Septiembre, 2024
La desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa en México, durante la noche del 26 de septiembre de 2014, sacudió a la sociedad mexicana. Una década después, el paradero de los normalistas continúa sin ser aclarado. “Escribí este poema hace 10 años, cuando me enteré por la prensa de lo de Ayotzinapa”, nos dice, desde Grecia, la poeta y traductora Guadalupe Flores Liera. “Se quedó en un cuaderno y he estado indecisa acerca de si darlo o no a conocer. Creo que ahora es el momento de sacarlo, ya que son los negros 10 años de lo de Ayotzinapa”. Asimismo reproducimos “Ayotzinapa”, de David Huerta (1949-2022), el cual formó parte de una instalación (de título homónimo) presentada en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca en 2014. Recuperamos, de igual forma, un poema de María Baranda, escrito en su momento y leído en diversos foros. Por último, reproducimos unos versos del vate Horacio Benavides: aunque habla sobre todo de un pasado nada lejano de su natal Colombia, de pronto el poema parece dedicado (pensado) (escrito) para nuestra realidad mexicana. Pero ése es el poder que tiene la poesía: lo particular lo hace universal. Y, sí: ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
Reforma Educativa
Guadalupe Flores Liera
Con fecha 26 de septiembre de 2014
entró en… con rigor en México
la Reforma Educativa.
A la hora en que las manecillas del reloj
de la Alcaldía de Iguala
señalaban silencio
y la noche ocultaba lo que el oído veía
entró en uso el nuevo abecedario:
A – y – o – t –z – i – n – a – p –a.
Desde el amanecer
del 27 de septiembre de 2014
los niños aprender a leer en México:
mi – ma – má – me- bus – ca,
mi – pa – pá – pre – gun – ta,
mis – ami – gos – llo – ran,
mis – a- bue- los – re- zan.
Aprenden a contar:
43 + 6 = Ayotzinapa,
4 + 3 + 6 = Ayotzinapa.
El maestro pregunta:
¿Un sinónimo de miedo?: “Ayotzinapa”.
¿Un sinónimo de horror?: “Ayotzinapa”.
¿Un sinónimo de ira?: “Ayotzinapa”.
En el salón a medias lleno
la chicharra resuena: “Justicia”
y los alumnos salen al recreo;
en el patio otra vez más grande
la cuenta recomienza:
1, 2, 3… 43, en el aire resuena
4 + 3 + 6… 43 + 6…
¿Quién le carga los libros al maestro?;
a la maestra, ¿quién le da una manzana?,
¿ya no hay quien cante el Himno,
ni manos suficientes para izar la bandera?
Desde los vidrios rotos
los salones vacíos semejan
una boca sin dientes que gritara:
“¡Nos faltan, 43 nos faltan…
43 + 6…”
El aire ciego avanza
y detiene su puño ante la puerta
metálica del campo militar
de la ciudad de Iguala.
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀(30 de septiembre de 2014)
