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Mary Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi ganan el Nobel de Medicina 2025 por sus trabajos sobre el sistema inmunitario

El Instituto Karolinska de Estocolmo reconoce a los galardonados por descubrir las células T reguladoras, que evitan que las células inmunes ataquen nuestro propio cuerpo

Octubre, 2025

Los investigadores estadounidenses Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell, junto con el japonés Shimon Sakaguchi, han sido galardonados por descubrir cómo el sistema inmunitario evita atacar los propios tejidos, un hallazgo que no sólo ha transformado nuestra comprensión de las enfermedades autoinmunes, también ha abierto nuevas vías terapéuticas.

Fred Ramsdell no esperaba ninguna llamada importante el pasado lunes 6 de octubre. Había hecho una pausa para acampar, luego de hacer senderismo por las montañas Rocosas.

El investigador estadounidense estaba de vacaciones y lo interrumpieron para decirle que le habían dado el Nobel. Fue su mujer, Laura O’Neill, quien había recuperado el servicio de telefonía móvil y había recibido una avalancha de mensajes de texto con la misma noticia.

—¡Acabas de recibir el Premio Nobel! —le dijo.

—No, no lo recibí —respondió Ramsdell, cuyo teléfono había estado en modo avión, según recordó en una entrevista. Pero ella le dijo: “¡Tengo 200 mensajes de texto que dicen que sí!”.

Y, sí.

El Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) ha concedido el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2025 a los investigadores estadounidense Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell, junto al japonés Shimon Sakaguchi, “por sus descubrimientos sobre la tolerancia inmunitaria periférica”.

Los galardonados identificaron a los “guardias de seguridad del sistema inmunológico”, las células T reguladoras, que evitan que el sistema inmune ataque nuestro propio cuerpo, según explicó el comité.

“Sus hallazgos han sido fundamentales para nuestra comprensión del funcionamiento del sistema inmune y por qué no todos los humanos desarrollamos enfermedades autoinmunes”, ha señalado Olle Kämpe, presidente del jurado.

La Real Academia Sueca decidió entregar este galardón de modo compartido a los tres investigadores, cuyos trabajos se han desarrollado en institutos distintos. En concreto, Mary E. Brunkow (1961) pertenece al Institute for Systems Biology, en Seattle, y Fred Ramsdell (1960) al Sonoma Biotherapeutics, de San Francisco, ambos en Estados Unidos, mientras que Shimon Sakaguchi (1951) realiza sus investigaciones en la Universidad de Osaka, en Japón.

Las células T, los “guardias de seguridad” del sistema inmunológico. / Ilustración: The Nobel Committee for Physiology or Medicine. Ill. Mattias Karlén.

Un recorrido de años

El sistema inmunitario es una herramienta poderosa que nos protege frente a miles de microorganismos diferentes cada día. Pero debe mantenerse bajo control: si sus mecanismos de defensa se desregulan, éste puede atacar los propios órganos y tejidos del cuerpo.

Los tres galardonados han sido reconocidos por identificar cómo se regula este equilibrio.

Pero llegar a este punto no fue sencillo. Y sí, en cambio, ha sido un largo recorrido.

Shimon Sakaguchi iba a contracorriente en 1995 cuando realizó el primer descubrimiento clave. En aquel momento, desafió la idea dominante de que la tolerancia inmunitaria sólo se debía a la eliminación de células peligrosas en el timo —un proceso conocido como tolerancia central. Descubrió una nueva clase de células inmunitarias, las células T reguladoras, que protegen al organismo de las enfermedades autoinmunes.

Años después, en 2001, los investigadores estadounidenses Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell realizaron el segundo hallazgo clave. Estudiando una cepa de ratones especialmente vulnerable a enfermedades autoinmunes, identificaron una mutación en el gen Foxp3. También demostraron que las mutaciones en el equivalente humano de este gen causaban una enfermedad autoinmune grave, llamada IPEX.

Dos años después, en 2003, Sakaguchi unió ambas líneas de investigación al demostrar que el gen Foxp3 controla el desarrollo de las células T reguladoras. Estas células vigilan la actividad del sistema inmunitario y garantizan que el organismo tolere sus propios tejidos.

