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Cartita memoriosa para Nacho

Ensayista, cronista, crítico literario, antólogo y narrador, Ignacio Trejo Fuentes falleció el pasado 30 de mayo

Junio, 2024

El pasado 30 de mayo, a los 68 años de edad, partió de este mundo el escritor y crítico Ignacio Trejo Fuentes. En redes sociales, amigos e instituciones pronto compartieron la noticia y lamentaron el hecho. A través de su cuenta en X, el INBAL lamentó la muerte y reconoció en Trejo Fuentes a alguien que impulsó fervientemente el quehacer literario en jóvenes generaciones. El instituto agregó: “En sus libros supo combinar la ficción, la autobiografía, el cuento y la crónica para ofrecer a sus lectores su visión de la realidad”. Cronista, ensayista, crítico literario, antólogo y narrador, Nacho se convirtió en una figura clave en el mundo literario mexicano, pues colaboró en varios de los más importante diarios, suplementos y revistas del país. Como él mismo lo dejó escrito: “Desde 1978 he publicado, por lo menos, un artículo o reseña literaria o entrevista en distintas publicaciones”. Nacido en Pachuca, Hidalgo, en 1955, Ignacio Trejo Fuentes estaba a una semana de cumplir 69 años. Para recordarlo y a manera de despedida, el director de Cofradía de Coyotes, Eduardo Villegas Guevara, ha recuperado el siguiente texto que acompaña a El ingenioso de Hidalgo / La reseña y la crítica literaria, un libro-homenaje que su sello le dedicó a Nacho.

Hagamos una sencilla plaqueta para Ignacio Trejo Fuentes, acordamos Rolando y tu servidor, con las notas que generosamente has dedicado a varios de tus amigos. Empezaremos con los maestros de la Universidad Autónoma Chapingo y hasta dónde lleguemos; con el único objetivo de recordar nuestra larga y vieja amistad, así como celebrar tu cumpleaños. Entre los cuates te llamamos “El ingenioso de Hidalgo”, por aquella revista que propusiste y por tus orígenes. Pronto se apuntaron Arturo Trejo Villafuerte, Miguel Ángel Leal Menchaca y Edgar Escobedo, con dineros, textos y recuerdos; un libro, por más pequeño que sea, no se hace con sólo una buena intención. Con esas reseñas, además de celebrar tu generosidad, podríamos ofrecer un buen ejemplo a los alumnos de literatura de cómo leer y expresar una certera opinión. Así recopilamos nuestras reseñas y tus opiniones sobre la crítica literaria. Pero de repente extrañamos a los demás amigos con los cuales hemos convivido, querido Nacho; por ejemplo, dos maestros de la UAM Azcapotzalco, como lo son José Francisco Conde Ortega y el finado Severino Salazar. Con ellos convertimos las noches en verdaderos seminarios literarios en torno a las mesas de algún Centro Dionisiaco. Algunos sitios (como La Noche Buena, El Montmartre, La Cucaracha, El Mariscala o el Lobo Estepario y demás) siempre fueron muy concurridos en torno a tu persona: vivir la literatura contemporánea de esta manera ha sido una riqueza invaluable, para todos nosotros. Recordarás, querido Nacho como los asistentes, salvo El Genio de la Botella, todos queríamos lucirnos pagando la próxima botella para los cuates, donde se encontraba gente como Francisco Cervantes y Raúl Rodríguez Cetina y un largo etcétera. Así que decidimos incluir otros cuantos nombres de amistades profundas, cuyos libros tú leíste y de los cuales has dejado formidables reseñas.

Luego recordamos los textos, querido Trejo Fuentes, que has escrito sobre tus maestros, aquellos que terminaron siendo tus amigos. Muchos de nosotros tomamos clases con ellos y nos apadrinaron en muchas cosas de la vida. Nos sujetaron en la rueca de la literatura mexicana para siempre con sus maravillosos ejemplos: las lecturas serias y profundas, las horas en la mesa de trabajo, sin perder el sentido del humor ni el gusto por el buen trago: por eso están aquí René Avilés Fabila, Guillermo Fernández, Raúl Renán, Gustavo Sainz, Miguel Ángel Granados Chapa, Óscar Cossio y un “Gringo entrometido”. Nos faltan desde luego Alí Chumacero y Francisco Cervantes, pero fueron poetas y no los reseñaste. Pero tenemos —vivito y coleando— a don Gonzalo Martré, tu paisano tan ninguneado, tan ilustre como don Gabriel Vargas, el padre de La Familia Burrón, al que tanto admiras.

Sí, querido Nacho, faltan muchos autores y libros que has comentado sin más pretensión que darlos a conocer y de orientar nuestras lecturas en el amplio y sólido panorama de la creación narrativa. Por ejemplo, faltan aquellas líneas extraordinarias sobre nuestra querida y admirada María Elvira Bermúdez, o sobre las novelistas Silvia Molina y María Luisa Puga. Y vas a extrañar los centenares de autoras y autores noveles, por quienes fuiste apostando y que, con verdadero ojo crítico y sentido de solidaridad, consolidaron sus obras. Faltan muchos temas y libros que has releído y estudiado con seriedad, gusto y placer. Pero, este librito es sólo un primer abrazo que te entregamos de inmediato, por aquello de que se nos vaya el metro y no alcancemos a celebrarte, por tantas lecturas, por tanta risa que han convertido tu nombre en sinónimo de generosidad. Mientras Arturo Trejo Villafuerte junta nuestras aportaciones monetarias para cubrir la cuenta, hasta de aquellos que no cooperaron, yo le digo al poeta Rolando Rosas Galicia: “Vámonos, Rolex, porque la estación Bellas Artes cierra diez minutos antes de las doce y después no podremos llegar al lejano oriente”. Presurosos nos acercamos al metro, después de abrazarte y expresarte nuestro más sincero afecto.

Un canon de excelencia en la narrativa mexicana
[Cuarta de forros del libro El ingenioso de Hidalgo]

El ingenioso de Hidalgo / La reseña y la crítica literaria de Ignacio Trejo Fuentes es una breve muestra de lo que una lectura inteligente puede hacer con los autores y con sus obras: recomendar con pasión alejado del mercantilismo, vislumbrar hasta los aciertos más callados de los autores, abrir los libros de los autores noveles sin prejuicio alguno, volver a los autores clásicos para vislumbrar nuevas realidades y hermanar a las obras que parecieran haber nacido huérfanas… El oficio de crítico literario, ejercido a través de toda una vida, ha ido opacando sus demás HABILIDADES literarias, porque Trejo Fuentes cultiva con maestría y destreza tanto la crónica como el cuento, pero su capacidad de análisis es un don que muchos celebramos. La puntual lectura de las novedades que llegan a sus manos (no aquellas de los escaparates), casi siempre de mano de sus autores o bien de algunas editoriales universitarias que saben lo que editan, le han permitido a Ignacio Trejo Fuentes establecer un canon de excelencia en la narrativa mexicana (no reseña libros de poesía, a pesar de tener excelente poetas amigos suyos ni hace crítica cinematográfica de la que tiene un chiste mordaz sobre ese oficio): la literatura que está viva y cuyos autores van desarrollando su oficio sin más compromiso que su propias obras y labrando propio destino en el polifacético panorama de las letras nacionales.  (Eduardo Villegas Guevara)

Ignacio Trejo Fuentes (derecha) junto al periodista Ernesto Herrera, en una imagen de 2017. / Foto: UAM

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