Agosto, 2022
El 26 de julio de 2021 partió de esta tierra don Bulmaro Villarruel Velasco. Maestro de laboratorio de fotografía e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-Unidad Xochimilco), Bulmaro Villarruel se dedicó —por lo menos durante los últimos 20 años de su vida— a documentar el resurgir del carnaval en la Ciudad de México. Suyo es el indispensable libro El carnaval de la capital, publicado en 2017 por Editorial Terracota en coedición con la UAM-Xochimilco, en el que deambulan lo mismo catrines, chinelos, charros y paragüeros. En la contraportada, los editores apuntan: “El carnaval de la capital es la historia más completa de las celebraciones carnavalescas en la Ciudad de México; una investigación exhaustiva a la que el autor se ha dedicado con pasión durante muchos años, le permitió no sólo rastrear los orígenes e influencias de la fiesta, sino documentar todas sus fases de desarrollo en la capital, donde tuvo periodos de esplendor y épocas en que fue perseguido”. A un año de su partida, se llevará a cabo un homenaje a Bulmaro Villarruel Velasco. La cita es el 12 de agosto, a partir de las 16:00 horas, en el Auditorio Francisco Javier Mina de la UAM- Xochimilco. Para sumarnos al homenaje, en Salida de Emergencia reproducimos con autorización el prólogo de El carnaval de la capital, firmado por el escritor y periodista René Avilés Fabila.
La vida en la Ciudad de México es un carnaval
René Avilés Fabila
Hay carnavales muy antiguos, que hunden sus raíces en el pasado remoto. Algunos investigadores señalan que sus orígenes están en las culturas griegas, romanas y egipcias, es decir son anteriores al cristianismo. Ahora, bajo el peso religioso, se han mezclado con elementos católicos y sus resultados prosperan con toda clase de festejos que suelen ser gozosos.
El carnaval es una celebración, es comer, bailar, recorrer calles, mostrar júbilo y orgullo cultural, es invocar por igual a las viejas y las nuevas deidades. Es el encanto del paganismo, el que jamás ninguna religión occidental ha podido eliminar. Participar en alguno de ellos o simplemente presenciarlos nos enriquece y permite ver a un pueblo, en este caso a una ciudad, que mantiene vigente su historia y sus costumbres.
Si el carnaval de Río de Janeiro o los que celebran en Nueva Orleans y en Venecia tienen prestigio a escala internacional, en México sin duda el más famoso de los carnavales es el del Puerto de Veracruz. Sobre este festejo anual que atrae personas de toda la República, y aun del exterior, hay un libro detallado, ligero y muy ameno escrito por Gonzalo Martré, un novelista que prácticamente ha estado en todos desde sus años mozos, alrededor de 1950. Sin embargo, el mayor número de carnavales se lleva a cabo en la Ciudad de México, tal como nos cuenta en detalle el investigador Bulmaro Villarruel.
Leer el libro de Bulmaro Villarruel es penetrar en un mundo que trata exitosamente de sobrevivir en la Ciudad de México, donde la ingenua modernidad, frívola por añadidura, no acaba de entender la lucha que amplios sectores llevan a cabo para mantener sus costumbres. Es un sitio donde se realizan multitud de ellos, sus características son varias e irrepetibles y reflejan siglos de lucha por no dejarse atropellar. El autor, consciente de que la pérdida de uno de ellos significa el deterioro de nuestro patrimonio cultural, hizo un minucioso recorrido por cada uno y nos muestra su riqueza y méritos, sus peculiaridades.
El carnaval es una celebración que combina elementos como disfraces, desfiles y fiestas en la calle. No hay duda que en cada uno de ellos se mezcla lo religioso, es decir el catolicismo, doctrina impuesta por la fuerza, con lo que llamamos paganismo, los añadidos hechos por los nuevos tiempos y las variantes de cada región. Sin duda, Iztapalapa tiene el mayor número de carnavales y es ahí donde sus habitantes se mueven con mucho ahínco cada año, según corresponda a los diferentes festejos.
El carnaval es un desfile en que los participantes usan disfraces y máscaras. Su origen parece estar en las fiestas paganas, realizadas en honor a Baco, dios romano del vino y las saturnales; en las lupercales o incluso en los festejos que se realizaban en honor del toro Apis en Egipto. Del Imperio romano se esparció por toda Europa y de ahí llegó a tierras americanas, donde, según la ciudad donde se lleva a cabo, torna sus particularidades. Coincide con festividades religiosas y no siempre se celebran carnavales en el sentido ortodoxo, pero sí conservan parecido con ellos, como el caso de las mayordomías. Lo cierto es que los carnavales se remontan a miles de años, pero reflejan la idiosincrasia de cada ciudad o zona donde se organizan.
El trabajo de Bulmaro Villarruel es, pues, resultado de una pasión, la de penetrar en el alma de cada uno de los carnavales de la Ciudad de México y de este modo saber qué significa esa suma de identidades y personalidades que la integran. Es un libro fundamental y con mucho color que nos dejará enseñanzas imprescindibles para mejor conocernos. Su libro, realizado con entrega, es una detallada investigación de cada uno de los carnavales que se llevan a cabo en la Ciudad de México. Todos tienen en común el calor y el color, pero Villarruel hace notar que tienen sus propias características y eso convierte a nuestra ciudad capital en un agasajo que debemos disfrutar.
Después de la lectura de esta importante obra, producto de muchos años de investigación, los lectores no sólo tendrán una idea clara de cómo los capitalinos vivimos y disfrutamos los carnavales. Cumple con creces su cometido. Estamos ante una obra que nos enriquece y que contiene enseñanzas magníficas acerca de la cultura popular que hoy mantenemos a pesar de los cambios con frecuencia impuestos por la modernidad. El de Bulmaro Villarruel es un libro ameno, bien pensado y mejor investigado. Los capitalinos ahora sabremos más acerca de nuestras festividades más antiguas y de mayor abolengo; los turistas, nacionales o venidos del extranjero, podrán conocer una moderna capital en la que en cada barrio, en cada delegación, se pueden encontrar trozos de acentuadas pasiones religiosas y paganas que le dan a cada zona peculiaridades que debemos conocer.
Gracias por ser partícipes del homenaje