Febrero, 2023
Aunque es economista de profesión, Kyra Galván prefirió siempre seguir sus impulsos creativos. Hoy, es uno de los nombres más reconocidos de la literatura mexicana contemporánea. Con justa razón: ha escrito cuatro novelas, ha ejercitado el cuento, ha hecho traducción, ha practicado el periodismo cultural, y, sobre todo, ha cultivado la poesía, publicada ésta en casi una decena de libros. Desde su debut literario con Un pequeño moretón en la piel de nadie (Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino, 1982), hasta el más reciente de ellos, Un deseo frustrado por la eternidad, Kyra ha utilizado con maestría diversos recursos estilísticos, creando —en su conjunto— una obra poética de gran fuerza lírica y desbordante imaginación. Alabanza escribo, Speculum caelestis/Espejo celestial, Poesía es jeroglífico, Artificio del duelo, La cuestión palpitante… Hablamos, sí, de una propuesta de altísima calidad y exigente escritura, donde se halla la privilegiada unión entre emoción e inteligencia propia de los verdaderos poetas. Nacida en la Ciudad de México (en 1956), Kyra Galván actualmente colabora en revistas y suplementos culturales, además ha sido jurado en múltiples concursos literarios y también ha impartido cursos y talleres sobre el oficio de escribir en los géneros de relato y poesía. Con autorización, reproducimos una selección de su obra lírica en estas páginas poéticas de ‘Cristal de Aliento’.
Qué sencillo era el mundo
Qué sencillo era el mundo
cuando había un Dios y un Diablo
que todo lo descomponían y componían a placer.
Cuando existían Adán y Eva
y la creación del mundo en siete días.
Cuando la Tierra era el centro del Universo
y todo giraba a su alrededor.
Cuando el sol era una esfera perfecta
creada para nuestro solaz, sin manchas ni imperfecciones
y el hombre, era el pináculo de la Creación.
No habían venido todavía
el molesto Darwin con su desagradable teoría de la evolución,
ni Copérnico con su ridículo heliocentrismo.
Ni la física cuántica con su idea de la incertidumbre.
Todo era claro, preciso y conciso.
Las mujeres venían de la costilla de Adán
y nunca nadie se preguntaba nada.
Qué placidez tan angelical.
Era un mundo bárbaro, pero fenomenal.
Los sumerios
Hace apenas cinco mil años
los sumerios registraron con precisión
los patrones estelares
del Toro, el León y el Escorpión,
en sus tabletas de barro.
Sus medios logísticos eran rudimentarios
pero sus conocimientos astronómicos sorprendentes.
Mil años
Aún me cuesta trabajo
dejar el departamento vacío de Minami Magome,
en Tokio.
La acción se prolonga interminable en el vacío.
En el espacio de mi corazón
hay una estancia sin muebles
que solloza.
Un arreglo floral de bienvenida.
La ilusión de mil años que se quedaron tirados
sobre un piso polvoriento.
Notas delicadas tocadas en un piano
que nunca existió,
persisten en mi memoria
acompañadas de un violín
que entonaba como un ángel:
melodía de libélulas alborotadas.
Mil años de crisantemos bordados en oro.
Qué difícil dejar el Hotel Imperial.
Último reducto de una historia de amor
inconclusa.
Tokio y su recuerdo, duelen,
y la vida entre kanjis arde nostálgica
entre una llamarada de juventud en toda su gloria
y tanta impotencia por no saber leer.
Lánguida lucha por la lengua.
El bosón de Higgs es una realidad.
Ha sido descubierto y confirmado
que el tiempo simultáneo existe:
o sea, que puedo ser hoy la que fui
y seguir siendo la que seré.
Paradoja del tiempo cruzado:
mis piernas jóvenes caminan por el subterráneo
y aún sin conocerte, me acuerdo de ti.
Te amo y no.
Te deseo y te aborrezco,
porque dejaste una huella que aún no se marca.
Fui de carne y hueso en Akitsu Shima.
Le recé a Kannon sama en un santuario en Kamakura
y diez mil samuráis cruzaron mi llanura estéril
llevando suntuosos regalos
y castigos innombrables.
Hoy, adentro de mi corazón,
los cerezos florecen inmutables
en un instante que es presente continuo
y en mi memoria se construye un acuario de olores
que hace de mis ojos: peces
que nadan en las aguas del tiempo:
yo dejando una habitación vacía que no conozco
porque la viví en la memoria
de un país en el que moraré
mil años.
La iniciación
Colgada boca abajo
abrasada por el fuego de Dios
soy un péndulo del destino.
El movimiento rotatorio
delata la naturaleza
de la gravedad terrestre
y su cruel ironía.
Nos mecemos como relojes puntuales
en el espacio flexible
de la locura.
Las piedras
La tierra era igual allá en Tokio.
Pisarla se sentía como
en cualquier otro lado.
Respirarla también.
Sostenía los pasos, el asombro.
Todo era diferente, sin embargo.
El ritmo, el olor, el tiempo.
Mi palabra fue arrancada de raíz
y machacada.
Las palabras de mi lengua no tenían valor de cambio ahí.
Eran basura, desperdicio.
Ayunaba de ideogramas.
Era des-letrada
me vestía de-signada.
Me volví kanji- fóbica
aislada,
islada
sordo – muda
porque mi idioma aprendido
no servía
porque las claves nuevas no las conocía
no poseía los códigos.
Bregaba en la bruma.
Piedras hermosas contemplando el zen.
Palomas que se aposentaban sobre las piedras.
Un silencio poderoso se asentaba como una reina
con crinolina
en medio del barullo.
En ese silencio
las piedras parloteaban.
