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Tres cuartos de siglo diamantinos

Los tríos que no mueren

Diciembre, 2023

El bolero ha sido reconocido por la Unesco. Desde el pasado 4 de diciembre, la composición, interpretación y transmisión de este género musical ahora tienen el apelativo de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En esta (feliz) coyuntura, el cronista musical y periodista Víctor Roura ha recuperado el siguiente texto para celebrar a su vez el 75 aniversario de los Tres Diamantes, uno de los tríos más importantes de México. Formado en 1948 por Gustavo Prado, Saulo Sedano y Enrique Quezada, el grupo fue uno de los pocos tríos que lograron fama internacional. Y con justa razón.

Un año decisivo: 1948

Si bien 1948 marca el inicio de la época de los tríos en México, sus antecedentes datan desde los años treinta con las incursiones de los hermanos Martínez Gil, Carlos (fallecido a los 64 años el 9 de febrero de 1972) y Pablo (fallecido a los 76 años el 23 de enero de 1987), no fue, sin embargo, sino hasta la aparición de Los Panchos, provenientes de Nueva York, cuando se considera el alumbramiento de los tríos con el debut justamente de esta agrupación (conformada por el guanajuatense Chucho Navarro, 1913-1993, el poblano Alfredo Gil, 1915-1999, y el puertorriqueño Hernando Avilés, 1914-1986) en ese año de 1948 —hay quienes apuntan que fue en el 49, mas las circulaciones de tríos como el Avileño o Los Urquiza en los cuarenta denota la eclosión de esta corriente al inicio considerada caribeña— en El Patio, ya imponiendo las formas melódicas (Chucho Navarro introdujo el requinto) que más tarde diferentes agrupaciones dominarían bajo el concepto de tríos.

Y precisamente en año, 1948, nacerían los Tres Diamantes a iniciativa del segunda voz Gustavo Prado (1923-2005), acompañado por Enrique Quezada (1920-2010) y Saulo Sedano (1925-2017), quien entrara en lugar de David Rama, que abandonó al grupo al poco tiempo de establecido.

Los Tres Diamantes continúan agrupados, reciclados una y otra vez como casi todos los tríos afamados, cuya música, a falta ya de grabaciones, se granjea como una connotada nostalgia.

Músicos que producen dinero

—¿El mercantilismo de las compañías discográficas hicieron a un lado la música mexicana para favorecerse a sí mismas grabando productos de moda?

—No me quiero meter en ese aspecto —me dijo Enrique Quezada la vez que tuve la oportunidad de platicar con este célebre músico cuatro décadas antes de su muerte— porque las disqueras, lógicamente, trabajan sólo con la gente que les produce dinero. Uno es un producto que se puede vender o no, según la promoción o según su suerte o la misma calidad del artista. Pero la música nuestra, de los tríos, no se ha muerto, tanto es así que las estrellas actuales están grabando música de aquella época, como José José en su último disco; él recoge nuestra música porque tal vez se está enfriando el repertorio que tenía antes y como esa música [la de los tríos] ya está aprobada, aceptada por todo el público, regrabarla es una seguridad, ante todo. Por los arreglos especiales hasta puede salir otra nueva canción pero, melódicamente, es la misma de mediados del siglo [XX].

Sin tiempo de hacer nuevas grabaciones

—A pesar de que, como usted dice, la música de los tríos es permanente, no hay producción nueva en este género…

—La producción mundial del disco invade terrenos y es cuando se ve qué aceleramiento, qué desarrollos, va teniendo la música. Y las grabadoras, obviamente, se van por ese rumbo. Siempre, como le digo, buscando el producto que les deje dinero. Sólo los artistas establecidos, a lo largo de muchos años, estarán siempre vigentes. Ese es nuestro caso. La grabadora a la cual pertenecemos, la RCA, siempre está dispuesta a grabarnos todo lo que nosotros queramos. Si no lo hacemos es por nuestros múltiples viajes. No tenemos tiempo.

