Agosto, 2025
Hay dos innegables proeza (gesta) (hazañas) que deben figurar, o que van adheridas, en la biografía de Jorge Pantoja. Una: que es un innato e incansable promotor cultural, pues lleva por lo menos cuatro décadas y media armando y metiéndose en proyectos de todo tipo e índole. Y dos: que de su mente —pero, sobre todo, de su curiosidad e imaginación— salió la idea del Tianguis Cultural del Chopo. En su momento reportero cultural, empleado tanto universitario como federal, autor de libros, promotor y divulgador independiente, productor de documentales, y hoy incipiente compositor y músico, Jorge Pantoja llega a sus siete décadas de vida. El periodista Víctor Roura ha conversado con él, a manera de celebración.
Jorge Pantoja, nacido en la Ciudad de México el 8 de agosto de 1955, ha llegado a sus siete décadas de vida de manera incansable con varios proyectos bajo el brazo, como la hechura de una autobiografía donde, acaso sin querer, nos contará los arduos procedimientos que se tienen que elaborar antes de cristalizar los proyectos de la cultura: sin duda, un libro de sumo interés intelectual.
Previo a su llegada a la zona periodística de la Gaceta universitaria y de la coordinación de asuntos culturales en la UNAM, estudió en el Colegio de Ciencias y Humanidades Vallejo y luego en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la misma UNAM a la que posteriormente prestaría sus servicios como promotor (¿provocador?) cultural, si bien anteriormente, con vano afán, su padre había intentado volverlo músico.
“Soy productor de los siguientes documentales —precisa el mismo Jorge Pantoja—: En la periferia, Oye como ves (rock para niños), Sonidero, El Cantar de los cantores, Imágenes inéditas de Avándaro, El Godipeisn, Cómo componer sin tener que cursar el Conservatorio y Rupestre, el documental (Premio Mejor Documental Musical en el Festival Internacional de Cine de Chipre 2015). Además, soy compilador del libro Cuando el Chopo despertó, el dinosaurio ya no estaba ahí en su primera edición con Conaculta y en una segunda con la Universidad Autónoma de la Ciudad de México”.
Asimismo, Pantoja es autor de La cultura independiente en México se suspende por falta de público en una edición del Instituto Nacional de Bellas Artes y Semana Santa en Iztapalapa: 150 años, 150 fotos. También es productor del audiocaset Palabra de sonidero y de los compactos La historia es de quien la chifla y El anticongreso de la contracultura.

Olvidar al dinosaurio
—Hace cuatro décadas y media, en 1980, inauguraste el Tianguis del Chopo como una actividad universitaria, en principio, con duración de un mes. Nunca había existido antes un mercado dedicado al rock. ¿Cómo surgió esta idea durante la administración de Ángeles Mastretta como directora del Museo del Chopo?
—El proyecto cultural que yo implementé en el Museo del Chopo se sumó al que ya tenía Ángeles Mastretta, entre los dos pretendíamos borrar de la memoria de varias generaciones que encontraron ahí a ese dinosaurio que formaba parte del Museo de Historia Natural.
“Parecía una labor imposible, porque llegaban y llegaban familias buscando al diplodocus y al saber que ya no estaba ahí sencillamente daban la vuelta y se iban, sin importar que les dijéramos que ahora ahí era un museo vivo con actividades culturales.
“Nos encontramos con un galerón completamente vacío, a pesar de que tenía cinco años funcionando el museo. Por una parte no tenía instalaciones adecuadas, y mucho menos tenía usuarios.
“Quiero remarcar que desde agosto de 1979 hasta mayo de 1980 yo coordiné un ciclo de conciertos de rock en el Teatro de Arquitectura en Ciudad Universitaria, al que daba mucha difusión; entonces, cuando en noviembre de 1979 fui al Museo del Chopo a entrevistar a Ángeles Mastretta para la Gaceta de la UNAM por su nombramiento como directora me preguntó por ese ciclo, a lo que respondí que yo lo coordinaba, y de inmediato me dijo:
“—¿Puedes hacerme uno aquí en el museo?
“Le respondí que sí, y así empezó la historia.
“Ángeles Mastretta dirigió sus baterías hacia el público infantil y las mujeres, y yo a los jóvenes, y en febrero de 1980 inicié un ciclo semanal con los grupos de rock del momento.
