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La danza: una visión femenina

“El mundo necesita personas sensibles, con empatía, actitudes emprendedoras y que trabajemos juntas por la igualdad. Es momento de que todas las mujeres y hombres estemos libres de violencia o limitación en el desarrollo de nuestras carreras, cualquiera que sea nuestra elección”. 


Cynthia Paris


Gracias a la danza he tenido la posibilidad de expresarme libremente, trabajar, ser independiente, viajar, estudiar y bailar en México y el extranjero. Vivir por, para y de la danza me ha permitido dedicarme a lo que amo. Eso me ha dado gran motivación y fortaleza. Obviamente todo lo he conseguido con años de estudio, trabajo y también de aceptación que han sido retos de vida. En ocasiones hasta he tenido que hacer labor con la familia de algunos de mis estudiantes para que reconozca la danza como una carrera profesional, pues durante muchos años fue considerada una actividad solamente recreativa.

Hoy no: hoy existen escuelas de danza y universidades que imparten esta carrera como una licenciatura, así que, en esos casos, hay personas que nos podemos dedicar a la formación a nivel superior. Incluso es posible formarse en una especialidad o cursar una maestría en distintas vertientes como interpretación, coreografía, coreología, docencia, producción escénica, gestión y difusión cultural.

Ya es momento, por lo tanto, de que desde la familia y desde la sociedad se logre una conciencia que dé un lugar a las artes. En la educación y en la cultura debe ser primordial la creación de atmósferas de paz, de fomento al arte y de creatividad.  ¿Por qué? Pues porque con una visión de esa naturaleza todo podría cambiar en el mundo para bien. El apoyo, respeto y estimulación hacia los jóvenes y sus familias por parte de quienes nos dedicamos a la danza, a las artes y a la literatura serían, sin duda, un gran empuje, pues implicaría estimular el derecho de elección de lo que alguien quiere ser y hacer en la vida. ¿Cómo lograrlo? Con atención y educación; una educación orientada, en especial, hacia la tolerancia, la paciencia, el amor y un enfoque positivo hacia estas bellas profesiones artísticas.

La danza ha sido el medio por el que he podido compartir con la sociedad mi pasión por las artes en general, y por mi disciplina en particular; decisión de vida que me ha dado la posibilidad de influir en nuevas generaciones mostrándoles cómo luchar para conseguir los logros artísticos que desean con base en conocimientos, desarrollo de capacidades, enfoque hacia las actitudes y todos los demás valores que la gran carrera de la danza posee (como la organización, la fortaleza física y mental, el carácter, la disciplina, la expresión corporal) y así poder consolidar metas de crecimiento personal, profesional y artístico compartidas en comunidad.

El mundo necesita personas sensibles, con empatía, actitudes emprendedoras y que trabajemos juntas por la igualdad. Es momento de que todas las mujeres y hombres estemos libres de violencia o limitación en el desarrollo de nuestras carreras, cualquiera que sea nuestra elección. Para mí, el apoyo de mi familia ha sido siempre esencial, su apertura, así como el de mis maestras, maestros, compañeros, compañeras y colegas del trayecto. Mi gratitud para ellos. Pero también mi gratitud para mis alumnas y mis alumnos, sin olvidar, claro, a aquellas instancias de trabajo que me han dado no sólo impulso para mi vida, sino motivación para cumplir día con día esa pasión que me hace ser lo que soy: bailarina, maestra y coreógrafa.

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