Fugacidad

Luego, hablamos de los varios cantantes españoles que tomaron en ese momento al toro por los cuernos, erigiéndose en guías de la música moderna. Por lo tanto, le comenté a Quezada, el mercado del disco asume una visión unilateral, poniendo en segundo término a la música mexicana. Pero el solista de los Tres Diamantes observaba la situación con tranquilidad.

—Bueno, lo mismo pudieron asegurar los españoles cuando hubo una invasión de música mexicana en España en los cincuenta. Mire, el artista es internacional. Tiene que serlo. Tiene que viajar. Visitar otros países. A nosotros, realmente, no nos afecta. Sinceramente se lo digo. No obstante la actual situación, ésta se aceptaría si los cantantes que nos llegan tuvieran un valor absoluto. Y esto no es siempre cierto. Por lo regular vienen productos de moda, fugaces. Que sean un Julio Iglesias o un Camilo Sesto, bienvenidos. Pero lo que pasa es que sufrimos una invasión de gente que no vale, que no tiene razón de estar en ningún país, invadiendo terrenos que no les corresponde. Sucede también que México es un trampolín muy importante para la vinculación de la música en el mundo. Por eso vienen aquí.

Sin embargo, Enrique Quezada no dice nombres.

Peticiones del pasado

Aseguraba Quezada, a la vez, que pocos grupos de su época se habían logrado mantener activos y quizá esa era una de las razones de la nula fuerza de la música mexicana.

—Los Tres Diamantes sí han seguido tocando, por lo que ya hemos rebasado una frontera. Incluso tenemos que renovarnos en forma constante. Estar al día con las ideas musicales, como adaptar al trío un bajo eléctrico, cosa que hacemos en nuestras presentaciones. Queremos actualizarnos. No anquilosarnos. Necesitamos música nueva. No estancarnos solamente con “usted es la culpable de todas mis angustias y todos mis quebrantos”. Estamos toda la vida quebrándonos la cabeza para tratar de interpretar nuevas composiciones a los lugares donde trabajamos. Pero, ¿qué pasa? Que en los night clubs, por ejemplo, yo insisto en cantar cinco o seis números de los nuevos y la gente ya está desesperada pidiendo las canciones que fueron populares hace 32 años.

Los Beatles en trío

—El público, de alguna manera, ¿detiene la creatividad del artista?

—Absolutamente. Claro que, siguiendo siempre adelante, se puede aportar algo a la música internacional. Como los Beatles, que fueron unos genios, que dejaron música preciosa y que hasta nosotros, incluso, hemos adaptado piezas de ellos a nuestro estilo. Esa es música perfectamente bien hecha.

La diferencia del éxito económico

—Como están las cosas, quiere decir que la música de los tríos es definitivamente una música del recuerdo que no va a perder jamás difusión.

—Eso está por verse, porque podría darse el caso de que algún trío tenga un éxito en la radio y todo vuelva a ser como antes. Si actualmente tuviéramos un solo hit, no tendríamos por qué preocuparnos más porque ahora hay más vehículos de promoción. Nosotros, por decir algo, tuvimos 40 éxitos. Ahora [en la década de los ochenta, cuando ocurrió esta conversación] con sólo tener uno, viviríamos tranquilos. El artista gana más ahora con un solo éxito. No necesita 40. Esta etapa podría ser únicamente una pausa de la música mexicana.

Pero los Tres Diamantes no tenían problemas. Porque siempre el grupo había trabajado, como dijo Enrique Quezada, y porque recibía sin problemas sus regalías sin tener que andar investigando si la cuenta era exacta o no. “Los de la Sociedad de Autores saben cómo manejar esto”, subrayaba Quezada a sabiendas de que su trío no se metía en este aspecto y tampoco en problemas. Ellos sólo recibían sus finanzas y punto. Y se presentaban en vivo y realizaban giras internacionales. Su amor por la música era como un grito, podría acotarse, que llevaban ahí en su sangre, ahí en su corazón. Y eran, son, aunque no quieran, esclavos de su público, del cual decían que sobre todas las cosas estaba en un primerísimo plano en de su actividad musical.

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