En ese mutismo de lenguas, crecí.
Estaba perdida.
No conocía ni oriente ni poniente.
Y mis ojos
dejaron de leer.
Mirar era no entenderlos
escuchaba sin descifrar.
Y en mi desesperación por alcanzar la cifra
me des-cifré.
Extravié la magia de nombrar
y me aferré a las piedras.
Que eran redondas y grises
y no hablaban
no se movían
y tenían seiscientos años
y podía acariciarlas
ellas me escuchaban llorar
aunque no hablara.
Yo las tocaba
y eran grises y eran inmóviles,
fijas en su contundencia mineral
y me hablaban en zen
en momento presente
en equilibrio estético
y eran piedras
pero sabían
de los quiebres de la vida.
Y eran redondas y grises
y pesaban.
Y tenían más de setecientos años.
Restitución
El tiempo en suspenso
se puebla de fantasmas con sombrero de copa.
Oigo el murmullo seductor de los muertos
que me insta a dejar atrás esta tierra vacía.
Soy trueno, serpiente antecesora.
Soy catástrofe ataviada
con atributos de fertilidad.
Soy la sombra
del encino sagrado.
Navego hacia el inframundo
con un antifaz en el puño
para poner en marcha
la restitución de la epopeya familiar.
Juana la loca
De golpe te enamoraste de Felipe
y en sus ojos adivinaste constelaciones
que te hicieron levitar.
Sobre tu piel se abrieron fuegos
sedientos de caricias
pozos en los que nace huérfano el amor.
Jadeante y feliz diste a luz un niño
en cuyos dominios
no se ocultaría el sol.
Flamencos y españoles tiran de sus cuerdas
para moverte como marioneta de arrabal
mientras tú, ajena, hilas tus oscuros cabellos
en trémulos tapices
con peines de nácar y cucharadas de miel
mientras atizas la fecunda chimenea
oculta entre tus piernas.
Mas ay de la política y sus intereses.
Nadie desea hacerte reina
porque —dicen—
Las mujeres no saben
⠀no entienden
cómo darles poder.
Tu esposo y tu padre bailan en vaivén,
escamotean tu derecho y te declaran loca
en una escaramuza.
Ay, la loca (en cante jondo).
Ay, Juana la loca.
Ser mujer te significó
cuarenta y seis años de encierro en Tordesillas.
Ay, Juana, si eso no es tortura.
Ay, Juana, no sé lo que es.
Las brujas
De sus madrigueras
salen
por las noches
a partyrockear.
En su vientre se tatúan una estrella
y una luna en el tobillo.
Beben la sangre de los incautos
como Heineken o Coronas.
Chupan el semen de Satanás
con golosidad extrema.
Sus verrugas
o marcas de nacimiento las delatan.
Son insaciables.
Desde entonces mujeres multitask,
con una mano matan niños,
y con la otra, se los comen.
Las brujas aman las pociones
los perfumes y el maquillaje.
Curan todo tipo de males
y con hierbas les quitan el dolor
a las parturientas.
Vuelan por los aires
y utilizan el caldero sagrado
para preparar hechizos de un millón de años
y en su sexo
jugoso, oscuro, maloliente,
se concentra el mal
de la humanidad entera.
Las brujas no lloran, ni gritan,
no sienten dolor,
pero arden eternamente
en la hoguera del tiempo,
en la memoria de la vergüenza.
Hoguera encendida por los hombres ignorantes.
Julieta postmoderna
Julieta se queja con Shakespeare.
Ya le ha dicho que no le gusta el final de la obra.
Aborrece a Romeo.
En realidad, es un chico indeciso
y un poco atolondrado.
Julieta no quiere morir clavándose una daga en la panza.
Ella sólo quiere una suv y un ipad,
un lápiz labial y unos jeans bien apretados.
Al diablo el romance.
Al diablo el compromiso.
¡Quien quiere morir por una noche de amor
habiendo tantos hombres qué probar!
Madame Bovary
Busca, incansable, rastrea
quiere alcanzar algo limítrofe,
algo que la defina y le dé forma.
Ella no tiene una imagen de sí,
es barro, mármol, jade
o quizá tronco de abedul
que arde en los incendios veraniegos.
Reclama el fausto, la riqueza
⠀⠀el amor.
Lo quiere todo y bien despachado.
La pasión vedada la consume,
perturbada, usurpa el tiempo
la mirada, el tacto, el beso.
Una ansiedad opaca, densa,
⠀la conquista
la inclina a vivir
⠀⠀una ilusión,
y la apremia a tomar con sus manos
de cervatillo perseguido:
⠀⠀⠀el arsénico.
…
Nota bene: en orden de lectura, “Qué sencillo era el mundo” y “Los sumerios” fueron tomados de Speculum caelestis/Espejo celestial (Ediciones Sin Nombre, 2011); “Mil años”, “La iniciación”, “Las piedras” y “Restitución” fueron tomados de La cuestión palpitante, (Bonilla, UACM, I-Kygai, 2021); este libro de Kyra Galván, terminado durante el confinamiento de la pandemia, representa un viaje al pasado, un vislumbramiento al futuro y una inmersión interior. Por otra parte, “Juana la loca”, “Las brujas”, Julieta postmoderna” y “Madame Bovary” fueron tomados de Un deseo frustrado por la eternidad (FOEM, 2022); el libro lleva por subtítulo Un recuento de mujeres anónimas, del mito, la Historia y la literatura. De tal forma que, como su nombre lo indica, está conformado por poemas que cuentan la historia de algunas mujeres en la Historia, otras son personajes de mitos importantes, o de la literatura y algunas más, son mujeres anónimas.
…