“Quiero pensar que los concursos que armamos entre ella y yo (un concurso de creación infantil con el título El dinosaurio ya no está en el Chopo, un certamen de textos íntimos que se llamó Esa no porque me hiere, la convocatoria para una primera exposición colectiva de portadas de discos y el primer concurso de composición El rock del Chopo) no eran tan caros y lograban que se movilizara un buen número de participantes y nos permitían darle material a la prensa.
“Fue así como poco a poco el museo empezó a tener presencia entre la comunidad roquera, los padres de familia del rumbo y el sector de las mujeres feministas. Poco a poco empezamos a dejar atrás la sombra del dinosaurio, que por cierto era vegetariano.
“Al ciclo de rock, que intitulé Rock desde acá, con lo que yo me refería a que CU estaba allá en el sur y el Chopo estaba acá, en el centro, le siguió el certamen de composición, después la exposición de portadas de discos con un texto de presentación de José Agustín y, para redondear, todo un tianguis originalmente pensado para cuatro fines de semana pero que se quedó adentro del museo dos años, porque sencillamente desde el primer día fue un éxito.
“La idea del tianguis surgió por varias necesidades: ocupar el galerón que estaba vacío, lograr que se entrelazaran los diferentes públicos que se reunían los sábados, que eran los padres con sus niños, las feministas (que se reunían en el Cinematógrafo del Chopo porque era la única área con butacas) y los jóvenes.
“Se armó como un tianguis para todos los géneros musicales, no sólo discos sino también publicaciones, y para ello invité a disqueras independientes como Fotón, Discos Pueblo, Discos Nueva Cultura Latinoamericana, las ediciones tanto de discos como de libros de la UNAM, Antropología, Radio Educación y Radio UNAM.
“Así, a simple vista, pareciera que estaba armando un bazar de discos y de libros o un remate de elepés, pero lo que distinguió a este proyecto fue que la convocatoria no subrayaba la compra-venta, sino el intercambio.
“Entre los varios comunicados y boletines que yo hice, me gustaba mucho este texto, que a la letra decía: Desempolva y busca los discos que ya no quieres, y ven a intercambiarlos en esta experiencia colectiva en el Museo del Chopo.
“Como una selección darwiniana, se fueron yendo poco a poco las ediciones de las dependencias públicas invitadas, después las ediciones independientes, quedando el género de rock como el material predominante.
“Eran tiempos de crisis recurrentes, no había mucho dinero en el país y mucho menos en los bolsillos de los jóvenes, por lo que ir al museo con discos que ya habían oído o habían grabado en caset y poder volver a su casa con discos nuevos era muy atractivo, y así fue como funcionó desde el primer día, 4 de octubre de 1980”.

La ocurrencia de un vendedor
—Ahora los propios mercaderes del Tianguis niegan el nombre de Jorge Pantoja porque, dicen (y lo dijeron públicamente delante de Martí Batres en un acto, según se supo después, que tú mismo habías propuesto) que tú incluso actuaste con arbitrio en contra del Tianguis. ¿Qué podría responder el connotado Pantoja ante estas argucias?
—Durante muchos años yo he tenido que sortear y de repente poner oídos sordos a las críticas que me hacen.
“Estoy en estas fechas elaborando mi autobiografía, y ahí vendrá una respuesta muy amplia a cada una de esas críticas.
“Por el momento, en resumen, va una: que yo los corrí del Museo del Chopo. Aquí debe mencionarse que a la convocatoria que hicimos para armar este tianguis se apuntaron unos ocho o diez vendedores que después se convirtieron en los líderes del tianguis, uno de ellos, Jesús Muñoz, Muni, un gran amigo mío, crítico de sus compañeros y que nunca formó parte de las mesas directivas porque tenía una visión seria y crítica de lo que se hacía en esas mesas.
“Se ha manejado que los sacaron del museo; pero por más que yo he respondido, algunos de ellos, de manera ya casi enfermiza, lo siguen repitiendo.
“El Museo del Chopo en 1980, 1981 y 1982, como ya lo dije, era un gran galerón pero con muy poco personal, sólo había dos empleados en ese turno y tenían que hacer la limpieza, la vigilancia de las exposiciones… y hasta vender los boletos de los eventos infantiles.
“La delegación sindical del STUNAM en el Museo del Chopo me levantó un acta por el excesivo trabajo que tenían que realizar estos compañeros, además porque se dieron algunos robos de cuadros, y el tianguis dejaba muchísima basura, entre ella botellas de licor y de cerveza.
