aquellos tiempos en la Ciudad de México, avalado, el hoyo, por las autoridades, ya que uno de ellos, el guarura Gruexxo, se llevaba dinero consigo con esa música prohibida en la urbe.
—Hay lugares como el Teatro Insurgentes o el Ferrocarrilero —decía Nava—, ¿pero quién organiza si no somos nosotros en esos lugares? O sea, por ejemplo, si un organizador de un hoyo fonqui trata de conseguir un permiso, no se lo dan. Ahí empieza el problema. Tiene uno que contar con ciertos conocidos en el ambiente de la política [razón por la cual a Gruexxo le permitían el uso de un hoyo fonqui en Tlatelolco, por sus nexos con la policía judicial] y todo eso para que, más o menos, pueda uno obtener un permiso. Nosotros, gracias a Dios, las veces que hemos pedido permiso nos lo han entregado. Porque tenemos un currículum atrás. Porque hemos hecho cosas diferentes. Y creo que de eso se trata. Ya hay un antecedente de que los Dug Dug’s han estado ahí. Gracias a todas esas cosas nosotros podemos conseguir permisos, pero no podemos estar nosotros organizando todo el tiempo. Nuestra onda es tocar, no organizar.
—¿Al organizador le falta interés o, de plano, es un inepto?
—Es una falta de profesionalismo en su trabajo. Es como cada quien en su trabajo. Por ejemplo, los Dug Dug’s yo pienso que son lo bastante profesionales para saber qué es lo que están haciendo. El organizador, por decirte alguno, vamos a decir el de Revolución, no es un profesional en lo que está haciendo. No es una persona dedicada a esto porque él tiene un trabajo aparte, vive de él. Sólo lo hace para sacar una lana extra y para darle al reventón y para irse a Acapulco y dos tres ondas, ¿me entiendes?
—Los organizadores están en un plan similar al de los músicos. Crecen las envidias y sobresale el ego. Por eso es que hay esos problemas ahora de que llega gente armada a un hoyo para asustar al personal y que es mandada por tal para amolar a cual y cual para amolar a tal y todo cae en lo mismo.
—Claro, es un error —comentaba Nava—. Sí, mira, por eso estuve hablando con Paco Gruexxo y le dije: tú eres organizador y artista. Cuál es tu onda en uno y cuál es tu onda en lo otro, porque si estamos en contra de los gandallismos y de eso, como que no va la onda.
—Qué es, en sí, lo que ves mal …
—Bueno, yo no he tocado más que una vez en el sitio de Paco, pues está difícil. Primero porque no se puede respirar, mano, es uno de los principales problemas. No hay el suficiente oxígeno.
—¿Y el público?
—Es que el público se va renovando. Yo lo he palpado en estos diez años [en el momento de esta plática Armando Nava tenía poco más de treinta años]. O sea, los chavos que ahorita tienen dieciocho se van a casar dentro de tres y se van a llevar a sus chavitas para sus casas y se van a prohibir asistir a los hoyos. Y ya no van a ir.
—Entonces no hay un público asiduo de rock por mucho tiempo, sino viene por generaciones rápidamente sucedidas por otras.
—No. Sí les gusta. Lo que pasa es que ya no sucede lo mismo. Llega el hijo y piensan que su esposa ya no debe ir al hoyo. Por ende, ellos ya tampoco van y se dedican a otras ondas. Como a ligar otras chavas los fines de semana.
—O sea, el hoyo fonqui no es visto como cosa peyorativa siempre y cuando el hogar no se dañe. Es malo si a mi chava me la tocan, pero es bueno si yo la cotorreo bien.
—Yo pienso que así es la situación —determinaba Armando Nava.

