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Sergio Cárdenas, de nuevo en el magisterio universitario

Conflicto solucionado en la UNAM

Octubre, 2023

Tras cinco años y siete meses de que el académico, compositor y director de orquesta Sergio I. Cárdenas Tamez fuera despedido de forma intempestiva e imprevista de la Facultad de Música de la UNAM, que desde entonces ha dirigido la pianista María Teresa Frenk, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje ha sido clara: confirmó que el cese fue injustificado y ha resuelto que el músico —el también Premio Nacional de Artes y Literatura 2021 deberá ser reinstalado. Hemos conversado con el maestro.

El compositor, director de orquesta y autor ya de cinco libros sobre diferentes aspectos de la música, el también maestro universitario Sergio I. Cárdenas Tamez —acreedor al Premio Nacional de Artes y Literatura 2021—, nacido en Ciudad Victoria en 1951, acaba de ser reivindicado por la Junta de Conciliación y Arbitraje al concederle la razón en el sentido de que la UNAM no actuó con ética al haberle rescindido de manera injusta su contrato laboral… por una serie innombrable de grillas en el interior de la Máxima Casa de Estudios. Para escucharlo en sus propias palabras, sostuvimos una breve conversación con el connotado compositor de la música clásica.

Después de cinco años y siete meses

—Ya se resolvió el conflicto con la UNAM en el que se vio usted involuntariamente inmiscuido después de numerosos años en la espera. ¿Podría contarnos cómo sucedió el lamentable percance universitario, cómo reaccionó Sergio Cárdenas en su momento, qué le atrajo académicamente tal suspensión magisterial?

—En el otoño de 2017 manifesté en una entrevista que yo consideraba una tremenda aberración el que la Dirección de Música de la UNAM estuviera despilfarrando dinero al pagarle mensualmente, trece veces al año, al entonces director artístico de la OFUNAM (que en el nombre llevaba la fama, italiano, para mayores señas), 18,300 dólares mientras le obligaba a pararse en el podio de esa agrupación no más de tres meses al año. ¿Se justificaba ese despilfarro en un país de, al menos, 60 millones de pobres reconocidos oficialmente?, preguntaba yo. Eso provocó la furia de quienes disponían de los presupuestos universitarios en el rubro de música, pues habían sido ventaneados. De manera sospechosa, por decir lo menos, se inició un acoso académico en mi contra en la Facultad de Música-UNAM: me prohibieron las presentaciones concertísticas en todos los recintos universitarios, argumentando que la FaM-UNAM no tenía presupuesto para pagar su uso (!!!); de último momento, modificaban los horarios y lugares de mis cátedras; la dirección, a pesar de que se había comprometido de manera personal ante los integrantes de la orquesta de que continuarían recibiendo sus becas, de pronto decidió cancelar la gran mayoría de las becas argumentando posturas académicas que contravenían el compromiso personal e institucional. Y, así, una serie de embates que, en un alarde de veleidad, berrinche y arbitrariedad, culminaron en la aberrante “decisión” (¡fueron amenazados con gritos y manotazos!) del Consejo Técnico con el argumento baladí de que dado que yo ya llevaba demasiados años (13) al frente de la sinfónica, era hora de ser destituido. Ello a pesar de que ya había ganado dos concursos de oposición y la UNAM había confirmado la definitividad de mi plaza con las cátedras de Conjuntos Orquestales y Música de Cámara. El 6 de marzo de 2018, tras de que la señora que despacha en la dirección de la FaM-UNAM me acusó y juzgó unilateralmente, violentando preceptos constitucionales y universitarios, aplicó el poder de su firma en el oficio a través del cual me informaba que mi relación laboral con la UNAM quedaba rescindida. Procedí, entonces, a entablar una demanda ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, que el 2 de octubre de 2023 (¡fecha memorable!), tras cinco años y siete meses de duración del juicio (¡la ley establece que esos juicios no deben durar más de dos años!), emitió el fulminante laudo que establece que debo ser restituido de manera plena, con todos los derechos y prerrogativas que correspondan, en la posición que venía ocupando en la UNAM como profesor de carrera, titular B, de tiempo completo, definitivo, en la Facultad de Música.

“La fama es la suma de los malos entendidos alrededor de un nombre”

—Usted siempre se ha distinguido por actuar de acuerdo a sus propias ideas, no con base en lineamientos ajenos, ¿es posible mantener un criterio personal en el estado actual de la cultura mexicana?

