“Ahora el primero más tarde será el último…”
El escritor, ensayista y poeta romántico inglés Percy Bysshe Shelley (1792–1822) lo dijo siglos atrás: “Todos los poetas del pasado, todos los poetas del presente y todos los poetas del futuro, tan solo escriben un fragmento, un episodio de un gran poema colectivo que escriben todos los hombres”. La decisión de proclamar el 21 de marzo como Día Mundial de la Poesía fue aprobada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) durante su trigésimo periodo de sesiones, que se celebró en París en 1999. De acuerdo con la decisión de la UNESCO, el principal objetivo de esta acción era, es, apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y dar la oportunidad a las lenguas amenazadas de ser un vehículo de comunicación artística en sus respectivas comunidades. En efecto: como expresión profunda del espíritu humano, como arte universal, la poesía es una herramienta de diálogo y acercamiento. “Cada forma de poesía es única, pero cada una refleja la universalidad de la experiencia humana, el anhelo de creatividad que trasciende todos los límites y fronteras, tanto del tiempo como del espacio, en la afirmación constante de que la humanidad forma una única y sola familia. ¡Este es el poder de la poesía!”, dijo en su mensaje de 2019 la actual directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay. En Salida de Emergencia nos queremos sumar a la celebración poética con estos versos. La selección y las versiones son de Lillian van den Broeck.
versiones de Lillian van den Broeck.
Lynn Crosbie
(Canadá, 1963)
Gabriel
Mi madre enciende velas,
estoy gritando. Me unta aceite de ganso en
el pecho, mientras me amorato de neumonía.
Pobre Fredo, susurran,
y mi padre observa desde la esquina.
Cubre su cara.
Mi padre me pide que me detenga
en el mercado. Está seleccionando fruta
acercándola a sus labios cuando empieza la balacera.
Echándose hacia atrás se tambalea hacia la acera.
Me arrastro hacia él mientras el auto negro se aleja.
Está sangrando: las naranjas caen de
su abrigo. Me siento en la banqueta y me cubro el rostro,
llorando, Papá…
⠀⠀⠀⠀⠀⠀Y el Ángel se alejó de mí.
Rituraj
(India, 1940)
Qué es un solo ojo
Pintar un solo ojo no será suficiente,
alrededor tendría que haber algún tipo de escenario
que vibre de color.
La sangre tiene muchas tonalidades.
El rojo es mero drama
y la crueldad danza en innumerables colores.
¿Qué es un solo ojo?
Cualquier cosa que se vea puede hacerse desaparecer.
¿Puede un ojo ciego perforado por la espina del dátil
convertirse en algo más
que no sea una desierta selva en fuego?
¿Qué es un solo ojo?
Podría haber cenizas como evidencia
y lo llamarían una ilusión.
Los huesos pulverizados y la carne tierna de los niños
serían exquisiteces en el gran banquete del siglo.
¿Qué es un solo ojo?
La barbarie lo aplastó hace mucho tiempo.
Wadih Saadeh
(Líbano, 1948)
Amanecer fúnebre
Abren sus puertas ante el alba.
Abren dos persianas de las ventanas
para que pueda entrar el sol.
Con el aliento del amanecer
las flores beben,
la vida se disfruta.
Al romper el día,
un rayo de luz
que atraviesa una grieta de la puerta
se recuesta sobre unos párpados cerrados.
Gwendolyn MacEwen
(Canadá, 1941-1987)
Pinos oscuros bajo el agua
Esta tierra como espejo te voltea al revés
y te conviertes en bosque de un lago furtivo;
los pinos negros de tu mente alcanzan la profundidad,
sueñas en el verde de tu tiempo,
tu memoria es una fila de pinos que se hunden.
Explorador, te dices a ti mismo que no es a esto a lo que viniste.
Aunque aquí se está bien, y verde:
tenías la intención de moverte con cierta amplitud,
tenías planeada una gracia pesada, un sueño angustiado.
Pero los pinos negros de tu mente se zambullen más profundo
y te hundes, hundes, durmiente
en un mundo primario;
hay algo allá abajo y quieres que te lo digan.
Suze Baron
(Haití, 1958)
Dicen
Dicen que
la sangre humana
enriquece
la tierra.
