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Marte: los primeros pasos en la búsqueda de vida

Marte está a 400 millones de kilómetros de la Tierra en las épocas menos propicias. Y a 54 millones de kilómetros en las más benignas para su exploración. Como ahora. Por eso, en estos días tres misiones coinciden en sus aledaños: la de Emiratos Árabes, la misión china que “busca la verdad celestial” con el rover HX-1, y la multinacional liderada por la NASA que acaba de depositar el vehículo de exploración Perseverance sobre el cráter bautizado como Jezero. David Barrado Navascués, del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), explica por qué ahora y para qué. Michel Cabane, del Institut Pierre Simon Laplace (IPSL) de Sorbonne Université, explora el cráter Jezero, el lugar elegido para el deambular del Perseverance los próximos años.


¿Por qué Marte, por qué ahora?

David Barrado Navascués

Enviar una sonda a otro cuerpo celeste es un odisea, no lo olvidemos. Que además consiga aterrizar y funcionar adecuadamente es casi un milagro tecnológico que involucra a numerosos investigadores, una estructura administrativa eficaz y unos recursos económicos significativos. No es sólo un escaparate del potencial científico: también lo es de su capacidad industrial.

Marte se puede considerar como un gemelo poco afortunado de la Tierra: reducido tamaño y masa, tenue atmósfera, escasa insolación, minúsculos satélites, ausencia de campo magnético global. Sin embargo, su interés geológico y astrobiológico es enorme.

El acceso in situ a su superficie y la posibilidad de estudio de su clima desde su órbita son esenciales para entender su proceso de formación y evolución, así como las condiciones que permiten (o permitieron) la aparición de actividad biológica, si es que llegó a ocurrir en algún momento de sus 4 500 millones de años.

Varias naves están llegando a Marte en febrero de 2021, en un proceso que no es casual. Por una parte, con objeto de optimizar la carga útil que cada misión lleva a un planeta, los lanzamientos se producen en determinados momentos. En el caso del planeta rojo, la ventana idónea ocurre cada dos años y correspondió al verano pasado.

Tras meses de travesía interplanetaria, las sondas Hope, Tianwen-1 y Perseverance alcanzan ahora su objetivo. Por su complejidad y por la experiencia de los diferentes países involucrados, esta última es la que posiblemente producirá los resultados más espectaculares.

Ilustración que muestra al rover Perseverance de la NASA desprendiéndose de su nave espacial, minutos antes de entrar en la atmósfera marciana. /Imagen: NASA/JPL-Caltech.

La misión Mars2020: la Perseverance

La agencia espacial norteamericana tiene una amplia experiencia en Marte, tanto con orbitadores como situando sondas en su superficie. El rover Perseverance será el quinto vehículo que recorrerá los terrenos del planeta rojo, tras Soujourner, Spirit y Opportunity, y Curiosity, este último todavía en funcionamiento.

Entre sus objetivos se encuentran la búsqueda de ambientes que hayan sido capaces de albergar vida, la detección de indicios de la misma en el pasado y la recolección de muestras para su ulterior recogida por otras sondas y su envío a la Tierra. Además, realizará una demostración tecnológica con un pequeño helicóptero.

El rover tiene como destino el cráter Jezero, un interesantísimo hábitat de unos 50 km de diámetro, caracterizado por una estructura similar a un delta de un río, que pudiera haberse formado por el llenado y desbordamiento de un lago en el pasado remoto del planeta. Los siete instrumentos de la nave permitirán realizar un estudio exhaustivo durante el tiempo que dure la misión y recorra las diferentes regiones de este completo ambiente.

La primera red meteorológica en otro planeta

La misión Mars2020, esencialmente estadounidense pero fruto de la colaboración internacional, tiene un marcado acento español. El instrumento Mars Environmental Dynamics Analyzer (MEDA) permitirá el estudio de las condiciones ambientales (humedad, presión, temperatura del aire y del suelo, velocidad y dirección del viento). También el estudio del polvo, tan crucial en este planeta, y la radiación solar en diferentes rangos del espectro electromagnético.

