«La favorita del rey»: el relato de amor de una mujer adelantada a su tiempo
Octubre, 2024
El nuevo largometraje de la cineasta y actriz francesa Maïwenn, La favorita del rey, es una ambiciosa y logradísima biopic de un personaje peculiar de la historia francesa como lo fue Jeanne du Barry, escribe Alberto Lima en esta nueva entrega de ‘La Mirada Invisible’. Maïwenn demuestra, en este su sexto filme, que sí se pueden hacer películas plenamente feministas y universales sin necesidad de recurrir al calzador y el sesgo ideológico.
La favorita del rey (Jeanne du Barry)
película de Maïwenn,
coproducción Francia, Bélgica y Reino Unido
con Maïwenn, Benjamin Lavernhe, Pierre Richard,
Robin Renucci, Johnny Depp. (2023, 117 min).
En estos tiempos que corren, donde las oportunistas y condescendientes industrias del consumo y el entretenimiento insisten en hacernos creer que apoyan abiertamente el discurso feminista, y con ello aspiran a imponerlo como un estándar comercial —aun cuando en los hechos los malogrados filmes y series producidos por Disney evidencian lo contrario—, la cineasta y actriz francesa Maïwenn (Les Lilas, 1976) demuestra que sí se pueden hacer películas plenamente feministas y universales sin necesidad de recurrir al calzador y el sesgo ideológico.
En la Francia de la monarquía absoluta del siglo XVIII, la pequeña Jeanne (Emma Kaboré-Dufour), fruto de los amoríos entre su madre cocinera (Marianne Basler) y un monje, goza de la protección y la buena educación impartida por Monsieur Dumousseaux (Robin Renucci) gracias a que su madre sirve en la casa de éste, por lo que al llegar a la adolescencia, la joven Jean (Loli Bahia) será enviada a un monasterio como medida de su protector para evitarle el camino difícil que enfrentaría a su edad a causa de su clase social. Allá cultivará interés por la lectura y las artes, pero será expulsada del lugar cuando sea sorprendida por leer libros versados en erotismo. De vuelta a la casa del protector, y al ser ya una joven atractiva y, a ojos de la esposa de Dumousseaux una clara rival y objeto del deseo, Jean y su madre serán echadas de la casa. Entonces una Jean plenamente mujer (Maïwenn) comenzará a vivir una vida conspicua como prostituta predilecta de varios nobles y otros caballeros distinguidos. Conocerá así al conde Du Barry (Melvil Poupaud), quien, por acuerdo mutuo, devendrá como su proxeneta y amante, y que gracias a las buenas relaciones de éste, prestará sus servicios amatorios con el duque de Richelieu (Pierre Richard), quien jugará un papel decisivo en la vida de Jeanne al recomendarla para compartir lecho con el mismísimo rey de Francia Luis XV (Johnny Depp), previo exhaustivo y cultísimo examen ginecológico llevado a cabo por los médicos reales y supervisado por el primer ayudante del rey, La Borde (Benjamin Lavernhe) —donde la simpática chica se referirá con candor a su sexo como la cueva del amor—, y con quien desde entonces Jeanne mantendrá una relación amistosa y protectora con él, una vez que se convierta en —como reza el título en castellano— la favorita del rey, con todas las venturas y desgracias que dicha relación conllevará.
Escrito por un equipo de guionistas formado por Teddy Lussi-Modeste, Nicolas Livecchi, Marion Pin y la propia directora, el sexto largometraje de la actriz y exesposa del director Luc Besson, Maïwenn Le Besco, La favorita del rey es una ambiciosa y logradísima y espectacular biopic, con ánimo compensatorio, de un personaje peculiar de la historia francesa como lo fue Jeanne du Barry, ya esbozado por la propia Sofia Coppola en su Marie Antoinette (2006) al presentarla como una vulgar mujerzuela arribista metida a la fuerza en la corte del rey. Sin embargo, contrario a lo que podría pensarse, Maïwenn prefiere desnudar los hechos y no los cuerpos, así, no se centra en plantear una drama erótico de época tipo La favorita (Lanthimos, 2018) sino elige hacer un diáfano relato de amor entre dos figuras opuestísmas como una humilde y bien educada prostituta de corazón dulce y el todopoderoso rey vetusto, el cual se sostiene fundamentalmente en detallar sin grandilocuencias el día a día de una relación palaciega que, pese a toda la pompa y circunstancia inherente a ella, la realizadora confía en la fuerza del amor y su cinta afirma que, debajo del oropel de la aristocracia, el verdadero brillo será el de un amor que ocurrirá y sobrevivirá en estado puro hasta sus últimas consecuencias, para ser capaz de difuminar cualquier diferencia social y acceder entonces hacia una verdadera comunión álmica, si acaso esto es posible.
Visualmente el filme es deudor de Barry Lyndon (Kubrick, 1975) —con narrador en off incluido—, desde los minuciosos planos generales en interiores gracias a la excelsa y plástica fotografía de Laurent Dailland y los delicados dollys cuyos movimientos parecieran solicitar silencio y discreción al espectador, acompañados de la música nunca invasiva de Stephen Warbeck, pero también está la fastuosidad monárquica propia de la época que ya previamente había mostrado Marie Antoinette (Coppola, 2006), aquí con esos soberbios, asombrosos, salones versallescos pletóricos de asistentes y luz.
Cancelado por Hollywood luego del juicio sostenido frente a su exesposa, la también actriz Amber Heard, Johnny Deep encarna un Luis XV lacónico, fastidiado de la solemnidad del trono (¿acaso un canto de cisne anticipado del actor?) que descubre en el vínculo con Jeanne du Barry la oportunidad de vivir los últimos años de vida con alguien que comprende y acepta las reglas de una relación donde, además de los paseos campestres, los regalos exóticos —como el niño africano Zamor (Ibrahim Yaffa)— y los desprecios de las antipáticas hijas del soberano, está la inclusión en la corte y la oportunidad de mostrar, aunque de manera somera, la procuración de las artes (hubiera sido interesante, por ejemplo, que la directora abordara las relaciones amistosas que su personaje histórico mantuvo con Voltaire y el pintor Fragonard) hasta el deceso del rey, aunque con el arribo del periodo del Terror Jeanne du Barry deba aguardar su destino en la opacidad de las celdas de un convento.