3
Nos encontrábamos en la colonia Peña Pobre, a la altura de la Villa Olímpica. Armando Nava parpadeaba constantemente. La casa era propiedad de Enrique, el baterista hermano de Armando. Llegué hasta ahí guiado por la señora Nava, madre de éste y aquél y coordinadora en algunas funciones (sobre todo en giras) de los Dug Dug’s. Una especie de Relaciones Públicas. Para eso, la señora Elena, que así se llamaba, ya me había indicado que cuando B. B. King —de quien conmemoramos dos efemérides durante este 2025: su centenario natal, el 16 de septiembre, y el décimo aniversario mortuorio, el 14 de mayo— vino a México en ocasión del VI Festival Cervantino, en 1978, Armando fue prácticamente el ingeniero de sonido en todas las presentaciones del bluesista. De ahí nació una gran amistad. Que se conocieron en forma casual en el avión. Que B. B. King les dijo que tenían que ir a grabar a Estados Unidos. Que pese a la distancia, el bluesista se comunicaba de vez en cuando con ellos telefónicamente. Que el contacto no se había perdido. También, afirmaba la señora Nava, antes de llegar a Hollywood, lugar donde residieron los Dug Dug’s a partir de mayo de 1979, hicieron una gira recorriendo varias ciudades de la provincia mexicana.
4
—Sobre tu música habías dicho que lanzaban “buenas vibraciones”, nada de gandallismos. ¿Cómo es eso? —pregunté a Armando Nava, quien antes de llamar a su grupo los Dug Dug’s los denominaba Xippos Rock.
—Oquei, perfecto. Se supone que un músico debe ser buena onda, un camarada que, al momento de estar actuando, al momento de estar tocando y al momento de decir lo que está diciendo, sea buena onda. Yo pienso que el trabajo de un músico es mandar buenas vibraciones, tirar buenos mensajes porque tenemos el medio para hacerlo. Tenemos la voz. Nos escuchan cientos de personas. Tenemos la música. Entonces debemos de decirles cosas buenas, debemos orientarlos por el camino que debe ser, por los caminos que deben ser.
—Como cuáles.
—Pues como saberse comportar o ese tipo de cosas —respondió Nava—. Mira, por ejemplo, yo nunca me he subido a un escenario a mentarles la mamá a los camaradas. Ni creo que lo vaya a hacer. A pesar de que me han tirado a veces cosas, porque no faltan camaradas que andan muy locos. A pesar de eso, no lo hago. Sí, me enojo, me da mucho coraje y prefiero dejar de tocar. Y lo he hecho. Porque en esos momentos me siento herido. Herido en mi persona, porque yo trato de darles una onda suave, una música, trato de divertirlos, de darles mi música, que la comprendan. Pero a veces eso no procede.
—La mayoría de los músicos sube a escena y le mienta la madre al público y el público está feliz. Tu caso es distinto.
—Es probable que esté luchando contra la corriente. De eso sí me he dado cuenta. O sea, me he dado cuenta de que entre más le tires a la gente, yo me he dado cuenta, lo sé, me consta, ¿eh?, a ella más le encanta, más le gusta y aaaay que otra vez y si no dicen otra vez te lo están pidiendo por su manera de actuar, ¿no?
—¿Cómo te lo explicas?
—Pues no sé. La gente está muy loca. Yo lo he comprobado con mi canción “Al diablo la gente”.
—Esa canción dice que la gente se puede transformar en diablo por sus actitudes. No estás mandando al diablo a la gente.
—¡Oh, no!, yo no la estoy mandando al diablo —exclamó Nava—. La gente piensa que yo la estoy mandando…
—Y por eso está contenta.
—Sí. Por eso está contenta. Y yo estoy tirando otro verbo, otra onda completamente diferente. Mi letra dice otra cosa.

5
“No te creas lo que la gente cuenta que un diablo hay con cola y un tridente, diablos hay y esos son la gente. No hay más diablo que el que tú quieres ser. La maldad de un hombre está en la mente y actuará siempre como un demente y será un diablo con un tridente”.
Las letras de Armando Nava no presentan ninguna dificultad. Por lo general, sus composiciones presentan el tono de “Al diablo la gente”: “Perdido en mi mundo, en este raro mundo, viviendo con gente que es difícil conocer. Escondiéndome de la gente sabiendo su verdad: que tienen alma sin amar.