MEDA, construido en España, está liderada por el Centro de Astrobiología (CAB), un centro mixto de Instituto Nacional de Tecnología Espacial (INTA) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y por uno de sus investigadores, José Antonio Rodríguez-Manfredi. Otro de los instrumentos, SuperCAM, también ha contado con colaboración española, ejecutada por el Instituto de Geociencias (IGEO), centro mixto de la Universidad Complutense de Madrid y del CSIC.

En la superficie de Marte el Centro de Astrobiología ya tiene otros dos instrumentos: REMS (Rover Environmental Monitoring Station) y TWINS (Temperature and Wind for InSight). El primero está acoplado al rover Curiosity y funciona desde el 2012, mientras que el último es parte de InSight, que se posó en el planeta en 2018.

Por tanto, España está desplegando la primera red meteorológica que existe en otro planeta y los científicos que trabajan en el Centro de Astrobiología, junto a sus colaboradores, están desarrollando proyectos que permiten entender el comportamiento del clima de este fascinante planeta. Un verdadero relato épico que ocurre día a día, y que nos acerca un poco más a la última pregunta: ¿existe vida más allá de las lindes de nuestro planeta?


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El cráter Jezero, lugar de aterrizaje marciano

Michel Cabane

Este es el paisaje que el rover Perseverance va a recorrer durante los próximos años: el cráter bautizado como Jezero, de unos cincuenta kilómetros de diámetro. Se estima que se formó hace unos cuatro mil millones de años por el impacto de un meteorito.

Hace unos tres mil millones de años, Marte tenía atmósfera y agua líquida. De hecho, este cráter era un lago. Quinientos millones de años más tarde, el agua comenzó a desaparecer y el lago se secó.

En la parte izquierda de la fotografía se pueden observar los meandros creados por un antiguo río imponente, de entre quinientos metros y un kilómetro de anchura. Este río transportó sedimentos que, al depositarse, modelaron un delta cuyo relieve en forma de abanico se aprecia en la entrada del lago.

La elección del lugar de aterrizaje

Cuando se decide enviar un rover a Marte, está claro que el lugar en concreto no se escoge al azar. Son los investigadores y los ingenieros los que toman la decisión. Los investigadores priman el interés científico de la zona, mientras que los ingenieros se encargan de asegurar la viabilidad técnica.

Ya se conocía Jezero de misiones anteriores (este cráter había sido seleccionado y, luego, descartado como lugar de aterrizaje del Curiosity), pero había que definir una zona muy precisa para garantizar el éxito del aterrizaje. Ahora se van a utilizar nuevas técnicas de navegación que permitirán ubicar el rover en el emplazamiento fijado.

La divisa principal de la misión es «seguir el agua», el elemento indispensable para toda forma de vida conocida. La elección de un antiguo lago provisto de un delta que un antiguo río creó satisface este objetivo.

Posible itinerario del rover Perseverance. / Foto: NASA, CC BY.

Este enclave también va a permitir la realización de estudios geológicos y aprender más sobre la evolución de Marte. Era preciso encontrar una zona suficientemente rica y diversa. No cabe duda de que dirigirse a un área totalmente desértica hubiera tenido mucho menos interés. Aquí, el róver podrá explorar el fondo del lago, el delta e incluso las zonas menos afectadas por el impacto. En el caso de Jezero, la presencia de arcilla en el delta ofrece ventajas adicionales, pues esa estructura tiene la capacidad de absorber materia orgánica.

Si hay restos fósiles de vida o, al menos, de moléculas que hubieran podido actuar como precursoras de la misma, existe una posibilidad de detectarlos en la arcilla o en las rocas cercanas. La misión principal del rover Perseverance será la extracción de unas decenas de muestras seleccionadas con la ayuda de los instrumentos de abordo (cámaras, análisis espectroscópicos, etc.). Se podrá realizar un análisis mucho más preciso una vez que estén de regreso en la Tierra.

David Barrado Navascués. Profesor de Investigación Astrofísica, Centro de Astrobiología (INTA-CSIC).
Michel Cabane. Profesor emérito del laboratorio LATMOS, Institut Pierre Simon Laplace (IPSL), Sorbonne Université.

Fuente: The Conversation.

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