—Considero que es una cuestión de ética. Me he mantenido en esa línea en todo momento: la convicción y vocación artísticas demandan esa postura, manifestada con claridad y carácter. No sólo en México, ya casi en todos lados se ha vuelto demasiado complicado el mantener una postura artística íntegra; lo que parece imperar es el peso de la fama y no la calidad del contenido. Pero ya lo decía Rilke hace más de un siglo: la fama es la suma de los malos entendidos alrededor de un nombre.

“El mundo quiere ser engañado, pues que se le engañe”

—La UNAM, y estoy cierto de que usted lo sabe, no es una perita en dulce en lo concerniente a pureza ética: cuando fungí como director editorial de la entonces ENEP, hoy FES, Iztacala me pidieron que no gastara en la ejecución de libros para que ese monto económico pudiera ser repartido entre las altas autoridades universitarias a fin de año, razón por la cual renuncié a dicha academia y publiqué la denuncia en un periódico como La Jornada… sin que pasara absolutamente nada. Como maestro, generalmente pagado con salario ínfimo en la UNAM, ¿cree usted en la independencia intelectual?

—Mi respuesta es continuación de la anterior. Ese es el gran reto artístico que tiene como lineamiento el no devenir en un simple imitador o divulgador de no-verdades. Se atribuye a Petronio (siglo I) la frase Mundus vult decipi, ergo decipiatur, que significa El mundo quiere ser engañado, pues que se le engañe: parece ser la gran tentación vigente al día de hoy.

La propia manera de oír el mundo

—Vaya si no se tiene que pagar por las palabras emitidas, don Sergio, pero estoy cierto de que usted no dejó la creación a un lado: mientras la UNAM resolvía su propio conflicto, usted recibía nada menos que el Premio Nacional de Artes y Literatura, ¿qué otras cosas más habría que agregar culturalmente a sus actividades al margen de la UNAM?

—Me mantuve activo en la composición y en la dirección musical. En octubre de 2020 se publicó mi quinto libro: La propia manera de oír el mundo. En mayo de 2023 fui investido con un doctoratus honoris; en octubre de 2023 fui ganador del Premio Eduardo Loarca Castillo, de la Universidad Autónoma de Querétaro, por mis aportaciones culturales y artísticas dentro y fuera de México.

Sesenta y siete meses  a fuerza distanciado de la cátedra

—¿De qué modo le afectó creativamente esta indebida suspensión a sus actividades magisteriales? Porque hay cosas que pasan inadvertidas para el espectador…

—En lo creativo personal, nada. Sí he lamentado mucho esa suspensión de actividades académicas que se me impuso, significó en términos de una formación profesionalizante para los alumnos de la FaM, que se han visto privados de la misma en los 67 meses más recientes. Veremos qué tanto terreno se puede recuperar.

“Al momento, no tengo información de las intenciones de la directora de la Facultad de Música”

—Pero una cosa es la resolución ya dada, con fortuna justa, y muy otra el reinicio de sus actividades, ¿tiene ya fecha o un tiempo señalado para reintegrarse a la academia universitaria?

—¡En efecto! La Facultad fue notificada el 9 de octubre de 2023. La ley establece 15 días hábiles (se cumplen el lunes 30 de octubre) para reinstalar o impugnar. Al momento, no tengo información de las intenciones de la directora de la Facultad de Música. No descarto que quiera desconocer el fulminante laudo de la JFCA. Es oportuno hacer notar que el rector Graue, como integrante del Consejo de Premiación del Premio Nacional de Artes y Literatura 2021, firmó el diploma correspondiente: ¿qué lógica tendría, entonces, una impugnación por parte de la UNAM?

“Exagerado énfasis en lo que distrae en lugar de lo sustancioso”

—¿Cómo percibe el estado actual de la cultura musical en el México contemporáneo?

—Me preocupa mucho el exagerado énfasis en lo que entretiene o distrae en lugar de lo sustancioso que cuestiona, edifica y fortalece.

En manos del jurídico

—Por último, a propósito de estas necesarias enmiendas, ¿ya pagó TV Azteca su adeudo con la Sociedad mexicana de Compositores respecto a la música clásica que transmiten como si fuera suya?

—No sé qué ha pasado con ese adeudo, ha estado en manos del jurídico y administrativo de la Sociedad de Autores y Compositores de México.

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