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Plotino Rhodakanaty: lecciones para cambiar el mundo

Desde la República Helénica, Guadalupe Flores Liera evoca a Plotino C. Rhodakanaty, el padre del anarquismo en México: “Su vida y su obra estuvieron al servicio de sus ideas solidarias, enfocadas todas a conseguir el bienestar de la familia humana. Tal como en el mundo en crisis que le tocó vivir, el mensaje de Rhodakanaty continúa vigente y en espera de ser no sólo escuchado, sino llevado a la práctica”. Aunque no se sabe a ciencia cierta cuándo falleció, los pocos registros existentes señalan que fue en febrero de 1890, hace 130 años.


Plotino C. Rhodakanaty, el padre del anarquismo en México —para otros también del socialismo, del socialismo sindicalista, del socialismo cristiano y del socialismo libertario—, no fue profeta en su tierra. Nació en Grecia el 14 de octubre de 1828, pero eligió a México como el destino donde creyó que podría poner en práctica sus ideas para transformar a la sociedad. Así fue como a los 32 años, a principios de 1861, se embarcó en el puerto de Cádiz y desembarcó en febrero del mismo año en Veracruz, con el fin de fundar falansterios. Anhelaba sembrar en tierra propicia la semilla del verdadero nuevo mundo con el que soñaba.

Teos Romvos en su interesantísimo libro Πλωτίνος Ροδοκανάκης, Ένας Έλληνας αναρχικός [Plotino Rhodakanaty, un anarquista griego] —que de hecho es una introducción a sus compatriotas de la vida y la obra de este heleno que recorrió buena parte de Europa, vivió de cerca varios alzamientos, además de sus trágicos desenlaces, y no dudó de su fe en que las ideas de sus maestros ideológicos Sain-Simon, Fourier y, sobre todo, Proudhon contribuirían a hacer del mundo un mejor espacio de convivencia—, se propuso hacer al mismo tiempo una aportación a los pocos hechos que se conocen de la vida de Rhodakanaty.

Aunque en gran medida Romvos se basa en la documentación que existe sobre Rhodakanaty, básicamente las investigaciones de José C. Valadés, Gastón García Cantú, Carlos Illades, John Mason Hart, Max Nettlau, entre otros, dedicó diez años a investigar por su cuenta, siguiendo la ruta que estos historiadores señalan como la recorrida por el filósofo griego. Después de recorrer archivos, iglesias, oficinas públicas, escuelas e instituciones de enseñanza donde supuestamente se formó, además de las comunidades helénicas más importantes de Europa, con las que entró en contacto a su paso por Viena, Berlín, Budapest y París, reconoce no haber hallado nada palpable. Comprobó que, hasta el momento, no existen fotografías ni manuscritos, más allá de los artículos periodísticos de Rhodakanaty y las cartas que dirigió a su alumno y amigo Francisco Zalacosta en México y que se encontraron en poder de éste a su muerte, en Querétaro. También recoge fragmentos de cartas de su primo por parte de madre, el conocido escritor Emmanuel Roídis, autor de la famosa novela La papisa Juana, con el que se supone convivió algunos meses de 1855 en Berlín. Desafortunadamente, el libro de Teos Romvos carece de las anotaciones suficientes para consultar sus fuentes y no reproduce íntegras esas cartas, pero su libro es en todos sentidos un interesantísimo homenaje a un desconocido en su propia tierra.

El inicio de las ideas anarquistas

Entre otras cosas, Romvos nos informa que el apellido Rhodakanaty no existe en Grecia. Sí el apellido Rodokanakis, que es de noble origen bizantino. Sus antecesores, que después de ser expulsados de Bizancio se refugiaron en la isla de Chíos, de donde tuvieron que huir luego de las matanzas perpetradas por los turcos en 1822 para ahogar la revolución —hechos sanguinarios que el pintor Delacroix hizo famosos en toda Europa—, se dispersaron por otros puntos del espacio helénico o se aglutinaron alrededor de las comunidades helénicas importantes del extranjero,  sobre todo de Londres. Esta es la ruta que siguió Valadés en sus investigaciones, pero Romvos nos informa que no es la correcta. Esto, además de la corrupción del apellido hasta convertirse en Rhodakanaty dificultaron sus investigaciones. No se sabe, en todo caso, si la corrupción del apellido paterno fue intencional o si fue transcrito así por alguna autoridad migratoria a su llegada a México y el autor no quiso corregir.

