Daguerrotipo latinoamericano contemporáneo: una mirada
El 20 de agosto fue inaugurada la muestra Daguerrotipo latinoamericano contemporáneo, en el Centro Queretano de la Imagen. Integrada por representativos fotógrafos de la región —Francisco Moreira da Costa (Brasil), Pablo Biagini (Argentina), Camilo Sabogal (Colombia), Luis Eduardo Sosa (Uruguay), Jorge Luis Chavarría (Guatemala), Mauricio Toro Goya (Chile), Luis H. Figueroa Lozano-Álvarez (Perú), Arturo Talavera (México) y Paty Banda (México)—, esta exposición también se podrá visitar virtualmente y estará itinerante por toda Latinoamérica (iniciando en México). Dejamos aquí el texto de sala, escrito por Rosa Casanova (de la Dirección de Estudios Históricos del INAH).
Paradojas y seducciones
Rosa Casanova*
El daguerrotipo nos sitúa ante dos condiciones centrales en nuestro momento: el tiempo y la materialidad. Referir desde el presente las claves de interpretación utilizadas en 1839 plantea curiosas paradojas que se pueden observar en el conjunto de imágenes daguerrianas que nos brinda esta muestra de nueve autores latinoamericanos. Por la iniciativa y gestión de Arturo Talavera y Paty Banda —fundadores del Taller Panóptico—, con estos alquimistas imaginamos senderos y posibilidades del objeto-imagen en el espacio de tiempo que vivimos hoy.
A pesar de ser una imagen única, desde la historia de la fotografía se coloca como el inicio de lo que será la reproductibilidad fotográfica en la que vivimos. El “invento”, como se definió, nos remite al pasado y por tanto a largos intervalos en la exposición y factura, impensables hoy. No obstante, cuando se hizo el anuncio oficial el 19 de agosto de 1839, el daguerrotipo desafiaba el tiempo: registraba con una fidelidad asombrosa en un lapso aceptable para la época (entre 7 y 10 minutos, cuando los primeros ensayos de Joseph Nicéphore Niépce requerían al menos ocho horas de exposición).
¿Cómo pensar hoy el ejercicio de la técnica en sus diversas variantes? ¿Qué buscan los daguerrotipistas contemporáneos? Los trabajos proporcionan pistas que nos guían en los vericuetos de la fascinación y los retos para ejecutar una pieza. Encaran un proceso laborioso, oneroso, sujeto a múltiples accidentes en la preparación, la toma, el revelado y el fijado, que supone una cadena de decisiones: meditar sobre el tema o género, obtener los materiales, ejecutar la toma y revelarla para finalmente obtener la imagen deseada o imaginada (y a veces toparse con sorpresas). Un proceso que no se rige por la inmediatez de nuestro mundo. Y aun para los que desconocen sus secretos, el artefacto provoca un acercamiento que supone asombro y parsimonia.
Quiénes eligen caminar los senderos de las técnicas antiguas revelan características comunes: el estudio de la historia de la fotografía, repasar manuales antiguos, experimentar con ellos con la pasión del artesano y alquimista; por otra parte, casi todos comparten sus conocimientos en talleres, al tiempo que elaboran una obra personal. Hay conocimiento de química y óptica, reflexiones sobre los sentidos de su trabajo en el contexto-país donde producen, y si bien las imágenes podrían observarse como manifestaciones de nostalgia, “regresando” a los retos decimonónicos caminan hacia los sentidos de la imagen hoy. En algunos subyace el resquemor ante la tecnología digital, pero prevalece el desafío de re-pensarla a partir de explorar los secretos del cuarto oscuro.
En 1839 el daguerrotipo fascinaba por su perfección en el registro de todo aquello que no estaba en movimiento (incluyendo retratos en situaciones controladas). Aaron Scharf escribió que la belleza del daguerrotipo reside en un realismo sin compromisos que excede en sus detalles descriptivos a lo que el ojo puede aprehender [1]. Es posible que hoy nos seducen los paisajes, objetos, monumentos, edificios, frutos y construcciones porque registran con agudeza lo que se presenta como estable. Desde esta perspectiva, una interrogante me ha perseguido por años: ¿por qué Louis-Jacques-Mandé Daguerre dedicó años de investigación a la imagen nítida de la naturaleza (como entonces se decía), cuando fue el mago de la imagen ilusoria del diorama? Quizá una respuesta está en el anhelo de dominar con un aparato al mundo natural, que así podía ser analizado y narrado.