Otras muestras. El análisis comprometido del roquero nacional: “Estoy frustrado por mi nación. No hay relación ni civilización. La gente es odiosa, mintiendo son tontos. No tienen sentimientos, menos buenas vibraciones. ¡Cambien, cambien, cambien!”
El desconcierto ante la contaminación: “Smog por doquier, yo no sé qué hacer, no puedo pensar, menos respirar. Fumar, eso a mí nunca me gustó. No entiendo por qué les gusta fumar”.
Aseveraciones sociológicas: “Yo quiero decirles que hagamos un cambio. No quieren oírme, pero eso se hará”.
Frases predecibles: “Si eres tú muy tímido, qué le vamos a hacer. Ser amable con la gente nada hay que perder”.
Frases predecibles, una vez más: “La gente dice que muy mal la juventud está. ¿Acaso ellos (sic) un error jamás cometerán? ¿Tan buenos son? No, no puede ser. ¿Tan buenos son? Nadie es perfecto, no puede ser”.
Así, hasta el infinito: “Todos buscan ese algo que no pueden encontrar. Una nueva vida, un nuevo modo de tratar de vivir. Y, sí, vivir como hermanos será lo que traiga aquí la paz. Hay que empezar a tratarnos sin hipocresías y amar”.
La confusión del compositor es la confusión del rocanrolero: “Cuando salgo a la calle y miro lo que está sucediendo ahí, sólo puedo pensar y me digo: no te asustes, es sólo vivir”.
La conclusión favorita e irremplazable: “He conseguido algo mejor, algo que algún día tú conseguirás. No es un amigo, no es la mujer, no es el dinero tampoco, es mi manera de ser. Cambia, cambia, cambia, hipócrita no hay que ser. Tonta, tonta, tonta, la gente parece ser”.
La gente es una pieza inútil, pero sin duda vital en la sociedad. Por lo tanto, cabe advertir que no conseguiremos transformar a la sociedad si la gente estúpida se enterca en inmiscuirse. La solución es sencilla si logramos que la gente haga un cambio radical en su comportamiento cotidiano. Por todo eso, los Dug Dug’s odian las maneras y posturas pasivas y amelcochadas de la gente. No hay sino un remedio: cambia, cambia, cambia.
Pero, claro, también el amor tiene un sitio y Armando Nava un corazón: “No me dejes, ten compasión, moriría yo sin tu amor, sólo espero, ya tú verás que conmigo feliz serás”.

6
—Qué importancia le concedes a las letras de las canciones.
—Es probable que yo deje de darle un poco de importancia, a veces. Pero es una cosa muy superficial. Por esto: todo mundo dice que debe dársele demasiada importancia. Hay grupos que son importantes por eso. King Crimson era interesante por esto.
—Aquí en México se carece de letras.
—¡Ah, claro! Porque no hay. Aquí no hay letras. Nosotros sacamos algo profundo en nuestro primer long play, pero no nos hemos metido tanto en eso. Lo primordial para nosotros es la música. La letra puede venir en segundo término. Hay una cosa muy rara del periodista mexicano y te la voy a decir: se fija mucho en las letras y dice que las letras y que papapá y todas esas cosas. Yo no sé de dónde viene esa tendencia, porque si es gabacha pues no puede ser. Los mejores grupos de otros países no han sido siempre profundos en sus letras. Y no yendo muy lejos te puedo nombrar a Led Zeppelin. Ellos siempre dicen su beibi y para todo sacan su beibi y todo siempre es la beibi, mano. Otro grupo, Chicago. Es lo mismo. Siempre la beibi. Y son los grupos conocidos. Hay otros que han profundizado en ciertas cosas y han hecho arreglos a poemas, como Jethro Tull. Sin embargo, siempre tienen a la beibi allí.
—Ellos tienen un punto a su favor. Hablan en su idioma, escriben lo que ellos ven. En cambio, ¿cuál es nuestra realidad?
