Agosto, 2022
Desde su formación en 1968, Jethro Tull ha vendido aproximadamente 60 millones de álbumes en todo el mundo. Es más: aunque su estilo ha desafiado siempre el análisis fácil —con su mezcla de hard rock, blues, folk inglés, pinceladas de música barroca y letras surrealistas e increíblemente densas—, eso no ha disuadido a sus seguidores y al público a darles 11 álbumes de oro y cinco de platino en estos casi 55 años de trayectoria. En este 2022, luego de 19 años de no firmar nada bajo su nombre, la histórica banda británica ha publicado The Zealot Gene, su álbum 22 de estudio con material completamente nuevo. “Ya era hora de lanzar un disco”, le dijo Ian Anderson —líder y hoy único integrante original que permanece en la banda— a EFE. En una entrevista con la agencia española, el vocalista, flautista y compositor escocés explicó el proceso de creación del nuevo álbum: “Cuando me decidí a escribir una serie de canciones, cada una de ellas basada en emociones fuertes del ser humano, hice una lista de palabras con respecto a malas actitudes como rabia, celos, gula, venganza; otra con buenas, entre ellas benevolencia, compasión, lealtad, diferentes formas de amor. Me di cuenta que estas palabras las había leído anteriormente en la Biblia e hice una búsqueda en internet de textos bíblicos donde aparecieran, copié, pegué y después al escribir las letras quise situarlas en un escenario actual dentro de un contexto contemporáneo”. Aunque reconoce la connotación religiosa del nuevo disco, Ian Anderson no cree “en un Dios intervencionista”. Él es directo: “No soy un hombre de fe, la fe implica certeza y yo no tengo certezas. Yo barajo posibilidades e incluso probabilidades”. Para nuestro espacio de poesía, Lillian van den Broeck ha traducido las nuevas canciones de Jethro Tull…
Nuevas canciones de Jethro Tull
Versiones en español de Lillian van den Broeck
Sra. Tibbets (Mrs Tibbets)
Cegado por el duro y rabioso Sol
Dijeron: desvía la mirada, no mires atrás.
Era el momento, dijeron, de hacer eso
cuidando, ellos, su paz y su tranquilidad.
No te sientas mal, dijeron, por los números,
no te sientas mal por el calor que derrite.
La carne en llamas, la suave desaparición de los glóbulos blancos
y el suelo resquebrajado bajo los pies temblorosos.
El pequeño niño de la Sra. Tibbets,
el silencio de una mañana de agosto rompe
ojos al cielo, juguete de Manhattan,
pasa a tomar té con pastel de Eccles.
Todo para bien y finalmente
para salvar vidas preciosas a largo plazo.
Emprender el rumbo a casa y unas felices fiestas.
Díganse a sí mismos que gracias a Dios lo hecho, hecho está.
Tal vez si Lot se hubiera detenido y quedado quieto
o tal vez si Pedro no se hubiera dado la vuelta.
¿O si el tal Judas no hubiera robado ningún beso?
¿Y si, y qué tal si, el Enola Gay?
Que pasen una feliz Navidad,
abrir paquetes, regalos de distinto tipo.
Una explosión más grande requerirá más dinero,
así que paguen el rescate, no miren atrás.
El gen zelote (The zealot gene)
La mitad de nosotros está en la manzana,
la mitad de nosotros está en el pastel.
Todos estamos en el budín
cuando ya ha pasado el último autobús.
Alguien tiene que tomar el camino correcto,
alguien tiene que hacer la cama.
Nadie tiene derecho a decirte
que te acuestes cuando todo se haya dicho.
El blanco y negro, el estereotipo,
el tono polarizador en juego
mientras algunos nos sentamos en medio,
interminables matices de gris.
No es necesario caminar por la cuerda floja
sobre la gran línea divisoria.
La balanza podrá temblar,
pero los pesos pluma están de nuestro lado.
Llevando el gen zelote.
Derecha o izquierda, no hay término medio.
Cuidado, cuidado con el gen zelote.
La flama desnuda cerca de la gasolina.
El populista de oscuro atractivo,
la complicidad con el odio,
que los alarmistas xenófobos
entregan en bandeja
para calmar las punzadas del hambre
y satisfacer la lujuria.
Esclava de la ideología,
la moderación muerde el polvo.
Una abeja zumba en tu gorro
y una avispa en el trasero.
Un V-8 bajo la capucha,
un martillo inclinado bajo el pulgar,
un trueno de Twitter que hace estallar los oídos
y el lamento gritón de una banshee.
Tienes demasiadas opiniones
y un gato Tom por la cola.