El abuelo de Plotino, de nombre Emmanuel, fue un conocido comerciante de Liorna que impulsó a su hijo Constantino (de aquí la C. que forma parte del nombre del filósofo, tal y como se acostumbra entre los griegos y que es indicativa del nombre de pila del progenitor) a estudiar medicina. Luego, pues, de realizar estudios en Viena contrajo matrimonio con una griega nacida en esa ciudad. El joven matrimonio, poco después de consumada la independencia griega (la lucha inició en 1821 y concluyó en 1827), decidió establecerse en su país de origen con la esperanza de contribuir a la formación del nuevo Estado. Lo que significa que su padre no murió durante los combates por la independencia del yugo turco como se creía; Plotino nació en Atenas el 14 de octubre de 1828. Después del asesinato en 1831 de Ioannis Capo d’Istria, primer gobernador de la Grecia recién libertada, el país entró en una crisis aguda; Inglaterra, Francia y Rusia, que habían apoyado la liberación, decidieron que Grecia debía vivir como estado independiente pero bajo tutela, y mediante el tratado de Londres de 1832 nombraron rey de los griegos a Otón I de Baviera. La capital de Grecia, que entonces se encontraba en Nauplio, se trasladó a Atenas en 1834. Plotino creció en el barrio de Plaka, se educó con los ideales de las revoluciones griega y francesa en un ambiente bilingüe, además tuvo una institutriz francesa que aparte de su lengua le enseñó el italiano. En 1843 cayó la monarquía; las primeras elecciones, en 1844, se realizaron entre hechos de sangre, violencia y caos. Ese año perdió a su padre, en 1846 concluyó su educación básica y él y su madre tomaron la decisión de trasladarse a Viena, cerca de su familia materna; en esa ciudad estudió medicina.

En Viena los recibió una situación política compleja, Francisco José I no parecía ser ya una solución a los problemas, mientras que por toda Europa se extendía el espíritu revolucionario que produjo reacciones en cadena: Francia, Italia, Alemania…, la revolución de París en 1848 había sido el principio de un levantamiento a nivel europeo. En 1848 siguió Viena y pronto el movimiento se extendió por todo el imperio austrohúngaro. La intervención del ejército produjo violentos choques. Viena fue ocupada por los imperialistas el 31 de octubre de 1848 y sobre los revolucionarios se aplicaron duras represalias, la universidad cerró y muchos estudiantes fueron encarcelados, ya que habían participado en los levantamientos, y los edificios fueron ocupados por el ejército. Rhodakanaty había participado en la revolución y también había viajado a Budapest para apoyar el movimiento, allí tuvo la oportunidad de escuchar a Lajos Kossuth, el dirigente de la revolución húngara, quien proclamaba la igualdad ante las leyes y la eliminación de los privilegios de la nobleza. Según nos informa Romvos, en esas ciudades Rhodakanaty se reunió con griegos de las comunidades helénicas locales, los de Austria y Hungría gozaban de privilegios ya que habían luchado del lado del ejército austriaco contra los otomanos o los franceses durante los siglos XVIII y XIX, asimismo esas comunidades habían jugado un papel decisivo durante las luchas por la independencia de Grecia. Al final del año los austriacos entraron en Hungría y ocuparon Pest, temeroso de ser deportado Rhodakanaty se vio obligado a marcharse, pero al enterarse de la toma de la universidad de Viena optó por trasladarse a Berlín junto con su madre, para concluir sus estudios en esa ciudad, a pesar de que también allí habían ocurrido hechos violentos un año antes. Se inscribió en la Universidad Humboldt y se cree que además de entrar en conocimiento de la filosofía de Hegel y de los filósofos alemanes y franceses de la época, conoció a un hebreo alemán que lo inició en las ideas anarquistas. Impresionado por las ideas de Proudhon viajó a París en 1850 para conocer a éste personalmente, lo visitó en la cárcel varias veces y escuchó sus ideas, al volver a Berlín era ya uno de sus más entusiastas seguidores.

En esa época viajó a Berlín su primo, el escritor Emmanuel Roídis, para estudiar filosofía y en busca de una cura para sus problemas de sordera. En varias de sus cartas a su familia Roídis describió a Plotino como un “empecinado forjador de sueños que se oponen a las inexorables leyes que gobiernan lo mundano, el éxito de esta lucha, la paz ininterrumpida, el derribamiento de la desigualdad social, la satisfacción de todos los hambrientos y todos los demás espectros que desde la creación del mundo no han dejado de perseguir forjadores de sueños filántropos, como Plotino”.

