Octubre, 2025
Hasta hace poco era un fenómeno marginal o limitado al mundo digital. Sin embargo, el movimiento incel ha trascendido ya las pantallas para convertirse en una amenaza real. El asesinato en México de un estudiante, en una escuela de la UNAM, ha sacado a la luz este universo digital cargado de soledad, machismo y misoginia, en el que se refugian hoy miles de jóvenes. En el siguiente texto, la periodista, profesora e investigadora Maricarmen Fernández Chapou nos acerca a esta amorfa comunidad. Ella es puntual: “El fenómeno Incel no es una moda inocua. Es la expresión más radical de una masculinidad en crisis, alimentada por el abandono emocional, la desinformación y la impunidad digital”.
El ataque con arma blanca que se suscitó el pasado lunes 23 de septiembre de 2025 en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur, de la UNAM, en Ciudad de México, ha puesto nuevamente en evidencia los riesgos de la desinformación y los discursos de odio en redes. Jesús Israel, un estudiante de 16 años, fue asesinado por Lex Ashton N., de 19, quien ingresó al plantel encapuchado y armado con un cuchillo. Según reportes, Lex Ashton pertenecía a una comunidad Incel y había compartido sus planes en foros digitales, donde otros usuarios le ofrecieron apoyo.
Y es que en los rincones más oscuros de internet, en foros poco regulados y chats anónimos, se gesta un fenómeno silencioso pero peligroso: el movimiento Incel, una subcultura en línea conformada por hombres, en su mayoría jóvenes, que se asumen como “célibes involuntarios” —precisamente «incel» procede de la expresión inglesa «in[voluntary] cel[ibate]»—, y debido a ello alimentan el resentimiento y la misoginia. Estos espacios no son sólo desahogos emocionales. Son fábricas de odio, donde el victimismo masculino se convierte en desprecio hacia las mujeres, y donde el rechazo amoroso se transforma en ideología violenta.
Como apunta el diario El País, dentro de este movimiento “hay un mundo digital donde se gestan mensajes de odio que circulan sin control. Los problemas de salud mental y las decepciones sociales de los jóvenes son alimentados por pseudosgurús, que suplen la falta de modelos positivos para estos hombres”.
La creación de etiquetas como Chad (hombre “alfa”), Simp (“tonto” por ser bueno con las mujeres sin tener sexo a cambio) u Omega (hombres sin habilidades sociales que no tienen relaciones con mujeres) responde a una necesidad de clasificar jerárquicamente a los hombres. Este fenómeno es parte de la llamada “manosfera” (manosphere) o “machósfera”, una red de comunidades digitales que desde inicios del siglo XXI promueve ideas sobre “dominación masculina”, “superioridad genética” y estrategias para “ganar” en el mercado sexual.
Pero este universo no sólo opera en foros anónimos: ha sido ampliamente promovido por influencers y creadores de contenido que lucran con la desinformación, el miedo y los estereotipos. El reportaje de Verificado “«Sé el hombre ideal»: la estrategia de desinformación de influencers que convierten la inseguridad en ganancias millonarias” documenta cómo personalidades masculinas populares difunden mensajes misóginos disfrazados de “motivación”, alimentando la frustración y el resentimiento de sus seguidores.
“Estos influencers se presentan como modelos de éxito masculino y prometen ‘despertar al alfa interior’, mientras fomentan la desigualdad de género, la violencia simbólica y la desinformación sobre relaciones afectivas y sexualidad”, apunta.
Además, estas figuras suelen vender cursos, membresías o programas que prometen “mejorar al hombre” mientras, en realidad, refuerzan una narrativa binaria, violenta y profundamente machista.
Diversos estudios señalan que los jóvenes internalizan la violencia simbólica como parte de su construcción de género, y que esa violencia se traslada fácilmente a lo digital. Los riesgos son múltiples: en un entorno de radicalización digital, la validación del odio puede llevar a la acción violenta. Los discursos Incel apuntan hacia la normalización de la misoginia: justifica acoso, agresión o feminicidio. En sus integrantes refuerza frustración, soledad y odio propio.

El caso del CCH Sur es ejemplo de ello. “Tras la tragedia, comunidades Incel en redes sociales difundieron mensajes de apoyo al agresor y convocaron a organizar actos en otros planteles. El fenómeno Incel concentra a jóvenes que expresan frustración por la falta de vínculos afectivos y usan términos propios como ‘foid’ (forma despectiva de referirse a las mujeres) o ‘retribuir’, término que se utiliza como sinónimo de venganza y para normalizar la agresión”, publicó en su página de Facebook el sitio La Silla Rota.
La UNAM, por su parte, ha denunciado esta cadena de desinformación: “En días recientes se ha difundido una serie de informaciones falsas (fake news), rumores, mentiras y versiones descontextualizadas de amenazas sobre presuntos explosivos o presencia de supuestos grupos violentos, que buscan afectar el desarrollo de las actividades en diversas entidades universitarias, particularmente Preparatorias y CCHs. En todos los casos se han activado de inmediato los protocolos de atención”.
Este tipo de hechos no pueden verse sólo como “crímenes escolares”. Como advierten los expertos, “además de reforzar la seguridad escolar, se requiere atención a la salud mental, construcción de identidades no violentas y referentes positivos para los jóvenes”.
En México existen algunos colectivos, psicólogos y activistas que promueven masculinidades no violentas y espacios donde los hombres puedan cuestionar los modelos que aprendieron. Según el reportaje “Cursos para no ser un macho: los mexicanos trabajan la violencia de género en grupos de apoyo”, grupos de reflexión, talleres de autocuidado y redes de hombres contra el machismo ya operan en varias ciudades. En estos espacios, los jóvenes “buscan reaprender cómo ser hombres sin tener que ejercer violencia”.
No obstante, la violencia digital no puede separarse de la violencia estructural. Las comunidades Incel prosperan gracias a la falta de regulación en plataformas digitales. El uso de lenguaje codificado (femoid, blackpill, retribución) dificulta la moderación. Algunas redes, como Reddit, han cerrado espacios explícitos, pero muchos otros sobreviven en foros alternativos y sitios más ocultos.
En países como Alemania existen normativas como la Ley de Aplicación de Redes, que obliga a las plataformas a eliminar discursos de odio en menos de 24 horas. En México aún no existe un marco robusto que proteja a las juventudes del adoctrinamiento digital.
El fenómeno Incel no es una moda inocua. Es la expresión más radical de una masculinidad en crisis, alimentada por el abandono emocional, la desinformación y la impunidad digital. La prevención debe comenzar en las aulas, continuar en el hogar y extenderse a internet. La urgencia no es castigar; es entender, contener y transformar.