“La gota que derramó el vaso fue una intentona de agresión sexual en la misma oficina que ocupábamos Ángeles Mastretta y yo; este hecho se lo platiqué por teléfono a Ángeles Mastretta, y entre los dos coincidimos en que se suspendiera el tianguis.
“A pesar de ser blanco de críticas y verdades a medias, me sacudí todo eso y, valiéndome madres, volví a invitarlos a otro proyecto, que se realizó en 1991 en los patios del Instituto Mexicano de la Radio, que pomposamente llamamos Espacio Alternativo del Sur y que la gente llamó ‘el chopisur’. Invité a todo el Tianguis del Chopo completo, y este segundo espacio lo armé en domingo para que no se opusieran. Duró un año la experiencia y fue muy fructífera, ya que para empezar había presupuesto para pagar a los grupos musicales que actuaban ahí, entre otros Café Tacuba, Daniel Tuchmann, Naftalina y Qué Payasos, así como debates y conferencias como Un kilómetro de risas, La crítica musical en México y muchas expresiones más.
“Resulta casi increíble que a punto de cumplir cuarenta y cinco años, en el acto con Martí Batres, uno de los vendedores, después de que acabó la ceremonia, pidió la palabra; cualquiera pensaría que si estaban ante el jefe de gobierno, la máxima autoridad de la ciudad, por qué no aprovechar el momento para, por ejemplo, pedirle más vigilancia para evitar la venta de drogas que se da en el tianguis, o algo más concreto como pedirle un equipo de audio para que el tianguis sea autosuficiente en sus tocadas… pero no, este vendedor pidió la palabra para decir por milésima vez que yo, Jorge Pantoja, los había corrido del Museo del Chopo. ¡Para Ripley!”

El resguardo de la memoria
—Sigues con proyectos, no sé si relacionados con la Secretaría de Cultura, pero está por salir, si no es que ya vio la luz, ¡un disco con composiciones de Jorge Pantoja arregladas musicalmente por un cubano! ¿Cómo salen estas inagotables ideas de la cabeza de Jorge Pantoja?
—En cuanto a si tengo algún proyecto con la Secretaría de Cultura, no, ni siquiera lo he intentado. Lo único que sé de la titular es que es la hija de la autora de la biografía no autorizada de Luis Miguel.
“Por otra parte, no será un disco, ya es un video intitulado Cómo componer sin tener que cursar el Conservatorio, alojado en la plataforma de YouTube [aquí el enlace]. Ahí se encuentran diez de mis composiciones, y la técnica que las hizo posibles.
“Como tú sabrás, soy de una familia de músicos. Mi padre fue músico militar, integrante de la banda sinfónica del Ejército; él intentó que yo aprendiera música, me regaló un saxofón, un clarinete, una batería, y lo intenté pero con poco énfasis. Porque yo estaba más bien dedicado a escribir en mi máquina Remington negra.
“No sé música, no sé solfeo, lo que me llevó a componer es que conocí a un cubano que vive en Toluca, a quien yo le tarareo la idea que tengo de la pieza y después le mando la letra; dicen que José Alfredo Jiménez le chiflaba sus canciones a Rubén Fuentes y que éste era el que le armaba la pieza completamente.
“Tengo unas cuarenta composiciones, y procuro no repetir géneros, sólo tengo dos cumbias, las demás son un son cubano, un cha cha chá, un pasodoble, un tango, un swing, un bebop, un merengue, un bossa nova, un rock para niños, un son montuno, una fantasía sinfónica en tres partes, un hiphop cantado por el rapero Juanser El Bastardo y hace poco compuse una pieza que se llama ‘Los setentones’. Dedicada a ti, Víctor Roura.
“Recuerda que cuando cumplió diez años el Tianguis del Chopo yo armé una mesa en la que estabas tú y un líder del Tianguis del Chopo; este tipo dijo que yo no podía hablar del Tianguis del Chopo y tú le respondiste que era como si al que hizo el concierto de Woodstock le prohibieran hablar de ese festival.
“A lo largo de mi trayectoria he estado en meollo de los proyectos, de los eventos, de los documentales, de los libros, x y z en un país como el nuestro y en una comunidad cultural como la que sobrevive aquí donde las cosas o salen o salen muy mal o no salen o salen con algunos tropiezos, por lo que en mi autobiografía que estoy preparando tendré la oportunidad de aclarar cada una de esas confusiones o malentendidos o versiones amañadas de los hechos: yo sé que a muchos no les gustará mi autobiografía; pensaron que se iban a quedar en el olvido, pero mi memoria los ha resguardado ahí y ahora los llevaré al papel.
