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Las ocho décadas de Julissa

El miedo al rock

Abril, 2024

Los primeros rocanroleros mexicanos son, ya, octogenarios. (Todos ellos, a excepción de un puñado, pisaron la escena musical previo acuerdo con sus directores artísticos y sus patrones de la naciente televisión nacional). Enrique Guzmán ya cumplió 81 años de edad en 2024, César Costa llegará a los 83 años, Angélica María será octogenaria a partir de septiembre, y Julissa también llega a las ocho décadas de vida. Hija de Luis de Llano Palmer y de la actriz Rita Macedo, Julia Isabel de Llano Macedo nació en la Ciudad de México el 8 de abril de 1944. Julissa comenzó su carrera a los 16 años cantando en The Spitfires, siendo (en ese momento) la única mujer de la era del rock and roll en español en ser cantante y estar al mando de un grupo rocanrolero. Sin embargo, más conocida es su faceta actoral: ha sido actriz de teatro, televisión y cine, con papeles como el de Paloma en la ya mítica película Los caifanes de Juan Ibáñez. Víctor Roura recupera esta conversación para celebrar a la cantante, actriz y productora teatral mexicana.

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Los primeros rocanroleros mexicanos son, ya, octogenarios. Todos ellos, a excepción de un puñado, pisaron la escena musical previo acuerdo con sus directores artísticos y sus patrones de la naciente televisión nacional. A diferencia de sus colegas en castellano del continente, sobre todo los aposentados en Argentina, los mexicanos se dejaron dócilmente manipular con tal de llegar con rapidez al estrellato que les prometía fama y fortuna, de modo que, aceptando primero cantar las canciones traducidas al español de los éxitos anglosajones y después acatando las disposiciones empresariales, obtuvieron instantáneamente la aceptación de un público receptivo impresionado, antes que nada, por la maravilla de la nueva tecnología, ya que la televisión va aparejada con el surgimiento del rocanrol, razón por la cual los primeros rocanroleros, y perdonen la redundancia, en los tiempos que corren se han vuelto, o se están volviendo, octogenarios: César Costa cumplirá 83 años este 13 de agosto, Enrique Guzmán —nacido en Venezuela pero mexicano rebasada su adolescencia— festejó el pasado 1 de febrero sus 81 años de edad, Angélica María —nacida en Luisiana, Estados Unidos, pero mexicana desde su infancia— será ya octogenaria a partir del próximo 27 de septiembre y Julissa también llegará a las ocho décadas de vida este 8 de abril.

Con esta última cantante —e infiltrada también en la actuación con películas donde, como es ya costumbre en el cine con hermosas mujeres, entregaba su cuerpo con descaro y simulado apasionamiento— sostuve una breve conversación cuando la bella vocalista frisaba las tres décadas y media.

Las preguntas fueron suprimidas para otorgarle prioridad a los decires de Julissa.

La cantante y actriz Julissa. / Foto: Julissa divina (Facebook)

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Porque mi hermano tenía un grupo cuando yo llegué de vacaciones de la escuela. A mí me gustaba mucho el rock. Y empecé a cantar con ellos por pasatiempo. Después ya me decidí a tomarlo en serio. Comencé a grabar, pero el grupo se deshizo. Entonces, yo sola resolví hacer otras cosas. Actuaciones en cine, por ejemplo. Porque, te digo, ocurría lo mismo: había muy poco horizonte para la gente de rock. O sea, el cantante que ha seguido interpretando baladitas se ha podido sostener; pero el cantante de rock, no.

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Hemos retrocedido mucho. Yo pienso que sí tuvimos una buena época de rock en español, pero después las mismas personas de las disqueras lo trataron de matar y el resultado de esa acción son las baladitas y la vuelta a los boleros. Lo mismo de siempre. El rock no ha evolucionado en lo más mínimo. Yo creo, más bien, que no lo dejaron evolucionar pues le cerraron la puerta hasta en los cafés. En fin, la gente que quiere vivir del rock en México está condenada a morirse de hambre. Creo que hasta el mismo público de teatro le tiene miedo a las obras de rock, le tiene miedo al ruido. No ha ampliado su mentalidad. Por eso pienso que, en la actualidad, el rock en México está casi muerto [y eso que estábamos a finales de la década de los setenta, situación que no se repararía jamás].

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Hubo un segundo movimiento de rock bastante importante, pero sucedió lo mismo. ¿Dónde están ahora los grupos? No hay realmente nada. Digo, hay de repente fiestas, tardeadas o algunas cosas así que son mínimas. No hay un movimiento grande. Y el público mismo no lo apoya.