Si eso fuera verdad,
si eso fuera verdad,
amigos,
en Haití
el arroz,
el mijo
y el maíz
sería vasto.
Arlene Ang
(Filipinas)
Lluvia broncínea
Somos centeno diluvial sobre campos de espantapájaros
donde los mirlos se columpian de las hilachas.
Un solo grano en el ojo enceguece lo suficiente.
Y llovemos sobre la tierra –mitad semilla, mitad paja:
la voracidad del sexo tántrico.
Los dobleces de la piel beben el diluvio.
Leonard Cohen
(Canadá, 1934-2016)
Retirar la mirada
Me mirabas
y nunca se me ocurrió
que habías escogido al hombre de tu vida.
Me mirabas
sobre las botellas y los cadáveres
y pensaba
que estabas jugando conmigo.
Debes pensar que estoy lo suficientemente loco
para dar un paso detrás de tu mirada
hacia el elevador abierto.
Entonces retiré la mirada
y esperé
a que te convirtieras en palmera
o en cuervo
o en el inmenso océano gris del viento
o en el vasto océano gris de la mente.
Bob Dylan
(Estados Unidos, 1941)
Los tiempos están cambiando
Que venga la gente , reúnanse,
Donde quiera que se encuentren
y admitan que las aguas
han crecido a su alrededor
y acepten que pronto
estarán empapados hasta los huesos.
Si creen que su época merece ser salvada,
entonces será mejor que empiecen a nadar
o se hundirán como una piedra,
porque los tiempos están cambiando.
Vengan, escritores y críticos
que profetizan con sus plumas,
mantengan los ojos bien abiertos,
la oportunidad no se repetirá,
y no hablen demasiado pronto
porque la ruleta aún gira
y no ha señalado
al elegido
porque el perdedor de ahora
será el que gane después,
porque los tiempos están cambiando.
Vengan, senadores, congresistas,
por favor escuchen la llamada
y no se queden en el umbral,
no obstruyan el pasillo,
porque el que resulte herido
será el que se oponga.
Afuera hay una batalla iracunda,
pronto temblarán sus ventanas
y crujirán los muros,
porque los tiempos están cambiando.
Vengan, padres y madres
de toda la Tierra
y no critiquen
lo que no pueden entender.
Sus hijos e hijas
están fuera de su control.
Sus viejos caminos
se desgastan con rapidez,
por favor, salgan del nuevo camino
si no pueden ayudar,
porque los tiempos están cambiando.
La línea está trazada
y la maldición echada,
el lento de hoy
será rápido más tarde,
como el presente hoy
más tarde será pasado;
el orden
se desvanece velozmente
y ahora el primero
más tarde será el último,
porque los tiempos están cambiando.
Charles Simic
(Yugoslavia, 1938)
Club medianoche
¿Eres el dueño exclusivo de un sórdido club nocturno?
¿Eres el único cliente, único cantinero,
unico mesero merodeando entre las mesas vacías?
¿Pones espectáculos de chicas en las madrugadas
con estrellas de películas en blanco y negro?
¿Tu oficina está en la planta alta sobre las luces de neón,
o abajo en la profundidad del húmedo sótano de las ratas?
¿Son los pensadores rusos barbados tus camaradas silenciosos?
¿Tienes un portero llamado Dostoievski?
¿Vendrá Fu Manchú esta noche?
¿o Emily Dickinson?
¿De casualidad tendrás un alma inmortal?
¿O tienes la oscura sospecha de que no tienes ninguna?
¿Es por eso que lanzas el par de dados blancos
en la oscuridad, mucho después de que el antro ha cerrado?
Natalka Bilotserkivets
(Ucrania, 1954)
Rosa
Es hora de empacar la maleta y marcharte.
No sabes qué llevar —algo fácil
de cargar; todo lo que puedas llegar a necesitar,
y que se encuentre al instante.
Dos o tres cepillos, jabón y una toalla.
Ropa interior limpia, por si acaso te encuentras
con tu amante – o con Dios. En ambos casos,
es necesario llevar ropa interior limpia.
En un lugar aislado, entre la hierba
de un denso bosque paradisiaco, me encontraré con una rosa.
Como el símbolo del delicado misticismo de Blake:
la rosa que ama al gusano.
