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Una bacteria que heredamos de nuestra madre es un nuevo alimento

Diciembre, 2022

Una de las bacterias omnipresentes en la leche materna, Akkermansia muciniphila, tiene efectos tan beneficiosos sobre la salud que podría convertirse en un nuevo alimento si se consigue producir a nivel industrial.

Desde hace años sabemos que la leche materna no es estéril. En el calostro y en la leche de madres sanas se ha llegado a identificar cientos de especies bacterianas distintas, que normalmente acaban en el sistema digestivo de su descendencia.

Como consecuencia, la microbiota es distinta según los bebés se alimenten con leche materna o con leche artificial. La de los primeros es rica en bifidobacterias y lactobacilos, mientras que los que toman biberón tienen una comunidad bacteriana más diversa en la que abundan Escherichia coli, Clostridium y bacteroides.

Además, se ha comprobado que las bacterias que se aíslan de la leche de la madre y de las heces del bebé son semejantes. Cerca del 30 % de las bacterias que colonizan el intestino del bebé durante los primeros meses de vida vienen de la leche materna y otro 10 % de la piel de la madre, concretamente de la piel alrededor del pezón.

Pues bien, una de las bacterias omnipresentes en la leche materna, Akkermansia muciniphila, tiene efectos tan beneficiosos sobre la salud que podría convertirse en un nuevo alimento si se consigue producir a nivel industrial.

El primer probiótico y el primer prebiótico

La leche materna es, por tanto, el primer probiótico que tomamos en nuestra vida. Y como ayuda también a alimentar a los propios microorganismos del bebé, actúa simultáneamente como un auténtico prebiótico.

Entre los componentes más abundantes de la leche materna destacan los oligosacáridos, moléculas compuestas por unos pocos azúcares que los bebés no pueden digerir al principio. ¿Para qué sirven entonces? Muy sencillo: aumentan la población de bifidobacterias en el intestino del bebé y son predominantes durante los cuatro primeros meses de vida. Algunas de estas bifidobacterias tienen unas enzimas específicas y únicas, capaces de descomponer esos azúcares de la leche materna y usarlos como nutriente. Y lo mismo ocurre con Akkermansia, algunos de estos oligosacáridos son muy similares a los que constituyen la mucina, el nutriente principal de esta bacteria. De ahí su importancia.

Pero aún hay más: estos oligosacáridos actúan también como antiadhesivos antimicrobianos que previenen que los microbios patógenos como Streptococcus pneumoniae se unan a la superficie de la mucosa del intestino del bebé. De este modo disminuyen el riesgo de infección. La alimentación con leche materna protege, además, de la aparición de diarreas y de enterocolitis en el recién nacido, y se ha asociado a una reducción del riesgo de padecer inflamaciones intestinales.

La relación simbiótica entre los microbios del bebé y la composición de la leche de la madre parece innegable. Y ambos han evolucionado de forma conjunta a lo largo de millones de años para hacer al bebé más saludable, especialmente reforzando sus defensas. ¡Apasionante!

Akkermansia muciniphila, una bacteria “buena”

La Akkermansia muciniphila es una bacteria gram negativa anaerobia estricta que forma parte de la microbiota natural en personas sanas. Fue aislada por primera vez en 2004 en muestras de heces humanas, aunque no es exclusiva de nuestra especie.

El nombre de Akkermansia hace honor al microbiólogo holandés Antoon Akkermans, en reconocimiento a su contribución a la ecología microbiana. Muciniphila (que es la especie) significa «amante del moco», ya que esta bacteria se alimenta casi exclusivamente del moco que recubre el intestino. Es ahí donde más abunda, principalmente en el intestino grueso, aunque también habita en la cavidad oral, el páncreas, los conductos biliares, la vesícula biliar y el apéndice. Es una bacteria comensal, es parte de la microbiota natural en personas sanas. Representa hasta el 4 % de la microbiota fecal total desde los primeros años de vida hasta que somos ancianos, se ha aislado incluso en muestras de individuos centenarios.

Akkermansia muciniphila produce ácidos grasos de cadena corta que pueden desempeñar un papel importante en la salud y el estado inflamatorio del huésped. Esta bacteria también parece estar relacionada con el aumento del grosor de la mucosa intestinal, lo que mejora la función de la barrera intestinal. A lo que se suma que otros estudios han revelado su papel antiinflamatorio en el entorno intestinal. Por otro lado, se han demostrado los efectos beneficiosos de A. muciniphila en diferentes estudios, como el papel protector contra agentes patógenos, propiedades antitumorales, reducción de la inflamación, mejora de la permeabilidad intestinal y potenciación de la respuesta inmunitaria. Todo esto podría explicar por qué la presencia de A. muciniphila se ha asociado con un intestino sano.

Por el contrario, su escasez podría favorecer varios estados patológicos, como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Chron. Las personas con apendicitis aguda presentan también una cantidad reducida de esta bacteria, menor cantidad cuánto más grave es la apendicitis. Y algo similar ocurre con la obesidad, la enfermedad del hígado graso y la diabetes. Alteraciones en la presencia y abundancia de esta bacteria también se ha asociado con hipertensión, inflamación, epilepsia, problemas metabólicos, autismo, esclerosis lateral amiotrófica, cáncer, psoriasis, enfermedades alérgicas, párkinson, etc.

Curiosamente, la bacteria pasteurizada, pero también las proteínas aisladas de la membrana externa de la bacteria, son más eficientes que las bacterias vivas viables para aliviar estos problemas de salud. Por lo tanto, los productos bacterianos elaborados a partir de A. muciniphila o las proteínas que secreta podrían convertirse en nuevas herramientas terapéuticas contra las enfermedades metabólicas e inflamatorias crónicas.

La bacteria alimento

En septiembre de 2021, Akkermansia muciniphila pasteurizada fue la primera bacteria aprobada como alimento por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. En realidad, no es un probiótico, ya que la bacteria no se administra viva, sino muerta, pasteurizada.

La forma tradicional de cultivar en el laboratorio esta bacteria es el caldo de infusión de cerebro y corazón suplementado con mucina porcina en condiciones de anaerobiosis. La forma de obtener gran cantidad de la bacteria para la preparación de este “alimento” parece ser “secreto industrial”, de momento.

Aunque son necesarios nuevos estudios clínicos para confirmar su efecto beneficioso en la salud y para entender los mecanismos moleculares que hay detrás, Akkermansia muciniphila es un buen ejemplo de esas bacterias intestinales beneficiosas de las que tenemos mucho que aprender.

[Ignacio López-Goñi: es doctor en Biología por la Universidad de Navarra. Catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra. // La versión original de este artículo está publicada en el blog del autor, microBIO.]

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