Noviembre, 2024
¿Podemos explicar a aficionados pero no expertos conocedores qué determina quién es un maestro del arte? El arte no es espectáculo; se puede y se debe seguir determinando, con criterios de la historia del arte y a pesar del mercado, quiénes son los grandes artistas.
¿Podemos explicar a aficionados pero no expertos conocedores qué determina quién es un maestro del arte? La pregunta es muy sugestiva, ya que nos obliga a pensar sobre qué es el arte y quiénes son los artistas. Pero, sobre todo, nos fuerza a reflexionar sobre qué hace que un artista sea más importante que otro.
Esta cuestión, además, tiene para el gran público, que no es experto conocedor, bastante relevancia. Sobre todo cuando es expuesto a cierto arte contemporáneo cuyos criterios de excelencia son difíciles de asumir.
¿Cómo poder por ejemplo valorar la calidad de la obra El Comediante, del artista conceptual italiano Maurizio Cattelan, que consiste en un plátano pegado a la pared con cinta adhesiva? La pieza se expuso en la feria de arte Art Basel Miami en 2019, copando los titulares de toda la prensa mundial.
La ironía, el humor y la parodia forman parte de la concepción del arte y de su propio cuestionamiento desde los inicios del siglo XX. El escritor francés Alfred Jarry, los dadaístas y el propio Marcel Duchamp, representante ilustre de ese movimiento, son los primeros exponentes de una actitud irónica y crítica de lo que consideraban la inutilidad del arte.
Sin embargo, hoy en día el arte se ha transformado en un negocio millonario. Cattelan pretendía probablemente reírse con su obra —de técnica y ejecución risible— de un mercado que iba a determinar su valor a partir del dinero que costase, sin importar su significado. De hecho, dos piezas, de las tres que produjo Cattelan, se vendieron por 120 000 dólares cada una…
No quiero decir con esto que Maurizio Cattelan no sea un gran artista. Esa no es la cuestión. El escándalo de su plátano pegado a la pared con cinta adhesiva indica que actualmente el dinero parece indicar qué arte merece la pena. Pero, si dejamos el mercado al margen, ¿cómo sabemos si algo es una obra maestra?
La historia nos indica la respuesta
Tenemos un recurso que permite aprender, entender y reconocer qué hace que los grandes genios lo sean. Podemos con él valorar la calidad, expresividad y originalidad de sus obras, tanto en el contexto histórico de su época como en el de la propia historia del arte a la que pertenecen. Y ese recurso es la historia del arte.
Explicar a través de ella qué determina quién es un maestro de manera accesible para aficionados sin conocimientos profundos requiere centrarse en varios aspectos clave que pueden entenderse fácilmente.
• El primero tiene que ver con la innovación y originalidad. Los grandes artistas tienen una actitud propia que les permite introducir nuevas ideas, técnicas o estilos, que cambian la manera en que la que se entiende y se practica el arte.
Así, los maestros descubren nuevas formas de usar materiales y herramientas de arte. También introducen una nueva visión de las cosas, que podemos definir como originalidad conceptual, creando obras con ideas y temas únicos que no se han explorado antes y que aportan nuevas narrativas que acaban formando parte de nuestra cultura. Leonardo da Vinci, conocido por obras como La Gioconda y La Última Cena, fue por ejemplo un innovador en técnica y conceptos.
• En el segundo aspecto podríamos referirnos a las habilidades técnicas. Todos los grandes maestros del arte poseen, de una manera u otra, un gran control del medio artístico, ya sea pintura, escultura, fotografía, etc. Saben usar para sus fines el pincel, el cincel, la cámara o cualquier herramienta que les resulte útil. Muestran de manera reiterada control y precisión en sus trabajos, con la capacidad para captar detalles con exactitud y realismo, o de manera expresiva según el estilo que tengan.
•Un tercer aspecto a considerar es el impacto cultural e histórico que tienen los grandes artistas, tanto en su época como posteriormente, así como la influencia en otros.
Sus obras muchas veces documentan o responden a momentos importantes de su tiempo. Por ejemplo, Goya plasmó los horrores de la guerra de Independencia en una serie memorable de grabados. También Picasso expresó de manera descarnada el dolor y sufrimiento causado en la población civil por el bombardeo sobre la ciudad de Guernica, en la que es ahora una de sus obras más famosas.
• Un maestro del arte a menudo también inspira y abre caminos para otros artistas. Así encontramos a Vincent van Gogh, quien, aunque no reconocido en vida, desarrolló un estilo único y emotivo que ha influido profundamente en el arte moderno. O a Frida Kahlo, cuyas obras, profundamente personales y simbólicas que exploran temas de identidad, dolor y feminidad, han inspirado a muchos artistas contemporáneos.
El trabajo de los maestros establece nuevos estándares y prácticas en el mundo del arte. Fundan o son figuras clave en movimientos artísticos, como lo fue Picasso con el cubismo, convirtiéndose en una referencia constante para nuevas generaciones de artistas.
• Por último, las obras de un maestro del arte suelen tener una profundidad emocional y conceptual que resuena con el espectador, evocando emociones fuertes o reflexiones profundas.
La historia del arte es fuente de conocimiento, una disciplina científica que aúna crítica, estética y mercado. A pesar de los criterios de cada época, que cambian y evolucionan, los suyos son los más fiables para entender no sólo quiénes son los grandes artistas, sino para seguir aprendiendo y disfrutando de sus obras, así como descubrir nuevas miradas y narrativas sobre ellas.
Por ello, los anteriores factores combinados nos ayudan a explicar por qué la obra de algunos artistas trasciende el tiempo y las tendencias, convirtiéndolos en figuras inmortales en el mundo del arte… a pesar de los plátanos adheridos a la pared.