“Me preguntas que cómo salen las inagotables ideas de la cabeza de Jorge Pantoja: por mi problema de la vista yo pude, desde niño, quedarme con los brazos cruzados y dejar que mi papá me mantuviera; si bien no éramos ricos, mi papá trabajaba mucho y en la casa afortunadamente siempre había dinero. Pude comportarme como un discapacitado, pero mi padre Jesús Pantoja Solís era un claro ejemplo a seguir: autodidacta, lector asiduo, aficionado a la música más allá de su trabajo, y casi experto en todo: mecánico, soldador, excelente jugador de ajedrez, impresor, sastre, electricista y muchos etcéteras más. Con esa imagen, y con el hecho de que la naturaleza me había quitado parte de mi vista, de muchos modos de manera igual me dotó de otras habilidades, una de las que más practico y gozo haciéndolo es idear proyectos, títulos, campañas, composiciones y hasta una posición sexual a la que llamo el mundo al revés y que no se parece a ninguno de los dibujos que están en el Kama sutra”.
Una anécdota roquera
—La memoria, en efecto, guarda, o puede, o permite guardar, numerosas cosas que la gente, por conveniencia política, a veces prefiere dejar en el olvido, e incluso se piensa, o se puede pensar, que en una atmósfera roquera todo es benigno y pacífico, cuando a mí, por ejemplo, justamente en el seno del rock me provocaron casi la muerte. Tú lo sabes, Jorge, que has estado en el centro del rock crucificado, como decía Lennon. Cuéntanos, de las miles que tienes, una anécdota, por lo menos…
—Un caso singular fue con Guillermo Briseño, a quien yo apoyé mucho como reportero de la Gaceta UNAM para sus tocadas en Ciudad Universitaria. Tiempo después, ya estando yo en el Museo del Chopo, lo invité a que participara en el concurso de composición de rock; en ese momento no me imaginaba en la que me metería por esa llamada telefónica, ahí entendí por qué le decían Grillermo Briseño.
“Como todos sabemos, él ganó el mencionado concurso, y se le hizo fácil proponerme una serie de talleres que se financiarían con las cuotas de los alumnos, ahí en el Museo del Chopo que, recordemos, era un galerón vacío con muy poco personal. Quería montar ahí casi casi lo que tiene ahora en su escuela de rock auspiciada por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
“Memo actuó para el certamen en ese foro austero y con pocas condiciones técnicas, él lo sabía, el audio que se utilizó para sonorizar a los grupos fue rentado por el museo… y sin embargo empezaron las quejas. Se quejaba de todo, de que el encargado de encender las luces del escenario o el pequeño audio que se tenía ahí a veces salía a comer y no estaba, y mil quejas más, de todo hacía bronca.
“Cabe señalar que el museo funcionaba perfectamente bien los fines de semana, con actividades para niños con grupos de renombre como La Trouppe, Marionetas de la Esquina, Serendipity y muchos otros más, y todos los jueves religiosamente los conciertos de rock. El que no se pudo instalar con lo que se tenía fue el roquero Memo Briseño, quien terminó dejando el museo despotricando contra las autoridades universitarias… que no eran nadie más que yo.
“El asunto lo llevó y lo trajo por aquí y por allá, cada vez que lo entrevistaban, al punto de que treinta años después el Museo del Chopo hizo un libro de lujo intitulado El Museo del Chopo año con año en donde aparece un texto de Briseño con la misma queja, nomás que ahora con errores, con imprecisiones y con una versión totalmente opuesta a la realidad”.
Pelé en el Zacatepec
—De todos los proyectos culturales que has llevado a cabo, ¿cuál o cuáles volverías a realizar y cuál o cuáles no y por qué?
—El proyecto que volvería a repetir sería el que hice en su totalidad en el Museo del Chopo, ya que Ángeles Mastretta y Arnold Belkin me dejaron trabajar libremente, pude desarrollar proyectos muy diversos y disciplinas contrastantes, con los que logré un manejo de difusión de gran impacto.
“Lo que no volvería a repetir sería dejar mi trayectoria como promotor cultural en dependencias del sector cultural federal para ingresar a las áreas de cultura de las delegaciones, como lo hice en Iztapalapa y en Coyoacán. Un día que encontré a Juan Villoro me preguntó dónde trabajaba y me dijo:
“—¡Cómo!, es como si a Pelé lo invitaran a jugar en el Zacatepec”.

