Diciembre, 2025
Era toda una institución de las letras del Reino Unido. El pasado 29 de noviembre, a los 88 años de edad, partió de este mundo el dramaturgo y guionista Tom Stoppard, uno de los literatos más ingeniosos e influyentes de las últimas décadas. Con un estilo tan particular que llegaría a acuñarse el adjetivo “stoppardiano”, el escritor británico de origen checo fue autor de obras como Rosencrantz y Guildenstern han muerto o del guión Shakespeare in Love, por el que recibió el Oscar. Siempre combinando en sus obras filosofía, humor absurdo y reflexión existencial, Stoppard se convertiría en un referente de la escena contemporánea. O como señala Fernando de Ita en las siguientes líneas para recordarlo: Sir Tom es uno de los autores de lengua inglesa más representados de entre siglos.
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—Podemos movernos, por supuesto, cambiar de dirección, traquetear, pero nuestro movimiento está contenido dentro de uno más grande que nos arrastra inexorablemente como el viento y la corriente —le dice Guildenstern a Rosencrantz en la obra que colocó a Tom Stoppard en la atención mundial de los devotos de Hamlet, la tragedia más representada de William Shakespeare.
Y ese movimiento oscilante hacía el destino inevitable de los amigos de la infancia de Hamlet que han llegado al castillo de Elsinor para vigilar la errática conducta del personaje más dubitativo del teatro isabelino, es de cierto modo el del autor inglés nacido en Checoslovaquia, porque previo a escribir su primera obra de teatro fue periodista, guionista de radio, televisión, reseñista de piezas teatrales y dramaturgo, antes que autor, de Tango, una obra de Sławomir Mrożek que le aportó el sentido del absurdo que permeó su primera producción dramática (en Europa el dramaturgo no es el autor de la obra sino el escritor que trabaja sobre ella para darle determinado sentido).
En 1966 un grupo de teatro de Oxford presentó, en la “sección de la orilla” del Festival de Edimburgo, Rosencrantz y Guildenstern han muerto, y tan sólo seis meses después ya estaba en el repertorio del National Theatre del Reino Unido. Por lo menos yo no hallo registro de otra obra que se haya presentado en el Fringe de Edimburgo —a donde se muestran actualmente hasta mil montajes anuales de las fuerzas básicas del teatro europeo, socios geopolíticos y países emergentes—, que pasara tan pronto a uno de los teatros mayores de Inglaterra. Fue muy alto el impacto de una obra que se metía al corazón del teatro inglés para darle al tormento existencial de Hamlet la tensión social, política y moral de la generación de Vietnam que moría, como los personajes insignificantes de la tragedia, sin sentido.

Cuando este provinciano de los Llanos de Apan llegó a vivir a Nueva York en 1970, el montaje del 16 octubre de 1967 de la obra de Stoppard en el Teatro Alvin era ya una referencia del teatro intelectual que lograba hallar un público masivo, porque duró en cartelera más de un año puesto que dio 348 funciones sin contar las previas que se dan tradicionalmente en Broadway con público, entes de abrir telón, para calar la reacción de la gente de a pie. Entre tantos elogios de la crítica en lengua inglesa hubo un reproche: el intelecto de Stoppard es admirable, pero su corazón es frío.
Se equivocaron de personaje. Tom Stoppard respondió en 1982 con The Real Thing, o cuál es la realidad del amor, la infidelidad, y cuál la relación del arte con la vida. Una comedia muy bien pensada, eso sí, porque comienza a mostrar la maestría del escritor para darle al teatro el periscopio en el que el mundo se mira desde el escenario, el isabelino o el cinematográfico.
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Tomáš Sträussler nació en Zlin, Checoslovaquia, el 3 de julio de 1937 y murió como Tom Stoppard el 29 de noviembre de 2025 a los 88 años. A los dos años de vida sus padres salieron del dominio nazi primero rumbo a Singapur, donde falleció el padre del futuro escritor, y en seguida a la India, donde su madre se casó con el mayor del ejército británico Kenneth Stoppard que adoptó a los dos hijos de la viuda y regresó con ellos a Inglaterra al término de la guerra.
