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Nobel de Literatura 2020: la poeta estadounidense Louise Glück

“Por su inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, convierte en universal la existencia individual”. Con estas razones, la Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Literatura a la poeta neoyorquina Louise Glück, de 77 años. Es, junto a Olga Tokarczuk, Svetlana Alexiévich y Alice Munro, la cuarta mujer en una década en recibir el galardón (y la decimosexta de la historia del premio). También es —con Bob Dylan, Kazuo Ishiguro y la citada Munro— la cuarta premiada en esta década que escribe en inglés. Nacida en Nueva York en 1943, y profesora de inglés en la Universidad de Yale, en Connecticut, Glück es considerada una de las poetas más destacadas de la literatura contemporánea estadounidense. Aquí un breve repaso de su obra y figura… (NdelaR)


¿Ha leído usted algún poema de Louise Glück, la mujer laureada con el Premio Nobel de Literatura 2020? Si su respuesta es “no”, puede sentirse tranquilo, pues forma parte de ese casi 90% de personas que respondieron de la misma manera a esta pregunta en la página web de la Fundación Nobel. Sin embargo, es un buen momento para remediar ya mismo esta falta y apropiarse de una obra que, aunque árida por momentos, siempre ofrece fértiles —fecundos, exuberantes— oasis.

“Por su inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, convierte en universal la existencia individual”. Con estas razones, la Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Literatura a la poeta neoyorquina Louise Glück, de 77 años. Es, junto a Olga Tokarczuk, Svetlana Alexiévich y Alice Munro, la cuarta mujer en una década en recibir el galardón. También es —con Bob Dylan, Kazuo Ishiguro y la citada Munro— la cuarta premiada en esta década que escribe en inglés.

De hecho, Louise Glück se convirtió en la decimosexta mujer en ser reconocida con el Premio Nobel de Literatura, galardón que este año 2020 tiene un toque feminista.

Tras una serie de escándalos y polémicas que empañaron las recientes ediciones del premio literario más emblemático del mundo, la elección de 2020 de la Academia Sueca era especialmente esperada, también imprevisible.

“Me voy a quedar sin amigos”

Nacida en Nueva York el 22 de abril de 1943, Glück es considerada una de las poetas más destacadas de la literatura contemporánea estadounidense.

La Academia Sueca hizo pública la conversación telefónica en la que anunciaron a la escritora la buena noticia: “No me importa (conversar y responder preguntas), pero de verdad necesito un café ahora y algo más. Denme dos minutos”, fueron las primeras palabras de una emocionada Glück.

Acerca de lo que significa para ella el Nobel de Literatura, la poeta respondió con humor, primero con un ni idea, y luego ironizó sobre las envidias que podría suscitar entre el resto de autores recibir un galardón tan prestigioso.

“Mi primer pensamiento fue que me iba a quedar sin amigos, porque la mayoría son escritores. Pero luego pensé que eso no pasará. Realmente no sé lo que significa (ganar el Nobel); es un gran honor”.

Una voz simple, pero hermosa

Los argumentos de los jurados suelen manejar frases de repertorio sobre la tradición y la vanguardia, lo global y lo local, pero esta vez el Comité Nobel ha dado en el clavo: la austeridad y la autobiografía son los rasgos fundamentales de una autora que ha publicado 12 libros de poemas.

En El iris salvaje —obra publicada en español por la editorial Pre-Textos y cuya reedición se anuncia que estará “disponible en breve”— escribe Glück: “A veces un hombre o una mujer imponen su desesperación/ a otra persona, a eso lo llaman/ alternativamente desnudar el corazón, o desnudar el alma./ (Lo que significa que para entonces adquirieron una)”. ¿Ya lo ven? En este poema —versión al castellano de Eduardo Chirinos— hay tres versos yermos, con poca vida (una vida quizá animada por el contundente “imponen”), pero son también tres versos que obligan a llegar al paréntesis (“Lo que significa que para entonces adquirieron una”) en el que se encuentra el turbio remanso que ahoga. Para luego respirar y seguir adelante con el poema.

En otros versos del mismo libro, dice Louise Glück: “Al lado tuyo, pero no/ de tu mano: así te miro/ andar por el jardín/ de verano: las cosas/ que no pueden moverse/ aprenden a mirar”. Primero, una simple y bonita postal: “Al lado tuyo, pero no/ de tu mano: así te miro/ andar por el jardín/ de verano…”. Luego, de nuevo, el contundente oasis: “… las cosas/ que no pueden moverse/ aprenden a mirar”.

Entre la abundante resequedad y la escueta aparición de lúbricos edenes se desplaza la obra de Louise Elisabeth Glück.