1861: destino México

Rhodakanaty concluyó sus estudios de medicina en Berlín, hizo una especialización en Homeopatía y, a continuación, se trasladó a París a estudiar Filosofía Política. En esa ciudad publicó su primer trabajo, Sobre la naturaleza, y sus ideas tenían ya una orientación socialista, buscaba un sistema nuevo de organización de la sociedad. Sus padres intelectuales Sain-Simon, Fourier y Proudhon dirigían sus críticas contra todos los fenómenos que producen injusticia, desigualdad e infortunio, así como contra la forma de producción capitalista y el mercado libre e incontrolado en el cual se basa ese sistema. En Francia vivió la desilusión de todas las expectativas que había alimentado la Revolución y los pensadores, ideólogos y teóricos de la revolución social continuaban inspirándose en las luchas sociales y buscaban formas de lograr la igualdad y la justicia. Se dice que en esa época Rhodakanaty conoció a un estudiante mexicano que le habló de la situación en México y de las ideas del entonces presidente Ignacio Comonfort, de su reforma agraria y de su invitación a que los extranjeros que lo desearan se desplazaran a México para colonizar mediante la formación de comunidades agrícolas independientes. Rhodakanaty vio en esto la oportunidad de llevar a la práctica las ideas sobre el falansterio, de manera que comenzó a aprender español y se preparó para emigrar. El primer paso fue trasladarse a Barcelona para preparar su viaje, pero allí se enteró de que la situación en México había cambiado y Comonfort ya no era presidente; continuó en espera de noticia mientras perfeccionaba el idioma. Cuando supo que Benito Juárez había impuesto las Leyes de Reforma, consideró que el momento había llegado y en enero de 1861 zarpó desde Cádiz en el vapor Fortuna; luego de una parada en La Habana llegó a Veracruz a finales de febrero. Apenas llegar  comprendió que las ideas de Comonfort habían sido olvidadas y que el país estaba sumido en enfrentamientos civiles y políticos, que dependía de las grandes potencias extranjeras y que las desigualdades eran profundas tanto en las ciudades como en el campo.

Después de un recorrido que le descubrió las condiciones del país, casi en su totalidad agrícola, con una industria rudimentaria, donde campesinos y obreros laboraban en condiciones inhumanas, con salarios de hambre y horarios extenuantes, sometidos a patrones y hacendarios, al clero y a la aristocracia, además de que las leyes de Juárez sólo habían acrecentado las desigualdades y habían hecho más ricos a los terratenientes que se habían adueñado de las tierras comunales, se replanteó sus ideas y llegó a la conclusión de que ningún cambio podría darse si no se empezaba por lo básico: si el pueblo no sabía leer y escribir, si desconocía sus derechos, si no se educaba para adquirir conciencia social, no podría llevar a cabo sus proyectos reformistas. Fue así como eligió al poblado de Chalco para fundar allí su Escuela Libre y Moderna o Escuela del Rayo y del Socialismo, donde enseñó a leer y escribir, principios de autodeterminación y lógica, a toda persona interesada en aprender, sin discriminación de edad, sexo o procedencia. También en 1861 publicó Cartilla socialista, el catecismo elemental de la escuela de Carlos Fourier – El Falansterio que es considerada la primera obra del socialismo que se publicó en México y que fue el principio de una larga lista de artículos y tratados que quedaron dispersos en diarios y revistas de tendencia izquierdista de la época. Poco después Rhodakanaty fundó La Social, un grupo político que tenía como objetivo ayudar a la consolidación del socialismo en México y en el mundo y que llegó a tener 62 sucursales en el país.

Su quehacer no pasó inadvertido y se ganó la animadversión de la sociedad conservadora, devota, clasista, feudal y fanática que lo consideró su enemigo mortal. Rhodakanaty, sin embargo, tuvo muchos seguidores y alumnos y formó a la primera generación de obreros sindicalistas bien organizados y con claros objetivos que logró remover los cimientos de la sociedad anquilosada con sus movimientos reivindicativos. Entre éstos se encuentran Francisco Zalacosta y Julio López Chávez, quienes llevaron a la práctica las ideas de transformación social y organizaron los primeros levantamientos armados en la región central del país, por lo cual fueron perseguidos y eliminados; también estaban Santiago Villanueva, Ermenegildo Villavicencio, Juan V. Villarreal, Rafael Pérez, Benito Castro, Pedro Ordóñez, además de mujeres como Jesusa Valadés, Francisca y Soledad Sosa o Esther Fragozo, ya que Rhodakanaty pugnó por la liberación de la mujer, fue promotor del divorcio y creyó firmemente no sólo que la liberación de la mujer era presupuesto indispensable para la mejor comprensión entre los miembros de la familia humana, sino que ninguna reforma social era posible si no se solucionaban antes los problemas que las afectaban y las condenaban a ser esclavas domésticas además de trabajadoras en desventaja. Igualdad, Progreso y Solidaridad fueron su lema.

