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El tribunal mediático: el caso Esquivel

¿Es que ahora la labor periodística se reduce a juzgar y sentenciar sin el más mínimo derecho de réplica?

Enero, 2023

En estos días de juicios sumarios desde los medios de comunicación corporativos y desde las redes sociales, Carlos Herrera de la Fuente se detiene a analizar el caso de la jurista y ministra Yasmín Esquivel Mossa. El autor escribe: hoy, el tribunal mediático no presenta información, no da elementos de reflexión y valoración para retomarlos críticamente en una sociedad democrática; no. El tribunal mediático construye historias espectaculares, las exhibe masivamente, haciendo eco en las famosas redes sociales. “Una vez emitido el juicio, el que se oponga, resulta un loco, un negacionista, un enajenado social o simplemente un idiota. ¿Es que ahora la labor periodística se reduce a juzgar y sentenciar sin el más mínimo derecho de réplica?

“Todo lo que aparece y se dice en los medios es inmediatamente verdad”. Ése es el principio inalterable del tribunal mediático. No importa que hechos posteriores lo desmientan; no importa que revelaciones acumuladas demuestren lo contrario. Si apareció en los medios —de forma visual, hablada o escrita—, y fue confirmado por sus  conocidos voceros (más importantes que cualquier juez y cualquier institución nacional) y reafirmado por las obsecuentes y serviles redes sociales, entonces, por simple corolario, es ya una verdad inmodificable. Si en la pantalla de televisión aparece, en vivo, una francesa y un mexicano en una “casa de seguridad”, y el “periodista” que lo transmite afirma que son dos secuestradores que acaban de ser capturados en ese momento, entonces, por necesidad lógica, eso es lo que está sucediendo y nadie tiene el derecho de cuestionarlo. De poco interés resulta que, en ese mismo instante, ambos estén siendo torturados, exhibidos, golpeados: si lo dijo el reconocido “periodista”, es verdad… Si en los medios de comunicación se anuncia que, después de un terrible terremoto, hay una niña, digamos, de nombre Frida Sofía, atrapada entre los escombros de una escuela, y nos aseguran que “todo México” está en zozobra por su rescate, entonces, por deducción racional, “todo México” pende de esa tragedia más real que lo real (Baudrillard)… El tribunal mediático no presenta información, no da elementos de reflexión y valoración para retomarlos críticamente en una sociedad democrática: el tribunal mediático construye historias espectaculares, las exhibe masivamente, juzga y manipula desde la “evidencia”. Esto último es lo principal. Una vez emitido el juicio, el que se oponga, resulta un loco, un negacionista, un enajenado social o simplemente un idiota.

Aunque a la mentalidad formada en los medios contemporáneos y en su manipulación le resulte inverosímil, éste es el caso del reciente escándalo en torno a la ministra Yasmín Esquivel Mossa. Un escritor de renombre entre la derecha, Guillermo Sheridan, pretendidamente “intachable”, publica en un medio de ultraderecha, Latinus (financiado, entre otros, por las familias de Roberto Madrazo y Silvano Aureoles), una “prueba contundente” del plagio casi total en el que, al redactar su tesis de licenciatura, la estudiante Esquivel incurrió para obtener su título de grado en la carrera de derecho en la entonces denominada ENEP (ahora FES) Aragón. El trabajo, titulado Inoperancia de los Sindicatos en los Trabajadores de Confianza del Arítculo 123 Apartado A, no sólo tiene el mismo nombre e índice de uno anterior con el que el estudiante Édgar Ulises Báez Gutiérrez obtuvo su título en la Facultad de Derecho de la misma Universidad, sino que su contenido es prácticamente el mismo (en el artículo de Latinus, Sheridan —quien extrañamente no lo publicó en el periódico donde escribe su texto de opinión desde hace años, El Universal— muestra ejemplos de páginas completas que son exactamente iguales). Para no dejar lugar a dudas, Sheridan agrega una prueba “irrefutable”: mientras que el trabajo de tesis de Báez Gutiérrez se defendió ante un sínodo en el año 1986, el de Yasmín Esquivel Mossa fue defendido ante un jurado un año después: en 1987. Conclusión: a menos que la ahora ministra hubiera poseído o aún poseyera una máquina del tiempo para entregarle con anticipación su tesis a Báez Gutiérrez y que éste la copiara, el plagio lo cometió ella con toda evidencia. Transfigurado de escritor a juez, Guillermo Sheridan sentencia: la UNAM tiene que quitarle el título a la ministra y, además (los escritores-jueces no son poquiteros), ésta debe renunciar a su encargo como ministra en la Suprema Corte de Justicia y renunciar a todas sus pretensiones de ser presidenta del máximo tribunal del país (¡pero si el máximo tribunal son los medios!). Punto final.

