Julio, 2024
Periodista y reconocido crítico de la música sinfónica, José Noé Mercado ha puesto a andar su otra faceta: la de narrador. Tras dos vertiginosas novelas —Apocalipsis zombi y Backstage—, incursiona ahora en el relato y entrega NSFW (No abrir en público): diez cuentos de extensión diversa en los que nos envuelve en los horrores de la cotidianidad transportadas a la ciencia ficción. Se trata, apuntan los editores en la contraportada, de “diez historias que nos llevan por el bosque siniestro y onírico; la ciudad caótica y violenta; el noticiero o el programa de concursos en un futuro previsible; el monstruo sobrenatural que es rebasado por acciones humanas manipuladas por el entorno social y mediático, o por las diversas gamas de dispositivos inteligentes, capaces de generar psicopatías y ciberadicciones que desencadenan horrores cada vez más normalizados en las sociedades donde la prioridad es estar conectado a internet”. Víctor Roura ha conversado con José Noé Mercado.
Periodista y reconocido crítico de la música sinfónica, José Noé Mercado (Ciudad de México, 1977) tiene un nuevo libro: NSFW (No abrir en público), editado por Universo de Libros y presentado como parte de las actividades de la FIL de Guadalajara en 2023. Es el cuarto en el catálogo literario de su autor, después de las novelas Apocalipsis zombi (Ediciones B – Penguin Random House 2017-2018) y Backstage (Tierra Adentro, 2012), además del volumen de ensayo Luneta-2: la ópera que tenemos en México (Cuadernos de El Financiero, 2012).
Ahora, sin desviarse de su tema central, nos envuelve en los horrores de la cotidianeidad en metáforas verídicas transportadas a la ciencia ficción. La editorial apunta: “Diez relatos independientes de extensión diversa, organizados en tres partes temáticas: USB: horror y ciencia ficción; Streaming: vida urbana, tecnológica y virtual; y Cable: misterio y fantasmas”.
En el marco de su presentación en la Ciudad de México, realizada el pasado 27 de junio en la Librería Porrúa-Condesa, hablamos con el autor de esta nueva propuesta literaria con el propósito de conocer un poco más de cerca las inquietudes y los motivos de José Noé Mercado para escribir en torno a los indecibles misterios de la vida.
“En mi literatura, igual que el horror, la desesperación o las crisis, florecen y se extinguen, como ciclos naturales, el arte y el amor”
—NSFW (No abrir en público): Diez relatos perturbadores es, digamos, la escritura extendida de tus dos novelas anteriores: Apocalipsis zombi y Backstage. Cuando miro los temas de la nueva decena de relatos (canibalismo, muertos vivientes, fantasmas, psicopatía, frikis, comunicadores, terror, misterio, ciencia ficción, superstición…), he de confesar que la palabra más temida, para mí, fue la de comunicadores. ¿Por qué abordar estas cuestiones, como lo has hecho, sin caer en los lugares comunes acostumbrados en los medios electrónicos, cómo hilarlos literariamente, cómo mirar el mundo actual, subrayándolo de vacío o de inocuidad, si no es que, de verdad, de apocalíptico?
—El combustible principal para escribir esta colección de relatos fue la necesidad de trazarle margen a los terrores contemporáneos que vivimos. Tal vez ni siquiera sean tan nuevos. Pero ello significa también dibujarles un rostro, por lo general, degenerado y espantoso, para ubicarlos y suponer que los enfrentamos con posibilidad de sobrevivir, ya no digamos de derrotarlos. Habitar un mundo donde convive el azar y las malas decisiones personales, la guerra, el genocidio, el crimen organizado, la posverdad, la corrupción lacerante o la indiferencia y la banalidad de la existencia filtrada por los medios de comunicación o las redes sociales, me sacudió del letargo pandémico y me puso a escribir.