—Entonces tú quieres decir que como hay cantineros en México, yo debo cantar “oye cantinero, sírveme una copa por favor…”
—Sería una parte…
—Es que si nos vamos a poner a ver las cosas que a la gente le va a interesar, voy a cantar al cantinero, al masturbador. Uno de los temas va a ser el hijo del presidente Díaz Ordaz [colmo lo hiciera en aquellos momentos el Three Souls in my Mind, y a eso se refería Armando Nava]. Si tú le cantas de una chava que acabo de ver y todo eso, a lo mejor ni te pela; sin embargo yo lo hago, pero en inglés…
—¿Por qué?
—Pues porque yo busco el mercado internacional.
—¿Pero aquí en México?
—¡Ah, por eso me voy! Ahora, yo he insistido en grabar en inglés, porque mi intención es que mis grabaciones las manden allá. Que un disco mío pegue en Estados Unidos…
—¿En Estados Unidos se programa tu música?
—No. Que yo sepa, no hay distribución.
—Eso se sabe. Entonces, ¿para qué grabar cuestiones ajenas?, ¿por qué en inglés?
—Porque yo tengo un contrato mundial con la RCA Víctor. O sea que, supuestamente, ellos deben de mandar mis discos a Estados Unidos…
—Supuestamente…
—Pero no lo han hecho. Por eso ando cambiando de grabadora. Por lo mismo. Pero la RCA no quiere que me vaya y no sé por qué. Mis discos están vigentes, desde el primero hasta el último [cuarto, entonces, de los seis álbumes en estudio que grabaron] y se siguen vendiendo.
7
—¿Por qué has sobrevivido tanto tiempo en el rock?
—Yo pienso que debe ser esto: en México no hay un grupo de rock como los Dug Dug’s, porque tenemos una música diferente a los demás grupos. O sea, nosotros no tocamos el típico rocanrol que todo mundo toca, ¿sí?, desde Three Souls, Paco Grucxxo, Nuevo México, todos, ¿me entiendes? Nosotros hemos salido de esa rama. Estamos haciendo un rock progresivo, que a veces es un rock liviano. Pero tratamos de incrementar todas esas cosas juntas. En el grupo hay calidad. ¿Por qué? Porque no estamos mentándole la mamá a la gente y sin embargo nos está aceptando. Es otra cosa diferente a todo lo que el mundo hace.
Luego vino una discusión acerca del rock progresivo.
Comenté a Armando Nava que con los Dug Dug’s lo progresivo sólo lo adjudicaba al progreso particular del grupo pero en ningún momento a que el grupo haya sido un intérprete de rock progresivo. Basta con escuchar uno de sus discos para percatarse de ello.
—¡No, no, no! —difería Nava—. Yo creo que hay una pequeña diferencia en este caso. Una cosa es la música progresiva y otra los instrumentos. La innovación de instrumentos a la música progresiva es otra cosa. O sea, la música progresiva es una, el jazz es otro, el rock es otro. Por ejemplo, Emerson, Lake and Palmer toca rock progresivo…
—Tocaban…
—Bueno, tocaban, pues. Otros que tocaban progresivo, Pink Floyd, Yes y éste tenía mucho de rock liviano de repente. Mira, te lo voy a poner así: nuestras cosas sencillas son “I got my motion”, “Al diablo la gente” y ésta es ya una innovación porque es el ritmo del rock pero varía. Ya no son los mismos tonos ni las mismas cosas. Varían todos los tonos en forma diferente y los efectos y todas esas cosas. Eso es rock progresivo. O sea, se sale de lo común y corriente, de los tiempos del 4 x 4 siempre. El rock progresivo es cuando vienen las rupturas, las paradas en seco, los cambios de ritmo de un momento a otro. Ese es rock progresivo. No la innovación de instrumentos dentro de la música. Nosotros tenemos música compuesta. Ningún grupo ha hecho lo que nosotros estamos haciendo ahorita. Los Dug Dug’s, desde su primer long play, componen música compuesta. Nadie lo hace en México.

8
—Bien, se van a Estados Unidos —precisaba a Armando Nava— porque no soportan la situación en México, pero cuál fue el contacto en aquel país, ¿cómo estuvo el asunto?