Francisco Moreira da Costa, uno de los pioneros de la práctica en Latinoamérica, opta por un muestrario de objetos únicos y necesarios en las orillas de las metrópolis brasileñas, que como el racimo de plátano remiten a una identidad local y popular. La bondad alimenticia del maíz es explorada por Jorge Luis Chavarría, como base de las antiguas culturas mesoamericanas. Luis Eduardo Sosa se decanta por objetos de la cotidianeidad: un balón que en su desgastada presencia alude al entusiasmo de los jugadores; la rica ornamentación de un buzón de inicios del siglo XX; o la clásica presencia de un edificio tardo colonial. Dos detalles arquitectónicos sitúan la doble raíz de Luis H. Figueroa (compartida por gran parte de nuestro continente): el perfecto ensamblado de piedras incaico y la exuberancia decorativa de una iglesia. En la serie Silencio Camilo Sabogal explora las posibilidades del paisaje: desde acercamientos que aparentan carecer de sentido, a la utilización de una estrategia decimonónica, la recreación de un panorama mediante un tríptico discordante, que obliga a recomponer la vista. Espacios vinculados al mar y sus labores quedan registrados por Pablo Biagini, con imágenes que aluden al desuso y el olvido. La distopía ecológica irrumpe con la camioneta abandonada de Arturo Talavera. Por el contrario, dos de los desnudos que exhibe son una suerte de homenaje al género, cuya hermosa placidez se confronta con la contemporaneidad de la mujer que domina el espacio público de un edificio. En cambio, el desnudo de Mauricio Toro Goya desafía la violencia de género con un díptico que remite a la imaginería de raigambre colonial. La serie de Paty Banda —única voz femenina— recurre a monumentos para comentar el paisaje urbano y algunos sucesos que han marcado la historia contemporánea de México. La Protesta de mujeres de los 400 pueblos plantea una solución polémica: al emplear una exposición dilatada, las figuras casi pierden su desnudez, la estrategia que ellas utilizan para desafiar a los transeúntes capitalinos.
En todos los autores se puede percibir el conocimiento de los géneros y temas de mediados del siglo XIX que re-pensados y re-construidos aportan perspectivas para el ejercicio de la fotografía, sea analógica o digital. Cada uno compone narrativas que tienen raíces en la especificidad de su procedencia geográfica. Todos los daguerrotipos muestran las huellas voluntarias o fortuitas de la manipulación; otros las tonalidades azules de los químicos; manchas, rayones y, aún, la incisión. La mayoría parecen mantener una característica temprana de la técnica: la imagen reversa (invertida) que obliga a la recomposición mental. Parecen actuar desde la penumbra, suspendidos en el espacio-tiempo. Y aunque predominan las dimensiones reducidas, cada una encierra microcosmos reposados, mas no mudos.
El sustento de la placa de cobre parecería hacer indestructible la imagen, cuando en los hechos es frágil y requiere de una delicada manipulación o de la protección de un vidrio. Una paradoja más que nos acerca a otro aspecto de la configuración técnica: su materialidad. El daguerrotipo es un objeto. Encontrar el ángulo para su apreciación es una de sus características: es probable que en nuestro girar entorno veamos nuestra propia imagen y así, de manera casi física, penetramos en la representación.
Como una suerte de réplica al desasosiego de la tercera década del siglo XXI Daguerrotipo latinoamericano propone una mirada pausada, consciente de que la imagen única devuelve la acción de Cronos. Y aunque desde el inicio de la pandemia en 2019 nuestros mundos se vieron ralentizados y redimensionados, observar lo que aparenta ser otra manifestación del tiempo parece brindar serenidad.
Agosto de 2021
NOTAS AL PIE
1 Aaron Scharf, Pioneers of Photography, Nueva York, Harry N. Abrams, 1975, p. 12.
*Rosa Casanova.
Dirección de Estudios Históricos, INAH.
Para más información de la muestra Daguerrotipo latinoamericano contemporáneo, pueden visitar la página de Facebook del Centro Queretano de la Imagen.
Felicidades a todos.