Agosto, 2023
En México, la ley otorga a las mujeres trabajadoras que están en periodo de lactancia el derecho a tomar dos reposos extraordinarios por día, de media hora cada uno, para alimentar a sus hijos, en un lugar adecuado e higiénico que designe la empresa, hasta por el término máximo de seis meses. Pero, como advierte la OMS, sólo el 20 por ciento de los países exigen a los empleadores que ofrezcan a las empleadas pausas remuneradas e instalaciones para la lactancia o la extracción de leche. Ahora que se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna, del 1 al 7 de agosto, Salida de Emergencia recupera una charla con Elsa Fernanda Chávez Alabat, impulsora de la primera sala de lactancia de la Universidad Autónoma de Querétaro.
QUERÉTARO, Qro.
Esta historia bien puede comenzar el día en el que Elsa Fernanda Chávez Alabat hizo una pausa en su jornada laboral y se dirigió al baño con el propósito de extraerse un poco de leche materna. Ella trabaja, desde hace algunos años, para la Facultad de Ciencias Naturales (FCN) de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Su objetivo era almacenar el alimento necesario para uno de sus dos hijos, quien tenía poco tiempo de haber nacido. Pero algo distinto ocurrió ese día: junto a ella, en el baño, estaba una estudiante de doctorado practicando el mismo ritual.
Así que ambas comenzaron a platicar y a intercambiar experiencias acerca de la incomodidad de tener que extraer la leche para sus respectivos hijos en un baño público. Al salir de aquel sitio, Fernanda Chávez decidió que las cosas tenían que cambiar. ¿Por qué debían estar las madres realizando malabares en el baño para guardar el alimento que requieren sus hijos? ¿No deberían contar, acaso, con un sitio más apropiado, cómodo y privado para conseguirlo?
Fue de este modo como Fernanda Chávez —al lado de la profesora e investigadora Karina de la Torre Carbot— propuso la creación de la primera sala de lactancia de la UAQ, la cual funciona desde finales de 2021 dentro de la Clínica Universitaria de Nutrición Carlos Alcocer Cuarón, en el Campus Juriquilla de la FCN. Y, por fortuna, no es éste el único lactario con el que cuenta la UAQ: hace justo un año, en agosto de 2022, fue inaugurada una segunda sala de lactancia en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de la Facultad de Filosofía.
En México predomina un ambiente hostil a la lactancia
Una sala de lactancia es un lugar en el que las madres lactantes pueden amamantar o extraer su leche en el centro de trabajo, almacenarla adecuadamente y, al término de su jornada laboral, llevarla a su casa para alimentar a su bebé. Por lo tanto, es pertinente aclarar de una vez que, aunque una de las líneas de investigación de la doctora Karina de la Torre Carbot en la FCN es, precisamente, la de “Lactancia materna y composición de leche”, ninguna de las salas de lactancia de la UAQ tiene propósitos académicos o de investigación.
Se trata, exclusivamente, de contar con sitios confortables, acogedores y privados a los que pueden acudir tanto el personal docente y administrativo, como las estudiantes y cualquier otra mujer en periodo de lactancia que se encuentre en las instalaciones de ambas facultades. Sólo es necesario registrarse en la bitácora y cumplir el reglamento interno, donde se solicita, entre otras cosas, llevar los insumos necesarios para realizar la extracción, contar con los recipientes adecuados para almacenar la leche materna y tener una hielera para conservar el producto en buenas condiciones con el propósito de transportarlo de forma segura.
Si bien una sala de lactancia puede brindar mayor confort a una mujer cuando amamanta a su bebé, es verdad que no tendría por qué sentirse obligada a buscar un sitio especial para hacerlo. No obstante, según el Programa Universitario de Estudios Sobre la Ciudad (PUEC), de la UNAM, el medio en el que se desarrollan y viven las mujeres en nuestro país suele ser hostil a la lactancia.
Entre las causas que propician este ambiente adverso están, según el PUEC, la falta de apoyo u orientación a las madres; la separación inmediata del recién nacido de la madre; el alto número de nacimientos por cesáreas; la prácticas de marketing poco éticas de la industria productora de fórmulas infantiles; las políticas laborales que no protegen ni promueven la lactancia; y el poco involucramiento de los hombres, ya que socialmente sigue predominando la idea de que se trata de una responsabilidad exclusiva de las mujeres.