“Sin embargo, no quería plasmar mi percepción con hechos específicos o datos duros pero efímeros, como suelen ser las premisas para un periodismo riguroso y relevante: de raza, que escasea por cierto. Pocas veces se está dispuesto a practicarlo o a prestarle atención porque supone granjearse incomodidades o pesadillas que en ocasiones superan las satisfacciones que brinda. El despido laboral o la venganza de los poderes fácticos, por ejemplo. Quise intervenir en ese universo, en principio, para crear una atmósfera llena de emociones y suspenso, tal vez como reconocimiento a los autores y obras clásicas del terror que me atraen porque logran sacarme del mundo real que me genera alegrías enormes, pero también me inquieta y perturba. Es curioso que en esas ficciones donde el miedo, la vesania o el entorno trágico se cruzan en el andar de los personajes comunes, expulsándolos de su zona de confort, no sólo me han influido creadores pop como Stephen King o películas comerciales como La masacre de Texas, La profecía o El exorcista, sino también autores tan respetados como William Shakespeare, Esquilo, Sófocles o Eurípides. Incluso Homero o La Biblia, para no abundar en los directores de la nueva etiqueta de terror elevado o posterror: Robert Eggers, Ari Aster y Jordan Peele, entre ellos. La sangre, la mente y el alma del ser humano nunca parecen estar a salvo.
“Desearía decir que no soy un autor masoquista o fascinado por el mal, lo gore o el body horror. Por el contrario. En mi literatura, igual que el horror, la desesperación o las crisis, florecen y se extinguen como ciclos naturales, el arte y el amor, además de cierta belleza nublada y una suerte de heroísmo cotidiano. Pero no soy ingenuo sobre los finales, las pérdidas, las ambiciones desmedidas o las alteraciones de una convivencia armónica (digamos del imperativo categórico kantiano) que caracterizan la condición humana. Por eso los comunicadores, encargados de difundir esas noticias intemporales, juegan un papel ético en mis obras, que en ocasiones no cumplen y se convierten en otros engendros que atentan contra la sociedad o el individuo.
“Hace poco en un programa de radio recordaban el episodio de La guerra de los mundos de H. G. Wells, en el que la dramatización radiofónica, bajo la dirección de Orson Welles, de una supuesta invasión extraterrestre causó pánico en la audiencia y en la población estadounidense porque la creyeron real. Resultó una paradoja invaluable que la conductora del programa que recapituló aquel pasaje de 1938 donde quedó clara la potencia persuasiva (y, en última instancia, manipuladora para crear realidades completas) de los medios de comunicación, haya realizado la crónica televisiva en vivo y en directo del supuesto rescate de una niña atrapada entre los escombros, en el terremoto mexicano de 2017, pequeña que se robó el corazón de los espectadores, pero que simplemente nunca existió, como luego se confesó. En otras palabras, la sensación de que siempre protagonizamos una continua Guerra de los mundos, de que existe un backstage al que no tenemos acceso como ciudadanos comunes, abona a la posverdad, a las verdades alternativas, a las teorías de la conspiración y desde luego a las cámaras de eco y resonancia (donde los diversos algoritmos con los que convivimos nos refuerzan lo que deseamos creer), fenómenos que nos aíslan de la exploración real de la realidad, que de cualquier modo sería fragmentaria.
“Creo que por esas razones las historias y las miradas al mundo actual a través del terror (una emoción genuina que transparenta el verdadero yo de las personas) pueden fascinar a la gente, sin dejar de advertir que ello resulta perturbador. De ahí el título arriesgado de este libro que es un aviso de ficción, pero también una invitación morbosa, intrépida y sincera para ser leído”.
“Escribo para las personas que, como yo, gustan de internarse en mundos literarios o artísticos de emociones intensas”
—San Argento es un poblado míticamente tétrico donde suceden cosas hasta cierto punto irreales, como acontecen en Comala, con la diferencia que para Comala existía toda una mafia para exaltarla pese a su mortuoridad. ¿Para qué o para quién escribe José Noé Mercado?