Shoshana durmiendo (Shoshana sleeping)
Duerme: aún no es el momento.
Los pájaros madrugadores pronto cantarán.
Despierta cuando el alba lo declare.
La mujer emerge de entre aires infantiles.
Observo, al otro lado de la habitación,
la sombra que baila; la antorcha de afuera
ilumina el camino por la calle empedrada
por el que he caminado y volveré a caminar.
Dulce lirio de campo, dulce Shoshana.
Nombres para conjurar el peligroso aroma.
Los dedos tiemblan, trazan la línea
desde la nuca hasta el sacro a lo largo de la columna vertebral.
Premio envenenado, un trofeo
libremente obtenido, apenas ganado.
Un minuto retiene horas.
Brote envalentonado, flores del bosque,
húmedas bajo mi mano.
Ella duerme; la respiración surge enseguida.
Un suspiro parte los labios sedosos.
Senos suaves, orgullosas puntas doradas.
Una dulce tristeza inunda mi corazón.
Oportunidades ofrecidas, mejor no tomarlas.
Sin mancha, no hay gloria vana:
capítulo, verso, otra historia.
Los párpados suavemente cerrados.
Belleza enmarcada en la luz del amanecer.
Saboreando el momento bendito.
Un beso, una despedida, e irse a descansar.
Hermanas de Ciudad Triste (Sad City sisters)
Es difícil elegir, elegir entre ellas.
Vagos en una noche de juerga, fuera de temporada.
Piernas y brazos desnudos en la parada de taxis.
Zapatos en la mano, banqueta helada para congelarse.
Qué desesperación, ¿qué almas poseídas
por demonios solitarios se ponen a prueba?
¿Por qué habría de preocuparnos, por qué habría de importarnos
que los jinetes guerreros las avergüencen, las mancillen?
¿Por qué darle propina al taxista además de su tarifa?
Así que mándenlas a casa para que se tropiecen.
Y tiren sus pantaletas a la basura.
El remordimiento se asoma y luego se desvanece
burlado por el oscuro silencio sobrenatural
sustituido por un íncubo que juega.
Las hermanas malas miran fijamente las paredes grafiteadas
que miran a su vez cuando el fin de semana llega.
La fanfarronería vacía, las vidas vacías
que angustiosamente hacen eco en los centros comerciales vacíos.
Qué desesperación, ¿qué almas poseídas
de demonios solitarios se ponen a prueba?
¿Por qué tendría que preocuparnos, por qué tendría que importarnos
que los jinetes guerreros las deshonren, las mancillen?
Las seis muescas de la pistola lo dicen todo.
Fue difícil elegir, elegir entre ellas.
Vagos en una noche de juerga, fuera de temporada.
Un cuerpo y una mente fuera de control,
fuera de la oscuridad y dentro de la razón.
Llevarlas a casa para que tropiecen
y arrojar sus calzones a la basura.
Los demonios se asoman y luego se desvanecen.
“¡Basta!”, interrumpe el silencio terrenal.
Eros culpable tuvo su día,
le entrega dos almas tristes a Agápē.
¿A dónde se fue el sábado? (Where did Saturday go)
¿A dónde se fue el sábado?
Perdido en un torbellino, pasión embriagadora,
las caras cuelgan tan largas,
los sueños de alto vuelo sobre la Tierra se estrellaron.
Profundamente lamentable,
algo predecible,
ligeramente inverosímil,
algo imperdible,
¿pero a dónde se fue el sábado?
El viernes se sentía tan vivo,
salvajemente, perversamente entretenido,
viendo cómo llegaba el merecido
aullido del neumático, el último aliento que quedaba.
Por desafiar al sistema,
subiendo a la tribuna,
berrinche ocasional
ofreciendo la panacea.
Pero, ¿a dónde se fue el sábado?
Sol vacío en una colina vacía,
sufrimiento a secas, dejado de lado.
Gritos silenciosos, un silencio estridente
en un paseo en burro de un solo sentido.
El domingo empezó tan lento.
Camas vacías en lugares más vacíos.
¿Cómo íbamos a saberlo?
Alma fantasmal entre rostros locos.
Ascendiendo con fuerza
en su justa medida,
la última presciencia:
qué actuación.
Pero, ¿a dónde se fue el sábado?
Una breve visita (A brief visitation)
Todavía necesito alguien a quien amar,
alguien escandaloso, alguien que me haga reír,
alguien que caiga de lo alto,
que canalice mis esperanzas y me firme un autógrafo
aquí en mi corazón, grabada la dedicatoria.