Ya desde 2015, Gonzalo Torné, en la revista Letras Libres, se preguntaba si de verdad Louise Glück merece la posición de prestigio y de privilegio que ocupa en la “competidísima poesía estadounidense”, pues “carece de una mirada personal sobre el mundo, no dispone de un juego de metáforas propio, sus ironías son fáciles de detectar y de controlar (una escritora sin pliegues ni dobleces), y rara vez su despliegue retórico y figurativo consigue sugestionarnos”. Sin embargo, concluía, en lo monótono y reiterativo de su obra, tarde o temprano Glück logra dar en el clavo, y entonces sí, surgen poemas intensos, concentrados, inquietantes. Un contraste, como diría Gonzalo Torné, cuyo “efecto es extraordinario”.

Dicho de otro modo: la voz poética de Louise Glück es simple, pero hermosa; muy personal, casi intimista, pero por lo tanto universal, tal como lo señaló Anders Olsson, presidente de la Academia Sueca, al dar a conocer el nombre de quien ostentaría el Premio Nobel de Literatura 2020: “Aunque Glück nunca ha negado el significativo peso autobiográfico que hay en su obra, no debe ser vista como una poeta confesional. Glück persigue en su obra lo universal, y como parte de ello toma como inspiración los mitos y otros motivos clásicos que aparece una y otra vez en su trabajo”.

Por fortuna, se han traducido al español sus poemarios más significativos. Y casi todos sus libros en nuestro idioma circulan bajo el sello de la pequeña editorial española Pre-Textos: El iris salvaje (The Wild Iris), Ararat, Averno, Las siete edades (The Seven Ages), Vita Nova y Praderas (Meadowlands). En 2008, la Universidad Metropolitana de Caracas publicó asimismo el libro Louise Glück: poesía selecta.

© Nobel Media. Ill. Niklas Elmehed.

“Las ideas y abstracciones se vuelven hechos”

Profesora en la Universidad de Yale, Louise Glück debutó como poeta en el simbólico 1968 con el poemario Firstborn, que la colocó desde entonces como una escritora a la que sin duda había que seguir. En 1993 ganó el Premio Pulitzer y en 2014 el National Book Award en su país natal. Es autora también de algunos libros de ensayo (por ejemplo, Proofs and Theories : Essays on Poetry).

No obstante estos reconocimientos, Glück apenas vendió en un año 200 ejemplares de sus obras traducidas al español por la editorial Pre-Textos, reconoce su editor, Manuel Borrás. En cuanto se supo la noticia del Premio Nobel, Borrás aprovechó para resaltar su apuesta hace varios años por la galardonada, a quien comenzó a leer por recomendación de un amigo que vive en Nueva York. “Me enamoré rápidamente de su poesía”, dijo. Así que decidió editarla a pesar de que “absolutamente nadie” le hiciera caso. Ahora ha dicho que lo sucedido muestra que, en efecto, le tienen que dar un premio Nobel a alguien para que le paren la bola: “Los premios son útiles cuando nos descubren a alguien tan bueno”.

Pero, como sea, finalmente la propia Louise Glück ha dicho que no puede ver a la literatura como un negocio. Y que para ella, al contrario de lo que algunos sostienen, la literatura no consiste en convertir hechos en ideas, sino que, al menos en la poesía, las cosas suceden al revés: “Las ideas y abstracciones se vuelven hechos”. Para muestra, su poema “El vestido”, incluido en el libro Vita Nova:

“Se me secó el alma./ Como un alma arrojada al fuego,/ pero no del todo,/ no hasta la aniquilación. Sedienta,/ siguió adelante. Crispada,/ no por la soledad sino por la desconfianza,/ el resultado de la violencia./ El espíritu, invitado a abandonar el cuerpo,/ a quedar expuesto un momento,/ temblando, como antes/ de tu entrega a lo divino;/ el espíritu fue seducido, debido a su soledad,/ por la promesa de la gracia./ ¿Cómo vas a volver a confiar/ en el amor de otro ser?/ Mi alma se marchitó y se encogió./ El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado/ grande/ para ella./ Y cuando recuperé la esperanza,/ era una esperanza completamente distinta”.

El Premio Nobel de Literatura ha vuelto, pues, a mirar a la poesía. Y si bien es cierto que Louise Glück no tiene la dimensión lírica de la polaca Wislawa Szymborska (Premio Nobel de Literatura en 1996), es verdad también que debe celebrarse que 20 años después del reconocimiento a Szymborska, el más alto honor literario recaiga, de nuevo, en una poeta pura, marginal (al menos en nuestro idioma) y con una obra acaso breve, pero de gallarda intimidad.    

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