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Gutierre Tibón, un cuarto de siglo después

El origen de las palabras

Mayo, 2024

Nació en Italia en julio de 1905 y murió en México en mayo de 1999, país al que llegó en 1940 y que ya no abandonaría. Ensayista, narrador y poeta, Gutierre Tibón se enamoró de este país, el cual recorrió y del que fue un incansable estudioso. Inquieto, sabio y erudito, escribió extensamente sobre temas de identidad cultural, mezclando las ideas de la antropología, la lingüística, la psicología, la filosofía, la etnología, la sociología y la ciencia política. No había tema que se le negara, de ahí que en su momento el historiador Álvaro Matute le llamó el Humboldt de su época, mientras Alfonso Reyes lo definió como un curioso buceador en temas inhóspitos de México. Todavía muy presente dentro de la academia sobre todo en temas lingüísticos y filológicos, en este 2024 se conmemoran 25 años de su partida. Víctor Roura aquí lo recuerda.

A Gutierre Tibón (Italia, 16 de julio de 1905 / Cuernavaca, 15 de mayo de 1999) no le importaba el “estilo” literario. Investigador acucioso, escribía desaforadamente sobre cualquier tema, porque tampoco, en ese sentido, puede afirmarse que era un escritor académico o científico. Ni una cosa ni otra. Ni literato ni magistrado. Tibón era un empecinado solitario de las letras. Por consiguiente, dejó medio centenar de libros “desestilizados” que lo mismo se refieren al misticismo que a los mitos aztecas, a la arqueología que a la lingüística, a la etimología que al concepto turístico. Tibón, en ese su afán desmedido por indagar sobre las cosas, arremetía contra todo descuidando el elemento “literario”. Importaba el tema, no cómo lo abordara. Pero de entre los innumerables tratados que desglosaba, sin duda el que dominaba era el de los orígenes de las palabras. Escucharlo hablar sobre los significados de tal o cual vocablo era una delicia. Arrebatado profesor de la semántica, Tibón era, sí, un intolerante en los temas que dominaba. Ni modo. Su entusiasmo lo rebasaba. Una vez, el maestro Tibón tuvo un problema con la sección cultural de El Financiero, que un servidor dirigía. Negaba el contenido de una entrevista. Envió una rabiosa carta para negar lo que, finalmente, él había declarado. Sus palabras estaban fielmente reflejadas en el cassette de la entrevista. Lo incomodaba su propia arremetida contra la academia de las letras. Una y otra vez decía que no había dicho lo que sí había dicho. La última vez que hablé con él insistía en que la entrevista, realizada por Carmen García Bermejo, era falsa, pero yo ya había oído, directamente del cassette, sus declaraciones y estaban fielmente reproducidas. Le hice ver la situación, pero negaba el hecho, intolerantemente. Me rendí. Dije que publicaríamos su carta de aclaración, aunque yo supiera que era una impostura su precisión. Nunca más volvimos a hablar. El maestro realmente se encolerizó por nuestro trabajo periodístico, al grado de que le dijo a Carmen García Bermejo que, a partir del resultado “negativo” de su entrevista, jamás volvería a dar ninguna otra, cosa que cumplió hasta el día de su infortunada muerte. Así de apasionado era el maestro Tibón.

Hoy quiero recordarlo, en sus propias palabras, con una pequeña muestra de su infatigable labor de investigación. Los fragmentos son tomados de su libro Aventuras en México (Diana, 1983):

⠀⠀1. Aguascalientes, decía el sabio etimologista Pero Grullo, debe su nombre a las aguas calientes, es decir: a las fuentes termales que abundan en sus alrededores.

⠀⠀2. Baja California, el brazo derecho de México. Esto parece un descubrimiento maravilloso. Pero, ¿se justifica, en realidad, la figura poética? ¿Cómo puede ser el brazo derecho una región tan escasamente habitada y, por consiguiente, de modesta importancia económica?

⠀⠀3. Dicen que en Campeche nació una costumbre que conquistó al mundo entero: la de mezclar vinos y licores, creando bebidas nuevas, con una sorprendente variedad de aromas.

⠀⠀4. ¿Y quién es el bizarro soldado español que se detiene en ese ameno valle de tierra templada, cerca de un pequeño salto de agua: esto es, de un Saltillo? Es el capitán Alberto del Canto, fundador de la ciudad.

⠀⠀5. En Chiapas sobrevive la América antigua al lado de la América ultramoderna.

⠀⠀6. Chihuahua. ¿Cuál es el significado de esta extraña palabra, que en Inglaterra oí pronunciar, con toda la buena fe del mundo, Chaijuajúa? Es alteración del azteca Cihuahua, contesta el nahuatlato, y quiere decir: “Donde tienen mujeres”. En cambio, el estudioso del rarámuri, la sonora lengua de los tarahumaras, sostiene que Chihuahua significa “lugar de fábricas”.

⠀⠀7. El martes salí de México rumbo a Nueva York [en el año de 1937]. Nueve personas se despidieron de mí en el aeropuerto, y cada una de ellas me abrazó dándome cordiales palmadas en la espalda. Yo no conocía la costumbre de los abrazos entre hombres, y creí que se trataba de muestras de una amistad particularmente honda y fraternal, lo que me turbó hondamente. ¡Qué corazones, qué sensibilidad tienen los mexicanos!, me decía con un nudo en la garganta.

⠀⠀8. ¿Qué significa Durango? Debemos la interpretación de esta palabra al sabio de Torreón, Juan Adarraga: Durango, en vasco antiguo, es una “vega con agua, algo extensa, entre alturas”. Son características, precisamente, del río que baña el Duranguesado, en España.

⠀⠀9. Hidalgo, noble, ilustre, generoso, “hijo de algo”: he aquí lo que quiere decir el nombre del estado que se identifica con el Padre de la Patria.

⠀⠀10. En un canto que los indios coras conservan aún, se oye la mística voz de su antiguo rey-sacerdote Nayarit: “El culto de los dioses es el alimento del alma, como el aire es el alimento del ser que nace”. El recuerdo del rey divinizado perdura y perdurará en las generaciones futuras, gracias a su nombre, que se ha vuelto el del actual estado de Nayarit. Nombre genuinamente cora, y que debe hacernos recordar con cariño a los descendientes de los nayaritas precortesianos, los coras y los huicholes que todavía moran en la meseta del Nayar.

⠀⠀11. Sinaloa. No es palabra náhuatl, sino de una lengua hermana, la cahita, y significa “pitahaya redonda”. La tribu indígena de los sinaloas dio su nombre a un río, a una ciudad y por ende al actual estado.

⠀⠀12. Sonora: ¿de dónde viene esta sonora palabra? ¿De las piedras resonantes que se encuentran en el Cerro de la Campana, en Hermosillo? Hay quien opina que deriva más bien de sonoc, que en lengua ópata significa “hoja de maíz”. Otros dicen que, cuando Álvar Núñez Cabeza de Vaca enseñó a los ópatas el culto de Nuestra Señora de las Angustias, el valle y el río fueron llamados “de Señora”. Los indígenas no podían pronunciar la ñ y dijeron Senora y luego Sonora, por la influencia de su nombre tradicional sonoc.

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