—En mi universo, San Argento es un entorno que funciona como el lado unplugged (acústico, desenchufado) de mi propuesta de Distrito Mexicano, que es un ambiente urbano sobreconectado, caótico de ritmo y aconteceres inabarcables. Considero que para que una historia funcione en su arquitectura y fascinación al lector debe construirse sobre el paisaje o contexto adecuado. Así no sólo se escribe, sino que se crea. En San Argento, paraje rural, boscoso, de clima frío y misterioso, puede surgir la aventura lodosa y fantástica, ritual incluso, para los personajes acostumbrados al ímpetu frenético de quienes viven en la ciudad, incrédulos hasta de lo que ven y de sí mismos, aterrados porque sus dispositivos se han quedado sin batería o señal, porque el dealer de confianza no les ha resurtido o bien porque sus participantes favoritos no ganaron un reality show o programa de concursos.
“San Argento representa un lado b: esas zonas vedadas a las leyes generales, pues se rige por usos y costumbres no declaradas, ajenas a la autoridad oficial. En apariencia, porque tal vez es una trampa conjunta, puesto que no sólo representa una otredad supersticiosa que genera miedos e incomodidad, porque sin duda es distinta y ajena desde sus caminos y accesos, que a veces no tienen salida. Lo es de igual forma porque se trata de un cambio de tonalidad. Es, en rigor, un poblado atonal que sabe que los demás pueden ser víctimas de sus deseos e intereses, sin ninguna consecuencia. Hay un claro instinto de acecho, alevosía y dominación a los que no forman parte de ellos. Se trata de una entidad caníbal y fantasmal porque en ella convive la actuación fantástica de sus habitantes en complicidad con sus autoridades y el deseo urbano turístico que desea dejar atrás su rutina cotidiana. No saben en lo que se meten. Pero esas fauces no tienen cuernos y cola demoníacas, lo que resultaría burdo; por el contrario, atraen con los encantadores colores de una planta… carnívora, eso sí.
“Por ello puedo decir que escribo para las personas que, como yo, gustan de internarse en mundos literarios o artísticos de emociones intensas. Y que a la vez se informan de los aconteceres de algún pueblo fantasma o una ciudad zombi bajo el yugo del crimen o sus autoridades en contubernio; y que representan una gran farsa indemostrable ante los medios de comunicación o sus puestos de gobierno, que no dejan huella. Sólo fosas clandestinas, desazón o cobros de piso. Pero insisto en que mi propuesta no es frontal, sino metafórica y estética, que recurre más de lo que debería reconocer a un humor táctico, pixelado. Desea entretener al lector y hacerle sentir al cerrar el libro que por fortuna él está a salvo, pues no le ocurrió nada de lo que ha leído. O que, si le ocurrió algo parecido en el pasado, no está solo y es ahora un resiliente igual de afortunado por continuar su camino. NSFW (No abrir en público) persigue la belleza vital, el amor palpitante o la empatía misma, bajo el acoso del horror clásico”.
“Como escribió Neil Gaiman, hay trampillas bajo nuestros pies que de pronto se abren arrancándonos de la seguridad y cordura de nuestro mundo”
—Los nuevos cuentos son paráfrasis de la contemporaneidad sumida en una tecnología monstruosa de decires, argumentos, mitificaciones, exploraciones inciertas de sucedidos cotidianos, porque el terror inherente en la literatura que manejas lo escuchamos a diario no sólo en las redes sociales sino, también, en el vecindario. O, si no, ¿de dónde extraes los temas que luego intervienes en tus letras?
—Ahora me atrevo a decir que de mi sensibilidad, de mi forma de filtrar el mundo. Eso debería ser obvio, pero lo cierto es que antes sentía un poco de pudor o vergüenza al reconocer mis prismas, porque implican ansiedades, miedos o fascinaciones particulares que dan como resultado historias y personajes transversales que se mueven por el arte genuino, pero también necesitan de la cultura pop para cobrar dimensión y relieve. He comprobado que ese crossover genera terror y desprecio en mucha gente que se ubica con religiosidad en uno u otro polo, pero también es un punto de conexión muy profunda con quienes perciben así de yuxtapuesta su vida diaria.