Por si todo lo anterior fuera poco, Fernanda Chávez recuerda, desde su experiencia como madre de dos hijos, que para muchas mujeres sigue siendo incómodo amamantar en público. Aunque confiesa que ella nunca dudó en hacerlo, reconoce que era inevitable sentir miradas que la incomodaban. Y aunque muchas mujeres optan por cubrirse mientras amamantan para evitar cualquier problema, ella no le daba mucha importancia a eso. “Me preocupaba mucho más que la gente me viera la panza”, dice mientras sonríe divertida.
—¿Cómo es posible normalizar la lactancia materna en espacios públicos? —le pregunto.
—Pues así: practicando la lactancia en público —afirma—. Y a quién le moleste, que se voltee o que se tape los ojos. ¡Yo no tengo por qué taparme!
Sólo leche materna en los primeros seis meses de vida
Con el lema “Amamantar y trabajar: ¡hagamos que sea posible!” la Organización Mundial de la Salud (OMS) celebra, del 1 al 7 de agosto de este año, la Semana Mundial de la Lactancia Materna, pues, como apunta esta instancia internacional, “más de quinientos millones de mujeres trabajadoras no se benefician de medidas de protección de la maternidad esenciales en la legislación nacional”. Y es que apenas el 20 por ciento de los países exigen a los empleadores que ofrezcan a las empleadas pausas remuneradas e instalaciones para la lactancia o la extracción de leche. Y más alarmante aún: menos de la mitad de los menores de seis meses se alimentan exclusivamente de leche materna.
En México, según la Ley Federal del Trabajo (Artículo 170), durante el periodo de lactancia las mujeres tienen derecho —hasta por el término máximo de seis meses— a tomar dos reposos extraordinarios por día, de media hora cada uno, para alimentar a sus hijos, en un lugar adecuado e higiénico que designe la empresa, o bien, cuando esto no sea posible, previo acuerdo con el patrón se reducirá en una hora su jornada de trabajo durante el periodo señalado.
Y estos dos periodos de 30 minutos tienen su razón de ser, según nos explica Fernanda Chávez, licenciada en Nutrición, maestra en Educación y formadora en lactancia certificada por la Asociación Profesional de Parto y Posparto Latinoamérica (CAPPA, por sus siglas en inglés):
—Si una mujer que está en periodo de lactancia no hace ninguna extracción durante su jornada de ocho horas de trabajo, la producción de leche se va para abajo. Lo recomendable es extraer en los tiempos aproximados en los que come un bebé (cada 2-3 horas). Esto quiere decir que en esas ocho horas la mujer podría realizar dos o más extracciones. Con ello se cumplen dos propósitos: obtener la cantidad de alimento que nuestro bebé va a tomar al día siguiente y seguir manteniendo la producción.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, la tasa de lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses aumentó en los últimos años, pues pasó de 14.4 por ciento en 2012 a 28.6 por ciento en 2018 para llegar a 35.9 por ciento en 2021. Con todo y ello, México sigue teniendo uno de los porcentajes de lactancia más bajos del mundo, ya que menos de cuatro de cada diez niños reciben leche materna como alimento exclusivo antes de los seis meses.
Peor todavía: una investigación de 2016 en la que participó el doctor Marcos Arana, del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición Salvador Zubirán, reveló que Chiapas es la región del planeta donde más se bebe Coca-Cola. En declaraciones a BBC Mundo, el doctor Arana afirmó entonces que en ese estado del país al 3 por ciento de los niños menores de seis meses sus madres les dan Coca-Cola, justo en un momento en el que sólo deberían tomar leche materna.
Ante esta información, Fernanda Chávez no duda en señalar que los organismos más importantes de salud en México y el mundo indican que la leche materna debe ser el alimento exclusivo para el bebé al menos durante sus primeros seis meses de vida:
—Esto quiere decir: no agua, ni siquiera una gota, no tés, no atoles, no juguitos industrializados y, claro, mucho menos refrescos. ¡Nada! Sólo leche materna. Luego de estos seis meses, los alimentos serán complementarios a la leche materna por lo que la lactancia podrá extenderse más allá de los dos años, si la mamá y el bebé lo desean.