Acto seguido, ante la denuncia expuesta en el tribunal Latinus, sectores de derecha y de izquierda reaccionaron escandalizados en las inefables redes sociales (que cada día más se confirman como el verdadero tribunal mediático): “Pero eso es imposible, es necesario retirarle el título de inmediato”; “nunca debe llegar a ser presidenta de la Suprema Corte de Justicia”; “nadie que haya hecho eso puede continuar siendo abogado, mucho menos estar en un puesto relevante para la vida nacional”; “la 4T no debe solapar casos de plagio”; etc. Realizada la acusación y escrita la sentencia, nadie la pone en duda. Todos la acatan de inmediato. Argumento definitivo: ES EVIDENTE… Pero ¿no se supone que uno de los trabajos del periodismo consiste en poner en duda las evidencias públicas y tratar de investigar más allá de ellas? ¿O acaso es que ahora la labor periodística se reduce a juzgar y sentenciar sin el más mínimo derecho de réplica? La opinionitis que domina, en la actualidad, al medio periodístico es tal que lo dicho por un mediano escritor de derecha (que, como lo veremos en un momento, no es para nada “irreprochable”) se convierte de inmediato en ley absoluta, en dictamen irrevocable, el cual debe ser acatado por todos.

Pero detengámonos por un momento. No aceptemos las cosas tal como se nos presentan con toda la carga de la evidencia. Hagamos algo que, al parecer, nadie se ha interesado en hacer: cuestionemos la verdad absoluta del tribunal mediático. Empecemos con las dudas más inmediatas que pueden surgir al analizar un tema como éste (y que deben ser resueltas por un verdadero tribunal para decidir el caso, abriendo siempre el derecho de réplica a todas las partes involucradas y ponderando sus argumentos sin prejuzgarlos, algo de lo que, tal parece, apenas se acaba de percatar el rector Enrique Graue), y luego pasemos a subrayar los intereses que pudieron motivar la denuncia de un caso de plagio como el que se le adjudica a Esquivel Mossa. Vayamos punto por punto.

⠀⠀⠀1. Que hay plagio, es claro. Es algo que no se puede cuestionar. Hay tesis iguales, con títulos iguales, índices iguales e igual contenido. Pero el problema no es ése. El problema es quién plagió a quién. ¿La cuestión del año lo define todo? Aquí está el meollo del asunto que nadie quiere detenerse a pensar en lo más mínimo. La respuesta a la pregunta debe ser tajante: no necesariamente. Si se tratara del año de redacción, la cuestión estaría zanjada a priori. Pero no es ése el caso. La diferencia de un año, 1986-1987, se refiere a la defensa de la tesis no a su redacción. Por ello mismo, para poder saber con certeza (y no decidir las cosas de antemano) quién plagió a quién, es indispensable saber quién redactó primero la tesis. Porque cualquiera que haya redactado una tesis en su vida sabe perfectamente que se puede tener un texto completamente terminado y, sin embargo, no realizar el examen profesional de manera expedita. Hay gente que, por diversas razones (de trabajo, de familia, de requisitos burocráticos), posterga la defensa de su tesis a pesar de haberla terminado con mucho tiempo de anticipación (lapsos de años). Bien pudo suceder, entonces, que la ministra haya terminado la tesis antes y la haya defendido después, y en el ínterin el otro estudiante haya tenido acceso a su tesis y la haya plagiado. Nadie sabe si esto sucedió así, pero pudo haber sucedido. Antes de juzgar y emitir un dictamen definitivo, tiene que quedar descartada esa posibilidad.