La ley de un peso por el cine mexicano
—La figura de Jorge Pantoja se engrandece aún más hoy cuando la simulación y la apariencia son premisas fundamentales en la cultura. ¿Cómo se consigue ahora, dado el enfriamiento de la cúpula política, efectuar la cultura con calidad?, ¿Jorge Pantoja se vio obligado a jugar el juego político cuando era admitido presupuestariamente en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes?
—Después de que me pensioné por el asunto de la vista, en febrero de 2005, tuve que seguir trabajando porque la pensión era muy miserable. Pero al mismo tiempo sentí que me había quitado unos grilletes, y ahora yo podría trabajar libremente, como promotor o como productor de eventos de manera independiente. Y más aun porque mi último trabajo había sido el más espantoso, en la Delegación Coyoacán, siendo mi jefe Alejandro Bichir, quien por cierto cuando le entregué mi currículum me dijo que tenía errores porque venían varios trabajos en el mismo año (y quité algunos más, porque por temporadas hacía dos o tres cosas al mismo tiempo); y cómo no iba a sorprenderse si él antes de ser mi jefe se dedicaba sólo a montar Don Juan Tenorio durante todo un año en ensayos y elencos y equis equis equis.
“Lo primero que hice fue un baile con danzoneras en el Salón Gran Forum, el cual resultó un buen negocio porque logré llenar el salón. Y así me fui, metía un proyecto por aquí, otro por allá… Alejandro Sandoval era director de la Casa de la Cultura La Pirámide y me prestó el foro al aire libre para hacer conciertos, cabían mil personas y ahí hice más de cinco conciertos, con lo cual empecé a capitalizarme.
“Con el propio Alejandro y Román Revueltas formamos una asociación civil, la Asamblea para la Cultura y la Democracia (Acude), en 1998. Logramos tener mucho impacto en los medios porque de lo que se trataba era de ubicar el tema de la cultura en la agenda legislativa desde la sociedad civil.
“Después de tres años de trabajo con esta AC, Alejandro y Román se retiraron y me dejaron la AC, con la cual me dediqué a meter proyectos en varias instancias, entre ellas Conaculta, y de ahí vino el libro Rupestre, los documentales Rupestre y En la periferia, en fin. Nuestro máximo logro fue conseguir la ley de un peso por el cine mexicano”.
Resultados pírricos
—Dados los cambios sufridos en la sociedad debido sobre todo a las transformaciones radicales a causa de la tecnología, ¿cómo se pueden conseguir ahora los audios Palabra de sonidero y los compactos La historia es de quien la chifla y El anticongreso de la contracultura? ¿Cómo los nuevos gobiernos han modificado a la cultura con estas modificaciones electrónicas o la indiferencia ha sido, siempre, la misma?
—Así como tengo muchos materiales en forma digital en YouTube, que en líneas anteriores ya te los mencioné, en el caso del audiocaset y los CD continúan en formato original porque no era el objetivo pasarlos a formato digital, así que lo único que puedo hacer es regalar copias.
“En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, mi respuesta es muy concreta: creo que se están digitalizando más que nada servicios urbanos, el pago del agua, de la electricidad, del impuesto predial; por lo poco que sé, las autoridades culturales han hecho intentonas de utilizar las redes sociales para difundir algunos de sus programas, pero yo pienso que con resultados muy pírricos”.
Los portales digitales
—Por último, tú que siempre has estado imbuido en la cultura, ¿cómo aprecias hoy en día, si es que la hay, la prensa cultural?, ¿está en las plataformas, como se nos ha hecho creer, la solución de la diversidad cultural? Los portales, según miro desconcertado, sólo hablan de fama y de dinero y ya todos son críticos de cine y de apreciación cultural. ¿Qué piensa Jorge Pantoja de lo que sucede en la actualidad cultural?
—El panorama es verdaderamente oscuro. Empezando por los diarios impresos: muchos de ellos ya no circulan, y hasta los puestos de periódicos también ya cerraron. Por otra parte, las estaciones de radio públicas, como Radio Educación y Radio UNAM, se enfrentan al fenómeno de que los jóvenes, y también adultos, prefieren escuchar música o noticias a través de sus celulares, la amplitud modulada parece que está por desaparecer. Un ejemplo fue cuando me invitaron a una entrevista en Radio Educación por el libro Rupestre, llevé ejemplares para regalar a quienes llamaran por teléfono a la emisora, y sólo hubo cuatro llamadas. Es un problema muy complejo y, como tú dices, la alternativa son ahora los portales digitales.