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Tiburones de gran tamaño se cazan unos a otros

Septiembre, 2024

Gracias a un marcaje de seguimiento para evaluar la migración del cailón (también conocido como marrajo sardinero ), un equipo científico ha podido documentar el primer caso de un gran escualo que devora a un ejemplar de esta especie, que está en peligro crítico de extinción en el área mediterránea y el Atlántico Nororiental.

Desde hace años, el marcaje de especies marinas mediante transmisores permite a los científicos hacer un seguimiento de su migración, comportamiento y estado de conservación.

Un equipo de investigación, liderado por la Universidad Estatal de Arizona (EE. UU.), logró de esta forma seguir el rastro de una hembra de tiburón cailón (o marrajo sardinero) en su periplo migratorio. Lo que no esperaban encontrarse es su fatídico desenlace: terminar devorada por otro tiburón de mayor tamaño. El acontecimiento ocurrió al suroeste de las islas Bermudas, en un momento en el que el espécimen, que era una hembra, estaba preñada.

Qué especie la cazó sigue siendo una incógnita, aunque los científicos barajan la posibilidad de que se tratase de un gran tiburón blanco. “No es la primera vez que un escualo de gran tamaño es devorado por otro tiburón aún más grande, pero las observaciones de estos casos de depredación han sido escasas y aisladas, y ésta es la primera depredación documentada de un cailón”.

La depredación es más común en especies de tiburones más pequeños”, nos dice Brooke Anderson, autor principal del trabajo que publica la revista Frontiers in Marine Science.

En el Atlántico noroccidental, los marrajos sardineros fueron objeto de pesca con fines alimentarios a partir de principios de la década de 1960. Lamentablemente, la población se desplomó y desde entonces se han promovido restricciones a su captura. “En la actualidad, se cazan principalmente de forma accidental, pero los pescadores comerciales y recreativos de Estados Unidos también pueden matarlos en cantidades limitadas”, apunta Anderson.

Tecnología de marcado por satélite

Descubrir los misterios del océano abierto siempre ha sido un reto. El desarrollo y avance de las tecnologías de marcado por satélite en las últimas décadas ha permitido rastrear y descubrir comportamientos novedosos en especies marinas como los tiburones de gran movilidad. “Es posible que cuantos más de estos grandes tiburones marquemos y rastreemos, más comportamientos como este se revelen”, asegura el científico.

Estas tecnologías tienen la capacidad de rastrear los movimientos tridimensionales de las especies marinas y también pueden incluir datos de variables ambientales en alta resolución. Existen desde hace varias décadas, pero han ganado popularidad a partir de la década de 2010. “Estoy impaciente por ver qué nuevos datos ecológicos podemos recopilar en el futuro”, enfatiza el experto.

Cada marrajo capturado por el grupo de investigación fue equipado con dos etiquetas satelitales, un transmisor en una aleta y una etiqueta satelital de archivo (PSAT, por sus siglas en inglés).

Las etiquetas envían la ubicación a los satélites cuando el animal sube a la superficie. Por su parte, los PSAT miden la profundidad y la temperatura y almacenan estos datos hasta que la etiqueta se cae, generalmente después de un período predeterminado. Después de esto se quedan flotando en la superficie y transmiten sus datos almacenados a los satélites.

¿Quién mató a la hembra preñada?

Entre los marrajos marcados había una hembra embarazada, de 2,2 metros de largo. Su seguimiento era importante para identificar hábitats de los ejemplares en reproducción y sus crías. Sin embargo, el PSAT de esta hembra comenzó a transmitirse fuera de las Bermudas 158 días después de su liberación, lo que implicaba que se habría desprendido y flotaba en la superficie.

Un ejemplar de tiburón cailón.

Los datos transmitidos al satélite indicaron que la ejemplar de marrajo sardinero había estado navegando durante cinco meses a una profundidad entre 100 y 200 metros por la noche y entre 600 y 800 metros durante el día, en aguas con una temperatura entre 6,4 °C a 23,5 °C. Durante este tiempo, la etiqueta de montaje de aleta transmitió localización sólo una vez, lo que confirma que permaneció bajo el agua la mayor parte del tiempo.

El 24 de marzo de 2021 y los cuatro días posteriores, la temperatura medida por el PSAT se mantuvo casi constante en 22 °C, a una profundidad de entre 150 y 600 metros. Los científicos sólo le encontraron una explicación: ese día tuvo que ser devorado por un depredador más grande y la etiqueta satelital excretada cuatro días después, comenzando a transmitir.

Los científicos manejan dos posibles candidatos a depredadores endotérmicos lo suficientemente grandes como para devorar a un marrajo maduro en la zona y época del suceso: un tiburón blanco Carcharodon carcharias o un marrajo común Isurus oxyrhinchus.

Este último se alimentan habitualmente de tiburones pequeños, cetáceos, peces, tortugas y aves marinas. Por su parte, los tiburones blancos también se alimentan de ballenas, delfines, focas y rayas. De los dos candidatos, un gran tiburón blanco pinta para el culpable más probable. “El marrajo suele realizar inmersiones oscilatorias rápidas entre la superficie del mar y las profundidades durante el día mientras está en mar abierto, un comportamiento no registrado por el PSAT”, señala la investigación.

Conservación de la especie

En este suceso, el grupo no sólo perdió una hembra reproductora que podría contribuir al crecimiento de la población, sino también a todas sus crías en desarrollo. “Si la depredación está más extendida de lo que se pensaba, podría tener repercusiones importantes para la población de tiburones marrajos sardineros, que ya está sufriendo debido a la sobrepesca histórica”, dice el científico de la universidad estadounidense.

Los marrajos sardineros son tiburones del Atlántico, el Pacífico Sur y el Mediterráneo. Son muy activos y de gran tamaño (alcanzan hasta 3,7 metros de largo y 230 kg de peso) y bastante longevos, ya que viven de 30 a 65 años.

Las hembras no se reproducen hasta que tienen unos 13 años, y entonces tienen una media de cuatro crías cada uno o dos años, tras un periodo de gestación de entre ocho y nueve meses.

“Entre las medidas que pueden utilizarse para contribuir a la recuperación de la población de marrajo sardinero figuran la restricción de capturas, las zonas protegidas y las estrategias de reducción de las capturas accesorias. Mi investigación se ha centrado en la identificación de hábitats importantes, como los de gestación y cría, que pueden utilizarse para ayudar a la conservación y la gestión”, concluye Anderson.

[Referencia: Brooke Anderson et al. “First evidence of predation on an adult porbeagle equipped with a pop-off satellite archival tag in the Northwest Atlantic”. Frontiers in Marine Science // Fuente: agencia SINC]

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