Chick Corea, historia de un mito del jazz
El pasado 9 de febrero falleció uno de los músicos de jazz más influyentes del siglo XX, así como uno de los pianistas más notables de este estilo. Supo imprimir su personal estilo en su exploración de los límites del jazz.
Jorge Marredo Rosa
La historia del jazz es un relato extraño en el que una mayoría silenciada, los norteamericanos afroamericanos, comienzan a gestar la llamada Música del Siglo XX, es decir la que para muchos ha sido la aportación más importante de la música popular a la música culta (si es que hoy en día tiene sentido hablar de esta distinción).
Existe cierto consenso en considerar a Buddy Holden el primer músico de jazz propiamente dicho. Pese a que no existen grabaciones de él, esa mezcla primigenia de ragtime y blues se considera el caldo el cultivo del jazz posterior. Así, en sus orígenes, el jazz era una música jovial y festiva, muy alejada de la imagen intelectual que proyecta en la actualidad.
Durante la primera mitad del siglo XX, se comienza a enriquecer con aportaciones de muy distinto tipo, ya sean armónicas, melódicas, tonales, etc. Incluso el público blanco caucásico comienza a apreciar este tipo de música, disparándose por tanto su producción y distribución por los canales de mercado y surgiendo artistas tremendamente populares como Fats Waller, Bix Beiderbecke o el más famoso para el público general: Louis Armstrong, figura seminal en la evolución del jazz.
La imagen de este género comienza a cambiar de forma radical a partir de los años cuarenta y cincuenta. Los arreglos, las interpretaciones y la calidad de las grabaciones se empiezan a volver más refinados gracias al trabajo de artistas como Duke Ellington o Earl Hines.
La creciente aceptación y valoración por parte de la intelectualidad y la comunidad artística europea van perfilando la actual imagen sofisticada del jazz. En paralelo, se inicia un camino que culmina en los años sesenta con la inclusión de elementos conceptuales, y sobre todo de reivindicación en cuanto a su propia negritud y como vehículo de expresión para artistas discriminados en Estados Unidos por el color de su piel como Charles Mingus, Thelonious Monk o Max Roach.
La contracultura y la consolidación en la música popular
Es en este proceso de sofisticación y reivindicación en el que resulta vital la aparición de un joven, Armando Anthony Corea (“Chick”), nacido en Massachusetts en 1941 en el seno de una familia de origen italiano. A mediados de la década de los sesenta, el joven Corea comienza a dar sus primeros pasos con grandes nombres del jazz de la época; por citar sólo unos: Lionel Hampton, Herbie Mann o Stan Getz.
En pocos años se hace un nombre en el panorama del nuevo jazz, y logra llamar la atención de Miles Davis, que lo incluye como pianista primero y como teclista después en su famoso e influyente quinteto (la cantera de músicos en general a los que Miles Davis dio visibilidad daría para otro artículo, pero en cuanto a pianistas y teclistas se refiere, además de Chick Corea, en aquella época pasaron por su grupo Joe Zawinul, Herbie Hancock y Keith Jarret, todos ellos convertidos en referentes musicales tras su paso por el grupo de Davis).
El genio estético de Davis y la visión estratégica que tenía del negocio de la música le llevan a darse cuenta de que la música eléctrica con elementos de rock y del incipiente funk es hacia donde debe conducir al quinteto. En la segunda mitad de los sesenta comienza a introducir instrumentos eléctricos en el grupo, consiguiendo dos cosas: por un lado, disgustar a los críticos de jazz tradicional, y, por otro, ir ganando un creciente público entre los jóvenes blancos consumidores de discos.
Este proceso de popularización del jazz tiene un punto de inflexión con la publicación de In a Silent Way en 1969 y, sobre todo, de Bitches Brew en 1970. Ambos discos suponen un gran éxito a todos los niveles y la popularidad de esta formula llega a casi todo el mundo. El jazz conquista así la cultura popular de masas, y genera de paso un nuevo estilo: el llamado jazz rock, jazz-fusión o crossover.
El éxito del jazz rock y la consolidación de Chick Corea
A principios de los años setenta prácticamente todos los músicos que pasaron por la banda de Miles Davis forman sus propias bandas. No obstante, hay tres agrupaciones que desarrollan su fórmula musical con gran éxito e influencia: la Mahavishnu Orchestra (liderada por el guitarrista John Mclaughlin); Weather Report (con Joe Zawinul al piano y teclados y Wayne Shorter a los saxos) y Return to Forever (liderada por Chick Corea).
Si bien Chick Corea debuta como solista en 1966 con su disco Tones for Joan’s Bones, con gran éxito de crítica, no es hasta estos años en los que se consolida su carrera. Partiendo de un sonido deudor del grupo de Davis, los primeros discos de Chick Corea van asentando su sonido y también le hacen embajador de dos nuevos instrumentos de novedosos sonidos: el sintetizador, y sobre todo del piano eléctrico. De este último se convierte sin duda en el intérprete más famoso de aquella época, convirtiéndose el cálido sonido de este instrumento en seña de identidad del género. La electrificación progresiva de su sonido culmina con el disco Romantic Warrior (1976), que también supone un punto de inflexión a partir del cual Corea comienza a experimentar con otras estéticas.
Si lo anterior ya sería suficiente para situar a Corea en el podio del jazz, durante parte de los setenta y los ochenta graba una serie de álbumes con el piano —tanto acústico como eléctrico— como protagonista, que lo sitúan como un referente: Piano Improvisations 1 y 2 (de 1971 y 1972); Crystal Silence de 1972 (junto al vibrafonista Gary Burton); An evening with Chick Corea y Herbie Hancock y Friends de 1978. No faltan grabaciones con otros formatos de grupo donde caben también las orquestaciones, como el caso de The Leprechaum de 1978 o Lyric Suite for Sextet (de nuevo junto a Gary Burton) de 1982.
El corazón español de Chick Corea
Otro aspecto que aporta valor a la obra de Corea es su gusto por fusionar el jazz con otras músicas. Desde muy pronto declaró su amor hacia la música latina y muy especialmente hacia el flamenco. Ya en 1972, su tema “La fiesta” daba buena fe de ello. Bien conocida era su admiración hacia Paco de Lucia, con quien colaboró en varias ocasiones, así como otros músicos cercanos a este estilo como Carles Benavent, Jorge Pardo o Niño Josele. En muchas ocasiones declaró su amor por España y cómo, a su manera, sentía que tenía corazón español, dejando testimonio en uno de sus discos más conocidos y notable como es My Spanish Heart de 1976.
Chick Corea, fallecido este 9 de febrero a los 79 años, ha sido una figura compleja y rica, con un legado e influencia importantísimos en las nuevas generaciones de músicos y en la difusión del jazz, el mestizaje musical y la tecnología musical. Acaso sirva este extracto de su despedida en redes sociales para tener una idea de su visión de la música y el mundo:
“Mi misión fue siempre provocar el disfrute de la creación allí donde estuviera, y hacerlo con todos los artistas que admiro tan profundamente: esa ha sido la riqueza de mi vida”.
Jorge Marredo Rosa. Profesor asociado en Universidad Internacional de Valencia. Productor musical. Ha producido arte sonoro y música electrónica de corte experimental.
Fuente: The Conversation.