“Como escribió Neil Gaiman, hay trampillas bajo nuestros pies que de pronto se abren arrancándonos de la seguridad y cordura de nuestro mundo. Coincido con él cuando dice que hay detonadores de perturbación que nos quitarán el aliento o nos acelerarán el corazón (en cada persona ese detonante, desde luego, puede ser algo distinto), acechándonos en los pasillos oscuros de nuestras vidas. Son esos momentos de no retorno, en los que el terror surge para removernos el piso, los que quise plasmar en NSFW (No abrir en público). Y lo mismo pueden captarse de manera general en parajes de ese pueblo sombrío, en las calles de esa ciudad febril o incluso en otro planeta, donde con inteligencia artificial se recuerda a la desaparecida Tierra en un programa de concurso. O, de manera particular, sí en las pantallas de dispositivos con redes sociales, en la televisora de un noticiario de audiencia viral, algún castillo histórico habilitado como destino VIP, un teatro operístico hermosamente fantasmagórico, un table dance o un reducido departamento de clase baja, alejado de toda fantasía o ficción”.
“El mundo y la vida no siempre son como desearíamos”
—Lo que nos cuentas de la niña inexistente luego del sismo de 2017 o de la alarma concebida durante un programa radiofónico de Orson Welles no deja lugar a la duda de una desilustración receptora prendida a los sistemas mediáticos. Sí, la realidad a veces supera con desmesura a la ficción. ¿De qué manera el literato se ciñe a ello?
—Considero que los contenidos que ofrecen los medios de comunicación en la actualidad es multidimensional, sobre todo ahora que los grandes emporios en parte se han balcanizado y operan en simultáneo con lo que producen los medios alternativos y la ciudadanía en general, a través de las redes sociales. Hay muchos montajes y manipulación malintencionada o simple credulidad, ocio y diversión que se lanza sin contexto (pero que al final termina por engañar y confundir a ciertos sectores o individuos) y eso enturbia la lectura de por sí compleja de nuestro mundo. Sin embargo, también esa posibilidad de generar información y de compartirla ha logrado que los puntos de interés mediático o la cultura ya no sólo vengan de las cúpulas o en vertical. Hay muchos saberes, signos y expresiones culturales que también nos enriquecen y nos forman como sociedad de conocimientos y actividades horizontales que ahora se difunden.
“En mi caso, la literatura es también una manera de organizar la realidad con instrumentos de ficción para que tenga un sentido o quizá modifique todo aquello que proyecta nuestros disgustos o limitaciones como seres humanos. El mundo y la vida no siempre son como desearíamos y las letras, como la música, el cine, la ópera: como todo arte, nos ofrecen la posibilidad de que todo sea distinto o más soportable o con mayor belleza, duración o intensidad. Me agrada pensar en las narrativas de ficción como escape, como búnkeres, como resistencias o maneras de ampliar la realidad y de experimentar situaciones, de recuperarlas, o de conocer personajes e historias que de otra manera nuestras existencias limitadas no nos lo permitirían”.
“La insatisfacción de la vida contemporánea es una combinación explosiva que nos define como época”
—Ciertamente, José Noé, el horror está en el paraje menos pensado. A mí me han matado dos veces en las redes sociales sin que a ningún medio de comunicación le haya conmovido el hecho, pero tus cuentos son estrepitosamente salvajes en cuanto a la indiferencia social. ¿Por qué nos hemos acostumbrado al desapego colectivo, que sólo sirve para encaramar poderes? Tus relatos, asimismo, conllevan la ordenanza contemporánea de la ordenanza tecnológica, muy lejos de los aspectos rurales rulfianos, digamos.
—No sé, querido Víctor, si ser dado por muerto en las redes sociales como me cuentas que te ocurrió o como le sucedió el mes pasado a Noam Chomsky (incluso en medios acreditados que replicaron la supuesta noticia fúnebre), con todo y los agravios que ello implica, sea peor que ser sepultado por la indiferencia ante el mérito. En especial cuando se aprecia que muchos espacios noticiosos, o mediáticos en general, son destinados, con dolorosa frecuencia, a la locuacidad ocurrente, al escándalo pasajero o sólo a personalidades que pagan por ellos, lo que genera una línea editorial exclusivamente del clickbait o del mercantilismo. Por supuesto, no hay razones para reñir con la comercialización de una labor profesional como el periodismo, por lo demás indispensable para la convivencia y el desarrollo de cualquier sociedad. Pero constreñirse única y exclusivamente al beneficio inmediato, a una transacción o al abierto lucro en la generación de contenidos, infomerciales o editoriales y otras opiniones pagadas y redactadas a modo, dejan fuera de la agenda pública aspectos sustantivos de la vida social, científica, política o por supuesto artística.
