Entrada y Salida

Dolencias sin fin


Lo apodaban “El Algodón” porque siempre tenía una dolencia. En el pueblo la gente mayor se preocupaba por aquel mozalbete aparentemente sin problemas. Un anciano le preguntaba, inquieto, al verlo caminar cojeando.
      —¿Te duele la pierna?
      El joven respondía invariablemente:
      —Algo, don.
      Más adelante, otro señor lo cuestionaba al mirarlo tallándose el estómago.
      —¿Te duele la panza? —le preguntaba.
      El muchacho se detenía un momento sólo para responder, invariablemente:
      —Algo, don.
      Así, una y otra vez.


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