A los 17 años Stoppard abandonó los estudios y comenzó a reportear para el Western Daily Press de Bristol al tiempo que escribía historias breves para la radio. Ya instalado en Londres escribió reseñas de obras de teatro con el conocido seudónimo de Evelyn Waugh, William Boot, hasta que llegó la beca de la Fundación Ford que le permitió emigrar a Berlín para sumergirse de tiempo completo en la muerte de Rosencrantz y Guildenstern.
Entre 1966 y 2015 Tom Stoppard escribió 30 obras de teatro y muchos textos para radio, televisión y cine. Shakespeare in Love (1998) fue un éxito mundial, pero son varias sus historias para cine y corrió el rumor de que Stoppard ayudó a Spielberg con el guión de Star Wars.

En estos años de discordia son pocos los autores de teatro y cine que han recibido elogios tan cálidos y sinceros por su talento como escritores y seres humanos. El cantante Mick Jagger declaró que Stoppard era un tipo endemoniadamente intelectual pero muy gracioso y entretenido en sus obras. Sus camaradas de oficio elogiaron su ingenio, su talento, su bonhomía y su amor por la lengua inglesa, que él utilizó con tal agudeza que se instaló en el Oxford English Dictionary el adjetivo de “stoppardiano” por las increíbles contraposiciones de sus temas, como la filosofía y la gimnasia en Jumpers (1972), el pasado y el presente en Arcadia (1993), por cierto la obra que Stoppard consideraba su mejor pieza dramática. En ella su autor utiliza la teoría del caos para reflexionar sobre el orden clásico y el desorden emocional del romanticismo, y concluye que el Universo entero nació y terminará en el Caos.
En México se han presentado varias versiones de Rosencrantz y Guildenstern han muerto, pero no hallé las fichas de esos montajes, sólo referencias a sus presentaciones como la que hace Bruno Bert en su crítica al montaje de The Real Thing, montada por José Caballero como Algo de verdad, publicada en Tiempo Libre de 2001. Para Bruno el montaje protagonizado por Montserrat Ontiveros y Rafael Sánchez Navarro, con escenografía de Philippe Armand, fue tan fallido como el texto que el crítico encontró desfasado del tiempo mexicano. En 2011 Alonso Ruizpalacios montó en el Juan Ruiz de Alarcón, de la UNAM, Rock’n Roll (2006), donde una banda de músicos simboliza la resistencia al gobierno comunista en Checoslovaquia, ¡desde Cambridge!, y Sandra Feliz dirigió también para la UNAM El difícil problema (2015) en 2018, donde una joven superdotada se obsesiona por explicar el difícil problema de la conciencia.
(La grabación para la BBC de la emblemática obra de Stoppard: Rosencrantz y Guildenstern, fue exhibida en la Cineteca Nacional en 2016 y en el Auditorio Nacional en 2017, de manera que finalmente muchísimas personas pudieron verla. Sin duda más que en las versiones teatrales.)
Por su ingenio para plantear cuestiones filosóficas, científicas y religiosas como un juego de la inteligencia y el lenguaje, Stoppard es considerado un escritor para escritores; por su tino para darle al pasado el sentido del presente, el autor inglés es una celebridad del séptimo arte; por su abundante producción teatral, Sir Tom es uno de los autores de lengua inglesa más representados de entre siglos; por su don de gentes fue el centro de la tertulia aunque coincidiendo en mucho con sus camaradas de teatro y cine se mantuvo al margen de la tendencia política de izquierda de muchos de ellos. Fue admirador de Margaret Thatcher y en 1984 firmó una carta favoreciendo la invasión de Granada por el gobierno de Estados Unidos. Políticamente se consideraba un “tímido liberal”.
Al anunciar su muerte en el condado de Dorset, al suroeste de Inglaterra, la United Agents dijo que falleció un hombre cuyo trabajo fue tan brillante como humanista, pleno de ingenio, irreverencia, generosidad de espíritu y un profundo amor por la lengua inglesa. Amén. ![]()