No sólo fue él mismo o sus seguidores reprimidos tanto por Juárez, como por Lerdo de Tejada, sino que la dictadura de Díaz llevó a cabo una implacable persecución a los movimientos anarquista y socialista, desintegró o compró periódicos y sindicatos, encarceló o sobornó a líderes y seguidores. Rhodakanaty no fue partidario de la violencia, creía firmemente que era necesario un cambio de actitud, una toma de conciencia para cambiar la sociedad y, a continuación, el mundo entero. La revolución que soñó no era violenta sino social, debía imponerse mediante la solidaridad, el respeto a los derechos humanos, el derecho a la vida, a la salud, al trabajo, a la educación, al desarrollo de las capacidades físicas e intelectuales y a una convivencia feliz donde no hubiera explotación del hombre por el hombre. Pero tampoco cerró los ojos a la realidad y expresó que deseaba “que el pueblo mexicano llegara a emanciparse del terrible yugo de la plutocracia por medio de la asociación”, también escribió que su escuela proclamaba “radicalmente vicioso el estado de cosas actual, radicalmente insensato su derrumbamiento y destrucción, pero indispensable su transformación en un estado de cosas mejor, por las vías y medios que la razón apruebe, que la experiencia pueda confirmar”. De igual forma consideraba que si se seguían sus ideas “las leyes que imponen, moral o físicamente a los hombres, obligaciones restrictivas a la libertad, con el objeto de mantener el orden en condiciones sociales, en que la libertad es generalmente incompatible con el orden, perderán su razón de ser”. Para Rhodakanaty el sistema social más perfecto es el que resulta de la libertad absoluta del individuo que produce un bien general, y no aquel que obra sobre el hombre para encadenarle moral y físicamente para sujetarlo al mecanismo social existente, tan imperfecto que genera y perpetua las injusticias que dice combatir.

Muerte y legado

Después de la detención y ejecución de su amigo y estrecho colaborador Francisco Zalacosta en 1880 su escuela de Chalco cerró y Plotino se trasladó a la ciudad de México donde continuó escribiendo e impartiendo clases en su domicilio, además de dar consulta como médico, poco a poco dejó de tener seguidores y su voz se apagó; en 1885 editó Escuela pesimista de Hartmann y en el periódico El Socialista, que había fundado con Zalacosta, publicó Medula panteística del sistema filosófico de Spinoza. A partir de entonces se perdió su rastro, su obra prácticamente cayó en el olvido y por décadas se creyó que había regresado a Europa para morir en fecha imprecisa. Hasta aquí llega la información conocida en el año en que Teos Romvos editó su estudio-biografía de Rhodakanaty en Grecia, libro que, por cierto, puede ser leído en la Red en la página: 24grammata.

Además de la obra de los historiadores conocida sobre Rhodakanaty en nuestro país, que han sido mencionados al principio de este trabajo, vale la pena que el lector interesado acuda al Repositorio Institucional de la Universidad Nacional Autónoma de México, que puede consultarse en la Red, para leer los espléndidos trabajos que para obtener el grado de licenciatura en Filosofía o Psicología u otras carreras han realizado: Ivonne Klein Kreisler (1984), Ignacio Ortiz Castro (1986), Carlos Olivier Toledo (2000) y Juan Carlos García Fonseca (2015); Teresa Aurora Castineira Benítez realizó en 1987 un trabajo para la Universidad Aristoteleion de Tesalónica que desafortunadamente no se localiza en la Red.

Mucho se ha especulado sobre la personalidad de Plotino Rhodakanaty: se dice que acaso fue un médico mexicano que se hizo pasar por griego, también que fue hijo de griego y de mexicana, pero hasta hoy no se ha encontrado algún documento que lo pruebe. En la página es.wikipedia.org se afirma que existe “Acta de defunción del Registro Civil de la Ciudad de México inscribiéndose el fallecimiento el 4 de febrero de 1890 en la foja 466 por el Juez Enrique Valle. Él falleció el domingo 2 de febrero a las 11:00 p. m.”.