⠀⠀⠀2. El vínculo entre los dos tesistas —que habían cursado su carrera en dos planteles distintos de la UNAM, separados por una distancia enorme, entonces incrementada por las escasas vías de comunicación— es uno y el mismo: la asesora de la tesis, la maestra Martha Rodríguez Ortiz, quien daba clases tanto en la entonces ENEP Aragón como en la Facultad de Derecho, y dirigió ambas tesis. Los estudiantes no se conocían entre sí, por lo que —tomando en cuenta la ausencia de medios digitales como los que ahora tenemos, en particular, las bases de datos de internet—, lo más probable es que haya sido ella la que haya fungido como medio para dar a conocer a uno de los dos tesistas el trabajo del otro. Y, en los hechos, así lo terminó confirmando la propia maestra Martha Rodríguez Ortiz: el 17 de enero de este año confesó que ella misma había compartido el trabajo concluido por Esquivel Mossa en 1986 al estudiante Báez Gutiérrez, y que lo había hecho en apego al “espíritu de apoyo y colaboración” entre los miembros de la comunidad universitaria (“Asesora confiesa ante UNAM que compartió tesis de ministra”, El Universal, 18 de enero de 2023). Hecha la confesión, subrayó que la tesis original había sido la de la ahora ministra. Consecuencia inmediata: la UNAM la despidió ese mismo día. Este último punto no es menor. La asesora hizo una confesión que, en términos prácticos, resultó catastrófica para sus intereses, para su carrera de más de 40 años, por lo que no puede suponerse un móvil beneficioso para ella. Dijo algo que, en los hechos, la terminó perjudicando.

⠀⠀⠀3. ¿Por qué tardó un año en titularse la ahora ministra Esquivel Mossa? Porque, según las propias declaraciones de la maestra Martha Rodríguez Ortiz, le faltaba cumplir con el requisito del servicio social, obligatorio para obtener el título de licenciatura en cualquier área de estudio. He ahí una explicación lógica y plausible. Si Sheridan fuera la persona honesta que dice ser, le bastaría con ponerse a investigar si las fechas de realización del servicio social coinciden con lo afirmado por la maestra Rodríguez Ortiz. Que se sepa, ni él ni nadie lo han hecho hasta el momento, dejando aún abierta esa posibilidad.

⠀⠀⠀4. ¿Y el otro estudiante? ¿Qué pasó con Édgar Ulises Báez Gutiérrez? Según pruebas presentadas por la propia ministra en su primer intento de defensa ante las autoridades de la FES Aragón, el abogado Báez Gutiérrez declaró por escrito, el 29 de diciembre de 2022, en su propio domicilio, ante el notario Armando Mastachi Aguario, que él era quien había tomado “varias referencias y textos” de la tesis de Esquivel Mossa, confirmándose así lo dicho posteriormente por la maestra Martha Rodríguez Ortiz, de que la tesis original era la de la estudiante de Aragón. Días después, ante la insistencia de los medios, Báez Gutiérrez trató de deslindarse de dicho acto e, incluso, llegó a declarar que él no había firmado nada ni ningún notario había asistido a su domicilio. Sin embargo, el 20 de enero de este año se mostraron ante los medios de comunicación las imágenes del notario en la casa de Báez Gutiérrez, y se confirmó que Armando Mastachi Aguario sí había visitado al susodicho y que éste había asentado por declarado lo que había informado la ministra (“Caso Esquivel da nuevo giro: acusan que exalumno mintió sobre visita de notario”, RadioFórmula.mx, 20 de enero de 2023).

Por todo lo asentado hasta el momento, se podría considerar que hay suficientes dudas razonables para no admitir como evidente el plagio de la tesis por parte de la ministra, y esperar a que, con investigaciones más acuciosas, se demostrara fehacientemente qué fue lo que sucedió. Pero esto no ha sido así. Al contrario, mientras más pasa el tiempo, el tribunal mediático exige con mayor enjundia que se le retire el título a la ministra Esquivel Mossa y que renuncie a su cargo en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). ¿Por qué? Porque lo que hay detrás es un interés político para golpear a la 4T, y los grandes emporios mediáticos son la punta de lanza para hacerlo (como sucede en todo el mundo, especialmente en Latinoamérica). Los periodistas y escritores al servicio de dichos medios, lejos de ser “intachables” o de contar con una calidad moral a prueba de dudas, son sujetos corruptos, partícipes del antiguo régimen neoliberal al que quisieran restaurar. Veamos.

