Rosa Luxemburgo y la peculiar costumbre de incomodar aun detrás de la muerte
Nació hace 150 años, el 5 de marzo de 1871, en la pequeña ciudad de Zamość, en la Polonia rusa, y se transformó en una extraordinaria representante del pensamiento y la acción revolucionaria en Europa. Rosa Luxemburgo estudió filosofía, historia, política, economía y matemáticas de forma simultánea y se doctoró en una época en que muy pocas mujeres iban a la universidad. Militante del socialismo polaco, alemán e internacionalista, al mismo tiempo que se transformó en mártir de la causa comunista —tras su brutal asesinato en 1919—, sus ideas fueron olvidadas, distorsionadas o prohibidas por la izquierda hegemónica en el siglo XX. Su obra volvió a despertar el interés cuando, en las revueltas estudiantiles de 1968, regresó como símbolo de rebeldía. Desde entonces han sido publicadas biografías, obras de teatro, novelas y películas sobre esta mujer, una de las más grandiosas e insignes figuras del socialismo internacional. En este contexto, justamente acaba de ver la luz el libro Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política / Una lectura desde América Latina, escrito por el politólogo y educador Hernán Ouviña. Mario Bravo nos acerca a él…
Un 5 de marzo de 1871 nació una mujer polaca, judía, marxista y militante… aunque quizás lo que mejor defina a Rosa Luxemburgo sea el rasgo de su inconformidad ante lo establecido, incluso cuando eso provenía desde el pensamiento y la praxis de quienes, se suponía, estaban llamados a transformar el mundo.
Ella fue una piedra en el zapato para propios y extraños.
Y como suele suceder con el legado de esos seres humanos que se han opuesto a dar todo por sentado, sea esto procedente desde un gobierno dictatorial y opresor o inclusive mediante las prácticas anquilosadas emanadas del propio bando al cual uno pertenece; tal legado traspasa el tiempo, las fronteras geográficas y hasta derrota a la muerte: el ejemplo de Rosa Luxemburgo es vigente hoy en día porque la barbarie llama a nuestra puerta.
Por ello es tan bienvenida la publicación del libro intitulado Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política / Una lectura desde América Latina, escrito por el politólogo y educador popular Hernán Ouviña, quien, a la par de ser un académico de la Universidad de Buenos Aires (UBA), también es un destacado activista político argentino.
¿Pensar en ventas o en revoluciones?
El libro aquí reseñado no es una novedad editorial más dentro del mercado de publicaciones recientes en México. Y no lo es, puntualmente, por un par de rasgos que desde un inicio ya le desmarcan de enlistarse junto con otros textos sobre socialismo y luchas populares.
Brevemente, explico a qué me refiero.
En un primer lugar, el libro, producto del esfuerzo intelectual de Ouviña en donde condensa el itinerario del pensamiento de Rosa Luxemburgo, ha sido editado —en el caso mexicano— por el sello Bajo Tierra Ediciones; aunque es necesario aclarar que, en sí misma, la publicación de dicha obra es el resultado de un esfuerzo conjunto entre la oficina en Buenos Aires de la Fundación Rosa Luxemburgo y otras editoriales latinoamericanas. En el caso específico del sello mexicano autogestivo ya mencionado, no debemos soslayar que durante la década más reciente ha sido hogar de libros que, hoy por hoy, representan ejercicios reflexivos de gran envergadura. Bajo Tierra Ediciones suele apostar por publicar ensayos provocadores, urgentes y útiles no sólo para llenarse la boca de palabras revolucionarias pronunciadas en un aula universitaria, sino que sus títulos impresos sirven —sobre todo, a mi parecer— como herramientas para pensarnos en este caótico mundo. Eso, para nada, es un detalle menor.
Dicho sello editorial no por ser autogestivo y buscador de procesos de autonomía, cede ni un ápice estéticamente en sus publicaciones. A lo largo de su catálogo amplio de libros editados y, puntualmente en Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política […], el lector puede estar convencido de que en sus manos tiene un objeto-libro con un cuidadoso proceso de edición, revisión del texto, diseño de portada y propuesta estética. Eso, siempre, es un triunfo cuando se acude a una librería y decidimos llevarnos a casa tal o cual libro.
Mención aparte merece el enorme acierto de incluir un prólogo escrito por la lúcida y destacada filósofa Silvia Federici, autora del ensayo Calibán y la bruja / Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Dicho texto, traducido por la Dra. Mabel Thwaites Rey, podría provocar que el lector desde un comienzo intuyera que se halla ante un ejercicio intelectual de importancia mayúscula, tal como la feminista italiana afirma al inicio de su colaboración: “El homenaje de Hernán Ouviña a Rosa Luxemburgo es un ejemplo poderoso de cómo nuestra lectura del pasado se torna viva cuando está motivada por preguntas, luchas y preocupaciones del presente”.