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¿Las causas por las cuales el rock no ha sido aceptado? Pues yo creo que ha sido el mismo gusto del público, para empezar, puesto que lo que le gusta son las cosas más sencillas, retornar al bolero. Después estaría la ausencia de promotores. No había directores artísticos que trataran de apoyarlo. Faltó gente responsable como sobra en Estados Unidos. En los setenta, los músicos que estuvieron en esto sí evolucionaron. Empezaron a hacer cosas originales, no nada más se preocupaban por copiar los números estadounidenses y ponerles letras. No. En ese tiempo se trató de hacer algo propio… Pero yo, que siempre he vivido cerca de la gente de rock, sí te digo que en este momento no hay nada. No hay nada. Claro que sí hay grupos, pero tienen que estar tocando en bares para burócratas porque no hay otra cosa [Julissa no lo dijo nunca, pero estábamos en los años inmediatamente posteriores a la prohibición gubernamental, por parte de Luis Echeverría Álvarez, sobre cualquier asunto que tratara sobre rock, orden que impuso el entonces presidente un día después de la realización del Festival de Avándaro en septiembre de 1971].

Óscar Chávez y Julissa, en una escena de la película Los caifanes.

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El rock como entretenimiento ya pasó. Yo creo que ya se ha quedado como un género clásico. Una música clásica contemporánea muy importante [como apuntara José Agustín en su primer libro editado en 1968], sobre todo en los países avanzados. Existen músicos creando cosas complicadas, ¿no?, pero pues en México no hay nada de eso. Yo he tratado de hacer algo de rock a través del teatro, que es a lo que yo me dedico. He puesto obras de rock de los cincuenta, ésta de los Beatles de los sesenta, Jesucristo Superestrella se desarrolla en los setenta. Incluso he realizado montajes de comedia musical muy hacia rock y avanzado tipo Gospel. Las piezas teatrales las pongo porque son cosas que a mí personalmente me gustan. Pienso que si se hacen bien pueden tener un público bien conformado en México a la vez que despertar sentimientos particulares a la gente, como podría ser la nostalgia, en unos casos, o el conocimiento de una música que no conocieron ciertos jóvenes en un momento determinado, como podría ser el caso de esta puesta de los Beatles. Pero, pues, desgraciadamente, los productores tienen miedo a poner obras de rock. Yo las pongo porque nadie más las pone. Y porque nunca he tenido problemas en comprarlas pues nadie las pide. Nadie se ocupa de ellas.

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Sí lo he pensado. Precisamente unos muchachos actores que trabajan conmigo están escribiendo un argumento sobre Avándaro, con el cual quisiéramos hacer la primera comedia musical de rock original en México. Pero, como todo, va muy lentamente. Y claro que vamos a arriesgar demasiado. Es bastante arriesgado meterle dinero a cosas de rock [obra que, de haber sucedido, pasó, o hubiera pasado, completamente inadvertida].

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Bueno, sí, primero porque no hay muchas. Yo creo que eso es lo principal, que no hay material. Si hemos puesto obras copiadas es porque no hay material. Esta puesta de los Beatles no la copiamos, la inventamos; o sea, teníamos un libreto que sí existía, pero no se copió [Julissa también fue conocida, y connotada, productora teatral montando piezas exitosas de Broadway como El show de terror de Rocky, Jesucristo Superestrella, Vaselina o José el Soñador]. Por primera vez hicimos lo que se ha dado en llamar versión libre, inventada por nosotros. Y ya hemos recibido las grandes críticas, ¿no?, de los viejitos quienes dicen que realmente esta obra [la referida a los Beatles] no tiene ninguna importancia.

Julissa en una imagen de 2019.

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Bien, pasemos a otra cosa. El rock en el plano internacional significa hablar con palabras mayores. Yo creo que hay gente demasiado evolucionada. Yo directamente no participo, pero la gente que está a mi alrededor siempre está hablando y comprando discos de Rick Wakeman o de Queen o de Yes y de Emerson, cuando existía. Estos grupos y solistas no se andan en la baladita ni en el círculo clásico del rock, sino que están interesados en hacer creaciones mucho más importantes.

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Si nos juntamos de nuevo los músicos de la primera época yo creo que sí se elevaría otra vez el rock [y vaya que lo han hecho, pero sin la intervención de Julissa, sin ninguna otra finalidad que la económica de sus participantes]. Pero sucede que todo mundo anda por diferentes rutas. Los que tenían talento en aquella época son ahora los directores artísticos de las disqueras. Están ya con otra mentalidad. Creo que cada quien ya está en su propia onda, aunque en realidad nunca fuimos personas muy unidas entre sí. Los grupos siempre fueron muy individualistas. No querían, incluso, acompañar a otra persona que no fueran sus propios solistas. Fue un medio bastante egoísta en el que nos movimos nosotros. Yo pensaba que todos deberíamos estar más unidos, pero nunca fue así. Y ahora sería más difícil el asunto.

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Me convencieron hace poco de que volviera a grabar unos números pero, como todo, lo grabé hace tres meses y ni ha salido el disco, ni me han hablado para hacer la mezcla ni nada. Fue en discos Rex. Son baladas, sí. Es lo que mejor puedo cantar. Creo que también puedo cantar rock, pero en inglés. En español suena distinto. El rock en español nunca llega a sonar realmente como rock.

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