La jurista y ministra Yasmín Esquivel Mossa.

⠀⠀⠀5. El golpe mediático de Sheridan se originó en el contexto del proceso de elección de presidente de la SCJN, en el que Yasmín Esquivel Mossa era una candidata identificada con el proyecto de la 4T y el presidente López Obrador. Las consecuencias de la supuesta “revelación” fueron desastrosas para la ministra. No sólo dejó de ser considerada como candidata factible para sustituir a Arturo Saldívar Lelo de Larrea (terminó ganando la ministra Norma Lucía Piña Hernández, alineada a los intereses contrarios a la 4T), sino que ha sido sometida a una campaña de desprestigio que sigue presionando para su destitución como ministra e, incluso, para que se le retire el título de licenciada en derecho. En pocas palabras: la “revelación” de Sheridan no fue gratuita ni casual: tuvo la intención, desde el origen, de golpear la candidatura de la ministra y de perjudicar el proyecto de la 4T. Fue una “revelación” interesada.

⠀⠀⠀6. ¿Quién es Sheridan? ¿Por qué tiene interés en golpear a la 4T y al proyecto del presidente López Obrador? Guillermo Sheridan Prieto es un académico e investigador universitario de tiempo completo que pertenece al Sistema Nacional de Investigadores nivel III (el máximo que se puede adquirir), y está registrado como profesor de la Facultad de Filosofía y Letras e investigador en el Instituto de Investigaciones Filológicas. Es además un periodista y ensayista que, desde muy joven, se alineó con el grupo de trabajo de Octavio Paz y Enrique Krauze, grandes beneficiarios de los gobiernos neoliberales, a tal punto que el propio Octavio Paz lo invitó a ser el primer director de la Fundación Octavio Paz en 1997, puesto al que renunció en 2001. Como periodista colabora en varios medios y periódicos (todos contrarios al proyecto de la 4T), en especial El Universal, Letras Libres y recientemente Latinus. Beneficiario de múltiples premios, becas, apoyos económicos, etc., a lo largo de los gobiernos neoliberales priistas y panistas, se entiende que sea un opositor encarnizado del proyecto del presidente López Obrador, quien ha dejado de apoyar a esos grupos mediáticos ampliamente favorecidos en el pasado.

⠀⠀⠀7. Ahora bien, Guillermo Sheridan no sólo cuenta en su haber con una larga trayectoria como académico, investigador, ensayista y periodista, sino que, desde hace ya algún tiempo, ha sobresalido en una actividad por la cual probablemente será siempre recordado: se ha convertido en el “caza-plagios” por excelencia de la derecha mexicana. Un verdadero whatchdog o “perro guardián” de la derecha  (como lo denomina Guadalupe Correa-Cabrera en su artículo “Los ‘caza-plagios’”, Sin embargo, 26 de diciembre de 2022). Su actuación más célebre, antes del caso Esquivel, fue sin duda la denuncia de plagio contra el escritor Sealtiel Alatriste, entonces coordinador del área de Difusión Cultural de la UNAM, quien había obtenido el Premio Xavier Villaurrutia y se vio obligado a renunciar a él tras el escándalo. Por supuesto, se trataba de un personaje opuesto a su grupo “intelectual” dentro de la UNAM. Su mano justiciera siempre ha tocado enemigos, suyos o de su proyecto grupal: Alejandro Gertz Manero, José Antonio Romero Tellaeche, Fabrizio Mejía… Pero quien es capaz de ocupar sus días en investigar sobre posibles plagios cometidos por enemigos personales o políticos debe contar con una trayectoria moral impecable (aunque, valga la pena señalarlo, dedicarse a perseguir a presuntos plagiarios sin ser el directamente afectado por el fraude resulta ya algo de dudosa calidad moral). Y Guillermo Sheridan no es, de ninguna manera, un personaje moralmente intachable.

