Ibrahima Sylla: pilar de la producción musical africana
Julio, 2024
Nació en Costa de Marfil en abril de 1956 y falleció, convertido ya en uno de los mandamases de la música africana, en diciembre de 2013, en París, Francia. Fundador del sello Syllart Records, Ibrahima Sylla fue un músico de renombre internacional cuya producción y dirección musical definieron la música popular africana. De hecho, se ha llegado a comparar la importancia de su sello Syllart para la música de África Occidental con la que tuvo Fania para la salsa o Stax para el soul. En su revisión de los sonidos africanos, Constanza Ordaz se detiene en su figura.
En las entregas pasadas los compositores, músicos y cantantes han sido el centro de gravedad de esta columna musical. Sin embargo, han pasado discretamente, por atrás de tramoyas, los puntos de vista de quienes, a pesar de ataques y denuestos, reincidieron y siguen reincidiendo en hacer de la música una industria hecha y derecha, capaz de atraer divisas y dar empleo y seguridad a los artistas.
Esto, que parece ser una utopía lejana de alcanzar, hizo de Ibrahima Sylla (1956-2013) un personaje digno de los peores vituperios, pero también de grandes reconocimientos por su visión de un nuevo profesionalismo y la aparición de la música moderna en el continente africano, según nos lo expone el libro La música es el arma del futuro (Fifty years of African Popular Music, Frank Tenaille, Editorial Lawrence books, Chicago, 2002).
¡Malditos productores zánganos!
Maldecir a los productores ha sido siempre el deporte preferido de los músicos de todos los continentes, pero los africanos tienen una particular justificación por su letanía de impagos y explotación. Por eso siempre han intentado cobrar por adelantado sus grabaciones, incluso prescindiendo de los derechos de autor.
Ibrahima Sylla, quien empezó a producir en 1980, procuró unas relaciones de mayor confianza con sus músicos. Él decía: “Hay un mal espíritu que reina en África. El cantante te dice: ‘Aquí está mi producto, quiero tres briques por ello [en el pasado equivalía a unos 110 dólares estadounidense]. Después, haz lo que quieras, si vendes mil o cincuenta mil discos, ése no es mi problema’. Todo el dinero de la producción se paga al artista, de modo que, ineludiblemente, baja la calidad y no se vende el disco. El cantante tiene que entender que eso es malo para su carrera y que no debe dejar toda la responsabilidad al productor”. Este nuevo profesionalismo reportó desde entonces grandes beneficios discográficos y, en el pasado, Sylla fue el principal productor africano.
La obra de Sylla se caracterizó por la realización de unos arreglos modernos aplicados a una base tradicional, normalmente grabados en Abidjan (capital de la Costa de Marfil) o, cuando lo permitía el presupuesto en ese entonces, en París. Sylla consideraba que su papel era “hacer aperturas” en la música “para que otros oídos la aceptaran”. Sin embargo, muchos fueron los músicos que acusaron a Sylla de indiferencia hacia los mercados extranjeros, en favor de un rendimiento instantáneo en los africanos en esos tiempos. Pero su empeño en el mercado africano potenció la aparición de una auténtica música moderna, que, a su vez, llamó la atención de los aficionados europeos.
Inconfundible firma musical
En el pasado, Sylla tuvo garantizada la distribución regular de algunas obras por la compañía británica Stern’s, mientras que sus casetes y discos africanos se vendían en tiendas parisienses, incluso algunas de familiares de él, como lo era Africassette de su hermano menor, ubicada en la famosa Rue Doudeauville, 18e.
En 1995, destacaron los estrenos europeos del veterano senegalés Mansour Seck, de su joven compatriota Coumba Gawlo, y la primera grabación de Zaïko Langa Langa.
Nacido en Costa de Marfil en abril de 1956, Ibrahima Sylla falleció en diciembre de 2013, en París, Francia. Para entonces, la firma de Sylla como productor musical era inconfundible.
La obra de Sylla debe ser evaluada como demostrativa de los alcances que puede lograr un productor de buena voluntad, cuando está de por medio la difusión de la música y la protección de los creadores. Hicieron falta y hacen falta hasta la fecha muchas de estas figuras, en la hostilidad y el Inframundo, del medio musical mexicano.