El chivo expiatorio estuvo aquí, en una breve visita .
Todavía necesito alguien a quien amar.
Peligrosos afectos sublimes,
las objeciones asfixiantes con bondad infinita pasaron
entre nosotros, una vela firme
que nunca se agite, que nunca se rompa el mástil.
Escribe en mi corazón una dedicatoria grabada.
El chivo expiatorio estuvo aquí en una breve visita.
Todavía necesitan a quien odiar
para señalar con duras acusaciones,
para asustar a los muchos e incluso a los pocos
que acuden a la fiesta pero se apartan de la mirada
cuando son sorprendidos por los reflectores y se les hace frente.
La persuasión cobarde detrás de la máscara de la vida,
siguen necesitando a alguien a quien odiar.
En una breve visita, el chivo expiatorio estuvo aquí.
El pescador de Éfeso (The fisherman of Ephesus)
Diez partieron por el camino rocoso
para dolerse de sus santos pecados.
Faltaba el gran traidor
habiéndose cortado o partido la piel.
Ahora, el joven amado,
el último hijo del padre Zebedeo
viene a la ciudad de Éfeso
para lanzar el anzuelo y atraparlos.
Lanza el anzuelo y se sienta a esperar en silencio
para que el mordisco revele
la curiosidad pasajera,
la necesidad interior, la débil atracción.
Le canta con dulzura a su cena,
canta sobre milagros y cuentos de hadas,
de panes de cebada y dos peces pequeños
para poder ofrecer comida a las multitudes-
Pescador de Éfeso.
Examina el campo de batalla de los espíritus,
la bandera fue ondeada, una historia contada
sobre un crucifijo y una corona de espinas.
Es difícil seguir viviendo
con la culpa de la supervivencia azarosa
sólo para caer del cielo,
aterrizaje estrepitoso al llegar
para volver a recorrer el camino pedregoso.
No hay martirio que consuele.
Esperar los años para unirse a los diez
en el renacimiento del cuento de hadas.
La prueba de la copa de veneno,
un poco de aceite hirviendo en el camino,
en la isla de Artemisa a laborar,
escribir memorias al final del día.
Luego volver a acostarse en Éfeso.
Solo, entre la docena,
mientras el puerto se ahoga lentamente
y la pesca se ha ido nadando lejos.
¿El pescador de Éfeso
conocía el destino de los demás?
Su pegajoso final, la dura refutación.
Él solo, sin sus hermanos.
Tres amores, tres (Three loves, three)
Llámalo como quieras,
sólo necesito escucharlo.
Dime, llena la noche,
sopla un aliento cálido para alegrarla.
No es para mí
que pido dulce consuelo,
es para que veas,
para ver la firme persistencia del amor.
No es para mí
que pido dulce consuelo,
es para que veas,
para que veas los tres amores, tres.
Los corderos con frío se agitan
en el borde más suave del amanecer.
Los buenos pastores vigilan,
se quedan alertas
mucho después de que salga el Sol
en un día más.
Y los oscuros susurros de la noche
han dicho lo suyo
mucho después de que salga el Sol
en un día más.
Es para que veas,
para que veas los tres amores, tres.
Sea el amor de espíritu
de hermanos, amantes, hijos
o la emoción del calor de la sangre,
lava ardiente, brillante, que corre.
Tomaré lo que se ofrece.
Hecho audaz y manifiesto.
Recuérdame.
Hace tiempo que me fui, hace tiempo que me fui a descansar.
Tomaré lo que se me ofrece.
Hecho audaz y manifiesto.
Es para que veas,
para ver los tres amores, tres.
Los relatos de Jacob (Jacob’s Tales)
A quién le importa la plata de la familia
que brilla en los salones polvorientos
con paisajes mal pintados.
¿En paredes mal pintadas?
¿A quién le importan los favoritos de la familia
que cuelgan del árbol genealógico?
Que la tía Mabel te quería más.
Te quería, te quería más que a mí.
No somos viejos tontos que compiten
relatos de Jacob o superstición
sino hermanos nacidos en igual gracia,
sentados en un lugar fijo de la mesa.
Las mismas viejas oportunidades, tiro de dados.
Los ojos malvados parecen el doble de bonitos.
La sangre corre más espesa, la sangre corre fría.
Agarra el legado antes de que se venda.
A quién le importa si estoy cómodo
en un frondoso camino rural
mientras tú estás atado a la monotonía.
Te quedaste mirando la lluvia…
que lava tu joven ambición
colgada, dejada a secar.
Y se pudre en el tendedero:
mariposa lavada, mariposa lavada.