Mayo, 2024
Mayo, 2024
Se celebra en gran parte del mundo en diferentes fechas del año, dependiendo del país, cultura y nación. En México, por ejemplo, la celebración del Día de las Madres empezó en 1922, según informa un boletín del extinto Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; aunque otras fuentes sitúan el primer día de la madre mexicano en Oaxaca en 1913. Mientras nos ponemos de acuerdo, Víctor Roura ha querido sumarse a la celebración con estos dos breves relatos.
Las muñecas tienen mucha hambre
¡Cómo se me antoja una taza de té!, dijo la mamá, y la hija, con rapidez, fue a buscar en su baúl de juguetes sus tacitas y sus platos y ya estaba preparando, aprisa, un tecito a su madre, que lo recibió encantada, e hizo como que se lo tomaba deliciosamente.
—¡Pero está muy caliente! —dijo la madre, de pronto.
La niña metió la tacita, entonces, a su refrigerador, pequeñito, de madera para enfriarlo, y luego se la volvió a dar a su madre, que hizo como que se tomaba ese té deliciosamente.
—¡Pero ahora está muy frío! —dijo la madre, de repente.
Y la niña le dijo que mejor se fuera a hacer uno de verdad, pues ella en ese momento tenía que servir la leche a sus muñecas.
—Están hambrientas, ¿no las ves? —dijo a su madre, que las miró, a las cinco muñecas, sentaditas al filo de una silla—, y si yo no les doy de comer pueden desmayarse.
Y una muñeca, sin que la niña la empujara, se cayó en ese instante, y luego otra, y luego otra, y al rato las cinco ya estaban tiradas en el suelo.
“Vaya que tienen hambre las pobres”, se dijo la madre y se fue a la cocina a prepararse un té de verdad.
La tamalera
Como a la niña le habían tocado los tres muñecos en la rosca de reyes (que ocultaba justamente tres muñecos, no más) tenía que repartir hoy, Día de la Candelaria, los tamales, pero no sabía qué hacer porque cuando fue a revisar su alcancía en forma de pavo real se dio cuenta de que no tenía un solo quinto (las monedas las ocupó en comprarse tres ricas paletas de chocolate).
Se armó de valor, entonces.
Fue con su mamá a decirle que no sabía cómo solucionar el problema.
La mamá le dijo que no se preocupara, que ella le ayudaba a cocinarlos. No faltaba más. Las dos se fueron corriendo a la cocinita de juguete y comenzaron el arduo procedimiento de la elaboración de los alimentos.
Más tarde la niña les servía los tamales a sus muñecas que los comieron disfrutándolos mucho al ritmo de una canción que la niña bailó mientras ellas degustaban los manjares en sus diminutos platos.