Un premio para alentar su aplicación

Los descubrimientos de Brunkow, Ramsdell y Sakaguchi impulsaron el campo de la tolerancia periférica, que abrió nuevas vías terapéuticas para —por ejemplo— tratar el cáncer, las enfermedades autoinmunes y mejorar los trasplantes de órganos. Varias de las terapias inspiradas en este mecanismo se encuentran actualmente en ensayos clínicos.

“Creo que esto [este premio] alentará a los inmunólogos y médicos a aplicar células T reguladoras para tratar diversas enfermedades inmunológicas”, ha comentado Sakaguchi en unas declaraciones recogidas por la organización del premio.

O como señaló José Gómez Rial, jefe de Servicio de Inmunología en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (España), en declaraciones recogidas por Science Media Centre: “Un año más, el Nobel vuelve a destacar avances en inmunología, lo que pone de manifiesto la importancia central que tiene ésta en la medicina actual, tanto para entender la enfermedad como para desarrollar nuevas terapias que mejoran la vida de millones de personas. Este año, el Nobel premia un descubrimiento que cambió la forma en que entendemos las defensas del cuerpo”.

(Redacción SdE / Con información del Nobel Assembly at Karolinska Institutet)

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El hallazgo de un mecanismo que protege contra las enfermedades autoinmunes, Nobel de Medicina 2025

Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas


La respuesta inmunitaria humana es capaz de reconocer a los antígenos (sustancias que nuestro sistema inmune identifica como extrañas o potencialmente peligrosas) gracias a un receptor expresado en la superficie de unos glóbulos blancos llamados linfocitos, que permitirá a cada linfocito reconocer a un antígeno y solamente a uno. Gracias a que ese receptor se genera de manera completamente aleatoria durante el desarrollo celular, vamos a generar una cantidad enorme de receptores diferentes. Así podremos reconocer a una cantidad también enorme de antígenos presentes en la naturaleza.

Ahora bien, si la generación del receptor se produce al azar, es muy posible que algunos de ellos reconozcan por error las moléculas del organismo, lo que daría lugar a autoinmunidad, o sea, una respuesta inmunitaria contra nuestro propio cuerpo. Para evitarlo, contamos con poderosos mecanismos que eliminan a estos linfocitos autorreactivos mientras se están generando, de manera que evitamos que salgan a la sangre (la periferia). Es lo que conocemos como tolerancia central.

Pero ¿qué pasa si a este procedimiento biológico se le escapa alguna célula autorreactiva? En este caso, el desarrollo de autoinmunidad parece inevitable.

No tan deprisa: afortunadamente, tenemos otro mecanismo para asegurar que esas células que hubieran podido escapar son inactivadas en la periferia, evitando así el desarrollo de patologías autoinmunes como la diabetes tipo I, la enfermedad celíaca o el lupus. Este es el sensacional descubrimiento que ha deparado el Premio Nobel de Medicina 2025 al japonés Shimon Sakaguchi y los estadounidenses Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell.

Los tres ganadores: Mary Brunkow, Fred Ramsdell y Shimon Sakaguchi. / Fotos: Institute for Systems Biology; Wikimedia Commons; Osaka University.

Las células T reguladoras salen a la luz

Desde la década 1970, los expertos postulaban la existencia de células que tuvieran la capacidad de suprimir la respuesta inmunitaria en la periferia, evitando así una reacción excesiva que pudiera ocasionar efectos adversos en el organismo. Se sugirió que eran una subpoblación de los linfocitos T CD8+, pero fue imposible demostrarlo experimentalmente. Durante años se instauró entre los inmunólogos la idea de que esas células supresoras no existían.

Shimon Sakaguchi, sin embargo, no se dio por vencido y siguió investigando en este campo. Sus esfuerzos, en contra del pensamiento imperante, se vieron recompensados en 1995, cuando probó claramente la existencia de células con capacidad de regular negativamente la respuesta inmunitaria. Sakaguchi las llamó células T reguladoras.