Esa es, me parece, una de las principales virtudes del escrito de Ouviña: provocar que resuenen en el hoy las palabras dichas por alguien que nació hace 150 años. Virtud suya no es, obviamente, la vigencia que aún tienen dichas palabras, sino que el logro del autor estriba en su labor de arqueología para traerles desde el subsuelo del olvido y retirarles el polvo, con la intención de mostrarlas como un ejercicio de pensamiento vivo.
¿Quién escribe?
Otro rasgo que distingue al libro del resto de publicaciones insertadas dentro del llamado pensamiento crítico, resulta ser el detalle —no menor— acerca de la hoja de vida del autor. Ouviña si bien es uno de los científicos sociales más destacados de su generación en América Latina, también sostiene sus reflexiones políticas y teóricas desde variadas experiencias militantes.
Algo tan básico, pero, a la vez, tan poco usual: el autor, nacido en Lanús dentro de la provincia de Buenos Aires, es de los pocos intelectuales que la academia latinoamericana tiene entre sus filas con un bagaje de militancia callejera y popular; no sólo escribe desde el cubículo universitario… sino que, a su manera y seguramente también con contradicciones a cuestas, vincula eso que el uruguayo Eduardo Galeano mantenía como máxima de su vida: ligar el pensar con el hacer… y con el decir.
En la academia abundan escritos (artículos, capítulos o libros enteros) realizados por eminentes doctores con sueldos nada pauperizados, que viven en barrios no precisamente populares de Ciudad de México o Buenos Aires, desde donde escriben —quizás— sobre Antonio Gramsci, pero viviendo en condiciones de privilegios, tanto en el aspecto económico como en lo relacionado a sus posiciones que ocupan dentro del ámbito universitario.
Contradicciones y contradictorios pensadores los hay en todas partes, sin duda.
Por eso el caso de Ouviña representa un elemento de honestidad intelectual nada despreciable en nuestros tiempos actuales. Ya por eso valdría la lectura de su evocación sobre Rosa Luxemburgo, pues el lector puede estar seguro de que, al otro lado de la página, no habita un personaje que escribe con la mano izquierda y borra lo escrito con el codo derecho; sino que, y eso me consta tras vivir un par de meses con el autor durante el año 2015 en su entonces apartamento ubicado en el porteño barrio de Boedo, él intenta vivir como piensa, ni más ni menos.
A los dos anteriores aspectos distintivos de este libro se suma que, en el caso del profesor de la carrera de Ciencia Política impartida en la UBA, nos hallamos ante alguien gustoso de enlistarse en la fila de quienes, si de elegir se trata, siempre opta por quedarse con los aparentemente perdedores de la Historia. Hernán es uno de los más precisos estudiosos de la obra del periodista y militante Antonio Gramsci; así, no sorprende que en este su más reciente libro publicado durante octubre de 2020, el autor se haya decidido por invitarnos a conocer el pensamiento de quien, supuestamente, fue derrotada: me refiero a Rosa Luxemburgo, asesinada un 15 de enero de 1919.
Aparentemente la acallaron tras arrebatarle la vida; sin embargo, Ouviña demuestra que el pensamiento y el ejemplo luxemburguista mantienen una peculiar vigencia hasta este todavía caótico y pandémico año 2021.
Una mujer entre marxistas
Desde las primeras páginas de Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política / Una lectura desde América Latina, el autor evoca la figura de otro intelectual que, junto a la misma protagonista del texto aquí reseñado, durante varias décadas tras su muerte fue “sinónimo de error político y debilidad teórica, deviniendo [ambos apellidos] en herejías que debían ser combatidas con igual esmero”: me refiero al marxista peruano José Carlos Mariátegui. Al igual que Rosa, el autor de Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928) fue enviado al cajón de los pensadores incómodos y, por ello, olvidados.
Es claro que el libro impreso en México por Bajo Tierra Ediciones se suma a toda una cascada de pensamiento alternativo, yo diría incluso “en resistencia”, el cual ha sido desdeñado tanto por sus enemigos de derecha como por gran parte de la intelectualidad y la ideología política de izquierda: me refiero aquí al legado enorme de personajes como el ya referido Gramsci, pero también sumemos —tal como Ouviña lo hace en su libro al mencionarlos— a Walter Benjamin, el ya citado Mariátegui e incluso el psiquiatra caribeño Frantz Fanon.