Al haberle permitido entrar en su útero seductor,
ella tiembla, se oculta para evadirme,
y toda poesía; una vergüenza, un fastidio,
oh, pobre flor, bella, querida…
Kurt Drawert
(Alemania, 1956)
¿Qué pasa mañana?
Del otro lado de mi ventana,
de las copas de los árboles,
El oro se hunde lentamente en el lago.
El cisne de nuevo es animal
entre los animales.
Esto estaba previsto.
¿Qué pasa mañana?
Matthew Sweeney
(Irlanda, 1952-2018)
Un olor a pescado
Un olor a pescado llenó el valle
y las gaviotas llegaron tierra adentro.
Los gatos corrían por todas partes olfateando.
Los hombres revisaban el nivel del mar.
Se escuchó a algunos martillar.
Las iglesias se llenaron para rezarle al viento.
Finuala Dowling
(Sudáfrica, 1962)
Maneras de guardar
He guardado mi amor por ti
como perro malquerido
encadenado en el jardín.
Has guardado tu amor por mí
aprisionado entre
las páginas de un libro muy querido.
Con un diamante, en secreto, me has
grabado en una ventana de cristal,
y me has mostrado mi escondite
en el hueco de tu mano.
Puedo enseñarle al mundo a cortejar,
pero enséñame a guardar como tú lo haces.
Billy Collins
(Estados Unidos, 1941)
Rebaño
Se calcula que para cada ejemplar de la Biblia de Gutenberg
se requirió de la piel de 300 corderos.
Puedo verlos
apretujados en el corral de contención
detrás de la construcción de piedra
donde se encuentra la imprenta.
Todos enroscándose
para encontrar un poco de espacio
y al ser tan semejantes
sería casi imposible contarlos.
Y no se puede decir cuál de ellos
llevará encima las nuevas
de que el Señor es un Pastor,
una de las pocas cosas
que ya saben.
Sharon Olds
(Estados unidos, 1942)
Sexo sin amor
¿Cómo lo hacen aquellos que hacen el amor
sin amor? Hermosos como bailarines
deslizándose uno sobre otro como patinadores sobre el hielo,
los dedos enganchados
dentro de cada uno de los cuerpos, los rostros
rojos como filete, vino tinto, mojados como los
niños al nacer que serán regalados
por sus madres. ¿Cómo llegan a la
llegada de la llegada de la llegada de Dios a las aguas tranquilas, y no amar
al que llegó ahí como acompañante, la luz
elevándose lentamente como vapor que sale de sus pieles
unidas? Estos son los verdaderos religiosos,
los puristas, los pro, los que no
aceptan a un mesías falso, amar al
sacerdote en vez de a Dios. No se
equivocan de amante por su propio placer,
son como grandes corredores: saben que están solos
con la superficie del camino, el frío, el viento,
la talla de sus zapatos, su “casi toda” salud cardiovascular —sólo factores, como la pareja
en la cama, y no la verdad, que es
un cuerpo solo en el universo
en contra de su propio mejor tiempo.
Karen Rigby
(Panamá, 1979)
Amapolas
El invierno pasado en la esquina de
la Quinta Avenida, botes de pintura llenas
de amapolas. Lo recuerdo, no por la alegría
que rompía el fondo nevado,
sino por la manera como dos hombres descargaban
los capullos como municiones.
Uno de ellos traía puesto guantes sin dedos,
colocaba conos de celofán.
Debajo de él, un hermano o hijo
llevaba piel de zorro
desde el camión hasta
el puesto. Supe por el tacto
de su frío beso que los pétalos
no emitieron aroma —no se inclinó
ante la corona roja, era comercio
puro. Las vainas colgaban,
baterías inflamables.
Ernest Slyman
(Inglaterra, 1946–2019)
Museo Metropolitano
Al pasar en silencio por las salas
repentinamente perdido, alejado
de la compañía de grandes obras de arte
—la civilización se apropia de un aire de misterio.
Hablar de la historia ilustre del arte,
aunque pálida e ilusoria,
no porta malicia mental
—la gracia salvadora de la raza humana
glotona de felicidad y miseria,
tan frío el arte, tan cruel y ciego
durante siglos. Largo el atestado manicomio de la tierra,
borracho, estridente, dulce melancolía tan llena de júbilo,
tan salvajemente poseída por el parto de su nacimiento.