🔸🔶🔸
Ayotzinapa
David Huerta
Mordemos la sombra
Y en la sombra
Aparecen los muertos
Como luces y frutos
Como vasos de sangre
Como piedras de abismo
Como ramas y frondas
De dulces vísceras
Los muertos tienen manos
Empapadas de angustia
Y gestos inclinados
En el sudario del viento
Los muertos llevan consigo
Un dolor insaciable
Esto es el país de las fosas
Señoras y señores
Este es el país de los aullidos
Este es el país de los niños en llamas
Este es el país de las mujeres martirizadas
Este es el país que ayer apenas existía
Y ahora no se sabe dónde quedó
Estamos perdidos entre bocanadas
De azufre maldito
Y fogatas arrasadoras
Estamos con los ojos abiertos
Y los ojos los tenemos llenos
De cristales punzantes
Estamos tratando de dar
Nuestras manos de vivos
A los muertos y a los desaparecidos
Pero se alejan y nos abandonan
Con un gesto de infinita lejanía
El pan se quema
Los rostros se queman arrancados
De la vida y no hay manos
Ni hay rostros
Ni hay país
Solamente hay una vibración
Tupida de lágrimas
Un largo grito
Donde nos hemos confundido
Los vivos y los muertos
Quien esto lea debe saber
Que fue lanzado al mar de humo
De las ciudades
Como una señal del espíritu roto
Quien esto lea debe saber también
Que a pesar de todo
Los muertos no se han ido
Ni los han hecho desaparecer
Que la magia de los muertos
Está en el amanecer y en la cuchara
En el pie y en los maizales
En los dibujos y en el río
Demos a esta magia
La plata templada
De la brisa
Entreguemos a los muertos
A nuestros muertos jóvenes
El pan del cielo
La espiga de las aguas
El esplendor de toda tristeza
La blancura de nuestra condena
El olvido del mundo
Y la memoria quebrantada
De todos los vivos
Ahora mejor callarse
Hermanos
Y abrir las manos y la mente
Para poder recoger del suelo maldito
Los corazones despedazados
De todos los que son
Y de todos
Los que han sido
Cada uno: Ayotzinapa
María Baranda
1. Abel: por tu cara de sol y gallo y tu noche de sueño frío.
2. Abelardo: por tus ojos de harina de tiempo y tu silencio.
3. Adán: por tu baile de asombro y tu risa de cobre fulminante.
4. Alexander: por tu palabra de búho y tu ilusión de techo abierto.
5. Antonio: por tus venas de agujeta de río y tu paso de jaguar de monte.
6. Benjamín: por tus días de canto y bruma como orejas de gato.
7. Bernardo: por tu sueño de leche tibia y tu vigilia de tortuga.
8. Carlos Iván: por tu voz de corneta y tu seca dulzura de llano.
9. Carlos Lorenzo: por tus dedos extendidos como amplias nubes de tarde.
10. César Manuel: por tus largas piernas de pájaro de medianoche.
11. Christian Alfonso: por tu sonido de fruta precisa que se abre.
12. Christian Tomás: por tu grito quieto como los tamarindos agrios.
13. Cutberto: por tu brinco azul fosforescente entre las piedras del cerro.
14. Dorian: por tu voz de cazador de bosque que espanta a las culebras.
15. Emiliano Alen: por tu espalda de espejo y de águila imaginada.
16. Everardo: por tu risa de medialuna que parte la corteza del árbol.
17. Felipe: por tu suelta carcajada de caballo bajo las ramas del aire.
18. Giovanni: por tus rodillas de flores quietas en las noches desesperadas.
19. Israel: por tus uñas de tierra marina y tu estatura de amanecer.
20. Israel Jacinto: por tus tibios brazos curvos que procuran la brisa.
21. Jesús Jovany: por tus preguntas rápidas como semillas de pluma.
22. Jonás: por el sonido que guarda tu nombre despierto en la lluvia.
23. Jorge: por tu sombra de pan y agua y tu figura de hoja que baila.
24. Jorge Aníbal: por tu imaginación de elefante que nos levanta del polvo.
25 Jorge Antonio: por la historia de sal y de conejo que corre por tu cuerpo.
26. Jorge Luis: por tu escritura de sueño en los rayos últimos de la mañana.
27. José Ángel: por tus manos de remo en mesas de valles iluminados y de agua.
28. José Ángel: por tus ojos de pez de lumbre y tus letras en la raya del horizonte.
29. José Eduardo: por tu razón en el vértigo del topo y el ábaco del coyote.
30. José Luis: por tu respiración de tigre adivino, tigre que silba en la noche.
31. Jhosivani: por tu canto de estanque y relámpago en la boca de la barranca.
32. Julio César: por tu danza de caracol de pasto en la frontera del viento.
33. Leonel: por ese eco tuyo, tuyo, tuyo, con el brillo de las luciérnagas.
34 Luis Ángel: por tu palabra de aire que alumbra el llanto del huizache.
35. Luis Ángel: por tu presagio de pájaro definitivo en la orilla del alba.
36. Magdaleno Rubén: por tu fatiga de campo erguido y fresco en la hierba.
37. Marcial: por tu boca marina de brújula cierta para el náufrago y su marea.
38. Marco Antonio: por tu voz de carnero bajo la luna de piedra blanca.
39. Martín Getsemany: por tus cinco dedos en el húmedo muro de la infancia.
40. Mauricio: por ese reloj sin números que guardas en el corazón del tiempo.
41. Miguel Ángel: por tus alas existentes como llamas vivas en la montaña.
42. Miguel Ángel: por tus altas cejas de centella y entendimiento.
43 Saúl: por tu ojo de remolino en la noche única, invisible y perpetua.
Y por todo el mar en el cielo y la tierra y su lento ruido de entraña partida que nos hacen a todos y a tantos vivos y siempre en cada uno, cada uno, de nosotros.
🔸🔶🔸
Qué hace ese hombre
Horacio Benavides
—¿Qué hace ese hombre sentado
día y noche en el parque?
—Espera a sus hijos,
piensa que en cualquier momento
pueden regresar
—¿Y desde cuándo espera?
—Desde que se los llevaron
Se va y vuelve el invierno
y él sigue ahí
El tiempo lo ha ido borrando,
lo que usted ve es su alma
—¿Y sus hijos volverán?
—Nadie ha regresado,
pero él ha atado a sus muchachos
con un hilo de esperanza.