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La disciplina y la danza

Septiembre, 2023

Ser bailarín es más que seguir pasos y coordinar el cuerpo. Sin la disciplina es muy difícil lograr objetivos, pues la buena conducta nos da capacidad de actuar con orden y así cumplir los cometidos. Dicho de otro modo, escribe la bailarina, maestra y coreógrafa Cynthia Paris —en esta nueva colaboración para Salida de Emergencia—: en la vida del bailarín, la disciplina es la que sostendrá su trabajo y sus objetivos.

Actitudes, comportamientos, maneras, valores y, sobre todo, disciplina. En la danza, esta última es fundamental. Al hablar de disciplina nos referimos al orden, responsabilidad, conducción individual, trabajo, voluntad y compromiso. Pero, también, a las actitudes, los valores, los comportamientos, el saber ser y hacer una actividad con enfoque para cumplir objetivos, metas o resultados significativos. Dicho de otro modo: en la vida del bailarín, la disciplina es la que sostendrá su trabajo y sus objetivos.

Gracias a la decisión, pasión y disciplina mejora enormemente cualquier proceso académico, personal, profesional y artístico para obtener logros. Gracias a la decisión, pasión y disciplina, en la danza mejora enormemente la calidad interpretativa, técnica, el manejo físico, el empleo conceptual y los saberes para la actividad. Y esos esfuerzos se visualizan desde cómo llegar al salón de clases: por ejemplo, con el peinado y ropa de trabajo que sean adecuados (en donde también se logra observar el interés para tomar clases de danza).

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La danza nos hace sentir el ritmo en todo el cuerpo, pero la danza también es mucho más que moverse al ritmo de la música. Obviamente es diferente bailar de forma natural a tener una formación e ir a clases de danza para desarrollar objetivos precisos. Para cumplir con los propósitos de la actividad se necesita mucha perseverancia, práctica regular y complementos a nivel de cuidado del cuerpo, buena alimentación y ejercitación física constante. El concentrarse, calentar y estirar (al principio y al final de cada clase, en el ensayo y presentación) es de suma importancia para mantener el cuerpo saludable.

Pero la libertad que evoca la palabra danza no debe confundirse con la falta de disciplina, trabajo, voluntad y compromiso. Por decir un punto que pareciera sencillo: el cabello suelto en medio de ejercicios de clase, ensayos y funciones puede estorbar y distraer. Cuando se acostumbra a la mente y cuerpo a tener que llevar las manos al rostro para quitar el cabello, acomodarlo hacia otros lados y se hace esto continuamente, se convierte en algo (erróneamente) cotidiano y constante; el cuerpo lo realiza de manera inconsciente al momento de bailar, casi como un gesto o una expresión, y es ahí, en ese momento, que se corre el peligro de convertirlo en un comentario corporal innecesario. Desde el salón de clase no deben de existir acomodos de cabello, de vestuario, de mallas, de leotardo, etc.

Y hay que insistir en este punto, que, como decíamos líneas arriba, parece algo anodino. Pero no lo es. Si para la clase de danza clásica no nos peinamos con un chongo bien hecho, los giros pueden tener varios inconvenientes. Con el cabello suelto, trenzas, coletas de caballo se puede golpear la cara y cerrar los ojos; esto perjudica la correcta ejecución. También se puede enredar el cabello en el vestuario, en otros compañeros, incluso caerse pasadores que pueden pisar. Por seguridad hay que tener el cabello recogido con red y pasadores bien puestos, todo con fijador en gel o atomizador. (Además, si algo se cae de nuestro cabello, el público también se distrae y preocupa).

En caso de que la coreografía requiera del cabello suelto, éste se trabaja de forma específica y enfocada. En el caso de la danza contemporánea, folclórica, jazz u otros tipos de danza, pueden ser distintos los peinados que se tienen que trabajar con los distintos tipos de movimientos desde la clase y ensayo en el salón. Además, cada género y/o por tradición, cada danza tiene movimientos y gestos específicos característicos a cada personaje, región, contexto, historia, que determinan vestuarios y acciones corporales.

El chongo en el ballet también ayuda al balance; lograr el equilibrio es lo más importante, pues uno de los objetivos en danza es conseguir control y fluidez de los movimientos en el espacio. Es esencial para las pirouettes y todos los giros. Si se lleva el cabello suelto, éste tiene un peso distinto y hay que trabajarlo de forma creativa y experimentando con las formas de moverlo.

En los procesos académicos y en lo profesional, la presentación con la ropa solicitada en el salón también ayudará mucho al docente para que todos en el salón estén bien peinados y uniformados, pues es más adecuado revisar los ejercicios para unificar y limpiar cada secuencia, el manejo de port de bras, uso de cabezas, miradas y todo el material técnico que ayuda de gran manera a lograr precisión, libertad de expresión e incluso evitar lesiones, en el entendido que al ser bien revisados con la ropa adecuada se verán bien sus músculos, la alineación y colocación correcta.

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Retomando el punto de la actitud, ésta es una gran herramienta de aprendizaje. Recordemos que el docente, el coreógrafo, el directivo de danza y las escuelas profesionales tienen reglamentos para el buen funcionamiento en clase, se motiva y se enseña con respeto en cada actividad, ensayo y función. Asimismo uno debe ser puntual y no comer en medio de las actividades, tanto por cuestiones de salud, digestión e higiene, pero también para evitar accidentes. El piso de los salones y escenarios debe estar limpio.

Por otra parte, si se respeta al docente, coordinador, ensayador, etc., los bailarines conocen, aplican, desarrollan, aprenden y también transmiten con valores, respeto, paciencia y profesionalismo. Con ello, el ambiente general en lo académico será más correcto, amigable y se logrará apreciar de mejor manera la disciplina de la danza.

Respetar las reglas y lineamientos es parte de la tradición en el ballet. Grandes maestros nos han heredado estos valores que son de gran riqueza cultural y educativa del arte; son parte de un legado que ha ayudado a miles de generaciones y nos han dado gran inspiración y enfoque para dedicarnos con determinación, entusiasmo y disciplina al arte, lo cual repercute en lo individual y colectivo del saber ser en nuestro entorno social y artístico.

Ser bailarín es más que seguir pasos y coordinar el cuerpo. Sin la disciplina es muy difícil lograr objetivos, pues la buena conducta nos da capacidad de actuar con orden y así cumplir los cometidos. Hay que exigirnos y ser responsables con uno mismo, y así lograr el beneficio en comunidad y acciones colaborativas. Y esto hay que subrayarlo. Es importante el escucha, las propuestas, aprender a trabajar en equipo, y, para ello, la disciplina es indispensable, nos vuelve seres conscientes, trabajadores, respetuosos, con buena disposición, ánimo, interés, participación, proyección, lo cual repercute directamente en lograr los conocimientos y su desarrollo en la habilitación de mente y cuerpo para conseguir destreza e integración; aprendizajes que nos permiten lograr el bien como sociedad.

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