“Por otro lado, el estar en la agenda informativa de los medios por aspectos relevantes como una actividad artística, una obra creativa o de pensamiento, tampoco garantiza que a la sociedad de manera conjunta le cause interés o asombro. Es de llamar la atención que en la exitosa película de Pixar Intensamente 2 (estrenada hace menos de un mes, pero en México ya la de mayor recaudación en la historia) no sólo aparezca una Alegría cada vez más distímica, sino también personajes como Ansiedad y Aburrimiento, emociones que se roban la cinta y que acosan a Riley Andersen, la adolescente protagonista. El spleen clásico sumado a la ansiedad e insatisfacción de la vida contemporánea es una combinación explosiva que nos define como época y a mi modo ese terror también está tratado en NSFW (No abrir en público) y es combatido (claro que no como la mejor receta) a través de la adrenalina continua, del cortisol del apremio, la huida y la supervivencia del instante.
“Por eso creo que mis relatos y sus personajes, urbanos o de visita en el bosque, algún lago o las montañas, ofrecen aspectos distintos de los rulfianos, del Carlos Fuentes de Aura o Inquieta compañía; o bien de Otra vuelta de tuerca de Henry James o las narraciones clásicas de Edgar Allan Poe y Lovecraft, obras y escritores que por supuesto aprecio. Como autor, acepto el desafío (que siendo voluntario ni siquiera es propiamente un reto) de escribir desde mi época y su contexto, en el que la tecnología y sus aplicaciones son determinantes incluso para ligar: para buscar el amor en persona, la fruición erótica piel a piel, o para excluirse de tales placeres por completo”.
“Los cambios de paradigmas sociales siempre han producido miedo, inquietud, indignación y nostalgia”
—En tus narraciones se complementa el conocimiento con la vivencia, no en vano San Argento tiene nombre de poblado cinematográfico fantasmal; pero, ¿cómo acercar a las nuevas generaciones a la literatura, un “entretenimiento” insustancial después, mucho después, de las lecturas digitales basadas, sobre todo, en percepciones de impulsividad opinióloga?, ¿cómo hacer que los periodistas también volteen a mirar la cultura? Los conductores que le dieron vuelo a la falsa noticia de la niña inexistente del sismo de 2017, lo sabes, carecen de lecturas o de un mínimo interés por la danza moderna, pero tienen miles de seguidores en las redes sociales.
—La disposición del tiempo libre y del dedicado a actividades académicas o profesionales específicas de la cultura, la información, o si se quiere de esparcimiento, se han modificado por la velocidad vertiginosa de nuestra época, en la que además tenemos una infinidad de posibilidades culturales y de entretención al alcance de un click. Todo se desea rápido, antes de que el aburrimiento o la siguiente actividad nos atraiga o nos obligue a dejar la anterior. Leer, asistir a un concierto, terminar un videojuego, desmenuzar las noticias del día, requiere espacio y dedicación voluntaria. Ese interés no es ilimitado.
“Hoy, teatros operísticos de la mayor importancia como el Metropolitan de Nueva York o festivales de gran tradición y prestigio mundial como el de Bayreuth, tienen problemas para llenar sus funciones. En muchos casos ya no lo logran. Poca gente quiere esperar a que se agoten los 120 minutos reglamentarios de tiempo regular y tiempos extra para mirar el desenlace en penales de un partido de futbol, como vemos en las recientes ediciones de la Eurocopa y la Copa América. Hay diferencias muy importantes en el ritmo de vida actual y en las apetencias elementales de la gente que quizá son tan terroríficas como el hecho de ignorarlas o no asumir que hay nuevos patrones de vida. Los cambios de época o paradigmas sociales siempre han producido miedo, inquietud, indignación y nostalgia. Y tal vez no es para menos, pero los oleajes que nos llevan a otros puntos de ubicación son inevitables. Y además en no pocas ocasiones son deseables. Me entusiasman para crear.