⠀⠀⠀8. Tal como lo denunció César Huerta en la revista Polemón (“Guillermo Sheridan, el académico de la UNAM que no da clases”, 1 de enero de 2023; “Documentos prueban que Sheridan no da clases en la UNAM”, 3 de enero de 2023), con numerosos documentos de prueba y lujo de detalles, Guillermo Sheridan es un profesor que, por lo menos desde el año 2008, o sea desde hace 15 años, no imparte clases en la UNAM (en la Facultad de Filosofía y Letras) y sin embargo, cobra su sueldo completo en la máxima casa de estudios del país. Eso lo convierte en lo que, en el argot laboral, se conoce como un aviador. Como servidor público —puesto que todo maestro de una universidad financiada por el Estado lo es—, Sheridan le estaría robando a la universidad y a la nación, que es la que, en última instancia, le paga su sueldo. Si esto se comprueba plenamente, no habría por qué dudar en señalar que Guillermo Sheridan es un personaje corrupto, y que, desde esa posición, no es nadie moralmente para criticar y cuestionar a otros, menos aún sin considerar todas las pruebas relacionadas con el caso que él denuncia y que debería ponderar para hacer una investigación periodística seria. Sheridan, de demostrarse jurídicamente lo sostenido por César Huerta, debería ser sancionado ejemplarmente por la UNAM (y los medios de comunicación masiva deberían dar a conocer con más detalle su caso).

Portada de la revista Polemón.

En resumen: la denuncia contra la ministra Yasmín Esquivel Mossa por supuesto plagio de su tesis de licenciatura nació en el contexto del ataque político de un grupo conectado con los emporios comunicativos dominantes y alineados a la derecha neoliberal, que tenía como objetivo descarrilar la candidatura de la ministra para ser presidenta de la SCJN. Dicha denuncia fue encabezada por un muy probable aviador de la UNAM, Guillermo Sheridan, que no es más que un peón de los intereses de dicho grupo. Pero sucede que, ante los hechos que hemos puntualizado, dicha denuncia no se mantiene libre de contradicciones, y existen dudas más que razonables para señalar que el plagio no fue cometido por la entonces estudiante Esquivel Mossa, sino, al contrario —y contando, incluso, con una declaración notarial al respecto—, por Édgar Ulises Gutiérrez Báez, posibilidad que ha sido confirmada por la propia asesora de tesis de ambos estudiantes, Martha Rodríguez Ortiz, la cual, al confesar haber facilitado la copia original de la tesis de Esquivel Mossa a Báez Gutiérrez, arriesgó toda su carrera profesional y perdió su fuente de trabajo.

Por todos estos elementos, políticos, académicos, laborales y jurídicos, nadie puede tener la certeza del supuesto plagio ni nadie, por lo tanto, puede exigir que se le quite un título a quien no se le ha comprobado haber cometido ninguna ilegalidad. Esto último lo ha terminado entendiendo el propio rector de la UNAM, quien, a pesar de simpatizar con los grupos opositores a la 4T y de haber querido juzgar en el tribunal mediático, ha tenido que abrir un espacio de réplica y defensa a la ministra Esquivel Mossa para decidir sobre el caso.

El tribunal mediático no ha demostrado nada más que sus propias contradicciones y miserias. Es hora de que se le deje de dar un poder que no tiene jurídicamente. El verdadero periodismo debe ofrecer información y elementos para reflexionar, cuestionar, criticar y orillar a que las instituciones actúen con base en los principios jurídicos de las sociedades democráticas. El verdadero periodismo no puede convertirse en un tribunal que juzgue unilateralmente a individuos que son considerados como enemigos políticos por los poderes fácticos de la actualidad. En una sociedad realmente democrática, el tribunal mediático no debería ni siquiera ser imaginable.

Carlos Herrera de la Fuente

Carlos Herrera de la Fuente (Ciudad de México, 1978) es filósofo, escritor, poeta y periodista. Autor de 3 libros de poesía ('Vislumbres de un sueño', 'Presencia en Fuga' y 'Vox poética'), una novela ('Fuga') y dos ensayos ('Ser y donación', 'El espacio ausente'), se ha dedicado también a la docencia universitaria y al periodismo cultural.

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