Sí: leche materna hasta los dos años (o más). Así que no es descabellada aquella portada de la revista Time que causó polémica, en la que se ve a una modelo amamantando a su hijo de tres años. Claro, en nuestra cultura resulta algo atípico, pero hay grupos en los que las mujeres continúan amamantando a sus hijos hasta que cumplen seis o siete años.
—Tengamos por seguro —dice Fernanda Chávez— que, de ser así, el niño no se verá afectado en ningún sentido. Es muy importante empezar a ver la lactancia como algo normal. Es un fenómeno que, como sociedad, vivimos a diario y del cual creemos saber, pero si nosotras mismas como mujeres no vemos a otras mujeres amamantando, ¿cómo vamos a aprender? La lactancia materna es algo tan vulnerable que debemos de protegerlo.
¿Cerveza y atoles para que “baje” más rápido la leche?
La lactancia materna no es sólo “una forma inigualable de facilitar a los niños pequeños el alimento ideal para el crecimiento y desarrollo correcto”, además de protegerlos de enfermedades crónico-degenerativas, como señalan la OMS y la UNICEF, también es importante para la mamá, pues el contacto piel a piel genera un vínculo insustituible con su bebé y la hace sentirse no sólo más segura, sino que también reduce el estrés.
—Los guantecitos y los gorritos del bebé son muy bonitos —dice Fernanda Chávez—, pero dejemos que el bebé toque directamente la piel de la mamá. Al amamantarse el bebé tiene sus cinco sentidos en alerta. Los recién nacidos todavía no tienen la visón clara y definida como nosotros los adultos, así que se guían mucho por el olfato y por el tacto. Cuando el bebé escucha el corazón de mama, también se tranquiliza.
Claro, no faltará la abuela o la tía que exigirán a la madre primeriza no cargar demasiado al bebé porque “se embracila”. Pero no hay nada más falso. Sin embargo, perviven muchos mitos alrededor de la lactancia. Por ejemplo, se cree que las mujeres de pechos grandes serán capaces de producir más leche, sin tener en cuenta que los senos no son propiamente un almacén de leche.
En un artículo de 2019 publicado en Journal of Nursing and Health, el equipo liderado por el investigador Pedro Javier Mota Castillo recoge mitos como el que afirma que consumir cerveza, atoles, tés o infusiones calientes hará que “baje” más rápido la leche o que sea “más gruesa” (es decir, de mejor calidad). Lo cual no es verdad.
Simple y sencillamente porque, como sostiene Fernanda Chávez, la producción depende completamente de la succión. Así que no hay atoles milagrosos: si no hay succión, no hay producción.
—Muchos de los comentarios que escuchamos durante el periodo de lactancia no tienen la intención de lastimar o de ofender, pero sí que pueden hacernos mucho daño —sostiene—. A veces se subestima el trabajo que hacemos para amamantar a nuestros hijos. De ahí que resulte fundamental el apoyo que tengamos a nuestro alrededor, no sólo, en su caso, el de nuestra pareja, sino el de la familia, las amistades o los especialistas de la salud. Tenemos que proteger a esa nueva diada que conforman la madre y el bebé.
Quizá haya quien esté tentado a decir que una sala de lactancia en los lugares de trabajo no es necesaria, pues seguramente serán pocas las veces que se utilice. Sin embargo, como señala Fernanda Chávez, con que una sola mujer use la sala para extraer su leche o amamantar a su hijo, lo vuelve un espacio muy valioso:
—A veces los números no son representativos del impacto que se está generando —concluye—. Desde su inauguración, la Sala de Lactancia de la Facultad de Ciencias Naturales ha sido usada por varias mujeres. Pero no tengo la menor duda en afirma que basta con que se haya salvado una lactancia para sostener que estamos contribuyendo con la vida de un niño y con la salud y el bienestar de una mujer. ¡Eso es muy satisfactorio!