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Asombros y sortilegios: la Ciudad de México de Jermán Argueta

Es cuentero, antropólogo, escritor, poeta, fotógrafo. Ha ejercido como periodista cultural desde 1986, y en 1996 fundó (y desde entonces dirige) la revista Crónicas y Leyendas Mexicanas. Pero, sobre todo, Jermán Argueta es —como escribió el ensayista y poeta Vicente Quirarte— “un cronista heterodoxo de nuestra ciudad. Su heterodoxia nace desde la ortografía de su nombre y la pasión amateur —de auténtico y desinteresado amador— con la cual realiza cada una de sus empresas”. Y sí. Autor de un par de poemarios y libros de crónicas, ahora suma a su currículum el libro Asombros y sortilegios de la Ciudad de México / Fotos de amaneceres, lunas y otros instantes. En uno de los prólogos, el escritor Sergio Vicario apunta:

Con la fotografía de Jermán Argueta se redescubre la ciudad; es la mirada ave, la mirada hormiga, de gato; la mirada del hombre o del ilustre bardo que canta, evoca, o nos recuerda a la otrora conocida, la Muy Noble, Insigne, Muy Leal e Imperial Ciudad de México, según la cédula real que en 1548 le otorga ese título.

Entonces uno le acompaña y evoca: “y aquella calzada tan derecha por nivel cómo iba a México, nos quedamos admirados, y decíamos que parecía las casas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cues y edificios que tenían dentro del agua”, escribió Bernal Díaz del Castillo. Sí, es la Ciudad de Artemio del Valle Arizpe, la de Bernardo de Balbuena, Salvador Novo; la Ciudad diablo, la de la Declaración de odio del poeta Efraín, la de los palacios de Tovar y de Teresa; aparece y desaparece por instantes los prodigios, como el poemario de Antonio Castañeda.

Este nuevo libro de las fotografías de Jermán Argueta no son sino un testimonio donde el color irrumpe con tremenda fuerza. Es el cielo enardecido como tizón ardiente o la majestuosidad del volcán Iztaccíhuatl; es el bufido del Pegaso broncíneo en la noche taciturna o las calles inundadas vueltas espejo de una ciudad virreinal, cosmopolita, y no obstante, ancestral.

Él es paciente, pero aún con ello ha hecho innumerables tomas para ofrecernos una delicada selección. Jermán deambula entre el amanecer y la noche o incluso detrás de la lluvia para registrar visos luminosos de tiempo y simbolismo; a fin de cuentas, narra una breve historia de luz, sombra y color; entonces propone otra ciudad, es un espacio recreado por él mediante la lente de su cámara. Aparecen noches en alto contraste que evocan otras noches allende el mar, en alguna zona del oriente milenario y su media luna como sonrisa del gato Cheshire en la novela de Alicia en el país de las maravillas; camina por las azoteas, como un gato, sutil y misterioso cuyo paso evoca el andar de fantasmas trashumantes.

Esta colección de imágenes trasciende la ciudad bullicio y del hacinamiento de la vendimia, se re-dignifica, es un sueño amable donde la luz novicia evoca la flama trémula en una noche de piedra, de Sor Juana.

Jermán Argueta en su libro Asombros y sortilegios de la Ciudad de México / Fotos de amaneceres, lunas y otros instantes nos invita a disfrutar y a reconocer.

Con autorización, reproducimos algunas imágenes del nuevo libro de Jermán Argueta en las paredes virtuales de nuestra ‘Galería Emergente’.


Con prólogos de Hermann Bellinghausen y Sergio Vicario, respectivamente, la curaduría de Diana Correa y el diseño editorial de Araceli Ordaz, Asombros y sortilegios de la Ciudad de México, de Jermán Argueta, ya está disponible en librerías Educal y directamente con el autor, vía Facebook.

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