«Extraña forma de vida»: una nueva lectura del western en tono queer
Noviembre, 2023
Más allá de sus características esenciales, el western en el cine siempre ha estado ocupado en mantener y esgrimir la ortodoxia heterosexual masculina. Pero para los tiempos actuales, bien conviene actualizar el código. Y es aquí donde el cineasta Pedro Almodóvar, por medio de su nuevo cortometraje, demuestra que incluso en un género donde parece que ya todo está dicho, éste aún es capaz de admitir nuevas lecturas, escribe aquí Alberto Lima.
Extraña forma de vida (Strange Way of Life)
película de Pedro Almodóvar,
coproducida por España y Francia,
con Ethan Hawke, Pedro Pascal, George Steane,
Pedro Casablanc, Sara Sálamo. (2023, 31 min).
Más allá de sus características esenciales —entiéndase: culto al heroísmo, sentido de la justicia, la aventura a granel—, el western en el cine siempre ha estado, por antonomasia, ocupado en mantener y esgrimir la ortodoxia heterosexual masculina. Pero para los tiempos actuales, bien conviene actualizar el código, y es aquí precisamente donde el cineasta Pedro Almodóvar (Castilla-La Mancha, 1947), por medio de un cortometraje, comprende con justeza el momento y demuestra que incluso en un género donde parece que ya todo está dicho, éste aún es capaz de admitir nuevas lecturas.
Al pueblo de Bitter Creek arriba el maduro expistolero Silva (Pedro Pascal) para reencontrarse, luego de 25 años, con el también maduro y respetable alguacil local Jake (Ethan Hawke), bajo el pretexto de que en el lugar hay un buen doctor para tratarle un problema de espalda que lo aqueja. Ante la sorpresa y el regusto del encuentro, el alguacil convidará al expistolero a cenar estofado en su casa en donde, entre bocado y bocado y trago y trago, evocarán un pasado cuyo momento culminante se dio durante 60 días en México, y concluirán la noche con un elíptico encuentro sexual entre ambos caballeros. Sin embargo, al día siguiente, Jake inquirirá a Silva acerca del verdadero motivo de su inesperada visita, e inferirá que tiene que ver con la sospecha por asesinato de la cuñada viuda del alguacil a manos del hijo de Silva, Joe (George Steane). Al cabo de una nueva ruptura y subsecuente búsqueda del sospechoso por el alguacil, precipitará el encuentro climático encargado de repartir los destinos correspondientes de los tres personajes.
Con Extraña forma de vida Almodóvar firma un guión sobrio, de robusta plenitud literaria, para entregar entonces un cortometraje cuyo relato deviene en una estilización atildada del amor entre machos, capaces de trascender las ligaduras de la amistad y el sexo, y consolidar una mirada propia del clásico western estadounidense que se emparenta indudablemente con la única cinta similar en su tipo, como lo es Secreto en la montaña (Lee, 2005), para buscar con ello un estadio amatorio que aspira a una pureza varonil hasta donde ésta sea posible de lograr, alcanzar.
Así como Woody Allen reinventó su carrera y de 2005 a 2014 filmó en Europa ocho películas de todos colores y sabores, el madurísimo Almodóvar recurre al cortometraje en inglés para revelar atisbos de la nebulosa condición humana, basándose en la estructura básica del cuento literario: una anécdota, pocos personajes, final abierto. Si en su corto previo La voz humana (2020) actualizaba el monólogo de Jean Cocteau con el breve drama de esa mujer rota desintegrándose en un departamento artificial con earbuds y celular, mientras se vaciaba emocionalmente a un inmostrable amante de sexo indefinido, para el cortometraje de vaqueros opta por el subterfugio para intentar recuperar un deseo pasado —recreado en un flashback decididamente plástico— y salvaguardar al mismo tiempo, y a toda costa, la vida del hijo canalla que desembocará en el arquetípico duelo a balazos próximo al final entre los tres hombres, con desenlace inesperado incluido.
En los aportes almodovarianos para descoyuntar el pesado género del western destacan la destellante chamarra verde Saint Laurent que al inicio porta Silva, mientras resuena la melodía fado de donde Almodóvar toma prestado el título de su corto “Estranha forma de vida” —original de la cantante portuguesa Amália Rodrigues e interpretada aquí por Caetano Veloso—, además de la delicada disposición de la ropa interior de Jake en su cómoda y como siempre bellamente fotografía encargada al habitual José Luis Alcaine, para rematar con ese prolongado plano de los créditos finales con los caballos en el corral que auguran el nuevo derrotero a seguir de los amantes reencontrados.