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Me interesa el arte de la vida y cómo componerla sobre la marcha: Mckenzie Wark

La ensayista y activista trans publica en español «Amor y dinero, sexo y muerte», libro en el que a través del formato epistolar recorre los laberintos de sus memorias íntimas

Junio, 2025

Una colección de cartas sin respuesta conforman Amor y dinero, sexo y muerte, el libro de McKenzie Wark que se presenta como “memorias” aunque no es exactamente eso. A través de cartas dirigidas a destinatarias reales e imaginarias las hay dirigidas a su madre, su expareja o algunas amantes, pero también a la diosa Cibeles y a ella misma, o a quien ella fue antes, la ensayista y activista trans reflexiona sobre su experiencia cuestionando las narrativas clásicas de transición y explorando la identidad como un proceso continuo, lleno de errores y transformaciones. Esther Peñas ha conversado con ella.


Esther Peñas


A partir de una sucesión (no cronológica) de cartas sin respuesta —a su yo de la infancia, a la madres de sus hijos, a la diosa Cibeles, a algunas de sus amantes—, la ensayista y activista trans McKenzie Wark reflexiona a propósito de los dispositivos personales, corporales, racionales y políticos que concurren en la construcción de uno mismo y de qué modo el capitalismo trata, una y otra vez, de dinamitarlos. El resultado: Amor y dinero, sexo y muerte (Caja Negra, 2025).

Nacida en Newcastle, Australia, en 1961, McKenzie Wark vive en Nueva York, es profesora de Estudios Culturales y Medios de Comunicación en el Lang College de la New School for Social Research. Ha publicado numerosos ensayos, entre los que están Vaquera invertida (Caja Negra, 2022), Raving (Caja Negra, 2023), Un manifiesto hacker, La playa bajo la calle y El capitalismo ha muerto.

Con McKenzie hemos conversado.

Portada del libro de McKenzie Wark.

—¿En qué momento y qué motiva el que una persona tome la decisión de transicionar a otro sexo?

—No hay una única respuesta para eso. Las personas transicionan por diversas razones, a veces temprano, a veces tarde. Es un arte del cuerpo y del yo. Por eso la literatura y el arte trans son útiles, para que podamos tener diferentes imágenes e historias, distintos referentes, múltiples posibilidades que ayuden a las personas.

—¿Por qué asegura que ser trans es más “una ficción” que “una verdad”?

—Porque todos los yoes son ficticios, sin excepción. La cuestión es si vives dentro de una ficción que te convenga, que te ayude a abrirte al mundo, a responderle y, a la vez, a asumir un sentido, a marcarte una dirección, a tener un propósito, etc. La transición de género es una decisión que permite mejorar nuestra ficción y, como tal, puede ser instructiva para quienes contemplan otros tipos de cambios en la ficción del yo.

—El capitalismo es uno de los asuntos que aparece una y otra vez en sus escritos. ¿Ha canibalizado el sistema algo tan íntimo como la transexualidad?

—Sí, el capitalismo todo lo convierte en mercancía, es su modo de canibalizar cualquier cosa, incluyendo todos los sexos y sexualidades. La transexualidad no es la única en ese sentido.

—¿Qué criterio utilizó para escoger los destinatarios de estas cartas (usted misma, la diosa Cibeles…)?

—Las cartas se dividen en tres secciones, las dirigidas a madres, amantes y otros. Asimismo, las tres secciones están entreveradas con cartas dirigidas a mí misma a los 20 y a los 40 años (ahora tengo 60). Las cartas empiezan con mi mundo más inmediato (madres) y se expanden hacia afuera, a través de amantes y otros interlocutores. Este libro se rebela contra de las convenciones de lo que en español llaman la “novela de formación” o “novela de educación” o “novela de iniciación”. No tiene una estructura lineal de crecimiento y desarrollo, sino que se mueve hacia adelante y hacia atrás en el tiempo, y entre el mundo íntimo y el mundo del tiempo histórico.

—En su ensayo, queda clara la vocación de la escritura, en tanto que una manera de reordenar el mundo. ¿Hasta qué punto es posible editar nuestro yo?

—Todos nos editamos a medida que avanzamos en la vida. Hay cortes, cambios de escena, flashbacks… A veces no tenemos opción, o así lo sentimos. Me interesa el arte de la vida y cómo componerla sobre la marcha.

—¿De qué manera uno traiciona al yo que fue?

—Ah, esa es una buena pregunta que podría dar para un libro entero. Hay muchas maneras de traicionar a un yo del pasado. A veces, puede ser recomendable incluso traicionarse a uno mismo. Soy un traidor al patriarcado que me criaron para heredar. En otras ocasiones, tal vez se podría pensar en la traición como renuncia a lo que hemos aprendido que tiene valor y significado.

McKenzie Wark en una imagen de 2021. / Foto: BaixaCultura (Wikimedia Commons).

—Este momento global de regresión en materia de derechos que vivimos, ¿es transitorio o se avecinan malos tiempos en los que habrá que pelear por mantenerlos?

—No tengo ningún conocimiento especial del futuro. Mi intuición me dice que la clase dominante es consciente de que el mundo del que se beneficia se acaba, pero también está profundamente engañada sobre este momento histórico. Destruirán todo lo que sea necesario para mantener la transferencia de riqueza hacia arriba. Ya no es capitalismo, es algo peor, como he propuesto en otros libros. Este modo de producción emergente está prescindiendo del Estado y de la sociedad civil de la era capitalista. Lo que buscan, en cambio, recuerda al fascismo, pero también contiene elementos novedosos.

—¿Qué ha ocurrido para que un movimiento como el feminista, que pese a haber tenido desde sus inicios serias divergencias internas se había mantenido unido en lo esencial, se haya desgajado de esta forma?

—Nunca fue un momento unificado. Como cualquier movimiento político-social amplio, siempre ha estado plagado de contradicciones. Una parte estuvo implicada en proyectos coloniales de sometimiento, buscó asegurar un poder secundario dentro del patriarcado para algunas mujeres, a expensas de otras formas de feminidad. Y otra parte, por el contrario, ha estado buscando proyectos expansivos de liberación. La solidaridad siempre se trata de lo que uno hace, no de quién es. El simple hecho de tener una identidad determinada no garantiza la propia inocencia.

—¿Qué facilita más la vida, el amor, el dinero, el sexo o la conciencia de muerte?

—¡Las cuatro a la vez! La literatura burguesa está enamorada del amor como si éste, de alguna manera, fuera ajeno al mundo decadente del comercio. Se supone que el escritor burgués está por encima de la venalidad del mercado, o más bien, lo aparenta. Puede ser bastante hipócrita. Ser malo en los negocios no es una crítica al capitalismo. Así que sí, amor, ¡pero no olvides enviar las facturas! El sexo, o en términos más generales, la erótica de la vida, también importa. Vivir cada momento lo mejor posible, como aconsejaba Walter Pater. No sacrificar demasiado por el futuro, que luego no sabrás disfrutar precisamente por tanto sacrificio. La muerte es la más dura de nuestra época, pues no hay garantía de que haya un futuro. Apenas hemos empezado a pensar qué es la vida, qué es el arte, fuera del infinito y expansivo tiempo de la modernidad.

[Entrevista publicada originalmente en CTXT / Revista Contexto; es reproducida aquí bajo la licencia Creative Commons — CC BY-NC 4.0.]

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