No es demasiado afirmar que el libro podría asumirse como una apuesta teórica-política y no meramente como un ejercicio de escritura intelectual o academicista. Conociendo el trabajo político de Hernán, intuyo que su intención al escribir dicho texto ha sido mover el tablero, sacudir algunas ideas preconcebidas y pelearse incluso con quienes militan en su misma trinchera, pero que han enterrado vivo el pensamiento de Rosa Luxemburgo por considerarlo obsoleto, incómodo e inferior en comparación con los gigantes del marxismo (casualmente, todos ellos hombres).
No es casual que el autor haya colocado todas sus fichas a favor de Rosa, visibilizando así su posición no solamente de judía sino, principalmente, su participación como mujer dentro de un enmarcado marxista que no siempre suele dar cabida a voces distintas a los santos patronos —hombres blancos, heterosexuales e intelectuales— del pensamiento inaugurado por el filósofo nacido en Tréveris, Alemania. Ahí Ouviña lanza su primer dardo y, pareciera, que da en el blanco: 150 años después coloca al pensamiento de Luxemburgo entre la pléyade de teóricos de un marxismo acostumbrado a no escuchar voces femeninas.
Resucitar la voz de los muertos
Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política / Una lectura desde América Latina no es simplemente un repaso nostálgico por las aportaciones intelectuales de la marxista polaca; tampoco el ensayo se queda en la mera revisión académica de un marco de pensamiento. Es necesario resaltar este último aspecto: la presentación escritural del texto no habita registros teórico-academicistas, no se cae en el uso anodino y obsesivo de citar para demostrar sabiduría… ni tampoco el autor recurre a un lenguaje especializado dirigido a doctos marxistas con quienes discutir; por el contrario, el libro funciona como una suerte de texto pedagógico dirigido al gran público: a veces, entre sus páginas, pareciera que estamos escudriñando la biografía más personal de Luxemburgo y, en otras ocasiones, abrevamos de sus interpretaciones teóricas ante el contexto que vivenció en su paso por el mundo.
En el ensayo se mira un interesante ejercicio de diálogo entre Rosa y Hernán, esto desde una cuidada selección de citas hechas por el autor y, en acto seguido, la exposición de las reacciones intelectuales que tales reflexiones le provocan al profesor argentino. Ese puente entre la marxista polaca y el pensador argentino es bien tendido en el libro, aunque bien pudo haberse generado un grado mayúsculo de desacuerdo, crítica, discusión o interrogatorio más intenso e incisivo por parte de Ouviña hacia el conjunto de ideas vertidas por la autora de Huelga de masas, partidos y sindicatos (1906).
Ahí el autor nos queda a deber, a mi parecer, pues su enorme capacidad intelectual da como para alcanzar niveles de disenso incluso con la protagonista de su evocación y homenaje; aunque tal ausencia no menoscaba la gran valía de su escritura ni del posicionamiento teórico-político que asume con maestría a través de las distintas páginas del libro.
¿Una Rosa latinoamericana?
Otro aspecto a destacarse dentro de esta novedad editorial es el enlace que el autor realiza entre el marxismo de Rosa Luxemburgo y el contexto latinoamericano más reciente. Correctamente, a mi parecer, rompe de tajo con dos tendencias muy recurrentes dentro de la academia en el campo de las ciencias sociales y, específicamente, en el interior del pensamiento crítico:
- Por un lado, no asume un marxismo eurocéntrico que niega el diálogo con América Latina y, en consonancia, suele calcar las categorías marxistas para intentar comprender lo que sucede en otras coordenadas geopolíticas.
- Asimismo, si bien Ouviña en varios momentos del texto enarbola la postura de descolonizar el propio pensamiento crítico, no cae en infantilismos academicistas al negar per se todo conocimiento, saber, experiencia ni reflexiones surgidas en Europa.
El autor plantea una ágil y potente vinculación entre las ideas de la marxista polaca y los ciclos de protestas populares en Latinoamérica inaugurados a finales del siglo XX, así como la llegada al poder estatal de los gobiernos progresistas en la región; pero el puente tendido no solamente es producido a partir de la reflexión del propio politólogo argentino autor del libro, sino que tal posibilidad de vincular aparentes bloques de pensamiento distanciados temporal y geográficamente se da desde lo que dentro del ensayo aquí reseñado se hace llamar como proceso permanente de acumulación capitalista, situación y condición que la teórica de origen judío previó en sus análisis acerca de cómo el capitalismo requiere de apropiarse de territorios y riquezas halladas en sociedades con modos de producción precapitalistas; entiéndase así que Rosa Luxemburgo fue consciente, aunque sea débilmente a manera de intuición, de la condición de las sociedades colonizadas tanto en África como en América.