—Yo he tenido muchos problemas personales, morales, los cuales no me habían permitido pensar en el futuro. Si no hubiese sido por ellos yo ya me hubiera ido de aquí. Hubiera actuado más rápido, hubiera estado más consciente de lo que sucedía aquí. Esta salida creo que es demasiado tardía. Ahora, no sé, a lo mejor éste es el momento preciso. Si no me voy de aquí, nunca voy a saber de mis logros en Estados Unidos.
Aclaraba Armando Nava que si bien tenían contacto con B. B. King, tal como lo había hecho saber obviamente la señora Elena, eso no influyó en su decisión final. No tenía nada que ver, indicó.
—Esa es otra cosa. Yo voy a grabar y a tocar y hacer mis conexiones —decía Nava.
—Varios grupos lo han intentado, sin lograr nada —le dije a Nava—. Como el caso de Ricardo Ochoa [ex Náhuatl, ex Polvo, ex Peace and Love], que no sabemos qué anda haciendo ahí. Como muchos otros, que van en busca del camino que encontró Carlos Santana.
—Yo no busco eso —contestó Nava—. Yo pienso esto: si veo que en un tiempo de seis meses o un año no ha salido ninguna cosa positiva, yo tomaré otras decisiones. Ya lo he pensado.
—Bueno, la primera decisión es radicar allá.
—Básicamente eso es. Con todo el grupo. Y en un futuro aumentar a cuatro el grupo. Siempre he tenido la idea de integrar a un guitarrista más, pero es difícil encontrarlo.
—¿Esa partida no será una especie de huida, de alejarse de nuestra realidad?
—Yo pienso que ya nos sacrificamos demasiado. Doce años de estar aquí en el [entonces] Distrito Federal para tratar de hacer algo y no hay una respuesta. Yo creo que es mucho sacrificio. De plano, yo así lo digo. Hemos recibido chifladuras, mentadas de madre, críticas de periodistas, buenas y malas.
—¿Cuánto caso le haces al periodista de rock?
—El mismo caso que me hace a mí. Sí, porque hemos aguantado, estado firmes. Y no nos hemos bajado, ¿eh?, de lo contrario ya estaríamos muertos de hambre. No. Seguimos tocando y ganando cada vez más y vamos pidiendo más y nos lo pagan.
—¿Continuaremos, por años, en esta situación musical en México?
—Sí, precisamente es lo que te iba a decir: México, para que se libere de todas sus broncas y que el rock esté alivianado, tiene diez años más. Y yo no voy a quedarme diez años más a tocar rock en el hoyo. De verdad. Estamos diez años atrasados, musicalmente. Por eso, por lo que yo toco, estoy muy adelantado. Estamos haciendo una onda propia, con ideología propia, porque somos mexicanos… aunque cantemos en inglés.
—Ideología que la gente no entiende.
—Sí la ha captado cuando lo hemos cantado en español, ¿verdad?
—Claro.
—Sí, pero el inglés… No… Mira… Es que no buscamos ese público. Ahorita ya no queremos ese público. Queremos más público que nos escuche. Ahora, la clase media sí nos quiere escuchar en español y les tocamos en español y nos comprende. A la clase alta si le tocamos en español se le hace raro. Dicen que el rock no está para el español.
—¿Y a quién le vas a hacer caso?
—Cuando yo empecé a tocar decía que no se podía hacer rock en español, que tenía que ser en inglés. Estuve equivocado. Y tuve que retractarme y me retracto nuevamente. Pero de eso ya hace años. Por eso mi segundo y tercer discos están completamente en español.
9
Sí, se fueron de México, como en 1968 cuando partieron hacia Nueva York regresando con prontitud a casa.
Los Dug Dug’s, aunque no consiguieron lo que su líder Armando Nava presagiaba para ellos, hoy en día siguen teniendo audiencia… en Estados Unidos, donde son llamados constantemente para ofrecer conciertos, a diferencia de su natal México.
Y es, sí, una lástima para este país que no aprecia, no sabe apreciar, el talento musical de los suyos. ![]()