“Dicho lo anterior, de manera personal intento escribir historias con técnica solvente y una mirada atractiva, que aspira a la empatía. He dado clases, impartido cursos y conferencias. Trato de entusiasmar a las personas en las artes y los temas que a mí me seducen y emocionan. Pero tampoco, en lo individual, podemos ser tutores de una sociedad en muchos sentidos amorfa a la que no le vemos un rostro definido y constante. La semana pasada en una gala musical celebrada en el Teatro del Palacio de Bellas Artes (que por cierto no agotó localidades) miraba que colegas periodistas se iban en el intermedio o incluso antes. Tenían material suficiente para armar la nota de un espectáculo que evidentemente no les interesaba. O sí, pero igual tenían que irse, quizá cansados de la jornada laboral, de cubrir tres o cuatro eventos en el día o porque se empaparon con la lluvia, camino al Centro Histórico y al otro día amanecerían enfermos. Como escritor de ficción uno no sólo imagina historias, sino que de hecho resiste lo más posible la tentación de juzgar de manera personal, porque desarrolla un mecanismo para intentar comprender las motivaciones o razones de quienes pueden llegar a ser detonantes de sus personajes, incluidos villanos, monstruos o bellacos. Sólo así encuentro que puedo hacerlos verosímiles y multidimensionales, a color y no en blanco y negro.
“Creo entonces en la pertinencia de políticas públicas que faciliten los proyectos culturales. Y no me refiero a becas o estímulos nada más, sino a mecanismos de fondo, de largo plazo y progresivos (alguien que jamás ha leído difícilmente se entusiasmará con James Joyce como primera lectura, y un melómano no entrenado tampoco lo haría con uno de los últimos cuartetos de Ludwig van Beethoven), para al menos tener la posibilidad de conocer y elegir de entre un amplio catálogo de actividades y productos culturales de diversas épocas entre las cuales podríamos invertir nuestro tiempo y desde luego nuestros recursos.
“Claro que hablar de políticas públicas culturales sería un tema enorme para deshebrar en esta gentil entrevista que me realizas. Recuerdo que, palabras más o menos, Roberto Bolaño dijo en alguna ocasión que podemos intentar hablar de literatura, de música, de deportes y demás, pero siempre terminaremos hablando de amiguismos, compadrazgos o corrupción. Eso en países como el nuestro. No obstante, los cambios de vida que he apuntado me parece que son desafíos globales. Y, en todo caso, también simpatizo con la idea de que la gente ocupe el tiempo (que es lo único que de verdad tenemos y gastamos) en lo que desee libremente, sin evangelizarla”.
“Tal vez los relatos de NSFW (No abrir en público) han logrado resguardarme de horrores y monstruosidades aún más demenciales”
—Tal vez Lovecraft sea uno de esos autores sumergidos en la monstruosidad social. ¿José Noé Mercado, con sus anotaciones literarias referidas a ese tema, busca o persigue señalar esta calamidad contemporánea?
—Me atrae el horror cósmico lovecraftiano en dos sentidos. En cuanto a no estar solos como especie en el universo inabarcable. Y en lo relativo a lo microscópico que puede ser un individuo (o su mente o su época o las que pueda concebir) para comprender los significados de la existencia, si se considera ese abismo de tiempo y espacio del que apenas si formamos parte.
“Sin embargo, de esas monstruosas nociones de terror estelar puede aislarnos y protegernos el comportamiento ético individual para recobrar el sentido de nuestras acciones cotidianas, que sin duda en algo contribuyen a la configuración social que vivimos y podemos palpar. Tal vez los relatos de NSFW (No abrir en público) y las criaturas que acechan o sobreviven en esas anomalías han logrado resguardarme de horrores y monstruosidades aún más demenciales. Confío en que eso también ocurra con los lectores y que disfruten la aventura desde que abran el libro”.
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Nota bene: publicado por Universo de Libros, con autorización reproducimos para los lectores de Salida de Emergencia uno de los relatos de NSFW (No abrir en público) / Diez relatos perturbadores, de José Noé Mercado: enlace.
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