Finalmente, en el sitio web Libros rodantes se narra la siguiente anécdota curiosa: “Que en 1938, Armando Pérez, uno de los primeros bautizados mormones [por cierto que Rhodakanaty se hizo bautizar mormón creyendo que en esa comunidad encontraría apoyo a sus ideas sobre la creación de falansterios, pero pronto entró en choque con ellos y nueve meses después fue excomulgado; existe amplia bibliografía en inglés sobre el tema] además de amigo de Rhodakanaty, cuenta que en 1877 acudía a esa calle [de Seminario, en el Centro Histórico] a comprar libros un caballero culto que hablaba ocho idiomas. Se llamaba Plotino C. Rodacanati (sic). En otra ocasión Pérez llamó a Rodacanati ‘Francisco Riquelme’ diciendo que era un genuino mexicano que aparte de dominar el propio idioma (el castellano) tenía el privilegio de dominar otros”. Al parecer, esto lo cita en una tesis sobre el mormonismo Hugo Cruz Varela en 2001. También se menciona que su esposa se llamaba Soledad Girón y su hijo adoptivo Plotino Nefi, que cambió su apellido a Riquelme, y cita que la información fue recogida por David O. McKay, presidente de los mormones en la década de los cincuenta y que esto lo publicó en la revista oficial del mormonismo. El mismo McKay afirmó que la madre de Plotino era mexicana y su padre de origen griego y que el mismo Pérez se lo contó en 1938, cuando era un anciano. En este mismo enlace, se incluye un pequeño video del profesor Sergio Pagaza Castillo, quien afirma haberlo filmado mientras se encontraba en el lugar donde estuvo la tumba de Rhodakanaty, añade que tras cuarenta años de investigación se consultó el libro de registro del Panteón de Dolores y así se supo que el filósofo vivió en la colonia Guerrero y que fue inhumado en ese lugar el 4 de febrero de 1890, que se pagaron refrendos en 1907 y 1915, pero que los restos fueron exhumados el 11 de enero de 1921. Tal vez el celo con el que el filósofo ocultó su vida expliquen algo de su verdadero origen. En cierta ocasión, durante una asamblea del Gran Círculo Obrero, uno de sus críticos, Díaz González, atacó de esta manera a Rhodakanaty y a su colaborador Zalacosta (cuyo apellido también es de origen griego): “Hay aquí un grupo de agitadores extranjeros, políticos profesionales, expulsados de sus países por malhechores que vienen a hacer obra en lesa patria […]. Mucho se habla del comunismo, del socialismo y de otros ‘ismos’ de importación, que el señor Rhodakanaty nos ha hecho conocer con piel de oveja” (cf. tesis de Klein Kreisler, p. 115). Sólo que Francisco Zalacosta había nacido en Durango en 1844 y era hijo de un oficial del ejército de Comonfort. En 1877 el periódico El Socialista presentó a Rhodakanaty como un filósofo y médico homeópata, muy culto, hablante de siete idiomas, de vida honesta, que curaba sin cobrar y enseñaba a quien tuviera deseos de aprender. El mismo se definió como “pobre y desheredado de todo patrimonio, pero lleno de esperanzas para el porvenir”. Entre sus enseñanzas principales está que sólo podrá haber justicia cuando se consiga el equilibrio entre las clases sociales, que sólo el socialismo puede lograr ese equilibrio y que la forma de lograrlo es mediante la unión y la colaboración de quienes se han visto excluidos de la riqueza y de la educación.

Anarquía para Rhodakanaty significaba sociedad sin gobierno ni leyes opresivas, creía que el hombre sólo cambiará su suerte si consigue forjar una sociedad basada en los principios sociales de justicia y equidad, porque el mal no está en la naturaleza humana sino en la imperfección de las instituciones sociales que legitiman el abuso, la explotación, la guerra, la miseria, la injusticia y la explotación. También afirmó que el socialismo es la etapa de transición hacia la Armonía universal, es decir la anarquía (cf. tesis de Ignacio Ortiz). Su vida y su obra estuvieron al servicio de sus ideas solidarias, enfocadas todas a conseguir el bienestar de la familia humana. Tal como en el mundo en crisis que le tocó vivir, el mensaje de Rhodakanaty continúa vigente y en espera de ser no sólo escuchado, sino llevado a la práctica. Lo que el filósofo proponía era enseñar al ser humano a cambiar su destino mostrándole el modo de desarrollar sus facultades para ser feliz dentro de un conglomerado.

(Grecia, octubre de 2020.)

(Teos Romvos,  Πλωτίνος Ροδοκανάκης, Ένας Έλληνας αναρχικός [Plotino Rhodakanaty, un anarquista griego], edit. Electra, Atenas, 2005, 143 pp.)

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