Lo sorprendente fue que estas células no se encontraban en el compartimento de células T CD8+, como se pensó inicialmente, sino en la otra gran subpoblación de linfocitos T: los llamados CD4+. Sakaguchi demostró, igualmente, que se caracterizaban por expresar en la superficie celular otra molécula, llamada CD25. Sencillamente, se había estado buscando estas células en el linaje equivocado.

Identificando la mutación

En paralelo, los otros dos ganadores del premio, Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell, trabajaban en la resolución de otro misterio. Desde hacía años, los científicos disponían de una cepa de ratones muy peculiares que se había originado espontáneamente. Eran los ratones scurfy (escamosos), caracterizados por el desarrollo de una autoinmunidad grave, generalizada y multiorgánica, que daba como resultado la muerte prematura de los animales. Brunkow y Ramsdell observaron que la mutación que dio lugar a esa cepa se encontraba en un gen que bautizaron como Foxp3.

¿Y cómo conectamos ambos descubrimientos? Los investigadores desde hoy reconocidos con el Nobel también estudiaron una enfermedad en humanos muy similar a la sufrida por los ratones, y así contribuyeron a descubrir que la mutación en personas del gen equivalente al Foxp3 de ratón (su ortólogo) producía una enfermedad conocida como IPEX, que cursaba con una autoinmunidad igualmente devastadora. La razón es que Foxp3 es imprescindible para que se generen las llamadas células T reguladoras naturales. Producidas en la glándula del timo, son las que previenen el desarrollo de autoinmunidad y el mantenimiento de la tolerancia periférica.

Al carecer de estas células, los pacientes aquejados de IPEX no pueden mantener la tolerancia y desarrollan procesos autoinmunitarios graves y generalizados (caracterizados por una desregulación de la respuesta inmunitaria, poliendocrinopatía, endocrinopatía y un patrón de herencia asociado al cromosoma X). Fue un descubrimiento fundamental: las células T reguladoras son las guardianas de la tolerancia periférica, un hecho que fue corroborado más tarde por muchos otros estudios.

Representación de un linfocito T, célula clave en la inmunidad humana. / Imagen: The Conversation|Vink Fan|Shutterstock.

Células T reguladoras inducidas

Adicionalmente, en el esfuerzo de prevenir autoinmunidad, la naturaleza nos ha dotado de un segundo mecanismo para mantener la proverbial tolerancia periférica. Las células T reguladoras no sólo se producen a nivel central en el timo, sino que pueden inducirse en la periferia. En efecto, si las células vírgenes T CD4+ son estimuladas en presencia de determinados factores solubles (citocinas) podemos conseguir que se expandan y viajen hacia esa subpoblación reguladora, añadiendo una capa más en el control de la autoinmunidad.

¿Y podemos aplicar estos descubrimientos a la clínica? Desde luego que sí. Si expusiéramos a un paciente con autoinmunidad a una potente acción de las células T reguladoras, entonces quizá podríamos detener o incluso revertir su problema. Esta idea está siendo perseguida con ahínco, y hay registrados un total de 338 ensayos clínicos que intentan modular la actividad de las células T reguladoras para tratar ciertas enfermedades autoinmunes.

Pero no sólo eso. También podrían usarse en la prevención del rechazo de trasplantes e, incluso, en el tratamiento de tumores. En este último caso, buscaríamos justo lo contrario: disminuir la actividad de las células T reguladoras para que el sistema inmunitario montase una respuesta antitumoral más potente.

Estos hallazgos nos vuelven a mostrar cómo un descubrimiento de las ciencias básicas es aplicado al tratamiento de enfermedades humanas. Gracias a Shimon Sakaguchi, Mary E. Brunkow y Fred Ramsdell sabemos que las células T reguladoras brillan con luz propia en la regulación de la respuesta inmunitaria.

[Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas: catedrático de Inmunología, Centro de Investigación Biomédica, Universidad de Granada. / Fuente: The Conversation. Texto reproducido bajo la licencia Creative Commons — CC BY-ND 4.0]

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