Incómoda piedra en el zapato para el socialismo ortodoxo
Al leer Rosa Luxemburgo y la reinvención de la política / Una lectura desde América Latina uno se percata de que la revolucionaria asesinada en el año de 1919 figuraba como una voz repelida por el ala ortodoxa del marxismo en aquellas geografías. Luxemburgo cuestionaba las praxis y estrategias convertidas en férreas estatuas, merecedoras solamente de acatamiento sin cuestionamientos ni dudas, sin espacio de fisuras para airear la crítica en el interior de un marco de pensamiento que, supuestamente, debería estar sostenido sobre la más intensa autorevisión de sus formas y fondos.
El libro de Hernán Ouviña nos presenta a una mujer que no teme cuestionar los métodos de educación emanados de los sindicatos o, por ejemplo, la escritura que no dudó en denominar como “tan convencional, tan acartonada, tan rutinaria…” proveniente del partido en el cual ella militaba. Asimismo, la arqueología que el autor realiza en las reflexiones de Rosa nos permite hallar a un personaje que, extraordinariamente, no se instala en la eterna crítica o queja, sino que a la par de ese necesario acto también produce alternativas a lo que ella cuestiona: tanto sus prefiguraciones sobre las prácticas de educación popular como su manera de plasmar en la escritura todo aquello que le inquieta políticamente, serían ejemplos de sus valiosas contribuciones.
Así lo expresa en una carta dirigida a Robert y Mathilde Seidl, misma que es presentado dentro de las páginas del libro aquí reseñado: “La gente al escribir olvida, casi siempre, ahondar en sí misma y percibir la importancia y la verdad de lo que están escribiendo”.
Rosa Luxemburgo, tal como lo expone el autor argentino, en su momento fue transgresora de ciertas prácticas dogmáticas en el interior del marxismo; cuestionó y fue vista con recelo por aquellos que concebían a la teoría marxista como verdad impoluta, perfecta, sin falla y eterna. Tal como sugiere Ouviña, pareciera que a la militante polaca se le llegó a concebir como apestada dentro de ciertos círculos intelectuales y políticos, tal como en su momento también se le percibió al periodista italiano Antonio Gramsci, por ejemplo, o al propio Walter Benjamin.
La autora de Reforma o Revolución (1899) buscó, férreamente, combatir no solamente los estragos del capitalismo a su paso, sino también incesantemente luchó en contra del dogmatismo de izquierda… porque para cambiar al mundo no basta únicamente leer una receta aprendida de memoria y así calcar o copiar las experiencias exitosas de las luchas populares; desde la lectura atenta de Rosa Luxemburgo podemos comprender que ella fue implacable incluso con lo históricamente dado por hecho desde su trinchera política.
Tal actitud política y ante la vida, le acerca aún más a personajes de la talla de Frantz Fanon, otro imprescindible que se ganó enemigos por cuestionar los dogmatismos y vicios habitantes en las subjetividades, cuerpos y praxis de los propios dominados… por ello, Luxemburgo se halla vigente hoy en día, pues resultan urgentes e insoslayables plumas que sean críticas inclusive con sus aliados, esto si realmente se desea construir otra sociedad y no solamente llenarse la boca de discursos revolucionarios, sin trastocar los cimientos de la prefiguración del viejo mundo que, como diría Nino Gramsci, aún no acaba de morir y, en constante deseo de que su contraparte, el nuevo mundo, por fin sea parido aquí y ahora.
Al final, venció a sus asesinos…
Si acaso la humanidad cuenta con la oportunidad de activar el freno de emergencia del cual Benjamin nos hablaba, será porque voces críticas e incómodas como la de Rosa Luxemburgo sigan resonando en contra de los enemigos de la justicia y la igualdad; pero también en abierta y frontal crítica de quienes se autoproclaman como vanguardias revolucionarias y utilizan al marxismo, por ejemplo, como receta, escudo, oráculo, Biblia laica, caverna y no trinchera, estatua inamovible… teoría eterna y dueña de la verdad.
Contra todo esto combatió y resistió Luxemburgo; por ello resulta impostergable su lectura en el presente.
Ella fue, tal como Ouviña nos lo muestra en su libro, una auténtica piedra en el zapato para propios y extraños. Sus asesinos no sabían, seguramente, que poseía la peculiar virtud de persistir en ser incómoda aun con la muerte a cuestas.